Karl Marx ✆ Kāru Marukusu |
Lucas Ortíz & Lucas Villasenin
| En el siguiente
trabajo se lleva adelante la tarea de reconstruir críticamente la concepción de
la historia de Carlos Marx a partir de las inquietudes que le fueron generando
las transformaciones políticas y sociales que se dieron en Rusia durante el
siglo XIX. Así como la realidad rusa cambió sustancialmente desde los primeros
análisis de Marx hasta los que haría en sus últimos días de vida, también
habría cambios y rupturas muy importantes en sus reflexiones. Una concepción
que rompa con el determinismo unilineal de la historia, que muchas veces se le
atribuye a Marx, es posible de ser descubierta a partir de sus aportes para
pensar la posibilidad de la revolución en Rusia.
1. “Mi supuesta teoría ha sido mal comprendida”
El pensamiento de Marx durante más de un siglo ha
estado directamente identificado con una teoría o filosofía de la historia
determinada. Gran influencia en esta imagen sobre sus reflexiones teóricas han
sido generadas a partir de una multiplicidad de factores que si bien no son el
objeto directo de nuestro estudio no podemos dejar de señalar.
También, en su defensa, se puede hablar de cómo él mismo se
oponía a concebir al pensamiento de Marx como una filosofía de la
historia que parte de una dialéctica transhistórica al sostener en el Anti-Duhring: «Un sistema de la
naturaleza y de la historia que abarca todo y contiene todo, está en contradicción
con las leyes fundamentales del pensamiento dialéctico»2.
Estos trabajos de Engels, fueron fundantes de toda la
primera generación de marxistas, así lo señala el mismo Riazanov, cuando
destaca que el mismo Anti-Duhring era
la obra más importante del marxismo luego de El Capital 3. La selectiva lectura de la producción teórica
de Marx conocida en los años posteriores a su muerte, en dónde su
principal obra había quedado incompleta y daba lugar a interpretaciones
adversas a las que el autor pretendía expresar, el Materialismo Histórico
empezaba a emerger como una potente concepción de la historia que podía
establecer el desarrollo del conjunto de las formaciones sociales a lo largo
del desarrollo de la historia. En un ambiente cargado de influencias del
positivismo neo-kantiano y de un consecuente determinismo mecanicista, la
palabra de Marx se transformaría en una autoridad que dirimía las
problemáticas fundamentales de las sociedades.
El recorrido comenzado por una determinada lectura de los
últimos trabajos de Engels, así como parcializadas lecturas de textos
conocidos hasta la época de Marx, se expresarían políticamente en la II
Internacional y encontrarían su continuidad en el estalinismo. Para culminar
con un breve ejemplo que ilustra a esta concepción unilineal de la historia
basta citar al mismo Stalin cuando canoniza en uno de sus textos más
difundidos señala que: «La historia conoce cinco tipos fundamentales de
relaciones de producción: el comunismo primitivo, la esclavitud, el feudalismo,
el capitalismo y el socialismo»4.
Nuestro objetivo será construir una crítica a esta
concepción de la historia aceptada como derivación del pensamiento
de Marx tanto por una mayoría de sus apologistas como por sus
detractores más acérrimos. Una concepción que consideramos que incluso sigue
vigente en autores como Gerard Cohen al considerar como uno de los
principales hallazgos revolucionarios del Materialismo Histórico establecer
que: «predice transformaciones sociales en gran escala»5 en el desarrollo
de la historia.
Buscaremos una crítica que parte de las conclusiones
extraídas por el fundador de la I Internacional a partir su vínculo con una
sociedad como la rusa que a lo largo de su vida sufrió grandes transformaciones
que acapararon su atención. Enfrentarse a las reflexiones desarrolladas
por Marx sobre Rusia en los últimos años de su vida implica chocar
ante un panorama poco estudiado e investigado en lo que se ha dado a llamar
como la historia del marxismo. Consideramos que para una investigación breve
pero profunda sobre las cartas y textos en dónde Marx analiza el
tema, se debe suponer una historización de la relación del autor con el devenir
político y social de Rusia, así como una aguda exegesis sobre los mismos al ser
en muchos casos «borradores», cartas no enviadas, cartas enviadas tratando de
evitar censuras o textos co-producidos.
Por otro lado, no se puede descartar la existencia de
materiales que aún se encuentran «inéditos» de la misma forma que se
encontraron durante décadas muchos de los materiales fundamentales para nuestra
investigación actual. Esto no le quita responsabilidad a nuestro trabajo pero
obliga a futuras investigaciones que deban profundizar muchas «líneas» aún por
conectar.
2. “La última gran reserva de la entera reacción europea”
A diferencia de la posibilidad de abstraer las reflexiones
de Marx sobre Rusia, partimos de dar cuenta de los cambios a lo largo
de las décadas que preceden a sus más relevantes conclusiones en los últimos
años de su vida. Podemos decir brevemente, que este primer recorrido no es más
ni menos que la relación de un gran intelectual del siglo XIX atento del
devenir mundial de su época con una realidad que le era en buena parte
desconocida.
Una de las primeras caracterizaciones y conclusiones que
lograba sacar Marx sobre Rusia tiene que ver con el carácter
contrarrevolucionario que había ocupado el zarismo en las revoluciones de fines
de la década de 1840. El envío de tropas del Zar Nicolás I para
reprimir la revolución Austro-Húngara, marcaría a fuego la imagen que aquél
revolucionario exiliado en Inglaterra fijaría sobre el rol de Rusia en el
escenario Europeo. Otro elemento a destacar en los primeros posicionamientos de
estos años no deja de ser su temprano posicionamiento por la independencia de
Polonia.
Esta imagen construida sería reproducida con más tenacidad
durante la década siguiente en dónde como señala el investigador
norteamericano Kevin Anderson teniendo en cuenta notas escritas
para The Tribune destaca
que: «En los 50' Marx enfocó a Rusia como
un poder listo para intervenir nuevamente en caso de que el movimiento europeo
se reafirmara»6. Por esta razón no es raro constatar que en el año 1853,
cuando estalla guerra de Crimea él mismo se haya posicionado en contra de
Rusia. Estos posicionamientos quedarían expresados en su polémica con el
conservador Lord Palmerson, quien había advertido el papel de Rusia en
1837 al señalar que: «Rusia da a todo el
mundo bastante seguridad, al igual que Inglaterra para la preservación de la
paz»7. Marx se descargaría ante este personaje con una serie de
artículos en dónde destacaría su complicidad con el expansionismo ruso.
El límite de las ambiciones rusas en la guerra de Crimea dio
lugar a cambios sustanciales en una sociedad dominada por lo
que Marx consideraba como «despotismo asiático». El surgimiento de un
Partido Liberal, el cuestionamiento profundo a la estructura social vigente,
como la creciente intervención en el mercado mundial dieron lugar a que llegado
diciembre de 1959 Marx diera un giro en sus caracterizaciones al destacar que:
«En Rusia, el movimiento está avanzando con mayor rapidez que en todo el resto de Europa (…) Cuando venga la próxima revolución, Rusia será tan amable como para revolucionarse también»8.
En 1861, Alejandro II firmó la emancipación de los
siervos, uno de los hechos que Marx llegó a destacar como de los más
importantes del mundo por aquellos años 9. Esta medida dio lugar a una
dinámica social impensada algunas décadas atrás y llevó a Marx a
comenzar a analizar con mayor detenimiento qué sucedía en un territorio que se
le presentaba en un principio de manera sumamente hostil.
3. El Capital: ¿“Una teoría histórico-filosófica sobre la evolución general”?
Las reflexiones recién mencionadas tienen que ver con los
años en que Marx se encontraba comenzando a sistematizar su crítica a
la economía política. Este proceso encontraría un mojón clave en la publicación
del I Tomo de El Capital (el
único publicado en vida y expresión de su inacabado proyecto teórico) en 1867.
A pesar de las pocas referencias a Rusia en esta obra, a partir de aquí
comenzaría a desarrollarse una dinámica bastante peculiar entre Marx, sus
«seguidores» y los populistas rusos.
Dato de relevancia es que ya en 1868 se encontraba en planes
lo que sería la primera traducción de El
Capital para Rusia que fue publicada finalmente en 1872. En estos
pocos años no sólo se comenzaba a expresar un particular interés por la obra
de Marx en aquellas lejanas tierras, sino que él mismo desarrollaría
un camino que lo iría acercando cada vez más al ambiente político de
Rusia. Marx aprendería ruso en apenas 3 meses para leer el libro La Situación de la Clase Trabajadora escrito
por Flerovsky a comienzos de 1870 y que según su crítica era «la
primera obra que dice la verdad acerca de la situación económica rusa»10.
Poco tiempo después Marx no tardaría en leer los trabajos
sobre la comuna rural de Chernyshevski quien era uno de los principales
teóricos del populismo ruso, y que tenía como una de sus principales posiciones
que:
«Bajo la influencia del desarrollo superior que determinado fenómeno de la vida social ha alcanzado entre los pueblos más avanzados, este fenómeno puede desarrollarse velozmente entre otros pueblos y elevarse de un nivel inferior directamente a uno superior, pasando por encima de los momentos lógicamente intermedios» 11
haciendo una crítica directa a aquellos que consideraban
como inevitable el desarrollo del capitalismo en Rusia. Su estimada valoración
sobre estos trabajos quedará notificada en Epílogo a la 2º edición de El Capital.
Durante la última década de su vida, se puede destacar un
creciente interés de Marx por los cambios sociales de la sociedad
rusa. En estos años se irá desarrollando una relación directa que lo mantendrán
al tanto de su actualidad política ya sea a través de delegados rusos de la I
Internacional y principalmente través de una numerosa correspondencia
con Danielson. Así también, una gran cantidad de libros sobre el devenir social
de aquel gigantesco imperio comenzarían a invadir progresivamente sus estudios.
Una gran cantidad de cuadernos (aún sin publicar) 12 demuestran aún
cuán poco improvisados son los materiales con que actualmente contamos para
conocer sus posicionamientos respecto al devenir económico-social de Rusia.
La experiencia de la comuna de París, los sucesivos debates
y la posterior disolución de la I Internacional, también darían lugar a pensar
a Rusia de una manera distinta. A mediados de la década del 70´ en sus Anotaciones a Estatismo y Anarquía de Bakunin, Marx dejaría
constancia de su oposición al anarquismo ruso. Así como, en el año
1875 Engels –con la indudable colaboración de Marx– escribiría
un artículo en contra del Tkachov quién reproducía posiciones
eslavófilas 13.
Hacia fines de la década del 70’ contamos con otro material
sumamente relevante para nuestro estudio como la crítica al libro Obscinoie zemlevladjenie del
ruso Kovalevsky 14 en donde Marx realiza una crítica al
intento del autor ruso de considerar a las comunas agrarias en la India y
Turquía como supuestos «feudalismo» y como señala García Linera allí
opondría a «sus intentos de aplicar
fácilmente esquemas interpretativos válidos para Europa Occidental a una
sociedad totalmente diferente»15.
Tanto la carta al Consejo Editorial de Otechestvennye Zapiski de 1977 que
no fuera enviada, así como los 4 borradores de respuesta y la posterior carta
a Vera Zasulich que son los textos que consideramos actualmente como
más importantes en nuestro trabajo responden a lo mismo: la interpretación por
el movimiento revolucionario ruso de El
Capital. Para comprender estas discusiones no es para nada menor
diferenciar los actores con los que Marx discute.
4. “Me he convencido de que la comuna es el punto de apoyo para la regeneración social de Rusia”
La primera carta que nombramos fue escrita durante los meses
en que se desarrollaba la guerra rusa-turca en la cual Marx tomaría
una posición en contra del imperio zarista, considerando la posibilidad de una
futura revolución rusa. En esta carta hace referencia directa a las modificaciones
de El Capital que él
hiciera en la 2º Edición retirando una nota al pie que criticaba
a Herzen e introduciendo una aclaración sobre la acumulación
originaria. Estos cambios tenían que ver directamente con la interpretación que
Mijailovsky tenía de la obra marxiana. Este autor le atribuía por un lado
negar la posibilidad de un desarrollo propio de Rusia distinto del que había
tenido Europa occidental a partir de la crítica de Marx al
eslavista Herzen; así como también a partir de su interpretación de la
teoría de la acumulación originaria le atribuía una concepción unilineal del
desarrollo histórico como resultado de una «teoría histórico-filosófica».
La breve carta que fue pensada para enviar a Otechestvennye Zapiski, buscaba
principalmente desacreditar una supuesta creación de una teoría de ese tipo al
concluir que:
«Así, pues sucesos notablemente análogos, pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se podrá encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante el pasaporte universal de una teoría historico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica» 16
Esta interesante respuesta a la forma en que era asimilada
la producción teórica de Marx, muy útil para comprender cuál era el
proyecto intelectual que el encaraba, no serían conocidas en lo inmediato al no
haberla enviado. La inédita respuesta sería encontrada por Engels luego
del fallecimiento de su compañero y fue enviada a integrantes de grupo
Emancipación del Trabajo (grupo sucesor de Reparto
Negro) quienes no se hubieran visto favorecidos al tener que difundir
que Marx sostenía posiciones muy distintas a las de sus seguidores
rusos. Poco tiempo después, Engels insistiría en que se publique esta
carta inédita y así se haría en una revista legal rusa.
Luego de que la guerra rusa-turca culminaría con el triunfo
ruso y el fortalecimiento del zarismo, poco tiempo después de
afrontar Marx estas acusaciones y de no haber respuesta pública se
daba en Rusia la división de la principal organización del movimiento
revolucionario: Tierra y Libertad.
Por un lado quedará la corriente mayoritaria con el nombre de La Voluntad del Pueblo que se
reivindicará como socialista y populista, que era partidaria de continuar e
intensificar los ataques directos al zarismo. Y por otro lado quedara Reparto Negro que incluirá a figuras
exiliadas que se oponían a los atentados contra las autoridades zaristas
como Plejanov, Axelrod y Vera Zasulich que se
proclamaban marxistas.
Marx estaba al tanto de estas discusiones y mantenía
vínculos con ambos grupos. Según Shanin:
«Su simpatía estaba con los luchadores y los revolucionarios, fuese cual fuese la “letra menuda” de sus credos y contra los marxistas doctrinarios, especialmente cuando utilizaban los fundamentos teóricos para rebatir las luchas revolucionarias (…) Los miembros de La Voluntad del Pueblo que arriesgan sus vidas estaban para él en lo cierto con respecto a lo esencial de sus posiciones políticas» 17
La Voluntad del Pueblo
ya había pedido a Marx que aclarara posiciones sobre las
interpretaciones a las que daba lugar su teoría en el debate político ruso. Y
el mismo Marx había leído el Programa de La Voluntad del Pueblo que sostenía que:
«Quienes no concuerdan con el lado político de nuestro programa, con frecuencia se refieren a Marx (…) concluyen que los cambios en las relaciones económicas pueden surgir solo como resultado de luchas precisamente en la esfera económica, puesto que ninguna estructura política ni revolución política es capaz ni de retardar ni de estimular la transformación económica» 18
Esta interpretación economicista y determinista se oponía a
la lucha y la energía política de quienes encontraban en la unidad entre el
proletariado urbano y los campesinos de las comunas rurales la posibilidad de
darle un eterno golpe de gracia al zarismo y a la opresión del pueblo ruso.
Ante este panorama Vera Zasulich, una mujer que había
atentado fallidamente contra Trepov –gobernador por aquellos años de San
Petersburgo- siendo parte de Tierra y
Libertad, se proponía también en nombre de Reparto Negro poner fin a estas discusiones que hacían de manera
inmediata a una cuestión de «vida o muerte» como era el caso de la comuna rusa
y que tenían como telón de fondo una batalla sobre si el autor de El Capital había desarrollado una teoría
de la historia unilineal que establecía pasos inevitables en su desarrollo o
esto no era así. Ella le pedía a Marx que le responda de manera más
detallada en un texto o en una carta que pueda ser publicada sobre el siguiente
dilema:
«O bien la comuna rural (…) es capaz de desarrollarse en una dirección socialista (…) en cuyo caso los socialistas deben dedicar todas sus fuerzas a la liberación y desarrollo de la comuna (…) O bien, en cambio, la comuna está destinada a perecer» 19
Marx escribió la carta con su respuesta
a Zasulich, sin embargo es sabido que existen cuatro borradores que
preceden a la carta definitiva. Tres textos son preparatorios, donde se
condensan citas de El Capital y
análisis de la historia europea en una forma algo caótica y de no fácil
lectura. El cuarto texto es un borrador que ya comienza a tener forma de
carta, y por último, la carta definitiva resume en una hoja los textos
anteriores a manera de una respuesta.
Los textos, a grandes rasgos, podrían ser estructurados de
la siguiente manera: A) Excusas por el retraso de respuesta. B) Citas de El Capital, de la traducción francesa.
C) Palabras de desconocimiento acerca de los marxistas rusos a los que
refiere Zasulich (aunque esta referencia solo aparece en el «segundo
borrador». D) Argumentos en contra y a favor de la comuna rusa E) Conclusión:
La comuna rusa puede ser el punto de partido para la regeneración de la
sociedad 20.
El «segundo» borrador está lleno de correcciones y por
momentos es muy confuso, se presupone que este «segundo» texto es en realidad
el primer texto en ser escrito, pero fue publicado en 1924 como el «segundo
borrador». El «primer» texto (en realidad el segundo en orden de escritura) es
más largo que el segundo y posee más argumentos. El «tercer» texto está
inconcluso y comienza a tener el formato de la carta que culminará enviando. El
«cuarto» es breve e incompleto. La carta final que fue enviada
a Zasulich y Plejanov, resume en buena medida los borradores
anteriores. El texto es claro, y conciso. Marx no deja lugar a dudas
sobre su negación a reconocer la existencia de algo así como la «inevitabilidad
histórica», cuando dice: «espero que unas
pocas líneas bastarán para que no le quede a usted duda alguna acerca de la
forma en que mi supuesta teoría ha sido mal interpretada» 21.
Observando las citas de El Capital que se repiten en los borradores podemos extraer
que el sentido de estas tiene como objetivo negar la unilinealidad del proceso
histórico, ya que la descripción hecha en relación a la acumulación originaria
en su obra está «expresamente restringida
a los países de Europa occidental» 22. Además destaca que mientras
Europa occidental pasó de un régimen de propiedad privada de trabajo personal a
uno de propiedad privada capitalista; la situación en Rusia es diferente, ya
que la propiedad es comunal y no privada. Marx destaca el hecho de que
en Europa occidental la comuna fue arrasada por completo, pero a la vez señala
que esto fue posible gracias a un proceso que llevo cientos de años –algo que
no sería ya no sería posible para Rusia en época signada por la expansión del
capitalismo a nivel mundial.
Una simple lectura de los borradores deja en manifiesto
que Marx no sólo está a favor del pasaje de la comuna rusa a la
propiedad comunista sino que lo establece como una posibilidad histórica real.
Esta potencialidad de la comuna está claramente condicionada a partir de la
emergencia de una revolución rusa que le permita incorporar los principales
avances técnicos y productivos del capitalismo.
Marx también ofrece argumentos en contra de este
posible devenir de la comuna rusa, al señalar cuáles son sus principales
amenazas. Uno de estos rasgos se encuentra en elementos particulares de su
realidad histórica como es el carácter aislado de las comunas. Mientras que
sentencia que en el fondo
«lo que amenaza la vida de la comuna rusa no es ni una inevitabilidad histórica ni una teoría; es la opresión estatal y la explotación de los intrusos capitalistas a quienes el Estado ha hecho poderosos a expensas de los campesinos» 23
Mientras que, a favor de la comuna, sostiene que: 1) esta
tiene un carácter nacional, que no es resultado de invasiones sino que es
producto autóctono de los campesinos rusos; 2) la comuna rural convive
históricamente con la sociedad capitalista y por lo tanto con sus innovaciones
tecnológicas; y 3) la vigencia aún del artel
permitiría la expansión del trabajo cooperativo.
Lo que Marx destaca en estos textos es que la
comuna rural es posiblemente un punto de origen para la regeneración de la
sociedad rusa. Sin embargo, esto tendrá lugar solo si «las influencias dañinas
que la asaltan por todos lados» son eliminadas y si se «garantizan las
condiciones normales para su desarrollo espontaneo»24.
En las conclusiones que escribe en la carta, el destino de
la comuna rusa no se ve amenazado por ninguna fatalidad histórica, sino por su
entorno político. En consonancia con esto, podemos leer en el «primer» borrador
que: «para salvar a la comuna rusa, debe producirse una revolución
rusa» 25.
La carta a Vera Zasulich, fue escrita apenas unos días
antes de que La Voluntad del Pueblo
llevara adelante exitosamente un atentado contra el zar Alejandro II, un
hecho político que marcaría a fuego el devenir de los llamados populistas rusos
en la década siguiente. Esta carta jamás fue publicada por el grupo de Reparto Negro y sería publicada
por Riazanov en 1923, más de una década después de que fuera
encontrada en el archivo de Axelrod. A pesar de su publicación –poco
reproducida en las publicaciones posteriores de la correspondencia marxiana-,
fue ignorada por buena parte de los seguidores de Marx y Engels durante
el siglo XX en nombre argumentos que le quitaban relevancia y ninguneaban el
interés de su autor por la cuestión rusa.
Una de las últimas alusiones de Marx en vida a lo
que podemos denominar como la cuestión
rusa está en el prologo de 1882 a la edición rusa del Manifiesto Comunista firmado por él
y Engels. Allí ambos destacan el papel de vanguardia que ocupara Rusia en
el movimiento revolucionario de Europa, dando lugar a la posibilidad de que
desde allí surja la revolución que se complemente con el resto la del
continente y le permita a la comuna rusa ser el punto de partida de la
regeneración social rusa.
Si bien las diferencias
entre Engels y Marx respecto a las potencialidades de la
comuna rusa no son objeto de este trabajo nos interesa señalar un interesante
debate en torno a este Prólogo. La mayoría de los investigadores de estos
textos, como son los casos de José Aricó 26, Enrique
Dussel 27, Teodor Shanin y Haruki Wada 28, tienden a
destacar que la necesidad de complementar la revolución rusa con la revolución
en Europa no es una condición supuesta en las cartas anteriores y sus
borradores. Estos autores le atribuyen esta posición a Engels quien
habría sido el autor del Prólogo, mientras que Marx sólo se habría
dedicado a firmar en disconformidad.
Por otro lado, tanto Derek Sayer y Philip
Corrigan 29 como Kevin Anderson 30 cuestionan aquella
interpretación del prólogo de 1882 sosteniendo que lo allí expresado era una
posición compartida tanto por Marx como por Engels. Desde
nuestro punto de vista consideramos que esta segunda interpretación es mucho
más adecuada. Pues, si bien pueden destacarse divergencias importantes entre
las reflexiones de ambos autores (principalmente si tenemos en cuenta los
posteriores textos de Engels), Marx nunca pensó la posibilidad
histórica de que una revolución rusa separada de el escenario mundial que la
rodeaba.
Si bien en los escritos precedentes no se expresa con los
mismos términos lo que se sostiene en el Prólogo, en ellos Marx se
cansaría de señalar el carácter peculiarmente histórico de la posibilidad de
Rusia de dar el salto de la propiedad comunal a la propiedad comunista a partir
de su contemporaneidad con el desarrollo del capitalismo (y sus innovaciones). Marx no
concebía de ninguna manera la posibilidad del devenir autónomo de la comuna
hacia el comunismo aislado de los aportes que deberían hacer los elementos
progresivos del capitalismo para la producción social. Esto no hace al
pensamiento marxiano un pensamiento más determinista, sino que tiene de fondo el
supuesto histórico de la ya existencia del capitalismo con sus respectivas
consecuencias que permiten la emergencia del comunismo como proyecto
disruptivo, superador apropiándose de muchos de sus beneficios. Sostener lo
contrario –como de manera diferente sostienen José Aricó, Enrique
Dussel, Teodor Shanin y Haruki Wada-, que en principio se haría
en nombre de quitarle a Marx elementos supuestamente deterministas de
su pensamiento, conduce a un análisis abstracto de sociedades particulares en
relación al desarrollo histórico del capitalismo a nivel global. Estos
autores olvidan que si alguien no era partidario de la posibilidad del
socialismo en un solo país era Marx quien si bien se tomó el trabajo
de estudiar las especificidades de las distintas sociedades –y a establecer sus
grados de autonomía- concebía este tipo de transformaciones en una escala
superior que las particularidades nacionales.
5. Breves Conclusiones
Según lo aquí desarrollado no se puede extraer de El Capital un argumento a favor o
en contra de la comuna rusa, ya que la discusión transcurre en un terreno
concreto y no abstracto. Son el estudio de la actualidad política e histórica
de Rusia el escenario sobre el que deben tomarse las decisiones. El debate
sobre la especificidad de este país llevó aMarx a leer en su idioma a los
principales científicos y especialistas del presente ruso. Es obvio
que Marx no era un improvisador y no lo fue tampoco a la hora de
poner el ojo en el desarrollo del capitalismo por fuera de los «principales»
países de Europa.
La acusación de un férreo eurocentrismo y determinismo
histórico que sostienen autores como Chavolla al defender que: «Marx se resistía a dar su aval
incondicional a la posibilidad de una revolución socialista en un país no
industrializado»31 a lo largo de toda su producción teórica queda
inmediatamente impugnada a la luz de estas investigaciones.
La discusión con los populistas rusos deja entrever que su
noción de la historia está lejos de ser aquella que fue enseñada durante
décadas en los manuales del Materialismo Histórico. Las formaciones
económico-sociales no siguen una sucesión lineal y necesaria en todas las
partes del mundo. Marx no amolda los hechos a una filosofía de la
historia sino que se mantiene abierto a los acontecimientos políticos de su
época para vislumbrar las potencialidades de los mismos en una época de
expansión a nivel global del capitalismo.
Por cierto que la respuesta de Marx lo alejan de
sus escritos sobre la India donde sostenía que Inglaterra era la abanderada del
progreso. Ejemplo de esto está en los borradores cuándo se sostiene el desastre
generado por Inglaterra en relación a las comunas en aquel país. Además aquí,
hay una profundización en la conciencia de un rasgo en el análisis del
capitalismo: su avance sobre el mundo no libera a los pueblos de sus antiguas
cadenas, sino que los somete a otras; las del colonialismo –como el caso de
India-, que constituyen un orden mundial desigual; o la destrucción de formas
de producción pre-existentes en nombre de la lógica mercantil –como el caso de
Rusia.
A diferencia de lo que en muchos casos se supone, el
concepto de historia en Marx resulta mucho más complejo al
desaparecer la linealidad, y dar lugar a nuevas potencialidades, a nuevos
sujetos y sociedades que hacen posible ver un horizonte de liberación. El caso
de Rusia nos muestra un análisis marxiano ligado al estudio histórico del
devenir de la praxis concreta de una sociedad determinada y particular en el
desarrollo histórico del capitalismo durante el siglo XIX. Por cierto que el
análisis aquí realizado de la cuestión rusa en Marx, nos aleja de la
simplificación que le atribuye analizar realidades sociales diversas siguiendo
un esquema de evolución histórica predeterminado.
Notas
1 Engels 1946: 28
2 Engels 1978: 11
3 Riazanov 1971: 250
4 Stalin 1977: 879
5 Cohen 1986: 314
6 Anderson 2010: 43 (traducción propia)
7 Marx
1985: 111
8
Marx-Engels 1947: 142
9
Marx-Engels 1947: 142
10
Marx-Engels 1947: 300
11 Shanin 1990: 239
12 Dussel 2007:451
13 Este texto de Engels Acerca de la
Cuestión Social en Rusia, cuenta con posiciones similares a las
conclusiones que llega a Marx en sus posteriores cartas, aunque también con
elementos que entrarían en tensión con las mismas. Quedará pendiente, por el
carácter de este trabajo un análisis pormenorizado de las posibles confluencias
o divergencias entre ambos.
14 El Cuaderno
Kovalevsky como buena parte de esta bibliografía aún espera ser publicada
en su totalidad.
15 García
Linera 2008; 25
16
Marx-Engels 1947: 372
17 Shanin
1990; 39. Una interpretación similar se puede ver la lección IV de las
recientemente publicadas Nueve Lecciones
sobre economía y política en el marxismo de José Arico en dónde se destaca
la «poca importancia» que Marx y Engels le daban al grupo de «marxistas
ortodoxos» que encabezaba Plejanov.
18 Shanin
1990; 271
19 Shanin
1990; 128
20 Dussel
2007: 258
21 Shanin
1990:161
22 Shanin
1990: 153
23 Shanin 2010: 138
24 Shanin 2010: 162
25 Shanin 1990: 152
26 Aricó 1988. Ver su Nota IV. El desplazamiento del campo de interés de Marx hacia las comunidades
agrarias en Marx y América Latina, en dónde se destaca que el Prólogo fue
sólo escrito por Engels y que habría una relación ambigua entre la necesidad o
no de la revolución en occidente entre el Prólogo y la carta a Vera Zasulich (y
sus borradores).
27 Dussel 2010: 262. Quien señala que la necesidad de una
revolución en occidente para que Rusia pueda concretar la suya no era una
condición que Marx estableciera, sino que era una posición exclusiva de Engels.
28 Shanin 1990: 98. Wada señala que respecto al Prólogo,
luego de destacar que Marx sólo habría puesto la firma, que: «La perspectiva que se ofrece aquí es
diferente de la que pone Marx en su Carta a Zasulich y en sus borradores, pues
postula como precondición para una regeneración rusa la coincidencia de una
revolución proletaria en occidente».
29 Shanin 1990: 106. Quienes sostienen que: «la afirmación
de Wada de que para 1881 Marx había abandonado su idea de que un socialismo
ruso basado en la obschina necesitaba una revolución en Occidente es
extremadamente dudosa». Y le reprochan a Wada subestimar la firma de Marx en el
Prólogo.
30 Anderson 2010: 282. Anderson señala criticando a Dawa que
los planteos del Prólogo «están
implícitos en los borradores de la carta a Zasulich»
31 Chavolla
2005; 173
Bibliografía
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at the margins: on nationalism, ethnicity, and non-western societies,
Chicago: The University of Chicago Press.
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• Cohen, G. (1986): La teoría de la historia de Karl Marx, Trad. Pilar Lopez Máñez. Madrid: Siglo XXI.
• Dussel, E. (2007): El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, México: Siglo XXI.
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• Marx, K. (1985): Historia de la vida de Lord Palmerson. Palmerson y Rusia, Trad. José Reed Espalla. Buenos Aires: Editorial Rescate.
• Marx, K. (2002): El Capital, Tomo 1, Trad. de Pedro Scaron. Buenos Aires: Siglo XXI.
• Marx, K. (2008): El manifiesto comunista, Trad. Miguel Vedda. Buenos Aires: Ediciones Herramienta.
• Melotti, U. (1974): Marx y el tercer mundo, Trad. Ariel Bignami. Buenos Aires: Amorrortu.
• Riazanov, D. (2012): Marx y Engels, Trad. Rossana Cortez y Ana Julia Hurtado. Buenos Aires: Ediciones IPS.
• Riazanov, D. (1971): Marx y Engels, Santiago de Chile: Empresa Editora Nacional Quimantu.
• Shanin, T. (1990): El Marx tardío y la vía rusa. Marx y la periferia del capitalismo, Trad. De Graziella Baravalle. Madrid: Editorial Revolución, S.A.L.
• Stalin, J. (1977): Cuestiones de Leninismo, Pekin: Ediciones en Lenguas Extranjeras.
• Aricó, J. (2012): Nueve Lecciones sobre economía y política en el marxismo, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
• Aricó, J. (1988): Marx y América Latina, Buenos Aires: Catalogos editora.
• Chavolla, A. (2005): La imagen de América en el marxismo, Buenos Aires: Prometeo Libros.
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• Engels, F.- Marx, K. (1947): Correspondencia. Buenos Aires: Editorial Problemas.
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• Stalin, J. (1977): Cuestiones de Leninismo, Pekin: Ediciones en Lenguas Extranjeras.