2/11/13

Fenomenología y marxismo | El compromiso político de Maurice Merleau-Ponty

Maurice Merleau-Ponty
✆  Karine Daisay 
Mª Carmen López Sáenz  |  Este trabajo analiza cómo Merleau-Ponty emplea la fenomenología y el marxismo para comprender la evolución de su situación histórica. La autora distingue una primera fase, marcada por la experiencia vivida de la guerra y la esperanza marxista, de otra que comienza en 1950, se desencanta del comunismo y  aboga por una izquierda no comunista o un nuevo liberalismo. Afirma que el filósofo no experimenta una conversión, ya que continúa criticando el sistema soviético, tanto como las insuficiencias de la democracia occidental. Aunque defiende las libertades de Occidente, no se adhiere al anti-comunismo, sino que continúa denunciando a ambos bloques. La autora vincula esta segunda etapa con el curso sobre la “institución” impartido por Merleau-Ponty. Evalúa, finalmente, las consecuencias políticas de su nueva ontología y su validez para el presente.

1. La vuelta a las cosas mismas como radicalización del filosofar

Merleau-Ponty interpretó la máxima husserliana de la vuelta «a las cosas mismas» como exigencia de radicalidad, es decir de ir a la raíz de los problemas, al ser humano mismo. Cualquiera de las facetas de éste se encuentra comprometida políticamente. Por eso, radicalizar la filosofía en sentido marxista, era realizarla en la vida individual, y también en sentido fenomenológico, reflexionar sobre
ella y su relación con otras dimensiones de la  existencia. Tanto la fenomenología como el marxismo habían mostrado que hay diversos modos de conciencia y expresión de los compromisos y que algunos de ellos pueden colaborar. Merleau-Ponty profundizará en los impensados de ambas corrientes para ir creando su propio pensamiento político y plasmarlo en la acción. Ésta obedece principalmente a la determinación de la situación en la existencia personal y pública, así como a la conjunción de la responsabilidad y la libertad individuales con la coexistencia sociopolítica. Desde su situación de fenomenólogo, Merleau-Ponty se compromete con el marxismo, especialmente con su humanismo y se distancia del estalinismo. Influenciado por el criticismo marxista, se decanta por una fenomenología histórica que se va haciendo. La concepción husserliana de la Lebenswelt le hará entender la filosofía como actividad fenomenológica de interrogación del mundo. El método descriptivo de la experiencia vivida le resultará adecuado para abordar los problemas existenciales.

El joven Marx le parecía más cercano a dichos problemas que la fenomenología transcendental y la filosofía especulativa. Hallaba en él un pensamiento concreto y una consideración dialéctica del sujeto humano que no lo reducía a mero agente epistémico ni lo disociaba del objeto. El marxismo, para Merleau-Ponty, no es ni una filosofía del sujeto, ni una filosofía del objeto, ni idealismo, ni objetivismo; su meta es la resolución radical del problema de la coexistencia, «más allá de la opresión de la subjetividad absoluta, de la objetividad absoluta, de la pseudo-solución del liberalismo». Incluso en sus últimos escritos, el filósofo se declara partidario del marxismo que pretende superar la filosofía idealista realizándola, de aquél «anterior a 1850. Luego viene el socialismo «científico» y lo que se le concede a la ciencia se le retira a la filosofía...»

A pesar de estas afinidades, nunca impuso un pensamiento político preconcebido a los hechos, sino que fue su participación teórico-práctica en ellos lo que le hizo reflexionar y tomar partido. De ahí que su posición fuera evolucionando desde la esperanza depositada en el marxismo hacia una izquierda no comunista.

Se podría decir que la primera etapa de su compromiso político se inicia en la guerra y se prolonga hasta 1949; se caracteriza por su movilización como oficial de infantería en 1939, por el drama bélico y la ocupación alemana. En sus escritos, este periodo está marcado por la expectativa de que la historia siga la dirección propuesta por el marxismo. La segunda ase comenzaría en los años cincuenta y consistiría en la observación del comunismo fáctico desde la izquierda y en el consiguiente desencanto; en ella, Merleau-Ponty condena abiertamente el comunismo de la URSS. Sin embargo, no lo hace desde una posición burguesa liberal.