4/12/13

La necesidad de Marx | Del sentido de lo político en Antígona

Karl Marx ✆ A.d. 
David Martínez Amador  |  Hubiese sido un Marx burgués, simpatizante de las libertades políticas (las libertades elegantes, para usar el término de Ellacuría) y probablemente, dedicado a la reflexión crítica teológica. Hubiese sido, como muchos politólogos modernos que simpatizan con la izquierda pero, mayormente democráticos, un sujeto que buscaría el balance entre los mecanismos ‘burgueses’ y la militancia en la calle. ¿Cómo hubiese reaccionado este hipotético Marx liberal político burgués ante el fenómeno denominado La Comuna de París?

Supongo que bastante diferente, aunque en esencia, seguiría intrigado por dicho fenómeno. Supongo igualmente que nuestro supuesto Marx aburguesado y su reflexión sobre La Comuna de París hubiesen sonado muy parecidas al conocido texto de Chantal Mouffé, El Retorno de lo Político: Comunidad, Ciudadanía, Pluralismo, Democracia Radical. Es decir, un Marx ligeramente aún dentro del carril de lo propiamente político. Esto da pie a un punto de interés. Hay que reconocer que centrarse en el Marx 'maduro' (que aún no abordamos….), es decir, el Marx determinista, el de las rígidas leyes económicas y de la posición de clase comprendida desde la ortodoxia, no es más el Marx político. Es un Marx determinista y es un Marx en el cual, la subjetividad [1] propia de lo
fundamentalmente humano ha desaparecido. Y esto es algo que todo politólogo o amigo de las ciencias sociales (sin importar su posición ideológica) debe de tomar en cuenta.

El Marx que reflexiona sobre La Comuna lo hace tres años después de la publicación del primer volumen de El Capital. (El Capital vio la luz en 1867 y La Comuna de París lo hace en 1870). En efecto, es el ´Marx determinista´ aunque, su diagnóstico es interesante. Interesante porque, el ‘experimento de la Comuna’ da respuesta precisamente a la pregunta dejada en el aire que el Marx político no pudo responder (y por lo cual, se dará la transición en Marx de una disciplina inútil como la política a una disciplina de ´regularidades y leyes´ como la Economía): ¿Qué sucede cuando los mecanismos políticos burgueses[2] no representan al obrero? Al no hacerlo, ¿son formas de dominación no legítima? ¿Qué hacer?

De allí entonces la frase con la cual cerramos el artículo anterior en razón de un supuesto retorno hacia la ´existencia más empírica´ del hombre. Dado que todos los teóricos del Estado de Naturaleza jamás presentaron un referente empírico [3] Marx se encuentra con un escenario fascinante. Basta leer su afirmación…. “el éxito más importante de La Comuna era su existencia misma…”. ¿Por qué afirma Marx esto?

Porque este Marx economicista se da cuenta que una sociedad comprometida a la redistribución del ingreso, y a acabar con la explotación requiere su instrumento de poder propio: el Estado de los trabajadores. La experiencia de La Comuna permitió por un cortísimo tiempo apreciar cómo funcionarían esos órganos de poder obreros. Sería interesante debatir aquí la posición anarquista en Marx frente a la posición de Bakunin (con respecto al hecho del conflicto entre ambos autores) o, qué tanto influyó la experiencia de La Comuna en la conformación de la Internacional dado que 17 de sus miembros fundadores estuvieron en ella.
Pero en honor al Marx político, voy por otro carril. Lo interesante que resulta que incluso, en el tomo I de El Capital, se encuentre una referencia directa a la Antígona de Sófocles. ¿Es posible pensar que una reflexión indirecta sobre el estado del Arte griego realizada por Marx diese pie a la teorización de dominación política y luego lo condujera al estudio de la Economía?

Recordemos que el Marx joven en su época de disertación doctoral ha reconocido que el arte griego (en todas sus manifestaciones) es representación de una forma de dominación basada en una sociedad estamental. Y de todas las referencias que Marx pudiera haber hecho al Antígona,[4] he aquí la primera: “Pues nada de cuanto impera en el mundo, es tan funesto como el oro, que derriba, Y arruina a las ciudades y a los hombres, Y envilece los corazones virtuosos, Lanzándolos a los caminos del mal y del vicio; El oro enseña al hombre la astucia y la perfidia Y le hace volver, con impiedad, la espalda a los dioses".

Encuentra Marx en la lectura de mito Antígona la referencia hacia el problema de la ´enajenación´ y el sometimiento que se hace del sujeto en cualquier proceso productivo. Interesante sin duda alguna, sin embargo hay que recordar el sentido original del mito.

Quizá la parte más fundamental del mismo sea el párrafo del coro donde Antígona se refiere al hombre (cómo proyecto): 
Πολλ τ δειν κοδν νθρπου δειντερον πλει· τοτο κα πολιο πραν πντου χειμερίῳ ντ χωρεῖ͵ περιβρυχοισιν περν π΄ οδμασιν͵ θεν τε τν περτταν͵ Γν φθιτον͵ καμταν͵ ποτρεται͵ λλομνων ρτρων τος ες τος͵ ππείῳ γνει πολεων.[5]
Que Antígona reconozca el importante valor de la ciudadanía y de quien cumple con las leyes es algo aparentemente contradictorio dado el final que Antígona ha de vivir por razón de su elección. Pero hay dos cuestiones fundamentales que el mito de Antígona nos enseña y que quizá el Marx joven conocía muy bien dado su nivel de erudición.

Primero, el desprecio a las tiranías, allí la frase sarcástica y despectiva de Antígona cuando es llevada ante Creonte: ‘…En efecto, a la tiranía le va bien en otras muchas cosas y sobre todo, le es posible obrar y decir lo quiere’.

Y la última, pero más importante, en razón del final que Antígona elige. Allí hay un reconocimiento profundamente existencial aunque menos político:[6] Que a la existencia humana no se le puede imponer ningún tipo de proyecto preconcebido (ni político, ni de ‘clase’) aún por ‘ilógicas’ que sus finalidades puedan parecer. Porque como bien lo dice Antígona, el hombre es portentoso….

Notas

[1] En efecto, habremos de abordar a Lukács en su momento, dado el énfasis de este autor marxista en preservar una suerte de ‘voluntarismo subjetivista’ con respecto a las decisiones del proletariado. Lukács reconoció de forma silenciosa para evitar aún más la soledad política (y por el otro lado, esta nota al pie censurada por la Academia Soviética también…) que la posición ortodoxa con relación a la posición de clase es mero determinismo. Lukács afirma… "todo depende de la conciencia de clase, de la voluntad consciente del proletariado", es decir, del componente subjetivo. Para Lukács habrá, sin duda alguna, un acto de apropiación, subjetivo y valorativo. Esta cuestión será abordada en las siguientes entregas.
[2] Les llamamos mecanismos políticos ‘burgueses’ en razón de ser producto de las llamadas revoluciones burguesas. Es decir, aquellos procesos políticos que sobre el ideal del progreso humano y la emancipación del individuo produjeron el Constitucionalismo escrito, la Declaración de los Derechos del Hombre, las Asambleas Políticas, los Partidos Políticos, el Parlamentarismo…
[3] Quizá John Locke es la excepción que rompe la regla pues reconoce que “… los habitantes salvajes del Nuevo Mundo quizá sean al muestra más cercana al ideal del Estado de Naturaleza”.  George Sabine, Historia del Pensamiento Político, “El Liberalismo en John Locke”.
[4] Mucho se ha escrito con la figura de Antígona, al menos la del mito original de Sófocles. Pero en esencia, se ha hecho de esta tragedia un ‘grito de resistencia’ aunque particularizando la apropiación del reclamo ante las agendas modernas y por lo tanto, individualizándolo. En esencia, se le ha hecho ‘menos griego’ y menos político.
[5]Una traducción más o menos fiel sería la siguiente "Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna tan portentosa tanto como el hombre; ...”  Si cumplen los usos locales y la justicia por divinos juramentos constituida podrá llegar a la cima llega de la ciudadanía; y si, atrevido, del crimen se hace el amigo ha de quedarse sin ciudad: Ni se siente en mi mesa ni tenga pensamientos iguales a los míos, quien tal haga¨.
[6] Hay que recordar siempre lo que resulta trágico en Antígona desde la lectura que un politólogo con formación clásica debe hacer. No es el reclamo apropiatorio a una causa determinada, sino que Antígona acepta la muerte inevitable en razón de no estar más en ‘comunión’ con la Ciudad. Esta ‘afuera’ de la ciudad, al nivel de los bárbaros y lo perros. Quizá esta parte haya sido importante para el Marx frustrado en su reflexión política y darse cuenta que el obrero experimentó lo mismo con respecto de los procesos políticos burgueses del siglo XIX.