Karl Marx ✆ Natalia Rizzo |
Ariane Díaz |
En el epílogo de 1873 a la segunda edición alemana de El capital, Marx sentencia que el
período innovador de la economía política –al que pertenecería Ricardo, por
ejemplo–, a medida que la lucha de clases se agudizaba, se convertía en mera
propaganda burguesa: “… la mala
conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la
investigación científica sin prejuicios” [1]. Por otro lado, glosa las
lecturas contradictorias que se habían hecho de su método: sindicado entre los
grandes analíticos o bien entre los grandes metafísicos, entre los realistas o
entre los idealistas, hubo quienes le reprocharon centrarse en la crítica de lo
real y no dar “recetas de cocina para el bodegón del porvenir”, mientras otros
denostaron un exceso de hegelianismo.
Economía y filosofía; método analítico y dialéctico; ciencia,
crítica e ideología; la herencia de Ricardo y Hegel: combinados o como polos
excluyentes, estas coordenadas van a cruzar las interpretaciones que hicieran
los marxistas durante todo el siglo XX. Mientras el revisionismo de la II
Internacional cuestionó a la dialéctica, Lenin y Trotsky vieron en ella una
herramienta para dar cuenta de los desafíos políticos que abría la época
imperialista [2].