11/10/13

Marx y el concepto de la plusvalía relativa

Karl Marx ✆ Harry Campbell
Hernán Andrés Kruse  | Luego de analizar la cuota y la masa de plusvalía, Marx centra su atención en el concepto de la plusvalía relativa. Hasta el momento Marx había venido considerando el tiempo de trabajo destinado a la producción de un equivalente del valor de la fuerza de trabajo abonado por el dueño de los medios de producción como una magnitud constante. Luego de cubrir el tiempo de trabajo necesario (x cantidad de horas), el obrero está en condiciones de trabajar más horas (2, 3, 4 horas, por ejemplo). La cantidad de horas de trabajo que el obrero está en condiciones de trabajar luego de haber cubierto el tiempo de trabajo necesario depende de la cuota de plusvalía y la duración de la jornada laboral. El tiempo de trabajo necesario es constante; sin embargo, la jornada laboral total es variable. La línea A - - - - - - - - - - B - - C representa una jornada laboral de 12 horas (cada guión representa, pues, una hora laboral). El segmento A-B representa las 10 horas de trabajo necesario mientras que el segmento B-C representa el trabajo excedente. El problema que se plantea ahora es cómo alargar el segmento B-C (el acrecentamiento de la producción de plusvalía) sin alargar más la jornada laboral total, es decir, la línea A-C. He aquí la manera como Marx analiza y resuelve la cuestión. A y C constituyen los límites fijos de la jornada laboral. El problema es si es posible prolongar la línea B-C (el trabajo excedente) desplazando no el punto C (el punto final de la jornada laboral) sino desplazando B hacia atrás, hacia A (el punto inicial). Marx responde que, obviamente, que sí. A continuación, Marx agrega a la línea A-B el segmento B´-B:
A- - - - - - - - - B´- B - - C. El nuevo segmento (B-B´) equivale a la mitad del segmento B - - C, es decir, a una hora de trabajo. Si en la línea A-C (jornada de 12 horas laborales) el punto B ocupa el lugar de B´, el segmento B-C (el trabajo excedente) se prolonga hasta adquirir las dimensiones del segmento B´- C, lo que significa que el trabajo excedente se incrementó un 50% (antes era de 2 horas y ahora pasa a ser de 3 horas), manteniéndose intacta la jornada laboral de 12 horas (A – C). Para que el trabajo excedente se prolongue una hora es imprescindible que el trabajo necesario se comprima una hora (de A – B a A – B´, de 10 horas a 9). Dice Marx: “En esas condiciones, la prolongación del trabajo excedente lleva aparejada la reducción del trabajo necesario; es decir, exige que una parte del tiempo de trabajo que el obrero venía empleando para sí mismo se convierta en tiempo de trabajo invertido para el capitalista. Lo que varía no es la longitud de la jornada de trabajo, sino su división en trabajo necesario y trabajo excedente”. Cuanto más se exceda el tiempo de trabajo excedente, mayor será la explotación del obrero. Cuanto más se prolongue el segmento B´- C, mayor será el tiempo de trabajo empleado por el obrero para satisfacer los intereses del capitalista o, si se prefiere, mayor será el tiempo, dentro de la fábrica, en que el obrero es un esclavo.

Según Marx, la magnitud del trabajo excedente (B´- C o B – C) va implícita, como algo dado, en los siguientes factores: el valor de la fuerza laboral y la magnitud de la jornada de trabajo. El tiempo de trabajo necesario para producir el valor de la fuerza de trabajo determina el tiempo de trabajo que se necesita para reproducir su valor. Marx brinda el siguiente ejemplo para dotar de claridad a su análisis. Si el valor de una hora de trabajo asciende a medio chelín o 6 peniques y el valor diario de la fuerza laboral asciende a 5 chelines, el obrero estará obligado a trabajar 10 horas por día si pretende reponer lo que vale diariamente su trabajo desembolsado por el dueño de los medios de producción o bien deberá producir el equivalente al valor de todos los medios de vida que necesita para sobrevivir a diario. El valor de la fuerza laboral del obrero va implícito en el valor de estos medios. En su libro Political Anatomy of Ireland, William Petty dice: “El valor del salario medio de un día se determina por lo que el obrero necesita para vivir, trabajar y perpetuarse” (1672, pág. 64). Por su parte, Malthus expresa: “El precio de los medios de subsistencia equivale, en realidad, al costo de producción del trabajo” (Inquiry into, etc. Rent, Londres, 1813, pág. 48, n). La magnitud del trabajo excedente (la plusvalía o, si se prefiere, B´- C o B – C) se obtiene achicando la longitud de la línea A – B (el tiempo de trabajo necesario). Si a las 12 horas de trabajo (A – C) se le quitan 10 horas, quedan dos, Y no es fácil comprender que, remarca Marx, “en las condiciones que dejamos expuestas, pueda prolongarse el trabajo excedente más de dos horas”. El capitalista puede tranquilamente pagar al obrero, en concepto de salario, una cifra menor a 5 chelines: 4 chelines y medio, por ejemplo. Ahora bien, “para reproducir este valor de 4 chelines y medio”, explica Marx, “bastarían 9 horas de trabajo, con lo cual quedarían para el trabajo excedente 3 horas de las 12 en vez de 2 y la plusvalía sería de chelín y medio en vez de un chelín”. El capitalista ganaría un chelín y medio expoliando impunemente al obrero. Pero para el logro de este objetivo (la extensión del trabajo excedente y el incremento de la plusvalía) el capitalista debe sí o sí “hacer descender el salario del obrero por debajo del valor de su fuerza de trabajo”. Así lo explica Marx: “Con los 4 chelines y medio que produce en 9 horas, este obrero dispone de una décima parte menos de medios de vida que antes, y, en estas condiciones, su fuerza de trabajo sólo puede reproducirse a duras penas. Por este camino, el trabajo excedente (es decir la plusvalía) se prolongaría a costa de rebasar sus límites normales, sus dominios se extenderían mediante una usurpación del territorio reservado al tiempo de trabajo necesario”. El segmento B´- C se correría más y más a la izquierda, achicando cada vez más el segmento A – B (el trabajo necesario). Marx agrega: “Por el momento, este método, que desempeña un papel muy importante en el movimiento real de los salarios, queda excluido de nuestras consideraciones, por una razón: porque aquí partimos del supuesto de que las mercancías, incluyendo entre ellas la fuerza de trabajo, se compran y venden siempre por todo su valor. Sentado esto, es evidente que el tiempo de trabajo necesario (A – B) para producir la fuerza de trabajo o para reproducir su valor no disminuirá por el mero hecho de que el salario del obrero quede por debajo del valor de su fuerza de trabajo, sino que para ello será indispensable que disminuya este mismo valor”. Teniendo en consideración la duración de la jornada de labor (12 horas, en el ejemplo de Marx), el tiempo de trabajo excedente (B´- C o B – C) únicamente puede prolongarse si se reduce el tiempo de trabajo necesario (A – B). Siguiendo el ejemplo, Marx considera que para que el tiempo de trabajo necesario (A – B) se reduzca de 10 horas a 9 horas (1/10) y, a raíz de ello, crezca el trabajo excedente 1 hora (de 2 horas a 3), es esencial que el valor de la fuerza laboral disminuya en la misma proporción (1/10). Si dicho valor disminuye en 1/10, entonces la misma masa de medios de vida deberá ser producida a partir de ahora en 9 horas y no en 10, como sucedía hasta ahora. Para que ello suceda debe aumentar la capacidad productiva del trabajo. Para que la masa de medios de vida se produzca ahora en 9 horas es fundamental que el obrero incremente su capacidad laboral. Un zapatero, con los medios concretos de que dispone, está en condiciones de producir un par de botas a lo largo de la jornada laboral de 12 horas. Si pretende, en la misma jornada laboral, hacer dos pares de botas (el doble) deberá necesariamente duplicar la capacidad productiva de su trabajo. Para que ello suceda deberá utilizar nuevos instrumentos de trabajo o aplicar nuevos métodos de trabajo (o ambas cosas a la vez). Para que el zapatero produzca dos pares de botas en 12 horas de trabajo debe producirse, enfatiza Marx, “una revolución en las condiciones de producción de su trabajo, es decir, en su régimen de producción y, por tanto, en el propio proceso de trabajo. Por aumento de la capacidad productiva del trabajo entendemos un cambio cualquiera sobrevenido en el proceso de trabajo, por virtud del cual se reduce el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía, es decir, gracias al cual una cantidad más pequeña de trabajo adquiere potencia suficiente para producir una cantidad mayor de valores de uso”. El aumento de la capacidad productiva del zapatero se traduce en la posibilidad de hacer dos pares de botas en el mismo período de tiempo en el que antes hacía sólo un par. A manera de colofón, dice Marx: “Así, pues, mientras que hasta aquí, al estudiar la producción de la plusvalía, partimos siempre de un régimen de producción dado, ahora que se trata de obtener plusvalía convirtiendo el trabajo necesario en trabajo excedente, no basta, ni mucho menos, que el capital se adueñe del proceso de trabajo en su forma histórica tradicional, tal y como lo encuentra, limitándose a prolongar su duración. Para conseguir esto, tiene que transformar las condiciones técnicas y sociales del proceso de trabajo, y, por tanto, el mismo régimen de producción hasta aumentar la capacidad productiva del trabajo, haciendo bajar de este modo el valor de la fuerza de trabajo y disminuyendo así la parte de la jornada de trabajo necesaria para la reproducción de ese valor. La plusvalía producida mediante la prolongación de la jornada de trabajo es la que yo llamo plusvalía absoluta; por el contrario, a la que se logra reduciendo el tiempo de trabajo necesario, con el consiguiente cambio en cuanto a la proporción de magnitudes entre ambas partes de la jornada de trabajo, la designo con el nombre de plusvalía relativa”.

II

Marx distingue entre plusvalía absoluta y plusvalía relativa. La plusvalía absoluta es la que se produce a raíz de la prolongación de la jornada laboral mientras que la plusvalía relativa es la que se produce al reducir el tiempo de trabajo necesario y el consiguiente aumento del tiempo de trabajo excedente.

Para que disminuya el valor de la fuerza de trabajo, el incremento de su capacidad productiva debe afectar a aquellas ramas industriales cuyos productos determinan dicho valor. El valor de una mercancía depende de dos factores fundamentales: por un lado, de la cantidad de trabajo que le imprime la manera con que dicha mercancía es arrojada al mercado; por el otro, de la masa laboral contenida en sus medios de producción. El valor de la mercancía X depende tanto del trabajo de quien la produce como del valor de los medios de producción que emplea en el proceso de producción de tal mercancía. Dice Marx: “El aumento de la capacidad productiva y el correspondiente abaratamiento de las mercancías en aquellas industrias que suministran los elementos materiales del capital constante, los instrumentos de trabajo y los materiales para la elaboración de los medios de vida necesarios, contribuyen, por tanto, a hacer bajar el valor de la fuerza de trabajo. En cambio, si se da en ramas de producción que no suministran medios de vida necesarios ni medios de producción para fabricarlos, el aumento de la capacidad productiva deja intacto aquel valor”. Cuando baja el valor de una mercancía, baja de manera proporcional el valor de la fuerza de trabajo (aquel valor baja “en la proporción en que esa mercancía contribuye a reproducir la fuerza de trabajo”). Las camisas constituyen un medio de vida necesario, pero uno más entre muchos otros. En consecuencia, el abaratamiento de las camisas sólo disminuye dentro del presupuesto que el trabajador destina al gasto de camisas. Según Marx, la totalidad de los medios de vida necesarios se compone de diversas mercancías producto de diferentes industrias, y lo que vale cada una de tales mercancías es apenas una parte alícuota del valor de la fuerza laboral. La disminución del valor de la fuerza de trabajo es fruto de la disminución del tiempo de trabajo necesario para su reproducción; por su parte, la disminución total del tiempo de trabajo necesario equivale a la totalidad de las disminuciones sufridas por las ramas de producción mencionadas. Dice Marx: “Para los efectos de nuestro análisis, este resultado general es considerado como si fuese resultado inmediato y fin inmediato en cada caso concreto. Cuando, por ejemplo, un determinado capitalista abarata las camisas intensificando la capacidad productiva del trabajo, no es necesario que su intención sea, ni mucho menos, disminuir proporcionalmente el valor de la fuerza de trabajo y, por tanto, el tiempo de trabajo necesario, pero sólo contribuyendo de algún modo a este resultado contribuirá a elevar la cuota general de plusvalía. No hay que confundir las tendencias generales y necesarias del capital con las formas que revisten”.

Partiendo de lo expuesto precedentemente respecto a la plusvalía relativa, Marx observa lo siguiente. Si en 1 hora de trabajo se produce un valor de medio chelín (6 peniques), en 12 horas se produce un valor de 6 chelines. Durante la jornada de trabajo (12 horas) se elaboran 12 piezas de mercancías siendo de 6 peniques el valor de los medios de producción, materias primas, etc., consumidos para elaborar cada una de las 12 piezas mencionadas. En este contexto, cada pieza fabricada tendrá un costo de 1 chelín, los medios de producción tendrán un valor de 6 peniques y el valor nuevo creado por su fabricación ascenderá a 6 peniques. Suponga el lector que el capitalista está en condiciones de producir, al cabo de las 12 horas de trabajo, no 12 piezas sino 24, es decir, el doble. Permaneciendo invariable el valor de los medios de producción cada mercancía pasaría a valer 9 peniques (6 peniques corresponden al valor de los medios de producción y los 3 peniques restantes al nuevo valor añadido por el trabajo invertido). Si bien se duplicó la fuerza productiva (24 piezas en vez de 12) la jornada laboral continúa produciendo un nuevo valor de 6 chelines, pese a que ahora se distribuye entre el doble de productos que antes (24 piezas de mercancías). Al haber el doble de productos que antes a cada uno de ellos le corresponde 1/24 del valor total (antes le correspondía el 1/12 de dicho valor), es decir 3 peniques en lugar de 6 peniques. Según Marx, cada mercancía poseería un valor individual que sería inferior a su valor social, “costaría menos tiempo de trabajo que la gran masa del mismo artículo producido en las condiciones sociales medias”. Cada pieza tiene un costo de 1 chelín, lo que representa 2 horas de trabajo social. Con el cambio del régimen de producción el costo baja a 9 peniques, lo que significa que únicamente encierra 1 ½ horas de trabajo. Pero el valor real de la mercancía proviene de su valor social y no de su valor individual, es decir, que se mide por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. En consecuencia, si el capitalista decide vender la mercancía a 1 chelín (su valor social), la estará vendiendo a 3 peniques por arriba de su valor individual, garantizando una plusvalía de 3 peniques que Marx la tilda de extraordinaria. Por otro lado, la jornada laboral de 12 horas ahora garantiza una producción de 24 piezas de la mercancía fabricada (antes sólo podía fabricar 12). Si el capitalista pretende vender las 24 piezas necesitará que la demanda sea el doble que cuando producía 12 piezas. Si las demás circunstancias permanecen invariables el productor sólo podrá hacer ingresar las 24 piezas si reduce el precio. El productor se verá obligado a vender sus mercancías por encima de su valor individual pero por debajo de su valor social, lo que le permitirá obtener de cada pieza vendida una plusvalía extraordinaria de 1 penique. Concluye Marx: “Y este beneficio extraordinario le favorece, aunque su mercancía no figure entre los medios de vida indispensables y aunque, por tanto, no contribuya a determinar el valor general de la fuerza de trabajo. Como se ve, aun prescindiendo de esta circunstancia, todo capitalista individual tiene sus motivos para abaratar las mercancías intensificando la fuerza productiva del trabajo”.

La producción mayor de plusvalía que obtiene el capitalista es fruto de la reducción del tiempo de trabajo necesario y la consiguiente prolongación del tiempo de trabajo excedente. El ejemplo que brinda Marx es el siguiente. El tiempo de trabajo necesario se extiende por 10 horas; un día de fuerza de trabajo (el trabajo del obrero) vale 5 chelines; el trabajo excedente se extiende por 2 horas; durante el día la plusvalía producida es de 1 chelín. El capitalista está ahora en condiciones de producir 24 piezas que vende cada una a 10 peniques, lo que significa que está en condiciones de vender diariamente las 24 piezas a 20 chelines. Como los medios de producción valen 12 chelines se repone el capital constante desembolsado con el 14 2/5 de las piezas vendidas, lo que significa que las 12 horas de trabajo se traducen en las 9 3/5 piezas restantes. Y como el trabajo del obrero vale 5 chelines, de esas 9 3/5 piezas 6 representan el tiempo de trabajo necesario y las restantes 3 3/5, el trabajo excedente. En condiciones sociales medias, la proporción entre ambos trabajos, el necesario y el excedente, era de 5:1, ahora tal proporción es de 5:3. A idéntico resultado, enfatiza Marx, se arriba de la siguiente manera. El producto de la jornada laboral (12 horas) vale 20 chelines. De ese valor, 12 chelines constituyen el valor de los medios de producción. Los restantes 8 chelines expresan en dinero el valor en que se traduce la jornada laboral. Según Marx, “esta expresión en dinero rebasa la expresión en dinero del trabajo social medio de la misma clase, puesto que 12 horas de éste sólo se traducen en 6 chelines”. Cuando la fuerza productiva del trabajo es excepcional, éste actúa como trabajo potenciado, lo que significa que en el mismo espacio temporal está capacitado para crear valores mayores de los que sería capaz de crear el trabajo social medio de la misma clase. No obstante, el capitalista continúa efectuando el mismo cálculo: un día de fuerza de trabajo vale 5 chelines. A raíz de ello, el obrero sólo necesita trabajar 7 1/5 horas para reproducir este valor, cuando antes necesitaba trabajar 10 horas, lo que significa que ahora su trabajo excedente (el trabajo que ejecuta para beneficiar al capitalista) es 2 4/5 horas mayor y la plusvalía producida se incrementa en 2 chelines (de 1 a 3). El capitalista está en condiciones, en virtud de los nuevos métodos de producción que aplica, de apropiarse de una parte mayor de la jornada laboral (de robarle más al obrero, en suma) en comparación con el resto de sus colegas de la misma rama industrial. El capitalista no hace más que imitar al capital en el proceso global de la plusvalía relativa. Ahora bien, esta plusvalía extraordinaria (el gran robo del que es víctima el obrero) se esfuma tan pronto se generaliza el nuevo método de producción, haciendo desaparecer la diferencia entre lo que vale individualmente cada mercancía (ahora más barata) y su valor social. Dice Marx: “La misma ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo, que los capitalistas dotados de métodos nuevos perciben en el hecho de poder vender sus mercancías por menos de su valor social, obliga a sus competidores, por la fuerza de la concurrencia, a implantar los nuevos métodos de producción. Como se ve, todo este proceso sólo afecta a la cuota general de plusvalía cuando la intensificación de la fuerza productiva del trabajo abarata aquellas ramas de producción y aquellas mercancías que figuran entre los medios de sustento necesarios influyendo, por tanto, en el valor de la fuerza de trabajo”.

Según Marx, hay una relación inversa entre el valor de las mercancías y la fuerza productiva del trabajo. Ello significa que cuando aumenta la fuerza productiva del trabajo, disminuye el valor de las mercancías (y viceversa). Lo mismo acontece con el valor de la fuerza de trabajo (determinado por los valores de las mercancías). En cambio, hay una relación directa entre la plusvalía relativa y la fuerza productiva del trabajo. Ello significa que cuando aumenta la fuerza productiva del trabajo aumenta la plusvalía relativa (y viceversa). Para Marx, una jornada laboral de 12 horas siempre produce el mismo producto de valor de 6 chelines, siempre y cuando permanezca invariable el valor del dinero y “cualquiera que sea la proporción en que esta suma de valor se reparta entre la equivalencia de valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía”. Cuando aumenta la fuerza productiva, disminuyen el valor de los medios diarios de producción y el de un día de fuerza de trabajo; en consecuencia, al bajar de 5 chelines a 3, habrá un aumento de la plusvalía de 1 a 3 chelines. Y si antes eran necesarias 10 horas de trabajo, ahora sólo lo serán 6 horas. Ello significa que se habrán recuperado 4 horas que se incorporarán al ámbito de la plusvalía. El capital, sentencia Marx, tiene una tendencia constante a reforzar la productividad del trabajo para lograr el abaratamiento de las mercancías y los obreros.

En definitiva, “en la producción capitalista, la economía del trabajo mediante el desarrollo de su fuerza productiva no persigue como finalidad, ni mucho menos, acortar la jornada de trabajo. Tiende simplemente a acortar el tiempo de trabajo necesario para la producción de una determinada cantidad de mercancías”.