29/12/13

La historia como polémica: El análisis de contrarios en ‘La formación de la clase obrera en Inglaterra’

  • “...intentando ser todo lo razonables que podamos, es nuestra obligación polemizar” | C. Wright Mills, La imaginación sociológica
Manifestación popular en Londres | Grabado de 1888
Bryan D. Palmer  |  El artículo explora el significado y la importancia de la argumentación en La formación de la clase obrera en Inglaterra de E.P. Explora cómo Thompson utiliza las tres partes de su estudio - «El árbol de la libertad», «La maldición de Adán» , y «La Presencia de la clase obrera» - para argumentar en contra de las tradiciones específicas de interpretación de la experiencia de la clase obrera que surge de los autodidactas de clase obrera y del movimiento obrero, de los apologistas conservadores del desarrollo del capitalismo, y de la comprensión izquierdista asociada, por un lado, a la socialdemocracia y, por otro, a las versiones mecanicistas del marxismo. La conocida insistencia de Thompson sobre la acción humana se explica así por las formas en las que argumentó en contra de las sabidurías tradicionales asociadas a la clase obrera y sus instituciones, en contra de los comentaristas conservadores, y en contra del pensamiento convencional de izquierdas.

Hay pocas palabras en el vocabulario de Edward Thompson más utilizadas o con más valor que polémica. Tomemos por ejemplo el prólogo de 1978 para The Poverty of Theory & Other Essays, en el que Thompson subrayaba que la política del internacionalismo socialista era necesariamente un
«concurso, un intercambio. La polémica es su signo verdadero» (Thompson 1978: iv). Ciertamente, discutir las cosas para Thompson era una suerte de imperativo metodológico. «Sólo al enfrentarme con una oposición soy capaz de definir mi pensamiento», le escribió a Leszek Kolakowski en 1973, comparándose con una gran avutarda que, «por una ley bien conocida por los aeronáuticos, únicamente se eleva en el aire cuando le sopla un fuerte viento de cara» (Thompson 1978: 396). Thompson, de forma muy similar a su tan admirado William Blake, articulaba maneras de «romper con el saber común y el moralismo, para internarse en nuevas posibilidades». La polémica era, tanto para Thompson como para Blake, un modo de preservar «la visión divina en tiempos de tribulación», y en el tan a menudo contradictorio híbrido histórico, resultaba posible abarcar «tradiciones incompatibles», que podían «mantenerse en una tensión polarizada» y «ser debatidas como contrarias» (Thompson 1993: 20-21, 228-229; Palmer 2013; Chandavarkar 1997). Ya al abandonar el Partido Comunista de Gran Bretaña en 1956, Thompson había comprendido la importancia de la polémica razonada. Al debatir con John Saville sobre la clase de periódico que deseaban lanzar como la voz del comunismo renovado, Thompson dejó escrito: «[Lo] primordial que quiero en este periódico es ataque» (Matthews 2013: 68). Por supuesto, había mucho que criticar, no sólo dentro de la sociedad convencional y su hegemonía capitalista, sino también dentro de la izquierda, donde las filiaciones equivocadas con la degradada Unión Soviética y el abrazo incondicional del estalinismo debilitaron seriamente la posibilidad de una revolución. Los reasoners de 1956, liderados por Thompson, su mujer Dorothy y John Saville, se despidieron del Partido Comunista bajo la bandera de una cita de Marx: «No refutar el error alienta la inmoralidad intelectual» (Palmer 1981: 73). Thompson, como C. Wright Mills, su colega en las movilizaciones de la disidencia en los años cincuenta, adoptó una postura que traía el eco fiel del poderoso poema de W. H. Auden «1 de septiembre de 1939», escrito cuando la guerra se declaraba en Europa:
“Lo único que tengo es una voz para deshacer la mentira y sus dobleces, la mentira romántica en la mente del hombre sensual de la calle y la mentira de la autoridad cuyos edificios tantean el cielo...” (Thompson 1978: 220; Thompson 1979: 64)
Título original: “History as Argument: The Contrarian Analytics of The Making of the English Working Class”
Traducción de Ezequiel Martínez Llorente





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