Karl Marx ✆ Wiaz |
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“No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie” – Walter Benjamin
Jimena Vergara |
Podemos afirmar que la mayor parte de la obra de Karl Marx hace
referencia al lugar de la técnica en el desarrollo de la sociedad en general y
en la sociedad capitalista en particular, como una categoría que constituye su
concepción global sobre las fuerzas productivas:
“Una historia crítica de la tecnología demostraría en qué escasa medida cualquier invento del siglo XVIII se debe a un solo individuo. Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnología natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de producción para la vida de plantas y animales. ¿No merece la misma atención la historia concerniente a la formación de los órganos productivos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particular de la sociedad? (…) La tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza (…), sus relaciones sociales de vida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas. (…)” (Marx, K.: 1894/1994: 453)
Los marxistas del siglo XX se enfrentaron a una realidad
tecnologizada que fue más allá de las predicciones teóricas de los enemigos de
la tecnología que vieron en su desarrollo -simple y llanamente- una forma de
autoritarismo sofisticado, imposible de subvertir. También fue más allá de los
amigos acríticos de dicha tecnologización, ajenos a las perniciosas
consecuencias que hoy enfrentamos que han devenido en la exclusión y
marginación de amplios sectores de la sociedad global, la precarización de las
condiciones de vida de millones de seres humanos y en una crisis ecológica de
grandes proporciones.
El autómata
global
Desde los Manuscritos
de 1844, Marx discierne entre la eficacia de la técnica -una suerte de telos 1 tecnológico abstracto- y su
función histórico-concreta en la reproducción social. Bajo esta discriminación
la técnica puede medirse en términos de su productividad2. Sin embargo, esta
forma fetichizada de medir la eficacia de la técnica es incapaz de aprehender
su lugar histórico en la sociedad actual donde la misma se encuentra
subordinada al capital:
Para el capitalista, el empleo más útil del capital es aquel que, con la misma seguridad, le rinde mayor ganancia. Este empleo no es siempre el más útil para la sociedad; el más útil es aquel que se emplea para sacar provecho de las fuerzas productivas de la naturaleza (Say, t. II, pág.. 131). (Marx, K.: 1844/2001)
Si bien el telos de
la técnica implica “sacar provecho de las fuerzas productivas de la naturaleza”
su determinación actual la subordina a los intereses del capital, cuya dinámica
es la obtención de beneficios particulares, en franca contradicción con el
interés social.
Para Marx, existe una diferencia sustancial entre el
carácter de las fuerzas productivas y su configuración en los modos de
existencia en el devenir histórico. Como plantea Karl Korsch, organiza su
crítica de la tecnología diferenciando su especificidad histórica de su
determinación transhistórica.
Pero lo verdaderamente sugestivo en Marx3 y que inspira el
título y contenidos de esta columna, es que descifra en el proceso histórico la
emergencia de lo que él mismo denomina como el
autómata global. La consecuencia social técnica del desarrollo capitalista
donde los trabajadores, operarios y obreros son accesorios dotados de
movimiento a su servicio.
Bajo esta perspectiva la ciencia y la tecnología se ponen en
órbita bajo el dominio de la producción capitalista. Y al mismo tiempo que la
tecnología es constitutiva de las condiciones sociales del trabajo, el capital
la revoluciona permanentemente:
Hemos visto cómo el modo de producción capitalista no solo modifica formalmente el proceso de trabajo sino que revoluciona todas sus condiciones sociales y tecnológicas, y cómo el capital y no aparece aquí solamente como condiciones materiales del trabajo- materia prima y medios de trabajo- que no pertenecen al trabajador, sino como la síntesis de los poderes y las formas sociales de su trabajo comunitario en tanto que poderes y formas que enfrentan al trabajador individual. (Marx, K.: 1861-1863/2005: 57)
En el autómata global el hombre de hierro subyuga al hombre
de carne y hueso y esta es la esencia de la producción capitalista que “se
presenta aquí como un factum
tecnológico”.
Hacia una tecnología
libertada
La sociedad tecnológica es promovida por la reproducción de
la ganancia. La oposición a este orden de cosas solo puede venir de advertir
que “el poder de la máquina no es más que la expresión manifiesta del poder del
hombre”:
La dominación tecnológica en la producción capitalista contemporánea supone la objetivación de las relaciones sociales, al punto en que los seres humanos estamos subsumidos por el ciclo de reproducción capitalista. Si el escenario donde se reproducen y recrean los aspectos ideológicos de la técnica como instrumento de dominación es el de la política tecnológica, esto querría decir que este escenario es también, un campo de batalla, un espacio de disputa donde se puede desplegar, no solo la crítica, si no la acción técnica alternativa.
Los artefactos, objetos, ordenadores, procesos y máquinas
que forman parte del universo tecnologizado, tienen propiedades ambivalentes en
sus posibilidades prácticas. La exploración de dichas posibilidades no puede
ser desplegada más que “en el lugar mismo de la reproducción técnica”. Para lo
cual es fundamental volver al escenario del cual parte la Teoría Crítica, el
del trabajo como forma específica de praxis humana y reintegrar a los agentes
directos que reproducen todo sistema técnico con su hacer, restituyendo a los
trabajadores en su lugar de reproductores directos de la riqueza social.
La intención de esta columna es abordar debates
epistemológicos sobre la ciencia y la tecnología desde una perspectiva crítica,
es decir, polemizar con los diversos reduccionismos científicos destacando la
actividad del sujeto en el proceso de conocimiento, la relación entre
conocimiento y realidad mediada por la praxis y la historicidad de las teorías
científicas. Abordar también desde la crítica tecnológica los problemas
devenidos de la emergencia de la tecnociencia en el marco del capitalismo
contemporáneo, en temas de alto impacto como el calentamiento global, la
biotecnología, las neurociencias o la automatización de la industria. Y por
supuesto difundir procesos de autogestión y control desde abajo de la
tecnología donde se despliega una práctica anticapitalista del quehacer
científico y tecnológico.
Notas
1 Jorge Veraza sostiene en su ensayo El horizonte crítico-
revolucionario de Marx, Darwin y Vico que “(…) las fuerzas productivas sólo
pueden ser concebidas como totalidad y cada una como parte integrante de una
totalidad debido a que su suerte está echada en el seno de la vida y la sirven,
son sus instrumentos. Son valores de uso de la vida y es sólo como tales que
contienen un telos, una finalidad, un sentido inmanente. Su carácter
orgánico significa que son objetivamente teleológicas (adecuadas a fines
vitales)”.
2 La calidad de vida que suscita o la cantidad de trabajo socialmente
necesario para producir valores de uso.
3 En realidad, Karl Marx accede a esta definición a través de la lectura
del ingeniero Escocés Andrew Ure quien en su Philosophy of Manufactures
plantea “El término Factory System designa, en tecnología, la operación
combinada de muchas clases de trabajadores, adultos y jóvenes, que vigilan
cuidadosamente una serie de máquinas productoras, impelidas continuamente por
una fuerza central. Esta definición incluye organizaciones tales como fábricas
de algodón, de lino, de seda y ciertos trabajos de ingeniería; pero excluye
aquellos en los que el mecanismo no forma series conectadas o no dependen de un
motor inicial. Ejemplos de esta clase los tenemos en el trabajo del hierro,
tintorería, fábricas de jabón, fundidores de bronce, etc. La principal
dificultad, a mi juicio, no se debe tanto a la invención de un mecanismo
automático para estirar y retorcer algodón en un hilo continuo como a la
distribución de los diferentes elementos del aparato en un solo cuerpo
cooperativo, que mueva cada órgano con una delicadeza y velocidad apropiadas,
sobre todo que acostumbre a los seres humanos a renunciar a sus inconexos
hábitos de trabajo, y a identificarse con la invariable regularidad del
complejo automático. Idear y proporcionar un apropiado código de disciplina del
trabajo en fábrica, adecuado a las necesidades de las exigencias de la
automatización, fue la empresa hercúlea, la espléndida realización de
Arkwright. Incluso actualmente, cuando el sistema se ha organizado
perfectamente y su labor simplificada hasta el máximo, es casi imposible
convertir a personas que han pasado de su pubertad, ya procedan de ocupaciones
rurales o artesanas, en útiles obreros de fábrica. Después de luchar durante un
espacio de tiempo en dominar sus descuidados e inquietos hábitos, terminan por
renunciar espontáneamente a su empleo o por ser despedidos por sus patronos en
razón de su falta de atención al trabajo.”
Referencias bibliográficas
Marx, K. (1985): Grundrisse: lineamientos fundamentales para la
crítica de la economía política (1857-1858). Fondo de Cultura Económica.
México.
– (1894/1989): El Capital, Volumen I, II y III. Siglo XXI,
México.
– (1990): El Capital, Cap.VI inédito, Siglo XXI, México.
– (1857/1979): Prólogo a la contribución a la crítica de la economía
política, Cuadernos del pasado y presente, Editorial Juan Pablos, México.
– (1861-1863/2005): La Tecnología del Capital (Extractos del
Manuscrito1861-1863), Selección y traducción de Bolívar Echeverría. Editorial
ITACA, México.
– (1844/2005): Manuscritos de 1844, Selección y traducción de
Bolívar Echeverría. Editorial ITACA, México.
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