Karl Marx ✆ Benny Thomas |
Moishe Postone [1998] | La sociología surgió como una teoría de la sociedad capitalista moderna y ha sido la única disciplina en ciencias sociales que mantiene su relación con el problema de la sociedad como totalidad.1 Podríamos añadir que lo hace en la medida en que se conserva en permanente diálogo con, y apropiación de, las teorías sociales clásicas.
Si la tarea de la teoría social es dilucidar la naturaleza
básica de nuestra sociedad y el carácter de su desarrollo histórico, la teoría
social clásica puede ser caracterizada como una teoría que todavía tiene cosas
que decirnos [Habermas, 1984: XI] –teoría lo suficientemente rica y compleja
como para que releerla y retrabajarla pueda ayudarnos a iluminar los rasgos
distintivos generales de nuestro universo social. Tal teoría, que se vuelve
particularmente importante durante períodos de transformación estructural
fundamentales, resulta central para nuestros intentos en curso de formular un
entendimiento adecuado de nuestro mundo y no debe
ser relegada a la prehistoria de la sociología. Aunque, ciertamente, la cuestión de la posible relevancia de una teoría tal para los fenómenos contemporáneos puede ser planteada, debe hacerse en un nivel analítico diferente de aquel en que se desarrollan la mayoría de las agendas de investigación habituales, ya que la teoría clásica interroga el marco social básico que estas últimas tienden a presuponer.
ser relegada a la prehistoria de la sociología. Aunque, ciertamente, la cuestión de la posible relevancia de una teoría tal para los fenómenos contemporáneos puede ser planteada, debe hacerse en un nivel analítico diferente de aquel en que se desarrollan la mayoría de las agendas de investigación habituales, ya que la teoría clásica interroga el marco social básico que estas últimas tienden a presuponer.
Una interrogación fundamental tal, acerca de nuestro
contexto histórico y social, resulta especialmente importante hoy. Las
transformaciones históricas de las sociedades industrializadas avanzadas y del orden
global en las dos últimas décadas han transformado significativamente la
naturaleza de nuestro mundo. Este período se ha venido caracterizando por el
retroceso de los Estados del bienestar en el Oeste capitalista y por el colapso
o la metamorfosis fundamental de los partidos de Estado burocráticos en el Este
comunista —más generalmente, por el debilitamiento de los Estados nacionales
como entidades económicamente soberanas— y la reemergencia, aparentemente
triunfante, de un capitalismo de mercado desregulado. Se han observado también
transformaciones en la estructura social del trabajo, doméstica e
internacionalmente hablando, el declive del movimiento obrero clásico, la
emergencia de nuevos movimientos sociales, el resurgimiento de nuevos
movimientos tanto democráticos como nacionalistas, y la creciente importancia
de los medios globales de comunicación y de las redes financieras
internacionales.
Como entre estos cambios ha estado el dramático colapso y la
disolución final de la Unión Soviética y del comunismo europeo, han sido
interpretados como la señal del fin histórico del marxismo y, más generalmente,
de la relevancia teórica de la teoría social de Marx. Sin embargo, precisamente
porque las recientes transformaciones históricas han revalorizado la
importancia central para la teoría social de las problemáticas de las dinámicas
históricas y de las transformaciones estructurales a gran escala, un renovado
encuentro con la teoría crítica de la modernidad de Marx, podría, desde mi punto
de vista, contribuir de forma importante al proceso de confrontación teórica con
nuestro universo social. Pero no únicamente, como señaló Daniel Bell, porque cualquier
consideración seria de la transformación social deba necesariamente pasar por
la poderosa teoría del desarrollo histórico de Marx [Bell, 1973: 55-56] sino,
también, porque las dos décadas pasadas suelen ser vistas como marcando el fin
de un período de organización de la vida social y económica centrado en el
Estado, cuyos orígenes pueden localizarse en la Iª Guerra Mundial y en la
Revolución Rusa —un período aparentemente caracterizado por la primacía
efectiva de la política sobre lo económico—, y la reemergencia manifiesta de la
centralidad social de procesos económicos cuasi-automáticos. Es decir, las
recientes transformaciones históricas sugieren la importancia de un renovado
interés teórico por el capitalismo.
Sin embargo, también sugieren que si una teoría crítica del
capitalismo quiere resultar adecuada al mundo contemporáneo debería diferir de
la tradicional crítica marxista al capitalismo en aspectos básicos e
importantes. Y voy a argumentar que la teoría social del Marx maduro provee el
punto de partida para, precisamente, una teoría crítica reconceptualizada del
capitalismo. Esbozaré algunos aspectos de una reinterpretación de la teoría
social del Marx maduro que reconceptualiza su análisis de la dinámica básica
del capitalismo —sus relaciones sociales, formas de dominación y dinámica
histórica— de manera que rompe en lo esencial con los enfoques marxistas tradicionales.
Esta reinterpretación puede ayudar a iluminar los elementos estructurales
esenciales y a captar la dinámica histórica de la sociedad industrial avanzada
contemporánea proveyéndonos de una crítica básica del marxismo tradicional,
reformulando la relación de la teoría marxiana con otras importantes corrientes
de la teoría social.