► A
propósito de la Conferencia de Historical Materialism y sus debates
Karl Marx ✆ Natalia Rizzo |
Juan Dal Maso |
Entre el 6 y el 9 de noviembre pasado se realizó en la SOAS (Escuela de
Estudios Orientales y Africanos) de la Universidad de Londres, la onceava
Conferencia anual del colectivo Historical
Materialism (en adelante HM). “Cómo
sobrevive el capitalismo” fue su lema de convocatoria este año. La Conferencia contó con más de 140 mesas de debate, en la
que se presentaron cerca de 390 ponencias sobre los más variados temas, desde
investigaciones sobre procesos históricos o corrientes políticas, debates sobre
la relación entre el marxismo, los movimientos sociales, el Estado, la
ecología, por nombrar solamente algunos.
Este evento concentra a un destacado sector de intelectuales
que se reivindican marxistas de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Grecia y
otros países, así como militantes de corrientes políticas de la izquierda
radical europea. También concurren investigadores que desean exponer algunas de
sus conclusiones sobre cuestiones relacionadas con la historia de las
revoluciones, la teoría marxista y los movimientos sociales. Desde el PTS de Argentina y la CCR (Courant Communiste Revolutionaire) del NPA de Francia, presentamos
tres ponencias: una sobre la relación entre Trotsky y Gramsci a propósito de
las teorías de la revolución pasiva, la hegemonía y la revolución permanente,
donde expresamos algunas de las elaboraciones que venimos realizando en IdZ.
Emmanuel Barot presentó un análisis crítico de la trayectoria de Marcuse, su
vinculación con el movimiento estudiantil del ‘68 y los problemas estratégicos
que se derivan de su visión pesimista de la clase obrera, rescatando las
críticas que le realizara Ernest Mandel, muchas de las cuales resultan
aplicables a los actuales mandelistas, como la dirección mayoritaria del NPA.
Juan Chingo presentó una polémica contra las posiciones “neokautskianas” que
sostienen una atenuación creciente de las tensiones interimperialistas,
señalando las especificidades de la declinación de la hegemonía norteamericana,
sus diferencias con el ciclo de la dominación británica y cuáles son las
perspectivas para las que debe prepararse estratégicamente la “extrema
izquierda” (ver la entrevista a Leo Panitch en este mismo número en la que se
retoman estos temas).
Dada la amplitud de temas y discusiones a la que hicimos
referencia más arriba, lo que sigue debe tomarse como una aproximación parcial
y no como un intento de dar cuenta del conjunto de temas y discusiones que se
dieron en la Conferencia, cuestión que excedería largamente estas líneas.
Lecturas unilaterales
del Estado “integral”
En Gran Bretaña ha habido en estos años una recuperación del
interés por la teoría de Gramsci, a partir de la publicación en 2009 del libro
de Peter D. Thomas The Gramscian
Moment, sobre el que nos hemos referido en distintos artículos de esta
revista1.
Uno de los argumentos fuertes del libro de Thomas es el
rescate de la categoría de Estado integral, que también se subraya en los
estudios gramscianos en castellano e italiano2. En la conferencia de HM constatamos
que esta categoría goza de una relativa popularidad entre la intelectualidad de
izquierda angloparlante y un sector de la europea en general. Y esto es
interesante por varios motivos, entre ellos, que de alguna manera expresa un
intento de reivindicar la capacidad explicativa de la teoría marxista respecto
de la cuestión del Estado, contra el cliché instalado por la sociología y la
teoría política burguesas de que “el marxismo no tiene teoría del Estado”.
Pero la utilización de esta categoría en distintos tipos de
análisis, contiene la reproducción de un “sentido común” que actúa como
“obstáculo epistemológico”: en muchos casos, cuando se habla de Estado
integral, aunque se habla del entrelazamiento entre “sociedad civil” y
“sociedad política”, se sigue sobrevalorando el aspecto del consenso, de forma
tal que se transforma al Estado integral en un Estado “consensual”, lectura
unilateral que por ejemplo se contradice con la posición de Gramsci sobre la
“ampliación” de la policía. Si se pierde de vista el aspecto de “coerción” de
la dominación estatal, se puede caer en posiciones “pacifistas” que transformen
la lucha política en lucha cultural o electoral pero naturalicen o
invisibilicen la violencia estatal y la necesidad de enfrentarla. Pero esa
violencia siempre vuelve (o nunca se va), para recordarnos que la “cuestión del
Estado” es un problema que sobrepasa la teoría, como ocurrió recientemente en
Francia con el asesinato de Rèmi Fraisse a manos de la policía y la creciente
militarización de ciudades como Saint Denis (donde se focaliza la represión
mayoritariamente sobre los jóvenes de origen inmigrante mayoritariamente árabe
y africano) o la prohibición recurrente de marchas.
Si es correcto lo que señala Peter D. Thomas sobre que el
Estado integral se caracteriza por “la mutua interpenetración y reforzamiento
de ‘sociedad política’ y ‘sociedad civil’ (los cuales deben ser distinguidos
metodológicamente, no orgánicamente) al interior de una unificada (e indivisible)
forma-Estado”3, esto significa también que la “estatización de la sociedad
civil”, no se limita a los mecanismos de consenso y cooptación, sino que
incluye el reforzamiento y la sobreextensión del aparato represivo, de forma
tal que el Estado integral no se contrapone sino que incluye y refuerza al
Estado-gendarme. Esto que desde América Latina puede parecernos una obviedad,
no lo es tanto en Europa, donde a pesar de los ataques y recortes con la
política de austeridad que vienen aplicando los gobiernos, siguen en pie
ciertos aspectos del llamado “Estado social”, lo cual por un lado oscurece el
aspecto fuertemente represivo del Estado, y por otro, abona un punto de vista
que sigue sosteniendo la posibilidad de cambios “progresistas” desde el Estado (burgués),
creencia que por otra parte tuvo un fuerterevival estos años en la
Argentina.
Gobiernos ¿de
izquierda?
Uno de los debates políticos más importantes de la
conferencia fue sobre las perspectivas de la “izquierda anticapitalista” o
“radical” en Europa, centrado principalmente en las trayectorias de dos
formaciones políticas: Syriza de Grecia y PODEMOS del Estado español. El panel
de esta charla-debate estuvo compuesto por Josep María Antentas (miembro de
Izquierda Anticapitalista en PODEMOS), Panagiotis Sotiris (de la formación de
izquierda radical griega Antarsya) y Stathis Kouvelakis, intelectual marxista
griego muy reconocido en Europa, que es parte de la oposición de izquierda
dentro de Syriza a la política de Tsipras. Sebastian Bugden (organizador de la
conferencia), hizo de moderador. El debate giró alrededor de la necesidad de
que Syriza y PODEMOS lleguen a ganar sus respectivas elecciones para acceder al
poder, para lo cual sería necesario dejar atrás el “sectarismo” y el “folklore”
de la extrema izquierda tradicional, aunque Panagiotis Sotiris intentó hacer
una reflexión más crítica y problematizó más la ausencia en Syriza y PODEMOS de
una política orientada hacia la hegemonía de la clase obrera.
Kouvelakis, por su parte, explicó que el movimiento social
en Grecia había sido muy fuerte pero había retrocedido y que la llegada al
poder de Syriza podría ser un nuevo impulso al movimiento social. Señaló que a
diferencia de PODEMOS, Syriza es una formación de izquierda más tradicional
(con integrantes provenientes del PC, el maoísmo y el trotskismo) aunque
comparten los mismos objetivos. Asimismo intentó relacionar la perspectiva de
un “gobierno de izquierda” con la de “gobierno obrero” planteada por el Cuarto
Congreso de la Tercera Internacional en 19224.
En este “debate estratégico” faltaban algunas definiciones
previas, dadas por superadas por la mayoría de los panelistas. La primera, que
plantear la discusión en términos de “llegar o no al gobierno” bajo
cualesquiera condiciones, omite la definición estratégica de si queremos luchar
por un gobierno de trabajadores que termine con el capitalismo o variantes de
“gobiernos progresistas” que, como los de Chávez y Evo Morales, cambian el
régimen político pero no el carácter de clase del Estado.
La segunda cuestión a considerar críticamente es la de los
límites de las canalizaciones en clave “ciudadana” de las luchas sociales y
democráticas. Por tomar un ejemplo cercano, la experiencia argentina del “¡Que
se vayan todos!” demostró que las luchas democráticas que no superan la forma
ciudadana pueden terminar en “restauraciones conservadoras” que cumplen la
función de restaurar la autoridad del Estado, como el kirchnerismo. La tercera,
que sin la fuerza de la clase obrera organizada desde la base no puede sostenerse
ningún gobierno “de izquierda”, por lo cual no puede lograrse un gobierno de
los trabajadores sin poner en el centro de la actividad de la izquierda el
trabajo en el movimiento obrero para luchar por ligarlo a los movimientos
sociales con una estrategia de hegemonía obrera –cuestiones que señalamos los
militantes del PTS y el CCR y miembros de otras organizaciones que estábamos
presentes–.
Sería necio minimizar la importancia de un fenómeno social y
político muy rico como es el de PODEMOS, o intentar simplificar lo que
significa el surgimiento de Syriza en Grecia, no obstante la evolución de ambas
formaciones hacia el “centro”, a pasos acelerados en el caso de PODEMOS, y con
tiempos más largos en el caso de Syriza. Sobre todo en el caso de PODEMOS, si
esta coalición llegara al poder se puede generar una crisis política de
magnitud en el Estado español y en Europa, e incluso no se puede descartar el
desarrollo de un proceso de movilización obrera y popular más allá de las
intenciones de sus dirigentes y de su programa indefinido. Pero la tentativa de
“llegar al gobierno” sin la organización de base del movimiento obrero, sin
relación entre los trabajadores y los movimientos sociales, e incluso con estos
en retroceso como decía Kouvelakis sobre Grecia, es candidata a ser la víctima
de una de las principales formas de supervivencia del capitalismo: la
asimilación de los desafíos que vienen desde abajo con la constitución de
“gobiernos progresistas” que después abren el camino a la derecha.
Algunas conclusiones
provisorias
El desarrollo de espacios como el de la Conferencia anual de HM contribuye
a la recuperación del interés por el marxismo en el plano teórico. Cabe señalar
que teniendo en Gran Bretaña la cuna del thatcherismo y en Francia la del posmodernismo,
la tarea no resulta fácil ni sencilla y muchos de los límites de esta
“recuperación” tienen que ver con la magnitud de las derrotas previas en la
lucha de clases y los fenómenos de reacción ideológica consiguientes.
Estos límites son los inherentes a una combinación entre el
marxismo y la actividad académica. Esta combinación, en muchos casos, nos
permite conocer muy interesantes investigaciones (más allá de si coincidimos o
no con el conjunto de las conclusiones de los investigadores) sobre temas como
los problemas políticos de la revolución alemana de 1918, las posiciones y
actividades de las corrientes oposicionistas de la URSS que no formaban parte
de la Oposición de Izquierda, la influencia del último Althusser en la
izquierda radical griega actual, por nombrar solamente algunas de una gran
cantidad de ponencias presentadas en la conferencia. Pero en otros casos, se
desarrollan enfoques excesivamente fragmentarios de los enfoques, tendientes a
desarrollar análisis y conclusiones basadas en uno o dos elementos aislados y
sobredimensionados de una realidad compleja, dándole un valor sin límites, que
terminan en un empobrecimiento del método marxista.
Si es correcta la idea planteada por Karel Kosik de que la
dialéctica busca “aprehender la cosa misma, pero dando un rodeo”, rastreando
las conexiones entre esencia y apariencia que para Marx era la tarea de la
ciencia, debemos señalar que muchas veces los investigadores del ámbito
académico parecen practicar el método contrario, que básicamente consiste en
elegir algunos datos que coincidan con la conclusión que previamente quieren
presentar y unirlos arbitrariamente en una lectura parcial. Un ejemplo de esto
podría ser una ponencia en la que se intentaba explicar que Trotsky “no había
luchado contra el culto a la personalidad de Lenin” por fuera de las peleas
dadas por Trotsky en todo el período que va desde la publicación de su libro El
Nuevo Curso hasta el VI Congreso de la Internacional Comunista,
desconociendo asimismo las polémicas realizadas por Trotsky contra el
“leninismo” de aparato de la troika Zinoviev-Kamenev-Stalin.
Curiosamente, este método de “otorgar un valor sin límites”
a elementos aislados, era considerado por el propio Trotsky como una
característica compartida tanto por los enfoques sectarios como por los
oportunistas, siendo los primeros claramente impopulares y los segundos
bastante mejor recibidos en el espacio de HM5.
Si bien el debate estratégico es de por sí más político y
concreto que hace 20 años, cuando primaba la posición de que la clase obrera
había “desaparecido”, hoy el punto de vista predominante es una suerte de
“voluntarismo de las nuevas izquierdas” que aunque reconoce que la “condición
de clase” existe e incluso se amplía, sostiene que la clase obrera no puede
transformarse en sujeto hegemónico, o que como Syriza y PODEMOS pueden llegar
al poder mucho antes que la clase obrera a constituirse en sujeto, no tiene
sentido plantearse el problema de la hegemonía obrera. Y así se postula la
posibilidad de generar cambios “radicales” sin el protagonismo de la clase
obrera.
Este debate contiene una arista que debemos volver a
considerar: la relación entre la lucha por la independencia política de la
clase obrera, su rol como sujeto hegemónico y la construcción de un partido
marxista revolucionario. Frente a posiciones que terminan considerando como “ontológicamente
reformista-corporativa” a la clase obrera y por lo tanto como un sinsentido
luchar por que se constituya como sujeto hegemónico, tanto como otras que
proponen volver sobre un programa mínimo por el bajo nivel de subjetividad
proletaria, es importante destacar que la lucha por la independencia de clase
es la forma embrionaria o el primer paso de la lucha por la hegemonía obrera
respecto de los demás sectores subalternos y oprimidos. En este marco, la lucha
por la construcción de un partido revolucionario es la expresión de una
práctica consecuente por desarrollar la independencia política de la clase
obrera y su constitución como sujeto hegemónico, cuestión imposible sin un
partido con una estrategia orientado en tal sentido.
La hibridación entre el academicismo y el marxismo, la
tendencia al fragmento en ciertos análisis y la orientación hacia las
“izquierdas amplias” en el plano político, da como resultado un marxismo
ecléctico, con puntos fuertes y débiles, que son inevitables en un marco teóricamente
heterogéneo y políticamente posibilista.
En este contexto, son muy destacables los aportes en el
plano teórico, de investigación y publicación de obras marxistas realizados por
el colectivo de Historical
Materialism, e incluso apoyándonos en esos aportes, podemos volver a
considerar muchos problemas de la teoría marxista. Sin embargo, por la
situación de conjunto de la intelectualidad y la “izquierda radical” y las
orientaciones predominantes en ambas, la conquista de un punto de vista no
dogmático en la teoría, pero a la vez revolucionario en la política, sigue
siendo una tarea pendiente. Esta tarea requiere la confluencia de una
intelectualidad marxista militante y el “movimiento real que busca abolir el
estado actual de cosas”6, que sólo puede adquirir una envergadura histórica si
la clase obrera se constituye como sujeto. Y en el marco de esa apuesta
estratégica podrán generarse condiciones para superar un “espíritu de época”
que pudimos palpar en Europa, y que fuera bien resumido por Daniel Bensaïd en Los
irreductibles7, cuando citaba al poeta francés Alfred de Musset: “El
eclecticismo es lo que nos gusta”.
Notas
1. Ver “La hegemonía light de
las “nuevas izquierdas” en IdZ 8, “Trotsky, Gramsci y el Estado en Occidente”, enIdZ 11 y “Revolución pasiva, revolución permanente y
hegemonía” en IdZ 13.
2. Ver Modonesi, Massimo (compilador), Horizontes Gramscianos, México, Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales UNAM, 2013.
3. Thomas, Peter D., The Gramscian Moment. Philosophy, Hegemony and Marxism, Leiden-Boston,
Brill, 2009, p. 137. Traducción propia.
4. Sobre este debate ver Albamonte, Emilio y Maiello,
Matías, “Trotsky y Gramsci, debates de
estrategia sobre la revolución en Occidente” y Cinatti, Claudia “Lucha de clases y nuevos fenómenos políticos
en el quinto año de la crisis capitalista”, ambos en Revista
Estrategia Internacional 28.
5. Trotsky, León, en “Los
ultraizquierdistas en general y los incurables en particular”, versión
digital en www.ceipleontrotsky.org.
6. Ver Barot, Emmanuel, Marx au pays des soviets ou les deux visages du communisme,
París, Ed. La Ville Brûle, 2011.
7. Bensaïd, Daniel, Teoremas
de la resistencia a los tiempos que corren, edición digital en www.marxists.org.
http://ideasdeizquierda.org/ |