11/10/13

La importancia de la filosofía de Ernst Bloch para el marxismo

Ernst Bloch ✆ David Levine
Hans Heinz Holz  |  La cuestión de la importancia de la filosofía de Bloch para el marxismo se encuentra desde hace años sobre el tapiz; ahora, después de la muerte del filósofo, se plantea con tanta más urgencia cuanto más diversas y en parte incluso opuestas son las tendencias que consideran que pueden remitirse a ella. Hoym ya no basta con rechazar simplemente aquellos “intentos de domesticación” que quisieran reconducir a una forma de humanismo cristiano o de reformismo socialdemócrata precisamente al combatiente más resuelto en nombre de una sociedad comunista sin clases. Por el contrario, es necesario ya determinar positivamente el lugar ocupado por Bloch en el movimiento histórico de las ideologías del siglo XX. Esta tarea la hace difícil el hecho de que, a partir de 1956, las relaciones de Bloch, por una parte, y los representantes de la filosofía marxista, por la otra, se deterioraron. No es éste el momento de profundizar en las contradicciones objetivas que, después de 1956, llevaron en la RDA a una crítica constante de la obra de Bloch, crítica que —al menos en la forma— era desproporcionada a su objeto.

Por lo que respecta a la sustancia, no se prestó atención al hecho de que durante el periodo de la lucha antifascista Bloch fue siempre indiscutiblemente uno de los teóricos principales del marxismo, como tal universalmente reconocido y estimado, y que en aquellos
años tomó partido coherentemente a favor de la Unión Soviética, prestando a continuación una importante contribución a la construcción de la RDA, plenamente reconocido en 1955 con la atribución del premio nacional y otros homenajes. Pero también independientemente de la crisis de 1956, el modo de pensar de Bloch y su voluntad de llevar a la práctica la auténtica intención filosófica del marxismo, debían conducir a conflictos; ya que la unidad de teoría y praxis, como el marxismo la entiende, no puede realizarse sólo en una obra, por más universal y genial que ésta sea, sino únicamente en la lucha política de la clase obrera y de su partido de vanguardia; precisamente éste es el sentido de la teoría leninista del partido, que es la única base sobre la cual el partido comunista puede ser el asiento de la verdad histórica.

La exactitud de la teoría de Lenin no la puso nunca en duda Bloch en toda su larga vida. Independientemente de esto, sin embargo, del mismo modo como valoró su propia posición filosófica, Bloch se situó, por así decirlo, fuera del proceso histórico; al menos en la medida en que trató de superar por medio de la categoría del pre-aparecer la insuperable distancia entre la verdad relativa en la actualidad histórica y la verdad absoluta. Sobre la filosofía que puede deducirse de las condiciones de producción, de la anticipación debe entonces expandirse un resplandor de lo absoluto; aquélla se reúne así al tipo de validez de la metafísica clásica. Pero esta contradicción no es a su vez casual e individual. Se manifiesta también en ella la antinomia que consiste en quererse apropiar y expresar el marxismo según los modos de la filosofía sistemática tradicional, o sea precisamente de aquella filosofía de la que el marxismo constituye la superación. De este modo, la diferencia sustancial existente, por ejemplo, entre Spinoza, Kant, Hegel y el marxismo, es ocultada. Por otra parte, tampoco una filosofía marxista,  en cuanto filosofía,  puede sustraerse al criterio de medida en que consiste esta tradición y debe por lo tanto recaer siempre de nuevo en una relación aporética consigo misma, que es su tarea esencial superar críticamente.