9/9/13

El marxismo hoy | ¿Derrumbe o revaloración?

Benjamín Palacios Hernández  |  El autor escribió las siguientes trece tesis sobre la vigencia del marxismo hace ya veinte años. Así como insiste en volver a las fuentes de los fundadores del marxismo y desechar las vulgarizaciones y entender por qué se llegó al estalinismo, también propone el esclarecimiento de nociones como democracia y liberalismo. Un debate con plena vigencia.  

I. Hoy más que nunca tiene no sólo sentido,1 sino que es imprescindible, plantear y plantearnos la pregunta acerca de cómo, “cuánto” y por qué es en la actualidad teóricamente válido y prácticamente “aplicable” el corpus esencial del marxismo, entendiendo por tal, fundamentalmente, el conjunto de tesis, conceptos y generalizaciones filosóficas, éticas, económicas y políticas elaborado por los fundadores, en primer lugar por el propio Marx.

II. Todas, o al menos la gran mayoría de las respuestas negativas a la anterior interrogante, es decir, de esas recientísimas posturas que en el vertiginoso derrumbe de los “socialismos” este-europeos han querido ver la prueba incontrastable del correspondiente derrumbe del marxismo, de su repentina caducidad e impracticabilidad, y, en el extremo, el desvelo de su “carácter real” de mera “ideología”, se basan en los siguientes asistemáticos y no-fundados puntos de partida:
a) La sustancial ignorancia —representada no ya por una “insuficiente” o “inadecuada” comprensión de la concepción filosófica, de la conceptualización de la economía política, de la teoría político-sociológica del Estado, de las clases y de la

Ernest Mandel sobre la plusvalía extraordinaria | La explicación de Marx

Rolando Astarita  |  En esta nota discuto la tesis que dice que las plusvalías extraordinarias que obtienen las empresas de mayor productividad relativa se origina en el trabajo realizado en las empresas de menor productividad relativa. Recordemos que la plusvalía extraordinaria se refiere a la plusvalía que obtienen las empresas que tienen una ventaja tecnológica, y disminuyen el tiempo de trabajo invertido en la producción, con respecto al tiempo de trabajo social promedio imperante en la rama. En esas circunstancias, las empresas avanzadas podrán vender sus mercancías al precio promedio (establecido por el tiempo de trabajo promedio en la rama), de manera de embolsar una plusvalía extra. Dado que esas empresas estarían empleando menos trabajo por unidad de producto, se plantea la cuestión de cuál es el morigen de la plusvalía extraordinaria que obtienen. La tesis que discuto en esta nota afirma que proviene de las empresas que, debido a su atraso tecnológico, utilizan más mano de obra que el promedio de la industria. Esta explicación fue presentada por Ernest Mandel en El Capitalismo tardío (en francés se ha publicado con el título de Le Troisième Âge du Capitalisme), y ha sido aceptada por muchos marxistas destacados. La tesis tiene consecuencias importantes, ya que la plusvalía extraordinaria sustenta la explicación de Marx de la renta diferencial de la tierra, y también es la base de la explicación de Mandel (asimismo de Shaikh, Carchedi y otros) de las transferencias de plusvalía desde los países atrasados hacia los adelantados. Naturalmente, la crítica que formulo en esta nota no afecta mi valoración global acerca de la contribución de Mandel en El capitalismo tardío. Entre otras cuestiones, con este libro Mandel lideró el movimiento de los marxistas que volvieron a poner la atención en la ley de la tasa de decreciente de la ganancia y su relación con las grandes crisis del capitalismo. Sin embargo, esto no debería disimular la necesidad de revisar algunas de las formulaciones de Mandel. Su interpretación sobre el origen y naturaleza de la plusvalía extraordinaria es una de ellas. Empiezo presentando el planteo de Mandel.

Marx desconocido | Sobre la ‘Deutsche Ideologie’, de 1845

  • El presente trabajo fue publicado en siete partes en nuestra revista asociada Gramscimanía como una colaboración especial del autor. Más abajo encontrarán las indicaciones para la consulta de las mismas, por si las mismas son de interés.
Nicolás González Varela  |  Un gran biógrafo de Marx, Boris Nicolaïevski, reconocía en 1937 que de cada mil socialistas, tal vez sólo uno haya leído una obra completa de Marx; y de cada mil antimarxistas, ni uno. Y lo peor, concluía, es que Marx ya no estaba de moda. Cuarenta años antes, un gran teórico y militante, hablo de Labriola, al participar en el publicitado debate sobre la valencia científica de la obra de Marx en 1897, (la llamada “primera crisis del Marxismo”, y cuyos principales interlocutores eran nada menos que intelectuales de la talla de George Sorel, Eduard Bernstein y Benedetto Croce) se preguntaba con inocencia “los escritos de Marx y Engels… ¿fueron leídos enteramente por algún externo al grupo de amigos y adeptos próximos, esto es, de los seguidores e intérpretes directos de los autores mismos?… Añádese a eso la rareza de muchos de los escritos aludidos, y hasta la imposibilidad de dar con algunos de ellos.” Y concluía proféticamente si “este ambiente literario”, esta situación hermenéutica adversa, no era uno de los culpables de la mala asimilación, de la aparente decadencia y crisis del pensamiento de Marx. Con pesimismo recapitulaba en una sentencia profética: “Leer todos los escritos de los fundadores del socialismo científico ha resultado hasta ahora un privilegio de iniciados.” Ya el fundador del anarcosindicalismo Georges Sorel, con quién precisamente intercambia opiniones Labriola, había llegado a conclusiones similares en su balance parcial del arraigo del Marxismo en las condiciones materiales de Europa a inicios del siglo XX. Según Sorel y por el mismo motivo: “les thèses marxistes n’ont point été, généralement, bien comprises en France et en Angleterre par les écrivains qui s’occupent des questions sociales”.