Karl Marx en México ✆ Roland Beier |
Esteban Garaiz |
Podría no haber nacido Carlos Marx, que México tenía ya trazada su ruta
para la construcción nacional. Nadie podrá negar la enorme aportación del
filósofo y economista alemán en el estudio profundo de la acumulación
capitalista y de la plusvalía empresarial. Pero desde la insurgencia el camino
de la nación mexicana para consolidar la formación nacional mestiza estaba
claramente establecido. Podría llamarse: proceso de desconquista.
En 1813, cinco años antes de que Marx naciera, el genio
insurgente José María Morelos tenía establecido con nitidez que, al margen y al
lado de la América anglosajona que surgía pujante al confrontarse con su
metrópoli en 1812, era necesario aquí demoler las absurdas estructuras sociales
del régimen colonial español que perpetuaban las abismales diferencias entre
los descendientes de los conquistados y los sucesores de los conquistadores. Esa
ruta tiene que continuar. Esa ruta ha sido traicionada desde hace 30 años por
los gobiernos de los dos partidos que todavía conservan la mayoría legal.
“Que la esclavitud se
proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas, quedando todos
iguales”. Todavía hoy le falta a la Conapred mucha, mucha tarea por hacer. Decían
también los Sentimientos de la Nación, que las nuevas leyes nacionales “moderen
la
opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
Los que hoy se dicen nuestros gobernantes parece que no
quieren entender la relación directa, directísima que existe entre esta
inseguridad generalizada y creciente que tiene a la población aterrada y la
“flexibilización” laboral que nos dijeron que aumentaría la generación de
empleos y que hoy tiene estrangulado el ingreso familiar y las opciones para
los jóvenes. Para no hablar de la farsa actual de los salarios mínimos,
aquellos que, siguiendo la línea de Morelos, quedaron definidos en el texto
constitucional de 1917; y que estos gobiernos neoporfiristas han reducido al
más absoluto ridículo.
Fue también hace 200 años en Apatzingán 1814, a partir del
reclamo de José María Morelos para lograr la educación “del hijo del
barretero”, como el artículo 39 de aquella primigenia Constitución dictaba: “La
instrucción, como necesaria a todos los ciudadanos, debe ser favorecida por la
sociedad con todo su poder”. Ahí está la raíz originaria de la educación
universal, gratuita y laica del actual artículo tercero, ahora hostigada y
recortada. Pero dos años antes en las Cortes de Cádiz 1812, un insigne novohispano,
Miguel Ramos Arizpe hacía oír su voz denunciando: “El cuidado que se pone en que los hijos de los sirvientes no
aprendan a escribir, por creer algunos amos que llegando a esa que llaman
ilustración, solicitarán otro modo de vida menos infeliz, rehuyendo la dura
servidumbre en que han vivido sus padres”.
Ahora esa política pública denunciada por Ramos Arizpe se
llama televisión abierta y Cruzada contra el Hambre.
Las aspiraciones de Morelos, Ramos Arizpe, Fernández de
Lizardi han continuado y evolucionado en una verdadera estirpe de mexicanos
patriotas empeñados en dejar atrás las profundas secuelas históricas de aquel
arcaico e inequitativo régimen colonial y de construir la genuina república
sobre los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad; y la inclusión
social.
Pero lo que se ha armado en estos últimos 30 años ha sido la
competitividad, la disrupción social, la inequidad, el clientelismo y la
desinformación manipulada con la compra de votos.
Aquella estirpe ha continuado con las aportaciones,
pensamientos y actuación de figuras como Ignacio Ramírez, José María Luis Mora,
Valentín Gómez Farías, Francisco García Salinas, Mariano Otero, Benito Juárez,
Ponciano Arriaga, Justo Sierra, Andrés Molina Enríquez, Ricardo Flores Magón, Francisco
José Múgica, Pastor Rouaix, Lázaro Cárdenas, Eva Sámano de López Mateos, Jaime
Torres Bodet, Arnoldo Martínez Verdugo, Heberto Castillo, y continúa viva.
En el Constituyente de 1856 dijo Ignacio Ramírez: “Sabios economistas de la comisión, en vano
proclamaréis la soberanía del pueblo mientras privéis a cada jornalero de todo
el fruto de su trabajo. No podrá ejercer los derechos de ciudadano, no podrá
instruirse, no podrá educar a su familia, perecerá de miseria en su vejez y en
sus enfermedades. En esta falta de elementos sociales encontraréis el verdadero
secreto de por qué vuestro sistema municipal es una quimera”. Aquí seguimos
haciendo reformas electorales inútiles PRI-PAN.
P.D. Otro día habrá que hablar de Mariano Otero, porque Marx
era oterista.