Karl Marx ✆ Ben Heine |
Juan Kornblihtt | En
este artículo, se realiza una crítica al planteo del economista francés Gérard Duménil
sobre el desarrollo del capitalismo como una sucesión de etapas caracterizadas por
el dominio del capital financiero o del capital industrial. Se muestra que
dicha postura es la consecuencia de fragmentar el ciclo de valorización y
autonomizar cada fase del mismo. Ante esta comprensión errónea de la crisis
actual y un estímulo a la ilusión de que una política keynesiana es una alternativa
válida para la clase obrera, exponemos un análisis de los límites de la
acumulación de capital en EEUU y Europa y de la posibilidad de salidas como las
propuestas por Duménil, que tienen tanta influencia en la izquierda de este continente. Una de las posiciones más comunes sobre la crisis actual es
que estamos viviendo problemas ocasionados por la expansión sin control de las
finanzas y la falta de límites a la movilidad del capital. De allí surge la
idea de que los problemas actuales pueden superarse con una política económica nacionalista
e industrialista, incluso se cree que dichas políticas serían las que permitirían
a América Latina zafar de la crisis.
El economista francés Gérard Duménil (cuya obra fue
realizada en conjunto con Dominique Lévy, por lo que de aquí en más nos
referiremos a ellos como DyL) es uno de los exponentes más influyentes de esta
teoría1. Para estos autores, lo que ha entrado en crisis
no es la acumulación
misma sino la forma particular de reparto de riqueza que ha adoptado desde los
‘70, es decir, el neoliberalismo (o “capitalismo neoliberal”, como gustan
llamarlo). Según el dúo francés, el creciente aumento de la deuda y la
expansión de los mecanismos crediticios a lo largo y ancho del mundo no es
expresión de un capital ficticio. Para ellos, se trata de plusvalía originada
en la esfera de la producción que en lugar de ser reinvertida es girada al
campo de lo financiero. El resultado es un aumento de la tasa de ganancia pero
una contracción de la tasa de acumulación. La pregunta que surge de inmediato
es por qué los capitalistas no reinvierten sus ganancias y la sutilizan en
forma financiera si no hay problemas con la acumulación industrial.
Una respuesta, como veremos, podría ser que la tasa de
ganancia no ha crecido en forma suficiente como para ampliar la acumulación.
Tiene un sustento fuerte en las propias mediciones de DyL y otros economistas
como Fred Moseley2. Si observamos sus medidas de la tasa de ganancia, vemos que
la recuperación hasta el 2001 ha sido lenta sin alcanzar los niveles previos a
su caída en los ‘50. Algunos autores, como Andrew Kliman, critican la evaluación
de la evolución de la tasa de ganancia y su forma de medición porque sobreestiman
su crecimiento. Kliman señala que tanto Moseley como DyL magnifican su ascenso
al comparar el mínimo alcanzado con el máximo y no el máximo con el máximo. También
cuestiona el método de cálculo por reevaluar el capital invertido a los precios
de reposición, y no a los precios históricos. Lo cual, implica, para el autor,
una subestimación de la tendencia decreciente3.
DyL no sólo se niegan a aceptar un lento crecimiento de la
tasa de ganancia, sino a reconocer problema alguno en la acumulación de
capital. Si no hay problema en la acumulación misma, las explicaciones que
quedan son: o que la riqueza puede expandirse en el mundo financiero sin
necesidad de la explotación (algo así como una “valorización financiera”) o que
los capitalistas pueden gastar la plata sin necesidad de reinvertir. Esto por
supuesto echa por tierra toda la teoría del valor que DyL dicen asumir. Como veremos,
este tipo de contradicciones son comunes a toda su estructura de razonamiento.
Entonces, más allá de la lectura de la evolución de la tasa
de la ganancia, el déficit en el análisis de DyL es más profundo. Como
trataremos de mostrar, el gran problema consiste en la separación del ciclo de
valorización de capital. La producción, la circulación y el consumo de plusvalía
son tomados en forma autónoma y a partir de allí deducen divisiones en el
interior de la clase capitalista, que les permiten encontrar un supuesto sector
progresista a quién aliarse4. En estos aspectos nos concentraremos a partir de
aquí.
Notas de este
extracto
1 La extensa obra de Duménil y Lévy puede consultarse en
línea: http://cepremap.ens.fr/~levy/.
Para esta crítica nos hemos basado en G. Duménil y D. Lévy. La finance capitaliste: rapports de
production et rapports de clase. En: S. De Brunhoff, F. Chesnais, G.
Duménil, D. Lévy y M. Husson (2006). La
finance capitaliste. París: PUF, pp. 131-180.
2 Las diferentes mediciones de la tasa de ganancia en los
EEUU, más allá de los problemas metodológicos planteados por Andrew Kliman,
coinciden en mostrar una suba desde 1982 cuando tocó el piso post crisis de los
‘70. Sin embargo, la recuperación se realiza en forma lenta y si tomamos en
cuenta la media, entre 1947 y 1970 el promedio era del 16.7%, mientras que
desde 1982 hasta el 2007 es del 13.7%. A esto se debe agregar que las subas más
altas de la tasa de ganancia de este último periodo corresponden a la década
del ‘90 y al lustro posterior al 2001. En estos años las ganancias fueron
empujadas por una fuerte expansión del capital ficticio, primero por la burbuja
de la Bolsa y luego por las hipotecas. Explotadas esas burbujas, la tasa de
ganancia se encuentra por debajo de este promedio de por sí menor al anterior a
la crisis del ‘70. Para las últimas mediciones, véase: E. Bakir y A. Campbel
(2009). The Bush Business Cycle Profit Rate: Support in
a Theoretical Debate and Implications for the Future. En: Review of Radical Political Economics N°41, p. 337.
3 Véase: A. Kliman (2009). Tras las huellas de la actual crisis económica y algunas soluciones propuestas.
En: Razón y Revolución N°19, agosto.
4 DyL reconocen en sus textos la unidad económica de la
reproducción del capital pero apelan a los escritos políticos de Marx para
autonomizar fracciones capitalistas según cómo participan del reparto. Véase:
G. Duménil y D. Lévy, op. cit.
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