23/1/15

Marxismo, intelectuales y clase obrera

A propósito de la Conferencia de Historical Materialism y sus debates

Karl Marx ✆ Natalia Rizzo
Juan Dal Maso   |   Entre el 6 y el 9 de noviembre pasado se realizó en la SOAS (Escuela de Estudios Orientales y Africanos) de la Universidad de Londres, la onceava Conferencia anual del colectivo Historical Materialism (en adelante HM). “Cómo sobrevive el capitalismo” fue su lema de convocatoria este año. La Conferencia contó con más de 140 mesas de debate, en la que se presentaron cerca de 390 ponencias sobre los más variados temas, desde investigaciones sobre procesos históricos o corrientes políticas, debates sobre la relación entre el marxismo, los movimientos sociales, el Estado, la ecología, por nombrar solamente algunos. 

Este evento concentra a un destacado sector de intelectuales que se reivindican marxistas de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Grecia y otros países, así como militantes de corrientes políticas de la izquierda radical europea. También concurren investigadores que desean exponer algunas de sus conclusiones sobre cuestiones relacionadas con la historia de las revoluciones, la teoría marxista y los movimientos sociales. Desde el PTS de Argentina y la CCR (Courant Communiste Revolutionaire) del NPA de Francia, presentamos tres ponencias: una sobre la relación entre Trotsky y Gramsci a propósito de las teorías de la revolución pasiva, la hegemonía y la revolución permanente, donde expresamos algunas de las elaboraciones que venimos realizando en IdZ. 

Emmanuel Barot presentó un análisis crítico de la trayectoria de Marcuse, su vinculación con el movimiento estudiantil del ‘68 y los problemas estratégicos que se derivan de su visión pesimista de la clase obrera, rescatando las críticas que le realizara Ernest Mandel, muchas de las cuales resultan aplicables a los actuales mandelistas, como la dirección mayoritaria del NPA. Juan Chingo presentó una polémica contra las posiciones “neokautskianas” que sostienen una atenuación creciente de las tensiones interimperialistas, señalando las especificidades de la declinación de la hegemonía norteamericana, sus diferencias con el ciclo de la dominación británica y cuáles son las perspectivas para las que debe prepararse estratégicamente la “extrema izquierda” (ver la entrevista a Leo Panitch en este mismo número en la que se retoman estos temas).

Dada la amplitud de temas y discusiones a la que hicimos referencia más arriba, lo que sigue debe tomarse como una aproximación parcial y no como un intento de dar cuenta del conjunto de temas y discusiones que se dieron en la Conferencia, cuestión que excedería largamente estas líneas.

Lecturas unilaterales del Estado “integral”

En Gran Bretaña ha habido en estos años una recuperación del interés por la teoría de Gramsci, a partir de la publicación en 2009 del libro de Peter D. Thomas The Gramscian Moment, sobre el que nos hemos referido en distintos artículos de esta revista1.

Uno de los argumentos fuertes del libro de Thomas es el rescate de la categoría de Estado integral, que también se subraya en los estudios gramscianos en castellano e italiano2. En la conferencia de HM constatamos que esta categoría goza de una relativa popularidad entre la intelectualidad de izquierda angloparlante y un sector de la europea en general. Y esto es interesante por varios motivos, entre ellos, que de alguna manera expresa un intento de reivindicar la capacidad explicativa de la teoría marxista respecto de la cuestión del Estado, contra el cliché instalado por la sociología y la teoría política burguesas de que “el marxismo no tiene teoría del Estado”.

Pero la utilización de esta categoría en distintos tipos de análisis, contiene la reproducción de un “sentido común” que actúa como “obstáculo epistemológico”: en muchos casos, cuando se habla de Estado integral, aunque se habla del entrelazamiento entre “sociedad civil” y “sociedad política”, se sigue sobrevalorando el aspecto del consenso, de forma tal que se transforma al Estado integral en un Estado “consensual”, lectura unilateral que por ejemplo se contradice con la posición de Gramsci sobre la “ampliación” de la policía. Si se pierde de vista el aspecto de “coerción” de la dominación estatal, se puede caer en posiciones “pacifistas” que transformen la lucha política en lucha cultural o electoral pero naturalicen o invisibilicen la violencia estatal y la necesidad de enfrentarla. Pero esa violencia siempre vuelve (o nunca se va), para recordarnos que la “cuestión del Estado” es un problema que sobrepasa la teoría, como ocurrió recientemente en Francia con el asesinato de Rèmi Fraisse a manos de la policía y la creciente militarización de ciudades como Saint Denis (donde se focaliza la represión mayoritariamente sobre los jóvenes de origen inmigrante mayoritariamente árabe y africano) o la prohibición recurrente de marchas.

Si es correcto lo que señala Peter D. Thomas sobre que el Estado integral se caracteriza por “la mutua interpenetración y reforzamiento de ‘sociedad política’ y ‘sociedad civil’ (los cuales deben ser distinguidos metodológicamente, no orgánicamente) al interior de una unificada (e indivisible) forma-Estado”3, esto significa también que la “estatización de la sociedad civil”, no se limita a los mecanismos de consenso y cooptación, sino que incluye el reforzamiento y la sobreextensión del aparato represivo, de forma tal que el Estado integral no se contrapone sino que incluye y refuerza al Estado-gendarme. Esto que desde América Latina puede parecernos una obviedad, no lo es tanto en Europa, donde a pesar de los ataques y recortes con la política de austeridad que vienen aplicando los gobiernos, siguen en pie ciertos aspectos del llamado “Estado social”, lo cual por un lado oscurece el aspecto fuertemente represivo del Estado, y por otro, abona un punto de vista que sigue sosteniendo la posibilidad de cambios “progresistas” desde el Estado (burgués), creencia que por otra parte tuvo un fuerterevival estos años en la Argentina.

Gobiernos ¿de izquierda?

Uno de los debates políticos más importantes de la conferencia fue sobre las perspectivas de la “izquierda anticapitalista” o “radical” en Europa, centrado principalmente en las trayectorias de dos formaciones políticas: Syriza de Grecia y PODEMOS del Estado español. El panel de esta charla-debate estuvo compuesto por Josep María Antentas (miembro de Izquierda Anticapitalista en PODEMOS), Panagiotis Sotiris (de la formación de izquierda radical griega Antarsya) y Stathis Kouvelakis, intelectual marxista griego muy reconocido en Europa, que es parte de la oposición de izquierda dentro de Syriza a la política de Tsipras. Sebastian Bugden (organizador de la conferencia), hizo de moderador. El debate giró alrededor de la necesidad de que Syriza y PODEMOS lleguen a ganar sus respectivas elecciones para acceder al poder, para lo cual sería necesario dejar atrás el “sectarismo” y el “folklore” de la extrema izquierda tradicional, aunque Panagiotis Sotiris intentó hacer una reflexión más crítica y problematizó más la ausencia en Syriza y PODEMOS de una política orientada hacia la hegemonía de la clase obrera.

Kouvelakis, por su parte, explicó que el movimiento social en Grecia había sido muy fuerte pero había retrocedido y que la llegada al poder de Syriza podría ser un nuevo impulso al movimiento social. Señaló que a diferencia de PODEMOS, Syriza es una formación de izquierda más tradicional (con integrantes provenientes del PC, el maoísmo y el trotskismo) aunque comparten los mismos objetivos. Asimismo intentó relacionar la perspectiva de un “gobierno de izquierda” con la de “gobierno obrero” planteada por el Cuarto Congreso de la Tercera Internacional en 19224.

En este “debate estratégico” faltaban algunas definiciones previas, dadas por superadas por la mayoría de los panelistas. La primera, que plantear la discusión en términos de “llegar o no al gobierno” bajo cualesquiera condiciones, omite la definición estratégica de si queremos luchar por un gobierno de trabajadores que termine con el capitalismo o variantes de “gobiernos progresistas” que, como los de Chávez y Evo Morales, cambian el régimen político pero no el carácter de clase del Estado.

La segunda cuestión a considerar críticamente es la de los límites de las canalizaciones en clave “ciudadana” de las luchas sociales y democráticas. Por tomar un ejemplo cercano, la experiencia argentina del “¡Que se vayan todos!” demostró que las luchas democráticas que no superan la forma ciudadana pueden terminar en “restauraciones conservadoras” que cumplen la función de restaurar la autoridad del Estado, como el kirchnerismo. La tercera, que sin la fuerza de la clase obrera organizada desde la base no puede sostenerse ningún gobierno “de izquierda”, por lo cual no puede lograrse un gobierno de los trabajadores sin poner en el centro de la actividad de la izquierda el trabajo en el movimiento obrero para luchar por ligarlo a los movimientos sociales con una estrategia de hegemonía obrera –cuestiones que señalamos los militantes del PTS y el CCR y miembros de otras organizaciones que estábamos presentes–.

Sería necio minimizar la importancia de un fenómeno social y político muy rico como es el de PODEMOS, o intentar simplificar lo que significa el surgimiento de Syriza en Grecia, no obstante la evolución de ambas formaciones hacia el “centro”, a pasos acelerados en el caso de PODEMOS, y con tiempos más largos en el caso de Syriza. Sobre todo en el caso de PODEMOS, si esta coalición llegara al poder se puede generar una crisis política de magnitud en el Estado español y en Europa, e incluso no se puede descartar el desarrollo de un proceso de movilización obrera y popular más allá de las intenciones de sus dirigentes y de su programa indefinido. Pero la tentativa de “llegar al gobierno” sin la organización de base del movimiento obrero, sin relación entre los trabajadores y los movimientos sociales, e incluso con estos en retroceso como decía Kouvelakis sobre Grecia, es candidata a ser la víctima de una de las principales formas de supervivencia del capitalismo: la asimilación de los desafíos que vienen desde abajo con la constitución de “gobiernos progresistas” que después abren el camino a la derecha.

Algunas conclusiones provisorias

El desarrollo de espacios como el de la Conferencia anual de HM contribuye a la recuperación del interés por el marxismo en el plano teórico. Cabe señalar que teniendo en Gran Bretaña la cuna del thatcherismo y en Francia la del posmodernismo, la tarea no resulta fácil ni sencilla y muchos de los límites de esta “recuperación” tienen que ver con la magnitud de las derrotas previas en la lucha de clases y los fenómenos de reacción ideológica consiguientes.

Estos límites son los inherentes a una combinación entre el marxismo y la actividad académica. Esta combinación, en muchos casos, nos permite conocer muy interesantes investigaciones (más allá de si coincidimos o no con el conjunto de las conclusiones de los investigadores) sobre temas como los problemas políticos de la revolución alemana de 1918, las posiciones y actividades de las corrientes oposicionistas de la URSS que no formaban parte de la Oposición de Izquierda, la influencia del último Althusser en la izquierda radical griega actual, por nombrar solamente algunas de una gran cantidad de ponencias presentadas en la conferencia. Pero en otros casos, se desarrollan enfoques excesivamente fragmentarios de los enfoques, tendientes a desarrollar análisis y conclusiones basadas en uno o dos elementos aislados y sobredimensionados de una realidad compleja, dándole un valor sin límites, que terminan en un empobrecimiento del método marxista.

Si es correcta la idea planteada por Karel Kosik de que la dialéctica busca “aprehender la cosa misma, pero dando un rodeo”, rastreando las conexiones entre esencia y apariencia que para Marx era la tarea de la ciencia, debemos señalar que muchas veces los investigadores del ámbito académico parecen practicar el método contrario, que básicamente consiste en elegir algunos datos que coincidan con la conclusión que previamente quieren presentar y unirlos arbitrariamente en una lectura parcial. Un ejemplo de esto podría ser una ponencia en la que se intentaba explicar que Trotsky “no había luchado contra el culto a la personalidad de Lenin” por fuera de las peleas dadas por Trotsky en todo el período que va desde la publicación de su libro El Nuevo Curso hasta el VI Congreso de la Internacional Comunista, desconociendo asimismo las polémicas realizadas por Trotsky contra el “leninismo” de aparato de la troika Zinoviev-Kamenev-Stalin.

Curiosamente, este método de “otorgar un valor sin límites” a elementos aislados, era considerado por el propio Trotsky como una característica compartida tanto por los enfoques sectarios como por los oportunistas, siendo los primeros claramente impopulares y los segundos bastante mejor recibidos en el espacio de HM5.

Si bien el debate estratégico es de por sí más político y concreto que hace 20 años, cuando primaba la posición de que la clase obrera había “desaparecido”, hoy el punto de vista predominante es una suerte de “voluntarismo de las nuevas izquierdas” que aunque reconoce que la “condición de clase” existe e incluso se amplía, sostiene que la clase obrera no puede transformarse en sujeto hegemónico, o que como Syriza y PODEMOS pueden llegar al poder mucho antes que la clase obrera a constituirse en sujeto, no tiene sentido plantearse el problema de la hegemonía obrera. Y así se postula la posibilidad de generar cambios “radicales” sin el protagonismo de la clase obrera.

Este debate contiene una arista que debemos volver a considerar: la relación entre la lucha por la independencia política de la clase obrera, su rol como sujeto hegemónico y la construcción de un partido marxista revolucionario. Frente a posiciones que terminan considerando como “ontológicamente reformista-corporativa” a la clase obrera y por lo tanto como un sinsentido luchar por que se constituya como sujeto hegemónico, tanto como otras que proponen volver sobre un programa mínimo por el bajo nivel de subjetividad proletaria, es importante destacar que la lucha por la independencia de clase es la forma embrionaria o el primer paso de la lucha por la hegemonía obrera respecto de los demás sectores subalternos y oprimidos. En este marco, la lucha por la construcción de un partido revolucionario es la expresión de una práctica consecuente por desarrollar la independencia política de la clase obrera y su constitución como sujeto hegemónico, cuestión imposible sin un partido con una estrategia orientado en tal sentido.

La hibridación entre el academicismo y el marxismo, la tendencia al fragmento en ciertos análisis y la orientación hacia las “izquierdas amplias” en el plano político, da como resultado un marxismo ecléctico, con puntos fuertes y débiles, que son inevitables en un marco teóricamente heterogéneo y políticamente posibilista.

En este contexto, son muy destacables los aportes en el plano teórico, de investigación y publicación de obras marxistas realizados por el colectivo de Historical Materialism, e incluso apoyándonos en esos aportes, podemos volver a considerar muchos problemas de la teoría marxista. Sin embargo, por la situación de conjunto de la intelectualidad y la “izquierda radical” y las orientaciones predominantes en ambas, la conquista de un punto de vista no dogmático en la teoría, pero a la vez revolucionario en la política, sigue siendo una tarea pendiente. Esta tarea requiere la confluencia de una intelectualidad marxista militante y el “movimiento real que busca abolir el estado actual de cosas”6, que sólo puede adquirir una envergadura histórica si la clase obrera se constituye como sujeto. Y en el marco de esa apuesta estratégica podrán generarse condiciones para superar un “espíritu de época” que pudimos palpar en Europa, y que fuera bien resumido por Daniel Bensaïd en Los irreductibles7, cuando citaba al poeta francés Alfred de Musset: “El eclecticismo es lo que nos gusta”.

Notas

1. Ver “La hegemonía light de las “nuevas izquierdas” en IdZ 8, “Trotsky, Gramsci y el Estado en Occidente”, enIdZ 11 y “Revolución pasiva, revolución permanente y hegemonía” en IdZ 13.
2. Ver Modonesi, Massimo (compilador), Horizontes Gramscianos, México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM, 2013.
3. Thomas, Peter D., The Gramscian Moment. Philosophy, Hegemony and Marxism, Leiden-Boston, Brill, 2009, p. 137. Traducción propia.
4. Sobre este debate ver Albamonte, Emilio y Maiello, Matías, “Trotsky y Gramsci, debates de estrategia sobre la revolución en Occidente” y Cinatti, Claudia “Lucha de clases y nuevos fenómenos políticos en el quinto año de la crisis capitalista”, ambos en Revista Estrategia Internacional 28.
5. Trotsky, León, en “Los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular”, versión digital en www.ceipleontrotsky.org.
6. Ver Barot, Emmanuel, Marx au pays des soviets ou les deux visages du communisme, París, Ed. La Ville Brûle, 2011.
7. Bensaïd, Daniel, Teoremas de la resistencia a los tiempos que corren, edición digital en www.marxists.org.
 



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