Karl Marx ✆ A.d. |
Rubén Zardoya Loureda | Digamos
sin rodeos: está en crisis el marxismo vulgar, esa forma transfigurada de la
teoría marxista que constituye la institucionalización del dogma fosilizado y
su ensamblaje arbitrario con los más disímiles razonamientos pancistas que
reproducen los fenómenos externos de la vida social en calidad de
representación y prejuicio.
No se trata, simplemente, del resultado de un desgaste
inevitable o de una avalancha de mordiscos sobre la teoría clásica, sino de un
modo específico de pensamiento socialmente cristalizado, cuya especificidad,
desde el punto de vista lógico, es la absolutización y fetichización de la
lógica formal, la negación radical del historicismo concreto a favor de las más
diversas formas de historicismo abstracto, que sustituyen la unidad de lo
histórico y lo lógico –la investigación de la lógica del desarrollo, el cambio,
la metamorfosis– por la clasificación, la tipología y la cronología, en esencia
suprahistóricas, de los hechos y los avatares del devenir social; el
parasitismo escolástico sobre las conquistas del pensamiento anterior, la
traducción al lenguaje doctrinario de toda suerte de rutinas y politiquerías;
la adoración de la forma externa o, lo que es lo mismo, la solución puramente
formal de las contradicciones; el detallismo insulso, la pasión por el
comentario que nada