19/1/17

Ecología y marxismo

Pity Ezra

Desde el principio, la noción marxiana de la alienación del trabajo humano estaba vinculada con la comprensión de la alienación de los seres humanos respecto a la naturaleza. Era esta la doble alienación la que, sobre todo, necesitaba ser explicada históricamente.” 
John Bellamy Foster – La ecología de Marx

El presente artículo tiene como propósito explicar y dar respuesta desde el marxismo, a los problemas de deterioro y destrucción de la naturaleza que se están dando en el mundo, como la destrucción de los campos de cultivo en Argentina con el monocultivo de soja transgénica de la mano de Monsanto y de un puñado de terratenientes, asociaciones empresariales y transnacionales; como la contaminación que genera el Proyecto minero Conga en el Perú (una ampliación de la mina Yanacocha que opera la multinacional Newmont), cuya ejecución significaría la destrucción de cuatro cabeceras de cuenca; o como los intentos del gobierno del MAS en Bolivia de construir la carretera del Proyecto IIRSA -para la integración burguesa e imperialista- por el territorio indígena del TIPNIS, lo que provocaría –como subordinación a los grandes capitales- la destrucción de grandes hectáreas de bosques, de la flora y la fauna.

La crisis ecológica que vienen sufriendo el planeta se expresa en la contaminación y en el agotamiento de los recursos. La contaminación del aire, del agua potable y del medioambiente en general, ha provocado el calentamiento del planeta, el derretimiento de los glaciales polares, la multiplicación de catástrofes naturales y la destrucción de la capa de ozono. Por otra parte el agotamiento de los recursos ha generado la degradación de las condiciones del suelo, la deforestación y destrucción de los bosques húmedos tropicales y, por lo mismo, su desertificación y reducción de la biodiversidad por la extinción de miles de especies. Las consecuencias ambientales no sólo son el resultado de la contaminación y el agotamiento de los recursos, sino también el resultado de los efectos que ha tenido la emigración de los trabajadores de las zonas productoras de materias en busca de trabajo en las zonas en desarrollo e industrializadas.
Marx y la naturaleza
Marx analizó en diferentes escritos los vínculos entre el mundo social y el mundo natural. A partir de esto desarrolló una concepción materialista- dialéctica de la naturaleza. Para ello se valió de los aportes de Epicuro, Liebig y Darwin. El primero inspiró una visión materialista de la naturaleza, cuyas preposiciones eran que “Nada es creado nunca, por el poder divino, de la nada”… “la naturaleza… nunca reduce ninguna cosa a la nada”, es más, Marx manifestaba que “Epicuro fue el primero en comprender la apariencia como apariencia , esto es, como alienación de la esencia, activándose a sí misma en su realidad como tal alienación” con lo cual reconoció el extrañamiento de los seres humanos respecto al mundo; el segundo, ayudó a construir una comprensión del desarrollo sostenible y de la fractura metabólica entre los seres humanos y la tierra, y por lo mismo, le permitió desarrollar una crítica sistemática de la explotación del suelo; y, el tercero, ayudó a adoptar un enfoque co-evolucionista de las relaciones entre los humanos y la naturaleza, lo que le proporcionó una base histórica–natural para la teoría del papel del trabajo en la evolución de la sociedad humana.

Para entender el concepto de la naturaleza, Marx -en sus Manuscritos de 1844- bosqueja una definición: "La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es ella misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe permanecer en un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de que la vida física y espiritual del hombre depende de la naturaleza no significa otra cosa si no que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el hombre es una parte de la naturaleza”; concepto que hace evidente que no existe dicotomía entre el ser humano y la naturaleza: “El hombre no está en la naturaleza, sino que es naturaleza”.

También hizo referencia a la naturaleza en la medida que ésta se entrelazaba en la historia de la humanidad a través de la producción, como extensión del cuerpo humano. Lo que explica que la relación humana con la naturaleza está mediatizada no sólo a través de la producción, sino también, por medio de las herramientas, que son producto de la transformación de la naturaleza, y que ha permitido a la humanidad transformar la naturaleza.

Pero esta relación a través de la producción que se expresa en la relación trabajo-naturaleza es el punto de partida de la producción de valores de uso: “En este trabajo de conformación, el hombre se apoya constantemente en las fuerzas naturales. El trabajo no es, pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El trabajo es el padre de la riqueza, y la tierra la madre” (Marx). En toda sociedad el trabajo es el momento de intercambio con la naturaleza, es la actividad con la cual el hombre se apropia de su entorno y lo transforma para satisfacer sus necesidades básicas. En el proceso de trabajo interviene no sólo el trabajo del hombre, sino también el objeto sobre el cual se realiza y los medios de trabajo, ambos brindados por la naturaleza.

Sin embargo, en el sistema capitalista, este proceso crea una separación del hombre con la naturaleza y campo. Marx destaca que el trabajo alienado convierte a la naturaleza en algo extraño al hombre, en un “mundo ajeno”, “hostilmente contrapuesto al trabajador”. En este sentido, en la apropiación privada, existe una alienación respecto a la naturaleza donde los medios de vida y de trabajo no le pertenecen al trabajador y se le presentan como objetos externos, es decir, “enajena al hombre de su propio cuerpo, de la naturaleza tal como existe fuera de él, de su esencia espiritual, y de su esencia humana”. La alienación de la humanidad y de la naturaleza tiene como resultado no sólo la renuncia al trabajo creativo, sino también la renuncia a los elementos esenciales de la vida misma. 
Feuerbach, sostienen Marx y Engels, postula ‘el hombre’, en vez del ‘hombre histórico real’. Y, del mismo modo, postula la naturaleza en vez de la historia natural. Reconoce la desarmonía existente entre la humanidad y la naturaleza; de ahí la alienación respecto a ésta… No ve a la naturaleza como algo que cambia al paso de la historia. No ve que el mundo sensible que le rodea no es una cosa que viene dada directamente desde toda la eternidad… [sino] un producto histórico, el resultado de la actividad de toda una sucesión de generaciones”. (John Bellamy Foster – La ecología de Marx).
En tal sentido, la consumación de la alienación -en el modo de producción capitalista- se da partir de la separación del campo y la ciudad, lo que provoca el despoblamiento rural y el hacinamiento urbano; y que por lo mismo, genera y representa la causa fundamental de la polución y la depredación, y el desmembramiento progresivo y radical de las fuentes de la producción de medios de vida y materias primas de los centros de consumo. En pocas palabras, viene a expresar la fractura del metabolismo social con la naturaleza. Con este argumento se evidencia que Marx no sólo investigó las consecuencias de la explotación capitalista sobre el trabajo, sino que también comprendió el daño que el latifundio capitalista provoca sobre la vitalidad del suelo. La gran industria y la gran agricultura explotada industrialmente actuarían en unidad, una devastando la fuerza de trabajo y otra degradando la fuerza natural de la tierra: “La industria y el comercio suministran a la agricultura los medios para el agotamiento de la tierra".

Marx planteo las bases para una sociedad futura e hizo alusión al comunismo como la “verdadera solución del conflicto que el hombre sostiene con la naturaleza y con el propio hombre”. En cuanto superación positiva de la propiedad privada, el comunismo es, también, superación de la alienación del hombre con respecto a la naturaleza. Para Marx, la sociedad comunista “es la unidad esencial plena del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza”. Es interesante observar que aquella formación económica superior debería estar fundada en la “asociación” o en la reunión de “productores asociados”, dicha “asociación” reconstruiría la unidad esencial plena del hombre con la naturaleza, o recompondría la fractura metabólica, en su enunciación posterior, lo hace evidente la eliminación de la propiedad privada y la disolución de la contradicción entre la ciudad y el campo como condiciones elementales para armonizar al hombre con la naturaleza.
Capitalismo, crisis ecológica y “economía verde”
El capitalismo como formación socio económica, se asienta en la propiedad privada de los medios de producción y en la explotación del trabajo asalariado. La finalidad de la producción capitalista y la fuente de enriquecimiento de los capitalistas es la apropiación de la plusvalía que genera el trabajador, por lo que al generar y acumular riqueza/capital el capitalista destruye las fuerzas productivas, lo que crea miseria en la humanidad y destrucción del medio ambiente.
La creación de plusvalor absoluto por el capital obliga a que el círculo de la circulación se amplíe constantemente. La producción dominada por el capital implica, pues, ‘un círculo sin cesar ampliado de la circulación, sea que ese círculo sea ampliado directamente, sea que en un mayor número de sus puntos se transformen en puntos de producción’. La tendencia a crear el mercado mundial, así, está ‘inmediatamente dada en el concepto del capital’. La producción de plusvalor fundada en el incremento de las fuerzas productivas exige, por otra parte, ‘la producción de consumo nuevo’, en primer lugar a través de la ‘ampliación cuantitativa del consumo existente’; en segundo lugar a través de la extensión de las necesidades existentes hasta un círculo más amplio, y en tercer lugar, a través de la ‘producción de nuevas necesidades’ y la ‘creación de nuevos valores de uso’. De ahí la ‘explotación de la naturaleza entera’, ‘la búsqueda de nuevas cualidades útiles en las cosas’, ‘el intercambio a escala universal de productos fabricados bajo todos los climas y en todos los países’, y los nuevos ‘tratamientos (artificiales) aplicado a los objetos naturales’ para darles nuevos valores de uso. De ahí, finalmente, ‘la explotación de la tierra en todos los sentidos, tanto para descubrir nuevos objetos utilizables como para dar nuevas propiedades de uso a los viejos, y utilizar como materias primas sus nuevas cualidades; el desarrollo máximo de las ciencias de la naturaleza; el descubrimiento, la creación y la satisfacción de las nuevas necesidades salidas de la sociedad misma. La producción fundada en el capital crea, a la vez, la industria universal y un sistema de explotación universal de las propiedades naturales humanas. Ya nada parece tener valor superior en sí… Por tanto, sólo el capital es el que ‘crea a la sociedad civil burguesa y desarrolla la apropiación universal de la naturaleza y de la conexión social misma por los miembros de la sociedad’. De ahí su ‘gran influencia civilizadora’. El capital genera un nivel de desarrollo social en relación con el cual todos los desarrollos anteriores aparecen como una idolatría natural local y limitada. Con la producción capitalista propiamente dicha, ‘la naturaleza se vuelve un puro objeto para el hombre, un puro asunto de utilidad, deja de ser reconocida como un poder para sí; e incluso el conocimiento teórico de sus leyes autónomas no aparece más que como un ardid que contempla someterla a las necesidades humanas, sea como objeto de consumo, sea como medio de producción” (Bensaïd - Marx Intempestivo).
Entonces, como el capitalista no va a renunciar a la acumulación de la riqueza y, por lo mismo, no va a dejar de explotar a los trabajadores y expoliar la naturaleza, construye mecanismos engañosos que supuestamente van a dar respuestas a la crisis ecológica. Una muestra de ello son los famosos foros o cumbres como el “Protocolo o Acuerdo de Kyoto, Cancún o Durban” sobre el cambio climático, en el que predominan aquellos “acuerdos” que, a simple vista, son los de las multinacionales del petróleo, del complejo industrial del automóvil, de las grandes industrias de armas, es decir, el interés de las transnacionales y de los grandes capitales. Y como estos “acuerdos” no benefician a la humanidad y al mismo planeta, seguimos en una trayectoria de incrementos de temperatura superiores a los dos grados centígrados, con consecuencias extremas en materia de sequías, inundaciones, deshielo de glaciares, aumento en el nivel del mar y, en general, impactos severos sobre agricultura y formas de vida de millones de personas.

Será difícil convertir en realidad las promesas ecológicas que se han prodigado con gran generosidad en estas cumbres auspiciadas por el Banco Mundial y los grandes capitales, primero, porque al capitalismo solamente le interesa la explotación de las fuerzas productivas para generar riqueza, y, segundo, porque el capitalismo al estar viviendo una crisis financiera y económica global va a buscar salidas en la explotación de los trabajadores y en la destrucción del medio ambiente. Lo que se discute en estas cumbres es dinero, lo que significa que el cambio climático traerá consecuencias terribles, especialmente para los más pobres y vulnerables del planeta.

La principal propuesta de los países ricos es la “economía verde”, esto implica, cuantificar y valorizar económicamente las distintas funciones de la naturaleza para introducirlas al mercado a través de una serie de mecanismos financieros; mercantilizar los procesos y funciones de la naturaleza a través del comercio de los servicios de los ecosistemas; crear un ambiente propicio para la inversión privada en el agua, la biodiversidad, los océanos, los bosques, etc.; y desarrollar un mercado ficticio de bonos y certificados financieros que se negociaran a través de los bancos (1). Los países ricos esperan la autorización de las Naciones Unidas para empezar a desarrollar un conjunto de indicadores y mecanismos de medición que creen las bases para un mercado mundial de servicios ambientales y de los ecosistemas.

Engels, en El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, planteaba que en el capitalismo lo que prima es siempre la inmediatez, el beneficio inmediato es el único fin del capitalista aislado, sin importar las consecuencias de la producción e intercambio. El capitalista produce sin tomar en consideración el posible agotamiento o degradación del recurso, ni siquiera para una potencial utilización por otros capitalistas.
Los ecologistas y el ecocentrismo
Basándose en las economías burocráticas productivismo del “socialismo real”, y viendo cómo el capitalismo y el “socialismo”, codo a codo, constituyeron dos variantes del desastre ecológico, el movimiento ecologista se muestra como la única luz en hacernos tomar conciencia de los peligros que amenazan al planeta como consecuencia del actual modo de producción y consumo.

Sin embargo, estos movimientos, con sus diferentes variantes, lo único que han hecho es convertirse en simples compañeros eco-reformistas del capitalismo tanto en los gobiernos de centro-izquierda como de derecha. El problema es que, más allá de cierto sermón anticapitalista, no tienen una propuesta concreta que enfrente la crisis ecológica que está generando el capitalismo, sus propuestas lo que hacen es crear la ilusión de un “capitalismo verde”, es proponer reformas capaces de controlar los “excesos” del capitalismo, es apoyarse en la cultura para construir “consignas ‘pachamamistas’ como lectura indigenista de la realidad social y de la manera de relacionarse del hombre con su entorno, que peca de utópico, ahistórico e idealista, ya que no parte de las condiciones materiales y las necesidades surgidas de las mismas para comprender cómo mejorar las condiciones de vida. El ‘pachamamismo’ es parte de un programa anclado en lo simbólico de la cultura indígena, en la exaltación de lo comunitario y en un amplio sentido animista de la vida natural que trata de tapar con un dedo la verdad compleja de un capitalismo que refuncionaliza las características de organización étnicas a los fines del capital”. (Toño Laure – Palabra Obrera Nº 46).

La principal debilidad de los ecologistas es ignorar la necesaria conexión entre el productivismo y el capitalismo, de ver real y concretamente en el capitalismo la causa de tal crisis. No comprenden la relación entre el productivismo y la lógica de la ganancia. La ausencia de una postura anticapitalista coherente ha conducido a que levanten sus banderas que expresan una posición “ni izquierda, ni derecha”. A esta posición se han unido los ex-marxistas convertidos al ecologismo que exhortan en que es necesario salir de una orientación “roja”, es decir, del marxismo o del socialismo, para adherirse a la “verde”, al nuevo paradigma que traería una respuesta a todos los problemas económicos y sociales.

Finalmente, las corrientes ecologistas “fundamentalistas” llegan a plantear, bajo el pretexto de luchar contra el antropocentrismo, una objeción al desarrollo de las fuerzas productivas como factor de desarrollo de la humanidad, lo que hace que tengan posturas de volver a un pasado en “armonía con la naturaleza” y colocando a la humanidad y a todas las especies vivientes al mismo nivel. Esta postura se expresa en el hecho de que estas corrientes no establecen una distinción entre los seres humanos como seres naturales y como seres sociales, y no entienden que el trabajo, a través del cual la humanidad ha transformado la naturaleza y las relaciones sociales, es la esencia del proceso histórico humano. Por lo que el “culto a la naturaleza” tendría una postura ahistórico y superficial.

Según los activistas ecológicos, Marx, asigna el origen de todo valor y toda riqueza al trabajo humano y desatiende la contribución de la naturaleza. Esta crítica resulta un malentendido: Marx utiliza la teoría del valor-trabajo para explicar el origen del valor de cambio en el cuadro del sistema capitalista. La naturaleza, por otro lado, participa en la formación de verdadera riqueza que no son los valores de cambio, sino los valores de uso. Esta tesis está muy explícitamente adelantada por Marx en la Crítica del Programa de Gotha contra las ideas de Lassalle y sus discípulos: “El trabajo no es la fuente de toda la riqueza. La naturaleza es toda la fuente, tanto de valores del uso como del trabajo, que no es más que la expresión de una fuerza natural, la fuerza de trabajo del hombre”.
El productivismo en el “Socialismo Real”
Marx -que sostenía que bajo el capitalismo existe una correlación necesaria entre el incremento de la productividad y la pauperización- expresaba el carácter represivo del concepto de la productividad y, por lo mismo, el carácter creador de la plusvalía. Igualmente, manifestaba que la discrepancia entre las necesidades sociales y las individuales, entre la productividad social y la individual, prevalecerá, en tanto que la producción social no sea controlada colectivamente por los individuos que producen mediante su trabajo la riqueza social. Contrariamente a lo que plantea Marx, Stalin, en 1931, declaraba que el socialismo sólo podía vencer sobre la base del rendimiento de trabajo más elevado que en el régimen capitalista. Con esta política se empezaba a traicionar la revolución que los bolcheviques iniciaron en octubre de 1917 -política que fue la expresión de la consolidación creciente de la burocracia en el aparato estatal y en el partido, de la continuidad en el terreno de la producción y de lo que ya se estaba haciendo en otros planos: el abandono del internacionalismo y la adopción de la pseudo teoría del socialismo en un solo país- y es que el productivismo, a costa de la deterioro de las fuerzas productivas, no hizo otra cosa que frenar la primera condición absolutamente necesaria para avanzar al socialismo.

El stajanovismo (2) stalinista al ser antagónico al socialismo y al no haber asumido una verdadera decisión democrática sobre las prioridades y el modo de desarrollo, al no haber construido la idea de la interdependencia entre el hombre y la naturaleza, como conciencia de su doble determinación social y natural; generó extravíos productivistas de la colectivización forzada y de la industrialización acelerada, materializó los privilegios burocráticos y la confiscación del poder, con lo cual definía al hombre como el “capital más precioso” y sentó las bases del socialismo en un solo país.

En esta lógica es que el productivismo en el “socialismo real” fue eco de todas las críticas, como la del escritor e historiador ruso Aleksandr Solzhenitsin (3), que en su novela “Archipiélago Gulag” denuncia el sistema de prisiones soviético, el terrorismo y a la policía secreta que -a través de campos de concentración, la “reeducación” y el exterminio (gulag)- fue desasiéndose de lo mejor de la vanguardia revolucionaria que se oponía al régimen burocrático. En el capítulo “Los puertos del Archipiélago” de esta novela, muestra cómo el trabajo forzado y la “reeducación” van matando a todos aquellos que se oponían al stalinismo y cómo esa industria penitenciaria va generando miseria humana y también contaminación del entorno natural (4).Por las páginas heladas del ‘Archipiélago’ cruzaban caravanas de esclavos, riadas de prisioneros, campos de concentración, trabajos forzados. Por la Lubianka no pasaban sólo los trotskistas y los espías, sino los mejores bolcheviques, los escritores, los comisarios, los maestros, los soldados y los héroes de guerra(Sartre).

Trotsky también alzó su voz contra los crímenes de Stalin en uno de sus libros fundamentales, La Revolución Traicionada:
A la economía del tiempo —dice Marx— se reduce, en definitiva, toda la economía; es decir, la lucha del hombre contra la naturaleza en todos los grados de la civilización. Reducida a su base primordial, la historia no es más que la prosecución de la economía del tiempo de trabajo. El socialismo no podría justificarse por la simple supresión de la explotación; es necesario que asegure a la sociedad mayor economía del tiempo que el capitalismo. Si esta condición no es cumplida, la abolición de la explotación no sería más que un episodio dramático desprovisto de porvenir. La primera experiencia histórica de los métodos socialistas ha mostrado cuáles son sus vastas posibilidades. Pero la economía soviética está aún lejos de haber aprendido a sacar partido del tiempo, la materia prima más valiosa de la civilización. La técnica importada, principal medio de la economía del tiempo, aún no da en el terreno soviético los resultados que son normalmente suyos en su patria capitalista. En este sentido decisivo para la civilización entera, el socialismo todavía no ha vencido pero ha probado que puede y debe vencer. Actualmente no ha vencido. Todas las afirmaciones contrarias no son más que los frutos de la ignorancia o de la charlatanería”... “En este camino, Stalin da otro paso adelante cuando presenta el movimiento Stajanov como el que ‘prepara las condiciones de la transición del socialismo al comunismo’. El lector verá ahora cuán importante era dar definiciones científicas de las nociones que se utilizan en la URSS con fines de utilidad administrativa. El socialismo, o fase inferior del comunismo, exige sin duda un control riguroso del trabajo y del consumo, pero, en todo caso, supone formas de control más humanas que las que ha inventado el genio explotador del capitalismo. En la URSS vemos un material humano atrasado, que es implacablemente forzado al uso de la técnica tomada del capitalismo. En la lucha por alcanzar las normas europeas y americanas, los métodos clásicos de la explotación, como el salario a destajo, son aplicados bajo formas tan brutales y descarnadas que los mismos sindicatos reformistas no podrían tolerar en los países burgueses. La observación de que los obreros de la URSS trabajan ‘en su propio beneficio’ no está justificada más que en la perspectiva de la historia y con la condición, diremos, anticipándonos a nuestro propósito, de que no se dejen degollar por una burocracia todopoderosa. En todo caso, la propiedad estatal de los medios de producción no transforma el estiércol en oro y no rodea de una aureola de santidad al sweating system —sistema del sudor— que agota la principal fuerza productiva: el hombre. En cuanto a la preparación de la ‘transición del socialismo al comunismo’, comienza exactamente a la inversa, es decir, no por la introducción del trabajo a destajo, sino por la abolición de este trabajo considerado como una herencia de la barbarie”.
Una propuesta revolucionaria y socialista
Desde la LORCI, corriente revolucionaria marxista, leninista, trotskista; señalamos que una verdadera revolución social debe estar orientada a la construcción de la sociedad comunista, y que las condiciones mínimas para esto son la lucha contra el imperialismo, la expropiación de la burguesía y la destrucción del Estado burgués (5) -obstáculo cuasi absoluto para el desarrollo. Un desarrollo que no sólo implica un aumento de la riqueza, sino un elevamiento de las condiciones materiales, sociales y culturales, que preserve y garantice el equilibrio ecológico. Para los marxistas, la necesidad de la revolución social contra las transnacionales y la burguesía, desde un punto de vista ecológico, es la necesidad de restablecer el metabolismo del hombre con la naturaleza que fue roto por el capitalismo. Marx, en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, contemplaba el comunismo como un naturalismo consumado:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoenajenación humana y, por tanto, como real apropiación de la esencia humana por y para el hombre; por consiguiente, como total retorno del hombre a sí mismo, como hombre social, es decir, humano, retorno total, consciente y llevado a cabo dentro de la riqueza del desarrollo anterior. Este comunismo es, como naturalismo consumado = humanismo y, como humanismo consumado = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza y con el hombre, la verdadera solución del conflicto entre existencia y esencia, entre objetivación y propia manifestación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el secreto descifrado de la historia y que se sabe como esta solución” … “la sociedad es, por tanto, la cabal unidad esencial del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza.” … “La historia es de por sí una parte real de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en hombre”.
Ni la “economía verde” que patrocina el capitalismo, ni los ecologistas eco-reformistas del capitalismo, ni los pachamamistas del “Buen vivir” son una respuesta real a la crisis ecológica que está generando el Estado capitalista burgués. Solamente mediante la lucha de clases y el rol destacado de la clase obrera con un programa y una estrategia revolucionaria para vencer a la burguesía y al imperialismo, se puede abrir un nuevo camino en las relaciones naturaleza y ser humano. En este sentido, frente a la preparación de la IX marcha del TIPNIS, unamos la lucha indígena con la lucha obrera, demandemos a los trabajadores para que tomen en sus manos las reivindicaciones indígenas para volcarla contra la burguesía de todos los colores y contra el actual gobierno frente populista del MAS.
Notas
(1) Hay que recordar que fueron los grandes bancos que provocaron la crisis financiera y que fueron recuperados con millones de dólares de fondos públicos, y que ahora -desde esta perspectiva- tendrá a su disposición a la naturaleza para especular y realizar fabulosas ganancias.
(2) Stajánov, fue un célebre minero soviético, fue nombrado Héroe del Trabajo Socialista en 1977 por ser ejemplo de sacrificio personal dedicado al progreso de un país que estaba muy atrasado. De su apellido deriva el estajanovismo. En 1935 consiguió extraer catorce veces más la media de carbón que sus compañeros, que era de siete toneladas: él extrajo, en seis horas, 102 toneladas. Entonces, la propaganda soviética le escogió como modelo para el resto de trabajadores de la URSS.
(3) Alexandr Solschenizyn, nació en 1918 en la ciudad de Kislovodsk, en 1945 fue arrestado por criticar y oponerse al régimen de estalinista. Por esta razón pasó ocho años en un campo de concentración, condenado a trabajos forzados, experiencia que le serviría para escribir Un día en la vida de Iván Denisovich y otras novelas. Su denuncia fue correcta, sin embargo, terminó capitulando el capitalismo.
(4) “En las cañerías se producían pulsaciones, ora la presión era superior a la planificada, ora era inferior, pero los canales penitenciarios nunca fluyeron vacíos. Por ellos corrían constantemente la sangre, el sudor y la orina y, con ellos, todos nosotros. La historia de este alcantarillado es la historia de un incesante tragar y fluir, sólo que las crecidas alternaban con los estiajes, y de nuevo venían las crecidas, los arroyos se juntaban, ora más grandes, ora más pequeños, y de todas partes afluían arroyos y arroyuelos, chorros de los desagües o simples gotas aisladas.”… “Tampoco encontraréis aquí el azul cálido del mar (aquí, para lavarse hay un litro de agua por cabeza; o para que resulte más cómodo, ¡cuatro litros para cuatro personas, que deben lavarse a la vez en un mismo barreño!). Salvo esto, todo aquello que confiere a los puertos una atmósfera novelesca —la suciedad, los parásitos, las blasfemias, el trasiego, la babel de lenguas y las riñas— lo encontraréis de sobra.” (Extracto de la novela el “Archipiélago Gulag”).
(5) “EI Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.”… “Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases” … “si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que "se divorcia cada vez más de la sociedad", es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel ‘divorcio’.”… “En realidad, Engels habla aquí de la ‘destrucción’ del Estado de la burguesía por la revolución proletaria, mientras que las palabras relativas a la extinción del Estado se refieren a los restos del Estado proletario después de la revolución socialista. El Estado burgués no se "extingue", según Engels, sino que ‘es destruido’ por el proletariado en la revolución. El que se extingue, después de esta revolución, es el Estado o semi-Estado proletario.

Nota publicada originalmente en la revista Lucha de Clases, Nº 2. La Paz, Bolivia.
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