“Creemos que ha llegado la hora de remediar esta situación y hacerlo de una manera radical y explícita. Si hemos de seguir el ejemplo de Marx y hacer uso pleno de su poderoso método analítico, no podemos contentarnos con parchar y modificar el modelo competitivo que subyace a su teoría económica. Tenemos que reconocer que la competencia, que era la forma predominante de relaciones de mercado en el siglo XIX en Inglaterra, ha cesado de ocupar tal posición, no sólo en Inglaterra sino en cualquier otra parte del mundo capitalista. Hoy, la unidad económica típica en el mundo capitalista no es la pequeña empresa que produce una fracción despreciable de un producto homogéneo para un mercado anónimo, sino una empresa de gran escala que produce una porción significativa del producto de una rama (o incluso de varias) y es capaz de controlar sus precios, su volumen de producción, y los tipos y montos de sus inversiones. La unidad económica típica tiene, en otras palabras, los atributos que se pensaba eran exclusivos del monopolio. Es, por tanto, inadmisible ignorar al monopolio al construir nuestro modelo económico y continuar considerando la competencia como el caso general. Si intentamos entender el capitalismo en su etapa monopolista, no podemos abstraer esta forma dominante ni introducirla como un mero factor modificador: tenemos que incluirla en el centro mismo del esfuerzo analítico” (pp.5-6, edición original en inglés, Monthly Review Press, Nueva York, 1966).
Las consecuencias teóricas de la adopción de esta postura
son enormes. En TDC (capítulo XV), Sweezy había manifestado su acuerdo con
Hilferding que la realización de la teoría de Marx de la concentración, de
las fusiones monopolistas, parecen resultar en la invalidación de la teoría del
valor de Marx. Sweezy añade que en condiciones de monopolio, las proporciones
de intercambio [entre mercancías] no coinciden con sus proporciones de tiempos
de trabajo incorporados. Esto requeriría mucha discusión. Por lo pronto, aclaro
que en la sección 6 (Precio de monopolio) del capítulo III (el problema del
valor cuantitativo), Sweezy había citado a Marx (vol. III de El Capital) al respecto: Cuando hablamos
de precio de monopolio queremos decir, de manera general, un precio que está
determinado sólo por el afán de los compradores de comprar y su solvencia,
independientemente del precio que es determinado por el precio general de
producción y por el valor del producto. Comenta Sweezy y añade:
“En otras palabras, el control de la oferta por el monopolio, lo habilita para sacar ventaja de las condiciones de demanda. Por tanto, la demanda adquiere una significación especial, y tanto el precio como la cantidad producida (y la asignación del trabajo) son diferentes de lo que hubiesen sido en un régimen de competencia. Aún más, y éste es el más grave aspecto del monopolio desde el punto de vista analítico, las discrepancias entre el precio de monopolio y el valor no están sujetas a ninguna regla general, como sí es el caso de las discrepancias entre precios de producción y valores…Las relaciones cuantitativas de valor son perturbadas por el monopolio, pero las relaciones cualitativas de valor no lo son. En otras palabras, la existencia del monopolio no altera las relaciones sociales básicas de la producción de mercancías…Ni cambia la conmensurabilidad esencial de las mercancías. Esto es, el hecho que cada una representa una cierta porción del tiempo de la fuerza total social de trabajo. Esto es importante, pues significa que incluso bajo las condiciones monopólicas, podemos continuar midiendo y comparando mercancías en términos de unidades de tiempo de trabajo, a pesar del hecho que las relaciones cuantitativas precisas implicadas en la ley del valor ya no prevalecen”. (p. 55, edición en inglés; en español, pp. 75-76
Sweezy es contundente al decir que el capitalismo
monopolista sigue siendo, en esencia, el mismo capitalismo, pero es ambiguo en
cuanto a la dimensión cuantitativa. En el capítulo XV de TDC resume los más
importantes efectos del monopolio en el funcionamiento económico capitalista:
1) suben los precios de las mercancías monopolizadas;
2) la tasa de ganancia única de la competencia es sustituida por una jerarquía de tasas de ganancia: más altas en los sectores más monopolizados;
3) aumenta, en general, la tasa de acumulación y se acentúan las tendencias a la baja de la tasa promedio de ganancia y al subconsumo;
4) se bloquea la inversión en las industrias monopolizadas y se aglomera el capital donde hay mayor competencia, lo que lleva a que la tasa de ganancia pertinente para las decisiones de inversión sea más baja;
5) se fortalece el sesgo de la tecnología capitalista a ahorrar mano de obra;
6) Los costos de venta suben, lo que crea puestos de trabajo improductivo y lleva a la baja de las ganancias monopólicas extraordinarias, al aumento del consumo y a la baja de la tasa de acumulación.
Lo anotado en el punto 6 tiende a compensar lo anotado en
3), 4) y 5), pero lo hace llevando no al desarrollo de las fuerzas productivas
sino desviando los recursos a usos socialmente innecesarios y al desperdicio.
En 1971, Sweezy impartió las Marshall
Lectures en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, y volvió al
tema del capitalismo monopolista:
“¿Qué pasa si insertamos el monopolio en este modelo [de acumulación de Marx]? Si tomamos el valor de la fuerza de trabajo como magnitud irreductible, el único efecto del monopolio será la redistribución de la plusvalía de los sectores más competitivos a los más monopólicos. Incluso esto puede aumentar la tasa de acumulación, puesto que concentra plusvalía en menos manos, y los que reciben más acumulan una mayor proporción que los que reciben menos, acelerando la emergencia de problemas de sobreacumulación. Kalecki dio un paso más, argumentó que el monopolio no sólo concentra la plusvalía sino también aumenta el monto de plusvalía a expensas de los salarios… Si el monopolio se introduce no en una única ocasión, sino como una fuerza secular creciente, entonces el proceso de acumulación en su conjunto puede sesgarse permanente y crecientemente hacia la sobreacumulación y el estancamiento… El tema fue retomado por Steindl. La pregunta que éste se propuso contestar fue por qué la economía de EU permaneció en un estado profundo de depresión durante toda la década de 1930… Demostró que el crecimiento del monopolio… debe tener un importante efecto retardador en el proceso de acumulación de capital, lo que sólo puede significar una tendencia creciente al estancamiento … Con esto, me parece que los fundamentos de una adecuada teoría, esencialmente marxista, del capital monopolista fueron firmemente sentados”. (Paul Sweezy, On the Theory of Monopoly Capitalism, revista Monthly Review, abril, 1972, pp. 14-15).
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