Karl Marx ✆ Saville O'Reilly |
Diego Guerrero | En
el debate teórico y político sobre la posibilidad y necesidad de una revolución
social en la actualidad, y en particular sobre las características de la
transición desde una sociedad capitalista hasta el socialismo y el comunismo,
tienen que intervenir toda una serie de consideraciones que en este trabajo se
dejarán voluntariamente de lado, para centrarnos sólo en un aspecto de la
cuestión. No ignoramos que de la teoría a la práctica hay mucho trecho y que en
la realidad las cosas aparecen siempre entremezcladas y formando parte de un
sistema que las engloba y hace que ninguna de ellas opere con independencia de
las demás, por todo lo cual el análisis se vuelve mucho más complejo. Pero como
aquí sólo pensamos realizar un trabajo teórico con la idea de establecer
ciertas premisas para posteriores investigaciones (o debates, o comportamientos),
pensamos que es legítimo usar un método aproximativo del problema, el usual en
la investigación científica, que consiste en abstraer un solo aspecto del
problema para, en un primer momento, centrar el foco de atención sólo en él,
suponiendo que las otras dimensiones del problema están dadas, por así decir, y
no ejercen influencia sobre ese único aspecto de la cuestión elegido para el
análisis. Como todos sabemos que esto no es cierto en la práctica, es evidente
que ninguna de las conclusiones obtenidas en un trabajo de esta naturaleza
puede tomarse como un resultado teórico definitivo, sino tan sólo como algo
provisional y pendiente de posteriores puntualizaciones o modificaciones.
Es
decir, sean cuales sean las conclusiones que se extraigan de este artículo,
estas sólo servirán como un paso intermedio dentro de una reflexión que se
desea abrir pero que no puede acabar ahí y sólo puede tener sentido si es
complementada con pasos subsiguientes de acercamiento al problema, en los que
se vaya introduciendo los diversos aspectos que, provisional y conscientemente,
aquí se dejaron de lado.
Antes de comenzar con la reflexión sobre varios aspectos de
la organización económica de una sociedad postcapitalista, se impone realizar
otra consideración preliminar. El enfoque que utilizaremos en nuestro análisis
se inspira en la teoría de Marx, pero lo hace de la única manera legítima en
que creemos que es posible hacer esto, es decir, presentándolo al mismo tiempo
como una determinada interpretación personal que el autor ofrece de esa teoría,
sin pretender que sea la única posible1; interpretación que en nuestro caso
adopta el punto de vista político que el autor llama comunista. Por
consiguiente, lo que aquí nos preocupa es la reflexión sobre la transición desde
el capitalismo al comunismo, no al socialismo, en el bien entendido de que el
comunismo es algo más que el socialismo.
Siguiendo las pistas del propio Marx, entenderemos que hay
dos fases en la sociedad comunista, de forma que si llamamos «comunismo puro» a
la segunda de ellas (y la representamos por C-II), podremos decir que
centraremos nuestro análisis en el «comunismo de transición» (que
representaremos por C-I), que es precisamente aquello a lo que se refería Marx
cuando escribía que esta última sería la sociedad comunista «tal como surge de
las entrañas de la sociedad capitalista» (nuestra C-I) y no tal y como se
manifiesta una vez que puede desarrollarse «sobre su propia base” (nuestra
C-II). En principio, no hay mayor inconveniente en llamar también «socialismo»
a C-I, tal como se hace habitualmente. Pero creemos preferible llamarlo
comunismo de transición por dos razones: primero, porque así queda expresamente
dicho que se trata de un paso intermedio hacia algo que hay más allá; y,
segundo, porque se evita con ello una parte de la confusión que aquejan al
término «socialismo», cuyo uso está asociado hoy en día con los más diversos
postulados teóricos y políticos, algunos de los cuales son de índole claramente
procapitalista y no superadores del capitalismo.
Con esto empieza a aclararse el «punto de vista comunista»
del autor: lo que habitualmente se conoce como la «transición hacia el
socialismo» no es más que el corto paso que va del capitalismo a C-I (corto,
porque si se alarga demasiado, ese mismo hecho será señal de que el paso en
realidad no se ha dado, que no se ha logrado salir de las entrañas del
capitalismo). Pero este paso no es lo esencial, al menos para nuestro análisis.
Y lo que pretendemos es, por una vez, mirar más allá de él, con la esperanza de
que esa mirada nos ayude a comprender mejor la realidad a la que aspiramos y
nos ofrezca nueva luz sobre cómo abordar la lucha por ella en el presente. Para
Marx, ese paso, que debe por supuesto darse en forma revolucionaria, es «un
parto», algo que acontece de forma más o menos rápida. Pensamos que la
auténtica transición es la que define la evolución desde C-I en dirección a
C-II, y prestar atención al análisis de las vías de construcción y organización
económica de la sociedad comunista es algo que no se suele hacer pero ayudará a
entender mejor los dolores del parto revolucionario3. Esto es importante porque
cuando muchos analistas insisten en la importancia de la «fase de transición
hacia el socialismo» puede que en realidad estén simplemente aconsejando que el
parto mismo sea tan lento que, de llevarse a la práctica tal consejo, la
criatura ya nazca muerta.
Más allá de los socialistas que no lo son –los que tan
pacíficamente conviven con las estructuras de la sociedad capitalista,
preocupados acaso tan sólo por la apariencia cosmética de ese sistema–, hay
todavía muchas clases de socialistas y comunistas, de diversas tendencias, bien
intencionados y deseosos de superar de verdad la sociedad capitalista. No me
atrevo a decir, y mucho menos en un trabajo como este, qué estrategia, qué
conducta o qué planteamientos prácticos son los más adecuados para la actividad
de los individuos y organizaciones de todo tipo que se autodenominan
socialistas o comunistas. Si acaso, aquí sólo cabe aprovechar la oportunidad
para lamentarse de la falta de unidad que caracteriza a todos cuantos nos
movemos dentro de esos referentes políticos, pues cada grupo y cada pensador
individual, sea o no un intelectual, harían bien en tratar de comprender al
otro, empeñándose en una batalla sin fin por superar las diferencias teóricas
que nos separan.4 Además, es importante ser conscientes de que no siempre se da
una correspondencia entre el punto de vista político y el punto de vista
teórico. Más a menudo de lo que se cree, lo que hay es más bien una típica
falta de correspondencia, de forma que puede verse a «enemigos» políticos
(dentro del ámbito socialista-comunista al que nos referimos) que utilizan un
punto de vista teórico más afín al propio que lo es el de personas y colectivos
políticamente más cercanos.
En nuestra opinión –y esto tiene especial trascendencia aquí
por el ámbito geográfico y político en el que se desarrolla este Coloquio
latinoamericano–, esto es lo que ocurre en un caso particular al que nos vamos
a referir enseguida. Digamos que, sin entrar a valorar directamente la posición
política del importante asesor del presidente Chávez que es el profesor Heinz
Dieterich, en la sección I de este trabajo revisaremos detenidamente los
fundamentos teóricos de dicha posición, o al menos de sus propuestas políticas
más difundidas, así como los de lo que él mismo considera sus «escuelas» de
referencia, la de Bremen especialmente, pero también la llamada «escuela
escocesa».
Avancemos únicamente que lo que se presenta en los escritos
de este autor –que muchos comentaristas consideran erróneamente un desarrollo
de la teoría de Marx– no es realmente compatible con la auténtica teoría de
Marx, y en especial con su componente fundamental, que es su Teoría laboral del
valor. Como la reflexión sobre la organización económica de la sociedad
postcapitalista se hace recaer, como no podía ser de otra manera, sobre las
categorías básicas que utilizan y tienen que utilizar todas las teorías del
valor existentes –estamos refiriéndonos a los conceptos de «valor», «precio»,
«dinero», «mercado»…–, el lector comprenderá que es de importancia decisiva
saber si las categorías que se utilizan corresponden a la teoría A o pertenecen
más bien a la teoría B, la C o la que sea. Si no se hace así y eso queda
envuelto en una neblina de confusión, si no se hace la mayor claridad posible
en ese terreno, difícilmente se podrá contribuir adecuadamente a la
construcción de esa nueva economía, entre otras cosas porque los que participen
prácticamente en dicha construcción no podrán saber realmente en qué clase de
edificio están trabajando y ni siquiera en qué dirección lo están levantando.
Este trabajo pretende ser más específicamente un intento de
contribución a la importante tarea de deshacer esas neblinas y aportar claridad
sobre la estructura y forma del edificio que quieren construir los comunistas.
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2] Texto completo | PDF | Fecha
de publicación: 12-06-2009
Nota del
Editor
Este trabajo del economista
Diego Guerrero fue publicado en 2 partes en Laberinto.
Si bien algunos datos son inactuales, el fondo del mismo conserva su vigencia,
pese a algunas apreciaciones que se hicieron en tales fechas y que fueron
superadas por la dinámica de los acontecimientos. Lo consideramos de gran
interés. El mismo autor hace la siguiente observación: "...es evidente que ninguna de las conclusiones obtenidas en un trabajo de esta naturaleza puede tomarse como un resultado teórico definitivo, sino tan sólo como algo provisional y pendiente de posteriores puntualizaciones o modificaciones."