Karl Marx ✆ A.d. |
Horacio Tarcus |
Una vez superado el clima de antimarxismo dominante en los años ochenta
(reactivado tras el derrumbe de la URSS), el Marx del siglo XXI quedó liberado
de la pesada hipoteca de ser responsable intelectual de los comunismos reales
del siglo XX. El desprestigio de estos “ismos”, la desaparición de Moscú y
Pekín como centros de codificación del “marxismo”, el descrédito de los
manuales de “marxismo-leninismo” y de las interpretaciones canónicas que
culminaban en el triunfo inexorable del comunismo, con sus líderes infalibles y
sus Estados guía, arrastraron en un primer momento a Marx y su obra. Sin
embargo, Marx volvió a emerger de entre los escombros del Muro de Berlín. No el
mismo Marx, sino uno más secularizado, menos fijado a las experiencias
políticas y los sistemas ideológicos del siglo XX, siglo que concluyó con la
esperanza de “volver a Marx”. En efecto, la narrativa dominante en los ochenta –según la
cual el autor de El Capital era sin más el padre de la criatura y que de él a
Stalin y al gulag no había más que una línea necesaria de desarrollo- comenzó a
debilitarse a fines de siglo. Incluso admitiendo que la profecía de la
emancipación humana había fracasado, el mundo globalizado era asombrosamente
parecido al descripto por Marx en el Manifiesto
Comunista. La nueva crisis mundial que estalló en 2008 vino a recordarnos
que al menos el diagnóstico crítico sobre la expansión del capitalismo con sus
crisis periódicas y con su carga de miseria, exclusión y violencia sistémica,
permanece vigente. Nuevas ediciones de El capital se reactivan entonces en todo
el globo.