Lenin ✆ Michele Rocchetti |
Vladimir Ilich Lenin | Lo
fundamental en la doctrina de Marx es que destaca el papel internacional
histórico del proletariado como constructor de la sociedad socialista. El curso
de los acontecimientos en el mundo entero, ¿confirmó esta doctrina desde que
Marx la expuso? Marx la formuló por primera vez en 1844. El Manifiesto Comunista de Marx y
Engels, publicado en 1848, ofrecía una exposición integral y sistemática de
esta doctrina, exposición que hasta la fecha sigue siendo la mejor. Desde
entonces la historia mundial se divide con claridad en tres grandes períodos: 1)
desde la revolución de 1848 hasta la Comuna de París (1871); 2) desde la Comuna
de París hasta la revolución rusa (1905); 3) desde la revolución rusa. Veamos cuál ha sido el destino de la doctrina de Marx en
cada uno de estos períodos.
I. Desde la
revolución de 1848 hasta la Comuna de París (1871)
Al comienzo del primer período, la doctrina de Marx no era,
ni mucho menos, la imperante. Era sólo una de las muy numerosas fracciones o
tendencias del socialismo. Las formas de socialismo que dominaban eran, en el
fondo, afines a nuestro populismo: incomprensión de la base materialista del
movimiento histórico, incapacidad de discernir el papel y la importancia de
cada clase en la sociedad capitalista, ocultamiento de la naturaleza burguesa
de las reformas democráticas bajo frases diversas casi socialistas sobre el
"pueblo", la "justicia", el "derecho", etc.
La revolución de 1848 asestó un golpe mortal a todas estas
formas ruidosas, abigarradas y pomposas del socialismo premarxista. La
revolución mostró en todos los países a las distintas clases de la sociedad en acción. La
matanza de obreros por la burguesía republicana en París, en las jornadas de
junio de 1848 demostró
definitivamente que sólo el proletariado es socialista por
naturaleza. La burguesía liberal temía cien veces más la independencia de esta
clase que a cualquier reacción. El cobarde liberalismo se arrastró a sus pies.
El campesinado se conformó con la abolición de los restos del feudalismo y se
unió a los partidarios del orden, y sólo de vez en cuando vaciló entre la
democracia obrera y el liberalismo burgués. Todas las doctrinas del
socialismo que no sea de clase y de la política que no sea de clase,
demostraron ser un simple absurdo.
La Comuna de París (1871) completó este desarrollo de las
trasformaciones burguesas; sólo al heroísmo del proletariado debió su
consolidación la república, es decir, la forma de organización estatal en que
las relaciones de clase se manifiestan de un modo menos disimulado.
En todos los demás países europeos, una evolución más
confusa y menos completa condujo al mismo resultado: una sociedad burguesa que
había adoptado formas definidas. A fines del primer período (1848-1871), un
período de tormentas y revoluciones, murió el socialismo premarxista.
Nacieron los partidos proletarios independientes: la I Internacional
(1864-1872) y el Partido Socialdemócrata Alemán.
II. Desde la Comuna
de París hasta la revolución rusa (1905)
El segundo período (1872-1904) se distinguió del primero por
su carácter "pacífico", por la ausencia de revoluciones. Occidente
había terminado con las revoluciones burguesas El Oriente aún no había
madurado.
Occidente entró en una fase de preparación
"pacífica" para una época de futuras trasformaciones. Se formaron en
todas partes partidos socialistas, básicamente proletarios, que aprendieron a
utilizar el parlamentarismo burgués, a crear su prensa cliaria, sus
instituciones culturales, sus sindicatos y cooperativas. La doctrina de Marx
obtuvo una victoria total y comenzó a difundirse. Lenta pero
firmemente continuó progresando la selección y concentración de las fuerzas del
proletariado, y su preparación para las futuras batallas.
La dialéctica de la historia era tal, que el triunfo teórico
del marxismo obligó a sus enemigos a disfrazarse de marxistas. El
liberalismo, podrido por dentro, intentó renacer en forma de oportunismo socialista.
Interpretaron el período de preparación de las fuerzas para las grandes
batallas como una renuncia a esas batallas. El mejoramiento de la situación de
los esclavos para luchar contra la esclavitud asalariada lo interpretaron en el
sentido de que los esclavos vendían por unos céntimos su derecho a la libertad.
Predicaban cobardemente la "paz social" (esto es, la paz con los
esclavistas), la renuncia a la lucha de clases, etc. Tenían muchísimos
partidarios entre los miembros socialistas del Parlamento, diversos
funcionarios del movimiento obrero y la intelectualidad
"simpatizante" .
III. Desde la
revolución rusa
Apenas los oportunistas se habían congratulado por la
"paz social" y por que no eran necesarias las tormentas bajo la
"democracia", cuando se abrió en Asia una nueva fuente de grandes
tormentas mundiales. A la revolución rusa siguieron las revoluciones turca,
persa y china. Hoy vivimos la época de esas tormentas y de sus
"repercusiones" en Europa. Cualquiera sea la suerte reservada a la
gran República China, contra la cual afilan hoy los colmillos las distintas
hienas "civilizadas", no habrá en el mundo fuerza alguna que pueda restablecer
en Asia la vieja servidumbre, ni barrer de la faz de la tierra la heroica
democracia de las masas populares en los países asiáticos y semiasiáticos.
Algunas personas, no atentas a las condiciones de
preparación y desarrollo de la lucha de las masas, fueron llevadas a la
desesperación y el anarquismo por el largo aplazamiento de la lucha decisiva
contra el capitalismo en Europa. Hoy vemos cuán miope y pusilánime fue esa
desesperación anarquista.
No desesperación, sino ánimo debe inspirarnos el hecho de
que ochocientos millones de hombres de Asia se hayan incorporado a la lucha por
esos mismos ideales europeos.
Las revoluciones asiáticas nos han mostrado el mismo
servilismo y bajeza del liberalismo, la misma importancia excepcional de la
independencia de las masas democráticas, la misma pronunciada diferenciación
entre el proletariado y la burguesía de todo tipo. Quien después de la
experiencia de Europa y de Asia hable de una política que no sea de
clase y de un socialismo que no sea de clase, merece simplemente que
se lo meta en una jaula y se lo exhiba junto a un canguro australiano o algo
por el estilo.
Después de Asia, también Europa ha comenzado a agitarse,
pero no a la manera asiática. El período "pacífico" de 1872-1904 ha
pasado para no volver. La carestía de la vida y la opresión de los trusts provocan la agudización sin
precedentes de la lucha económica, que ha puesto en movimiento inclusive a los
obreros ingleses, los más corrompidos por el liberalismo. Ante nuestros ojos
madura la crisis política aun en Alemania, el más "intransigente"
país de los burgueses y los junkers.
La furiosa carrera armamentista del imperialismo y su política hacen que la
Europa actual entre en una "paz social" que se parece más bien a un
barril de pólvora. Mientras tanto, la descomposición de todos los
partidos burgueses y la maduración del proletariado sigue firmemente adelante.
Desde la aparición del marxismo, cada uno de los tres
grandes períodos de la historia mundial le ha traído nuevas confirmaciones y
nuevos triunfos. Pero al marxismo aún le espera una victoria mayor, como
doctrina del proletariado, en el próximo período histórico.
Texto extraído de las Obras Completas, Tomo XVIII de Vladimir
Ilich Lenin, que forma parte de la colección V. I. Lenin, Marx, Engels, Marxismo | Ediciones en Lenguas Extranjeras
| Pekín, Primera edición 1980, Págs. 81-85.
La presente versión
ha sido realizada sobre la base de diversas ediciones en lengua castellana y confrontada
con el original ruso, de acuerdo con el texto original publicado en el diario Pravda.