23/12/13

Una lectura de la ecología y naturaleza en Marx | Aportaciones a la lectura de los apartados 1 y 2 de El Capital

Pilar Galindo  |  Riqueza material y valores de uso: Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza en cualquier sociedad. En la sociedad capitalista también son portadores de valor de cambio. | Párr. 4 del Apdo. 1 del Cap. 1 del Libro I de El Capital, Pág. 44)
  • Son fuentes de ese valor de uso tanto la naturaleza (la tierra en palabras de Marx) como el trabajo (la actividad humana).
  • La consideración de riqueza material y valor de uso depende de la forma social que adopten las sociedades.
  • En las sociedades donde predomina el modo de producción capitalista, el valor de uso existe en la mercancía, como polaridad que hace posible la existencia del valor, cuya producción y reproducción es el fin primero y último de la producción, quedando subordinadas a esta lógica las necesidades sociales, el trabajo y la propia naturaleza [1]
  • La consideración del valor de uso, del trabajo, de la naturaleza y del metabolismo entre el ser humano y la naturaleza no son independientes del contexto mercantil y capitalista.

Trabajo útil y metabolismo trabajo-naturaleza

El trabajo útil y el metabolismo trabajo-naturaleza corresponden a cualquier forma de organización social. Marx adopta una concepción materialista-no determinista de esta relación.
“Como creador de valores de uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independientemente de todas las formaciones sociales, condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana” | Párr. 7 del apdo. 2 del Cap. 1 del Libro I de El Capital, Pág. 53
Ell metabolismo del ser humano y naturaleza es una relación de la actividad humana y la naturaleza de la que es parte, que le sustenta. Dicha actividad, a diferencia de otros seres vivos, se define por el carácter transformador del trabajo sobre la materia, cambiando su forma. Marx considera que la creación de la nada no es posible. Siempre se parte de una base material, de una materia que se transforma.
“los valores de uso, (...) son combinaciones de dos elementos: material natural y trabajo. Si se hace abstracción, en su totalidad, de los diversos trabajos útiles incorporados (...) quedará siempre un sustrato material, cuya existencia se debe a la naturaleza y no al concurso humano. En su producción, el hombre sólo puede proceder como la naturaleza misma, cambiando, simplemente la forma de los materiales. (...) incluso en ese trabajo de transformación se ve constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo por tanto, no es la fuente única de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El trabajo es el padre de ésta, como dice William Petty, y la tierra, su madre” | Párr. 7 del apdo. 2 del Cap. 1 del Libro I de El Capital, Pág. 53) Ver también la nota 13 de la pág. 53 mencionada.
Sin la naturaleza no habría trabajo, actividad transformadora. Pero sin seres humanos, tampoco existiría esa actividad y su metabolismo con la naturaleza.

Ese cambio de forma hace de la materia un objeto útil, para satisfacer una necesidad. Esto diferencia a los seres humanos de los demás seres vivos que no pueden transformar la naturaleza, el carácter determinado de la naturaleza para satisfacer sus necesidades. Sólo pueden adaptarse a ella.

La materialidad, la materia para hacer los objetos útiles está en la naturaleza. La forma útil la pone el trabajo, la actividad humana (gasto de músculo, energía e inteligencia para idear el cambio de forma y la finalidad de la materia que coge de la naturaleza para adaptarla a su necesidad). Puede haber riqueza material sin trabajo, pero la actividad humana procura la orientación a las necesidades humanas.
“La existencia de todo elemento de la riqueza material que no sea producto espontáneo de la naturaleza, necesariamente estará mediada siempre por una actividad productiva especial, orientada a un fin, la cual asimila a necesidades particulares del hombre materiales naturales particulares” | Párr. 7, Apdo. 2, Cap. 1, Libro I de El Capital, Pág. 52
La actividad humana es parte de la naturaleza porque los seres humanos, en cualquier forma de organización social que adopten, están en la naturaleza y dependen de ella para vivir. Pero también están fuera de la naturaleza, de su inevitabilidad, cuando se enfrentan a ella para transformarla, para mejorar sus propias condiciones de vida o, simplemente, para defenderse de las fuerzas de la naturaleza.

Hay un sentido de afirmación de la naturaleza, pero también de negación. Al negar con su intervención, el determinismo de la naturaleza, su necesario devenir y sus leyes, la actividad humana y especialmente su forma de organización social, introducen, cambios en el desarrollo de la naturaleza.

Esa transformación de la naturaleza en sus aspectos materiales y en las condiciones de su desarrollo, también transforma los aspectos materiales e inmateriales de la sociedad humana.

En ese sentido hay una hegemonía de la especie humana sobre la naturaleza en la que vive, de la que es parte. Pero no hay un control sobre la naturaleza. Si lo hubiera, querría decir que conocemos las consecuencias de estos cambios, cosa que dista mucho de la realidad.

Naturaleza bifacética del trabajo, en el capitalismo

No puede hablarse de una única forma de relación humana con la naturaleza ni en todos los tiempos ni en todas las organizaciones sociales. En el capitalismo el metabolismo ser humano-naturaleza tiene una diferencia específica que surge de: 1) la concepción de la riqueza social; 2) la naturaleza bifacética de la mercancía y del trabajo contenido en ella y 3) el despliegue del desarrollo tecnológico. Su apariencia de omnipotencia, se convierte en exterminio natural y social.

Ya en el primer párrafo del apartado 2, “la dualidad del trabajo representado en las mercancías” el trabajo útil se nos ha transformado.
“el trabajo, al estar expresado en el valor (de la mercancía) no posee los mismos rasgos característicos que lo distinguían como generador de valores de uso” | Párr. 1, Apdo. 2, Cap. 1, Libro I de El Capital, Pág. 51.
La actividad humana se ha transformado por el hecho de dedicarse no sólo a producir valores de uso sociales, sino mercancías, es decir objetos que son valores en primer instancia, que también tienen valor de uso. Y esas mercancías son la forma elemental de la riqueza material en el modo de producción capitalista, no ya los valores de uso. El carácter de la transformación del trabajo procede de la transformación del propio producto del trabajo, que ha pasado de valor de uso a mercancía.
“si hacemos abstracción de su valor de uso [de las mercancías], abstraemos también los componentes[es decir, la materia] y las formas corpóreas [es decir los trabajos sobre la materia] que hacen de él un valor de uso .... Con el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en ellos y, por ende, se desvanecen también las diversas formas concretas de esos trabajos... reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado” | Párr. 10, Apdo. 1, Cap. 1, Libro I de El Capital, Pág. 47
En el capitalismo, el trabajo es trabajo asalariado y su naturaleza también es bifacética, como en la mercancía, compuesto por trabajo útil y trabajo abstractamente humano.

Mientras que el valor de uso tiene dos fuentes de generación de dicho valor, la materia y el trabajo que la transforma, el valor tiene sólo como fuente el trabajo, mejor dicho, la fuerza de trabajo, a través de la potencia que despliega esa fuerza de trabajo en movimiento.

Como en las sociedades capitalistas la riqueza material está representada en las mercancías, y estas se componen de valor de uso y de valor y el segundo tiene un lugar preponderante al ser el motor de la producción mercantil, este hecho, oculta y subordina tanto el valor de uso, como la aportación de la naturaleza a la riqueza material.

El agotamiento y contaminación de la naturaleza no entran en la consideración del valor, de la riqueza material, porque ni su consideración, ni su desprecio, contribuyen a la creación de valor (en condiciones normales). Se trata de una pérdida colectiva y el capital aplica las pérdidas, los costes, por unidad de producto.

Sólo cuando el agotamiento o/y la contaminación influye en el desarrollo normal del proceso productivo entra en consideración (si ahorra o aumenta costes), es decir, en la medida en que es intercambiable por dinero y tiene un precio superior o inferior (quien contamina paga; Protocolo de Kioto que permite contaminar a cambio de invertir en tecnología limpia en otros países). La única forma que tiene el capitalismo de tener en cuenta a la naturaleza es hacerla intercambiable por dinero, es decir privatizarla y mercantilizarla.

El capitalismo es una forma de organización social en la que la riqueza material está basada exclusivamente en la mercancía e incorpora una lógica donde el valor de uso queda subordinado al valor, hace abstracción de los valores de uso, de los trabajos útiles y condiciona el metabolismo trabajo-naturaleza a la extracción de plusvalor.

Esto genera una tensión interna. Aunque la riqueza material es mayor cuanto más valores de uso, el aumento de la fuerza productiva del trabajo que necesariamente se produce para ahorrar trabajo, incrementa el volumen de valores de uso, pero reduce el valor unitario de los mismos –porque requieren menor tiempo para producir los mismos objetos- y, también el valor de las mercancías que es la unidad de riqueza en el capitalismo. Este movimiento antitético - mayor volumen de mercancías, pero con un valor menor-, derivado del carácter bifacético del trabajo contenido en las mercancías ( Párr. 15, Apdo. 2, Cap. 1, Libro I de El Capital, Pág. 56), por un lado reduce la cantidad de trabajo incorporado en cada mercancía mediante tecnología; por otro, aumenta la cantidad de materia utilizada, que no comparece en la creación de valor, en la creación de la riqueza material –cada vez más mercancías para compensar su menor coste unitario-. Esta carrera tecnológica siempre va contra la naturaleza y contra la salud y la vida de las personas cuyo trabajo soporta la extracción del plusvalor.

Como el volumen de mercancías producidas requiere cada vez más consumo de materiales, el agotamiento de la naturaleza es una consecuencia directa. Si a eso se añade que la abstracción del valor de uso, hace abstracción también –por tanto no considera -, el trabajo concreto y la materia –la materia y la forma adoptada-, el resultado es que el ciclo de producción y reproducción de mercancías para la producción y reproducción del valor acaba incrementando la esquilmación de los recursos, a la vez que requiere un incremento del beneficio obtenido, poniendo al servicio del capital, la fuerza productiva del trabajo.

El metabolismo entre el trabajo y la naturaleza, y la relación entre los seres humanos y la naturaleza (ambas como parte, pero también desde fuera de esa naturaleza), también se trastoca en el capitalismo, al subordinarse la naturaleza al trabajo, el trabajo a la mercancía, la mercancía al dinero y el dinero al capital. Este opera, en la práctica, como algo ajeno y superior a la propia naturaleza, de la mano de una tecnología que subordina la fuerza productiva (energía) de la naturaleza, para ampliar la fuerza productiva del trabajo a límites inimaginables. De la misma manera que el conocimiento aplicado al desarrollo tecnológico opera como algo ajeno al trabajador que es subyugado y embrutecido por la máquina.

División Social del trabajo [2]

La “división social del trabajo, constituye una condición para la existencia misma de la producción de mercancías, pero no a la inversa.(...) Sólo los productos de trabajos privados autónomos recíprocamente independientes, se enfrentan entre sí como mercancías. | Párr. 5, Apdo. 2, Cap. 1, Libro I de El Capital, Pág. 52)

Una primera división del trabajo: división entre el campo y la ciudad y expulsión de campesinos hacia la ciudad
“En Alemania han hecho falta tres siglos enteros para establecer la gran primera división del trabajo, que consiste en la separación de las ciudades y de los campos. A medida que se modificaba esta sola relación de la ciudad con el campo se modificaba toda la sociedad. (...) la división del trabajo tenía una forma completamente distinta, un aspecto muy diferente al del siglo XVIII, cuando los españoles, los portugueses, los ingleses, los franceses tenían colonias en todas las partes del mundo. La extensión del mercado, su fisonomía, confieren a la división del trabajo en las distintas épocas una fisonomía, un carácter que sería difícil deducir únicamente de la palabra dividir, de la idea, de la categoría” | Pág. 198
 “la creación del taller fue precedida de un vagabundaje universal durante los siglos XV y XVI. El taller encontró también un apoyo poderoso en los numerosos campesinos que, continuamente rechazados de los campos debido a la transformación de estos en praderas y a la necesidad de menor número de brazos para el cultivo de la tierra en los trabajos agrícolas, afluyeron a las ciudades durante siglos enteros” | Pág. 210
 La colonización de otros territorios, el mercado y la acumulación de capitales potencian la división social del trabajo con la concentración y la mecanización, frente a la especialización y virtuosismo de los oficios
“El engrandecimiento del mercado, la acumulación de capitales, las modificaciones sobrevenidas dentro de la posición social de clases, el hallarse privada de fuentes de ingreso una masa de individuos, he aquí otros tantos condicionamientos históricos para la formación de la manufactura. (...) en casi todas partes existió una lucha encarnizada entre la manufactura y los oficios (...). La acumulación y la concentración de los instrumentos y de los trabajadores precedió al desarrollo de la división del trabajo en el interior del taller. Una manufactura consistió mucho más en la reunión de muchos trabajadores y de muchos oficios en un solo lugar, (...) que en el análisis de los trabajos y la adaptación de un obrero especial a una tarea muy simple.” | Pág. 211
“La concentración de los instrumentos de producción y la división del trabajo resultan tan inseparables una de la otra como lo son, en el régimen político, la concentración de los poderes públicos y la división de los intereses privados. Inglaterra, con la concentración de tierras, instrumentos estas del trabajo agrícola, posee igualmente la división del trabajo en la agricultura y la mecánica aplicada a la explotación de la tierra. Francia, que posee la división de los instrumentos, el régimen parcelario, en general no tiene ni división del trabajo agrícola ni aplicación de las máquinas a la tierra.” | Pág. 212
“A medida que se desarrolla la concentración de los instrumentos también se desarrolla la división, y viceversa. He aquí lo que hace que toda gran invención mecánica sea seguida de una mayor división del trabajo, y cualquier incremento en la división del trabajo conduce, a su vez, a nuevas invenciones mecánicas” | Pág. 213
La industria manufacturera provoca una mayor escisión entre el campo y la ciudad y revoluciona toda la sociedad. Las huelgas frente al maquinismo parecen dar nuevos bríos a la mecanización. La simplificación del trabajo con el maquinismo corre a costa de los propios obreros y no les humaniza más la vida como promete la ideología del progreso.
“la invención de las máquinas ha terminado por separar la industria manufacturera y la industria agrícola. (...)Gracias a la máquina, el hilador puede habitar en Inglaterra al mismo tiempo que el tejedor reside en las Indias Orientales. Antes de la invención de las máquinas, la industria de un país trabajaba principalmente con las materias primas que producía de manera natural su propio suelo. (..)Gracias a la aplicación de las máquinas y del vapor la división del trabajo ha podido alcanzar tales dimensiones que la gran industria, desvinculada del territorio nacional, depende únicamente de la marcha del universo, de los cambios internacionales, de una división internacional del trabajo. (...) la máquina ejerce tal influencia sobre la división del trabajo que cuando al fabricar una obra cualquiera se halla el medio de introducir parcialmente la mecánica, la fabricación se divide inmediatamente en dos explotaciones independientes entre sí”. | Pág. 213 y 214.
“En Inglaterra, cuando el mercado adquirió tal desarrollo que el trabajo manual ya no era suficiente, se experimentó la necesidad de las máquinas. Se pensó entonces en aplicar la ciencia mecánica ya completamente desarrollada en el siglo XVIII. (...) El taller automático señaló su comienzo con actos que nada tenían de filantrópicos. Los niños fueron obligados a trabajar a golpe de látigo; (...) desde 1825 casi todas las nuevas invenciones fueron resultado de colisiones entre el obrero y el empresario que intentaba a toda costa depreciar la especialidad del obrero (...) después de cada nueva huelga, surgió una nueva máquina. (...) mediante la introducción de máquinas se incrementó la división del trabajo en el interior de la sociedad; se simplificó la tarea del obrero en el interior del taller; se reunió el capital; se desplazó todavía más al hombre” | Pág. 215
Notas

 [1] APERTURA. No es que no exista valor de uso fuera de la mercancía, valores de uso no mercantiles y por tanto, también trabajos no asalariados. Pero como la riqueza social en el capitalismo son las mercancías, por un lado se desprecian estos valores y trabajos y por otro, es lucrativo para el propio sistema eliminar aquellos valores de uso cuyo fin primordial no es el intercambio mercantil, que no pasan por el mercado. No ocurre lo mismo con los trabajos porque, suponen un ahorro de trabajo necesario que, de no darse sin intercambio mercantil tendría que pagarse, o costearse socialmente, mientras que ahora, queda relegado al ámbito privado. De este modo, esas necesidades se ven obligadas a: 1) desaparecer –si no hay demanda solvente-, 2) a permanecer ocultas desde el punto de vista social –trabajo de cuidados- , o 3) a tener que utilizar el mercado como el lugar y modo preferente para expresarse, hasta convertirlo en el lugar y modo exclusivo en que se realizan las relaciones sociales. Según se desprende de párr. 17 apdo. 1 Cap. 1 del Libro I, serían de 3 tipos: A) valores de uso sin valor (es decir sin trabajo: consumidos directamente de la naturaleza, sol y aire, no así el agua, en la mayor parte del planeta ya. El deterioro ecológico o la vida en espacios artificiales casi ha eliminado esa posibilidad. Concebida como una recuperación de la naturaleza –energías renovables, aguas depuradas, aire ionizado-, obtienen un mayor valor de uso y tampoco son consumidos sin mediación -hay mediación tecnológica y de trabajo-); B) valores de uso con valor (contienen trabajo pero no hay intercambio, son para autoconsumo: huerto familiar); y C) valores de uso con valor para el intercambio no mercantil (que contengan trabajo y hayan sido producidos para intercambiarse y no sean objeto de intercambio mercantil, sino de otro tipo de intercambio en las relaciones humanas no mediado por el mercado). En este último estarían todos los trabajos de cuidados o comunitarios. Constituyen riqueza material porque satisfacen necesidades, pero en la medida en que no son mercantiles, no comparecen en la contabilización de la riqueza social, que en el capitalismo solo se expresa en las mercancías.
[2] Marx tiene un amplio desarrollo de la división social del trabajo en MISERIA DE LA FILOSOFIA (1846). Las citas que van a continuación pueden encontrarse en la edición de JUCAR 1974) Cap. II. La metafísica de la economía política, apdo. 2 la división del trabajo y las máquinas. Pag. 197 y ss.