26/10/14

La teoría del ciclo largo de Mandel y la historia económica

Guy Pierre   |   Al igual que las crisis de la primera mitad del siglo XIX, las crisis de 1967 y de 1974 despertaron entre los economistas un interés mayor para los problemas  de fluctuaciones económicas. En efecto, desde los últimos años de la década de 1960 a la fecha se han registrado un gran número de publicaciones en torno a estos problemas. Pero casi todos esos trabajos se limitan a las fluctuaciones cíclicas de tipo Juglar. Muy pocos se centran en los ciclos de mayor duración. El capítulo IV de El Capita- lismo tardío de Mandel, sobre las ondas largas ocupa, pues, un lugar específico dentro de estas publica- ciones. Con este capítulo, Mandel reabre un debate que los economistas marxistas pusieron de lado desde la "eliminación" de Kondratieff y que, sin embargo, es de sumo interés para la comprensión de la historia del capitalismo. Ahora bien, ¿Cuál es la aportación de Mandel a la teoría de los ciclos largos?

Algunos autores han intentado contestar ya a esta pregunta. Sin embargo, sus trabajos padecen de un gran defecto. En forma general, tratan, con base en un análisis a la vez partidista y parcial, de negar o resaltar la aportación de Mandel a la teoría de los ciclos mayores. Tal hecho se observa en los escritos de Richard B. Day y de Héctor Guillén Romo.2

En efecto, mientras Day no encuentra en el capítulo IV de El Capitalismo tardío ninguna observación de gran interés teórico sobre las fluctuaciones prolongadas, Héctor Guillén toma, en contra de Day, la defensa de Mandel para destacar la importancia del trabajo de este último para la teoría económica marxista. A nuestro parecer, los dos autores pecan con el análisis económico: Day, por no apegarse al método de análisis de Mandel, Guillén por adoptar un método que no se basa en la lectura comparada de los escritos de Kondratieff, Trotsky y Mandel. Nos proponemos en este trabajo hacer una nueva evaluación de la teoría del ciclo prolongado de Mandel. Cabe apuntar que el objetivo nuestro no es intervenir en la polémica Day Guillén en torno al discurso teórico de Mandel sino encontrar en el mencionado capítulo de El Capitalismo tardío elementos de reflexiones de carácter metodológico para la historia económica. 

1. Los ciclos largos: Teoría e historia

El estudio de Mandel sobre los ciclos largos tiene al mismo tiempo un carácter teórico e histórico. Pero, a diferencia de M. Tugan-Baranowsky que parte de lo histórico para elaborar una teoría de las fluctuaciones coyunturales, Mandel trata de captar las causas de los ciclos largos antes de localizar los mismos en forma empírica.3 Para enfocar su estudio, empieza por subrayar el carácter complejo de los movimientos de producción de mercancías, de plusvalía así como los de realización de esta última y la acumulación de capital. Cada uno de ellos se compone de un momento de expansión y de una fase de contracción. Son interrelacionados entre ellos, pero cada uno se realiza en su propio tiempo. O sea, no existe entre ellos ninguna sincronización. Además, los procesos de expansión y contracción de la realización de plusvalía y los de acumulación de capital no son totalmente idénticos en términos de volumen y proporciones.

Todo lo anterior hace que la economía capitalista se desarrolle en forma cíclica. Un ciclo es una sucesión de periodos de acumulación rápida y acumulación más lenta. Ahora bien, el problema fundamental es saber si el “movimiento cíclico se reproduce solamente todos los diez, siete y cinco años según la duración del ciclo industrial” o si, también, la dinámica interna de sucesión de los ciclos hace que éstos se reproduzcan a lo largo de periodos de tiempo de mayor duración. 4

Mandel encuentra la solución a este problema en el proceso de renovación del capital fijo y el efecto acumulativo de la fracción de plusvalía liberada durante varios ciclos para la adquisición de nuevas máquinas. En la economía capitalista es la renovación del capital fijo lo que explica la amplitud del ciclo coyuntural. Es también la renovación del mismo que dinamiza la reproducción ampliada así como el auge y la aceleración de la acumulación del capital. Ahora bien, dado que en cada ciclo de producción se introducen nuevas máquinas, la renovación del capital fijo tiende a transformar radicalmente el proceso técnico, aunque no necesariamente. O sea existen dos formas en que la reproducción del capital fijo se realiza. En una primera, se registra un incremento bastante notable del nivel de producción, pero no se produce ningún cambio técnico susceptible de impulsar el conjunto del aparato productivo. En una segunda, se observa, paralelamente al incremento del nivel de producción, un salto cualitativo en la productividad del trabajo a consecuencia del cambio ocurrido en la organización técnica de la producción.

Para distinguir estas formas de reproducción del capital fijo, Mandel elabora un índice económico bastante simple. Según él, en forma general el capital liberado durante los ciclos cortos para la adquisición de nuevas máquinas está aumentado de una fracción de la masa de plusvalía Sea Plj la fracción de Pl afectada de manera suplementaria a la compra de nuevas máquinas, si Cf es el capital fijo existente la relación Plj / Cf permite discriminar las formas arriba mencionadas de la reproducción del capital fijo. Más precisamente, cuando la tasa Plj / Cf es baja, la economía se encuentra en una fase de reproducción técnica lenta. En cambio, cuando es elevada, la economía está en un periodo de reproducción técnica rápida lo que, en otras palabras, corresponde a un periodo de acumulación acelerada. Dicho periodo aparece con el incremento “repentino” de la tasa de ganancia provocado por uno o por la conjunción de los factores siguientes: a) una baja “repentina” de la composición orgánica medio del capital; b) una elevación “repentina” de la tasa de plusvalía; c) una baja “repentina” del precio de algunos elementos del capital constante esencialmente las materias primas; d) y una disminución “repentina” de la rotación del capital circulante.5 En el caso de que el efecto de esos factores no está contrarrestado por la masa de capital acumulada, este periodo de acumulación rápida dura mucho tiempo, o sea, se transforma en una fase expansiva de larga duración. Ahora bien, ¿cómo se financia esta fase?

La tesis de Mandel es que en los periodos de crisis y depresión consecutiva durante los ciclos cortos, una parte relativamente importante del capital es destruido. Eso ocasiona automáticamente un descenso en el nivel de inversiones. Mandel caracteriza este fenómeno por el concepto de “subinversión”. La subinversión es una noción cuantitativa. Los capitalistas no contraen sus inversiones en forma relativa sino con respecto al volumen del capital que hubieran podido invertir dada la tendencia alcista de la tasa de ganancia. Ahora bien, puesto que la economía se desarrolla en forma cíclica, la subinversión es también cíclica. Durante los ciclos cortos, grandes cantidades de valores son retiradas del circuito productivo y puestas en “reposo”. Estas subinversiones repetidas tienen una doble función. En el corto plazo frenan la caída de la tasa de ganancia, en el largo plazo constituyen una especie de fondo de financiamiento para el periodo de acumulación acelerada de larga duración. O sea, para Mandel los valores no utilizados durante los ciclos cortos para la compra de nuevas máquinas son utilizados de manera cumulativa en el largo tiempo para sostener la fase expansiva de los ciclos mayores.

Con este planteamiento teórico, Mandel determina entre el fin del siglo XVIII y la fecha cuatro ciclos largos. Cada uno está compuesto de dos fases, una primera donde se registran una revolución técnica y la creación de nuevos centros de producción, una segunda donde se observa la generalización de la revolución técnica anterior pero sin ninguna mejora cualitativa.

Para abreviar, representamos a continuación en un esquema gráfico los cuatro ciclos largos localizados por Mandel en la historia del capitalismo con sus respectivas fases de acumulación acelerada y lenta. Advertimos que en este esquema existe una diferencia importante entre los conceptos “revolución industrial” y “revolución tecnológica“. El primero remite a la constitución de la formación social capitalista, el segundo se refiere, en cambio, a las etapas posteriores de dicha formación social.
Con esta observación, como lo veremos más adelante, Mandel sugiere una eventual periodización del sistema capitalista con base en los ciclos largos. Ahora bien, unos de los problemas que aparecen en el capítulo IV de El Capitalismo tardío son la puesta a descubierto de los errores de Kondratieff así como los problemas de método que surgen en la determinación de los ciclos de larga duración.



II. Los errores de Kondratieff y los problemas de método en la determinación de los ciclos largos

En efecto, para asentar su teoría, Mandel analiza de manera muy detallada las consideraciones de Kondratieff sobre los ciclos largos. Para él, los trabajos de Kondratieff son superiores a los de los pioneros (Parvus, Van Gelderen, etcétera) y también a los de muchos de sus críticos. Sin embargo, reprocha al que fue Ministro del Gobierno provisional de Kerensky y director del Instituto de Investigaciones Económicas de Moscú dos errores. Primero, su esquematismo y su “economicismo“, segundo su “revisionismo” o mejor dicho su alejamiento de la teoría marxista del valor y de la moneda. 6

Según Mandel, Kondratieff estableció una periodicidad muy rígida entre los ciclos largos y explicó las causas de los mismos de manera similar a las de los ciclos cortos, o sea por un solo factor económico: la renovación del capital fijo. Esta posición, apunta Mandel, es errónea, es una teoría “monocausal“. No existe entre los ciclos largos una periodicidad tan rígida como la que se observa en los ciclos de tipo Juglar. Los ciclos largos tienen un carácter mucho más complejo, no se puede explicarlos solamente por un factor único. Distintos parámetros extraeconómicos entran en su proceso de formación. Por ejemplo, la fase A del ciclo largo iniciado en 1940-1945 (véase gráfica) ha sido causado por la conjunción de varios factores de infraestructura y de superestructura. Más concretamente, es, ante todo, el incremento de la tasa de ganancia que causó esta ola expansiva. Pero, el incremento sostenido de la tasa de ganancia entre 1940, 1945 y 1966 se debe por su lado a dos factores complejos: primero, al incremento “repentino” de la tasa de plusvalía a raíz de los reveses sufridos por la clase obrera en su lucha contra el fascismo; segundo, al abaratamiento del capital constante a consecuencia de la tercera revolución tecnológica.

Ahora bien, las causas de la fase B de este mismo ciclo son aún más complejas. Esta fase, en la cual se encuentra actualmente la economía internacional, descansa en la baja de la tasa de ganancia. Pero la caída tendencial de la tasa de ganancia desde 1967- 1974 no se debe solamente a factores económicos. También factores políticos, como la lucha de clases, se encuentran en el origen de este movimiento.

Kondratieff no considera todos estos factores al analizar las causas de los ciclos largos. Deja de lado el análisis de las fluctuaciones de la tasa de ganancia cuando esto constituye el nudo del problema. Por ello no logra captar los factores que hacen que la vida económica esté constituida de ciclos largos. Intentó durante un tiempo considerar el “incremento del poder de compra” de los productos agrícolas como la causante de los movimientos largos. Pero si bien es cierto que, en la economía capitalista, el análisis de los ciclos largos no puede dejar de lado las variaciones del equilibrio entre la oferta y la demanda de los productos agrícolas (materias primas y bienes de subsistencia), tampoco se puede considerar estos desequilibrios frecuentes como la causa en última instancia de las fluctuaciones largas. El análisis ha de realizarse a un nivel aún más alto. En primer lugar, se debe considerar el impacto de estas mencionadas variaciones en la demanda de los productos industriales. Pero se debe también, en un segundo momento, observar el comportamiento de la tasa de ganancia a raíz de estas mismas variaciones, ya que, como hemos visto anteriormente, la economía capitalista entra, por un periodo bastante largo, en una fase de crecimiento rápido o lento según la tendencia sostenida de la tasa de ganancia y los efectos de las “revoluciones tecnológicas en el volumen y el valor del capital fijo renovado“.

Ahora bien, cabe preguntar por qué Kondratieff comete esos errores. Maldel intenta explicar eso por el método que el economista ruso adopta para determinar los ciclos largos. Según él, para entender las causas de los ciclos de larga duración hay que aunar la explicación teórica con un método acertado. Kondratieff no llega a elaborar un método científico. En efecto, para detectar los ciclos largos en “varios elementos de la vida económica” divide estos elementos en dos grupos: por un lado, los precios; por el otro, los salarios, el interés, los depósitos bancarios, la producción industrial, el comercio internacional, etc. Sin embargo, enfatiza sobre todo el analisis del primer componente, no analiza suficientemente la producción industrial así como el incremento de la productividad del trabajo en este sector.

Para Mandel, este método no es correcto. O sea, no permite captar las causas de los ciclos largos, ya que los “movimientos de precio” no constituyen un indice confiable. Mandel agrega que, para ser científico, el análisis teórico de las ondas largas debe descansar en indicadores que presentan una gran confiabilidad y que indican también la evolución a largo plazo de la producción capitalista Según él, estos indicadores son la “producción industrial” y el “comercio internacional“. “El primero marca la tendencia a largo plazo de la producción capitalista, el segundo el ritmo de expansión del mercado mundial“.

III. Evaluación global de la teoría del ciclo prolongado de Mandel

Mandel finaliza su estudio con estas palabras: “creemos haber librado, con nuestro análisis, una contribución a la resolución del problema de ‘onda larga’ al relacionar los movimientos de onda de larga duración de capital, desencadenados por las combinaciones de diversos factores (…) con la lógica interna del proceso de acumulación y valorización del capital“. 9 Cabe, pues, por el momento, examinar el fundamento de esta autoevaluación.

Ahora bien, hay que advertir que no se puede hacer eso con base en los trabajos de Héctor Guillén y de Richard Day. Como se apuntó anteriormente, la posición de estos dos autores carece de fundamento. En efecto, Guillén elogia a Mandel en donde el capíitulo IV de El Capitalismo tardío presenta grandes insatisfacciones teóricas. Apunta que Mandel tiene razón en sostener los siguientes puntos: primero, los ciclos largos no tienen la misma “necesidad natural” (léase perioricidad) que los ciclos clásicos; segundo, las causas de los ciclos clásicos y de los ciclos largos no son idénticas. O sea, mientras el ciclo clásico se explica en última instancia por la dinámica interna del modo de producción capitalista (MPC), las “ondas largas” exigen para ser explicadas un estudio más concreto de la curva capitalista y del conjunto de las relaciones entre este último y todos los aspectos de la vida social. 10

Se debe precisar que Mandel mantiene estas tesis en el marco del debate Kondratieff-Trotsky sobre los ciclos largos. Pero estas tesis no son de él sino de Trotsky. Son las que el fundador de la IV Internacional avanza contra Kondratieff. Ahora bien, esta observación no es tan importante. Lo que hay en cambio que mencionar es que Trotsky no llega a elaborar un texto coherente teóricamente sobre los ciclos como Mandel lo aduce. La noción de “segmentos mayores” de la curva del desarrollo capitalista que él opone a la de los ciclos largos es muy confusa. A nuestro juicio, tiene como finalidad real negar la existencia de las ondas largas en la historia. Hay que hacer observar, además, que es un error por parte de Trotsky pensar que ciertos tipos de ciclos (por ejemplo, los de Juglar) se explican sólo por la dinámica interna de la base material del capitalismo, y otros por factores aún más complejos, es decir los factores de la vida social o de la superestructura política. Mandel avala esta tesis de Trotsky, pero eso corresponde a una lectura errada del MPC.  De acuerdo con las leyes de este modo de producción, todos los ciclos económicos, sea la que sea su amplitud, necesitan para ser explicados la combinación de todos los factores de la vida material y la vida política que componen el mismo modo de producción. Más aún, las contradicciones internas del sistema, como articulación compleja de estructuras económicas y estructuras políticas, hacen que aparezcan con alguna periodicidad, o sea, cada tres, cinco, siete, diez, cincuenta años, etcétera. Existen, pues, entre los distintos tipos de ciclos, sobre todo entre los de tipo Juglar y los de tipo Kondratieff, una cierta analogía.

Mandel no apunta estas observaciones en su trabajo. Pero no es porque él no las detecte, sino por razones meramente “partidistas“, o sea, políticas. En efecto, uno de los objetivos del capítulo IV del Late Capitalism -y eso aunque Mandel en oposición a Trotsky aboga por el reconocimiento de los ciclos largos en la historia del capitalismo-, es demostrar la infalibilidad del fundador de la IV Internacional, más precisamente la superioridad de las reflexiones de éste sobre las de Kondratieff, pero, aunque el economista ruso cometa efectivamente muchos errores en sus trabajos sobre los ciclos largos, la lectura comparada de sus escritos con los de Trotsky indica exactamente lo contrario.

Ahora bien, estas observaciones no han de restar importancia al trabajo de Mandel. He aquí los errores de Richard B. Day. Al igual que Paul Mattick que considera el problema de los ciclos como un seudoproblema, 11 este autor somete el texto de Mandel a duras críticas. Para él, el capítulo IV de El Capitalismo tardío contiene puras incongruencias. Pero, no se puede compartir el punto de vista de Day. Trata de evaluar el texto de Mandel sin hacer ninguna diferencia entre la posición de este autor respecto al debate Kondratieff-Trotsky y la teoría propia del mismo sobre los ciclos largos. A nuestro juicio, es un error proceder de esta manera. Para evaluar un texto como “Las ondas largas en la historia del capitalismo“, hay que desechar la posición de Mandel respecto al mencionado debate y considerar solamente la teoría que él elabora sobre las ondas largas. Como lo hemos afirmado anteriomente, los comentarios de Mandel sobre esta discusión tienen un carácter meramente político o ideológico; no hay que yuxtaponerlos con su teoría que indudablemente representa una gran aportación para la teoría económica y la historia económica.

En efecto, como se sabe, después del periodo de posguerra, la economía capitalista se desarrolló bajo una “aparente estabilidad“. Los pequeños “desajustes” que le sacudieron entre 1948-1949 y 1966-1967 no tuvieron el mismo impacto sobre el aparato productivo que las fluctuaciones “Juglar” durante el periodo 1873-1933. Eso llevó a muchos economistas a archivar los estudios sobre los ciclos económicos, especialmente los trabajos sobre los ciclos largos. Un autor como Paul Samuelson se precipitó a cantar, aunque con muchos matices, el “requiem” de los ciclos. Por su lado, los economistas marxistas, en su gran mayoría, se cruzaron de brazos frente a la ofensiva de los economistas clásicos contra la teoria de los ciclos. He aquí el gran mérito de Mandel. Retoma la teoría de los ciclos de la coyuntura. Ahora bien, su mérito no se limita solamente en retomar este problema que los marxistas pusieron de lado desde el inexplicable destierro de Kondratieff. Elabora una teoria superior a la de Schumpeter y la de todos los economistas clásicos como Robert Marjolin que buscan una cierta irracionalidad en el surgimiento de los ciclos largos. Demuestra de manera irrefutable que estos ciclos, al igual que los ciclos cortos, no tienen ningún carácter irracional o accidental.12 Surgen, como lo hemos visto, conforme a las contradicciones generadas por el proceso de acumulación de capital a largo plazo. Ahora bien, debemos dejar de lado estas observaciones para resaltar el interés de las reflexiones de Mandel para la historia económica.

A nuestro juicio este interés es triple. En un primer nivel, Mandel abre con el capítulo IV de El Capitalismo tardío una nueva perspectiva para la investigación histórica respecto a la comprensión de los ciclos de larga duración. En efecto, de manera general los historiadores de la economía encuentran muchas dificultades para entender el problema de los ciclos largos. Muchos de ellos les consideran, para repetir la célebre expresión del economista Jean Fourastie, como un “enigma“. Otros acuden, en cambio, a la teoría cuantitativa de Fischer o las reflexiones de Jean Lescure en Principes d’Economie rationnelle para explicar los mismos. Ninguna de estas dos posiciones parece tener un sólido fundamento. En efecto, se pueden hacer dos observaciones al respecto. Primera, si los ciclos largos existen, el historiador de la economía ha de tratar de entenderlos, o sea, no debe considerarlos como un “enigma” ya que, como cualquier fenómeno económico, tienen una explicación racional. Segunda, el historiador no debe, para entender los mismos, encerrarse en la teoría empírica de Fischer o la teoría descriptiva de Jean Lescure.

Ahora bien, no cabe duda que el texto de Mandel no soluciona totalmente el problema de los ciclos largos. Presenta muchas insuficiencias. Por ejemplo, no explica de manera satisfactoria el financiamiento de la fase A del ciclo largo. En efecto, según Mandel, para financiar esta fase los capitalistas utilizan esencial y únicamente el “fondo de ahorro” que ellos constituyen durante los ciclos cortos. Pero, a bien considerar, en término cuantitativo el “fondo histórico de reserva de capital” no puede ser suficiente para cubrir el monto total de las inversiones requeridas para sostener la fase expansiva de un ciclo largo, ya que el nivel de acumulación de capital en esta fase es superior al nivel de acumulación de capital durante los ciclos anteriores. Como Robert Rowthorn lo hace observar, los capitalistas deben pues, conseguir parte importante del monto total de las inversiones necesarias en la dinámica misma de la expansión y/o propiciar una mayor penetración del capital bancario en el sector industrial. 13 Jean Lescure indica muy bien este fenómeno en sus trabajos. Mandel comete este error debido a que no establece una relación dialéctica entre el análisis empírico y el análisis teórico, o sea, privilegia demasiado en su esquema el análisis abstracto. Ahora bien, aunque este error sea muy grave, se debe reconocer que él pone a disposición del historiador de la economía nuevas herramientas de mejor calidad que las de Schumpeter o las de Kondratieff mismo para descifrar el secreto de los ciclos largos.

El segundo interés del texto de Mandel para la historia económica es de señalar la necesidad de determinar los ciclos largos en base a índices confiables. Como se sabe, los historiadores suelen limitarse sólo a la observación de los precios para elaborar los mismos. Mandel estima que estos índices son poco confiables y que es mejor, según él, utilizar los de producción industrial y del comercio exterior. En efecto, los precios no son siempre de una gran confiabilidad. Este problema se plantea también en el caso de los ciclos Juglar. Para ciertas ramas de producción, por ejemplo, los movimientos de los precios no se adecuan con los de la producción. Markovitch hace notar este hecho en su trabajo cuantitativo sobre la industria francesa entre 1789 y 1964. Determina los movimientos largos de la economía francesa para este periodo en base al censo de la producción. Sin embargo, se debe apuntar que en este mismo estudio Markovitch utiliza también el índice de los precios. Los resultados obtenidos con este índice son, luego, comparados con los elaborados con base en el de la producción industrial. Podemos así concluir que, por muy importantes que sean las observaciones de Mandel sobre el método de determinación de los ciclos largos, el historiador de la economía no puede desechar totalmente -y mucho menos aún en todos los casos- el índice de los precios para representar las tendencias de larga duración de una formación social capitalista. Existen casos donde, por razones de deficiencias estadísticas, no puede trabajar con los índices mencionados por Mandel sino únicamente con el de los precios. Se puede agregar, además, que los índices de la producción industrial y del comercio internacional son sujetos también a muchas distorsiones de tal manera que, en ciertos casos, puede ser que éstos no permitan representar, con la mayor precisión posible, los movimientos largos de una economía determinada.

Tras estas observaciones, hay que mencionar el último interés del capítulo de Late Capitalism para la historia económica: el de proporcionar elementos teóricos para considerar la periodización de la formación social capitalista en base a las fluctuaciones mayores. He aquí, a nuestro parecer, la mayor observación metodológica que el historiador de la economía ha de sacar del considerado texto. Ahora bien, cabe advertir que Mandel no formula en ningún momento de manera explícita esta observación. Sin embargo, observando de cerca la representación gráfica de los cuatro ciclos largos que él determina en la historia del capitalismo, se aprecia que las principales etapas por las cuales la evolución de dicho sistema ha pasado sucedieron en los momentos de pasaje de un ciclo largo a otro o aux tomants (punto de viraje) de una fase A a una fase B o viceversa.

Ahora bien, hasta donde sepamos, no existen casi estudios que enfoquen la periodización de la economía capitalista con respecto a los ciclos Kondratieff. Es más, algunos economistas o historiadores se niegan a plantear el problema de esta manera. Estudian los ciclos largos pero sin relacionar éstos con el movimiento global de la economía. A nuestro parecer, es un error proceder así. Los ciclos largos constituyen el mejor índice para periodizar el MPC ya que, a cada fase de crecimiento rápido o lento corresponden nuevas formas de relaciones sociales así como nuevas estructuras económicas y financieras. Parece ser que eso es la idea de Fernand Braudel cuando él observa la evolución de la economía-mundo en base a cuatro ciclos seculares: 1250-1507/1510; 1507/1510-1733/1743; 1733/1743-1896; y 1896-1974. Así, para Braudel, los cambios fundamentales en la tendencia general de la economía-mundo hubieran sucedido en cuatro momentos (1250; 1650; 1817 y 1974) los cuales marcan un tournant en los mencionados ciclos. 14 No cabe duda que las investigaciones históricas no permiten aún confirmar esta tesis. Es más, se puede afirmar que muchos historiadores rechazarán esta forma de periodizar la economía-mundo. Sin embargo, sean las que sean las opiniones, debemos reconocer que el formular la periodización de la economía capitalista con base en los ciclos largos es una buena hipótesis de trabajo. 15

Ahora bien, es tiempo para concluir. A grosso modo, podemos afirmar, con base en todo lo anterior, que el capítulo IV de Late Cupitalism marca un avance en el pensamiento económico de Mandel, o dicho de otra. manera, rellena una gran laguna en su pensamiento. En efecto, El Capitalismo tardío constituye el segundo trabajo en importancia que publica Mandel, el primero siendo el conocido Tratado de economía marxista. Pero, el Tratado contiene un gran blanco. No estudia los ciclos largos. Presenta la economía capitalista como un sistema económico sometido, en su desarrollo, solamente a fluctuaciones cortas (ciclos Juglar). Como consecuencia de este planteamiento, Mandel no llega, en el Tratado, a proponer una periodización de la historia del capitalismo. Planteado así, es obvio que el capitulo IV de El Capitalismo tardío es, desde el punto de vista metodológico, de sumo interés para la historia económica.

Notas

1 Mandel, E., El Capitalismo tardío, ERA, 1979.
2 Day B, Richard, “La teoría del ciclo prolongado de Kondratieff, Trotsky y Mandel”; en: Críticas de Economía Política, edición latinoamericana, núm. 4; julio-septiembre 1977; pp. 54-74; Guillén R, Héctor, “La teoría del imperialismo de Mandel”; en: Idem, núm. 9, octubre-diciembre 1978; pp. 69-142.
3 Se hace referencia aquí a Tugan-Baranowski sólo para insistir en el carácter específico del método de análisis de Mandel. Para comparar el método de Mandel con el de Tugan, véase: M. Tugan- Baranowski, Las crisis industriales inglesas.
4 Mandel, op. cit., p. 107, ERA, 1979.
5 Mandel, op. cit., p. 112, ERA, 1979.
6 Mandel, E, Le Troisieme Age du capitalisme. Tome 1. Collection 10-18. País, 1972, p. 265.
7 Kondratieff. N. D., Las ondas largas de coyuntura; en: “Revista Occidente”, Madrid, 1946, Sección III, pp. 6-7.
8 Mandel, op. cit., p. 139, ERA, 1979.
9 Mandel, op. cit., p. 277, tomo 1, edición francesa, Colección 10-18 N B. Hacemos notar que existe en la versión española del texto de Mandel (Ed. ERA, México) algunas inexactitudes con respecto a la versión francesa del mismo.
10 Mandel, op. cit., p. 249. Edición francesa.
11 Mattick, Paul, Crítica de los neomarxistas. Península, Barcelona, 1977, pp. 163-238.
12 Sobre el carácter irracional de los ciclos largos, véase: Robert Marjolin, Prix, monaie et production. Essai sur les mouvements economiques de longue dure, PUF, París.
13 Rowthorn, Robert, El capitalismo tardío de Ernst Mandel, en: En Teoría, núm. 3, oct.-dic. de 1979, Madrid pp. 3-41
14 Braudel, Femand, Civilisation Materielle et Capitalisme XV-XVIII Siecle. A Colin, París, 1979. Tome 3, pp. 62-64.
15 Esta hipótesis de trabajo se encuentra también en F. Simiand. Ver: Simiand, Francois, Les Fluctuations economiques a longue periode et la crise mondiale. Librairie F. Alcan, 1932.
 



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