12/10/14

Dialéctica y Ontología | Repensando el antagonismo posmarxista desde la Teoría Crítica

Javier Waima   |  El siguiente artículo constituye una revisión desde la perspectiva de la Teoría Crítica del llamado posmarxismo, tal como es desarrollado por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, a partir de la dialéctica negativa de Theodor W. Adorno. Centrándonos la noción de antagonismo, nos proponemos revisar críticamente el paradigma posestructura- lista en el que el posmarxismo la funda; y nos proponemos pensar al antagonismo, por el contrario, a partir de un pensa- miento marxista y dialéctico, que evite una ontologización del conflicto y el antagonismo social, y lo derive, en cambio, de las relaciones sociales efectivas e históricas en la sociedad capitalista y las relaciones de dominación que está implica.

En una reciente entrevista, Ernesto Laclau resume brevemente su transición desde el marxismo hasta la concepción llamada posmarxista. En ella, el entrevistador pregunta específicamente a Laclau por la relación entre su proyecto teórico y los aportes de la teoría crítica, en particular los de Adorno y Horkheimer. 

La respuesta expone lo que el autor da en llamar la “saga del pensamiento intelectual del siglo XX”, caracterizada por el paso de las tres principales corrientes intelectuales (filosofía analítica, fenomenología y estructuralismo) de un momento de ilusión de inmediatez con la realidad (en el referente, en el fenómeno y en el signo respectivamente) a la necesidad de una mediación discursiva que pasa a ser constitutiva, en tanto no puede referir a ningún otro fundamento más profundo. Wittgenstein, Heidegger y Derrida representarían este giro en cada una de estas escuelas de pensamiento, proveyendo la constelación teórica desde la cual el posmarxismo constituirá tanto su crítica al marxismo como su propia visión teórica1.

Lo que nos interesa no es la novedad de la respuesta —esta reproduce casi idénticamente un argumento expuesto anteriormente por Laclau— sino la repetición del argumento frente a un referente distinto que es ignorado en aquella: la teoría crítica. Esta omisión de una corriente clave para comprender el marxismo del siglo XX no se da solo en esta entrevista. No existe una inclusión o una discusión de esta en ninguno de los principales libros de Ernesto Laclau y de Chantal Mouffe.

Lo curioso de esta entrevista en particular es que frente a un entrevistador que pregunta directamente por la relación con una corriente del marxismo, a la cual claramente no se le podrían atribuir tan fácilmente muchas de las críticas que Laclau hace a este, la respuesta es el silencio. O más precisamente, la repetición de un esquema sobre el desarrollo teórico del siglo XX que excluye a esta corriente sin siquiera examinarla o preguntarse por ella. Dado la afinidad de Laclau con el psicoanálisis y su continuo uso para constituir su teoría, ¿no podemos pensar esta omisión, casi deliberada, como síntoma?

De qué es síntoma esta omisión es lo que intentaremos explorar en este trabajo. En principio, podemos decir que es síntoma de una particular lectura del marxismo, según la cual este no constituiría una de las corrientes principales del siglo XX por derecho propio, sino que más bien se inscribiría dentro de una de las arriba mencionadas (el estructuralismo). Esta lectura engloba en su crítica a corrientes total-mente heterogéneas del marxismo, volviéndolo una corriente más del pensamiento basado en un fundamento último. Frente a esto, podríamos preguntarnos: ¿Qué se esconde detrás de esta visión totalizante del Gran Otro que sería el marxismo? O para decirlo en términos más simples, ¿cuál es el marxismo con el que se discute y qué premisas se le imputa?

En segundo lugar, podríamos volver sobre cierto rasgo sintomático que devela en su respuesta. No solo por lo que omite, sino también por aquello que está su-puesto en la forma de estructurar el “orden simbólico posmarxista”. Al develar esta “saga del pensamiento” desde la cual Laclau y Mouffe piensan, desnudan también ciertas premisas teóricas que son aceptadas sin cuestionamientos como punto de partida. La crítica más generalizada al enfoque posmarxista ha puesto el énfasis en la articulación discursiva de la realidad social. Sin embargo, lo que esta breve respuesta muestra es de dónde surge la necesidad de tal articulación para la teoría pos-marxista. Tal como afirma Laclau en la misma entrevista, estas premisas teóricas implican que:
“Hay siempre un ‹horizonte de incompletud›. Heidegger, por ejemplo, hablaba de la noción de abgrund, significa que hay un abismo y que lo que es un grund, es decir, un fundamento, es el abismo mismo. Pero el abismo mismo tiene que ser significado, y al ser significado, como el abismo es un abismo realmente constitutivo, solo lo puede hacer adscribiéndose a formas de representación que lo simbolicen.”
Una segunda serie de preguntas podrían entonces surgir: ¿Por qué existe esta incompletud? ¿Debe siempre existir? ¿Qué expresa su existencia?

En definitiva, podemos pensar sintomáticamente esta omisión, preguntándonos por lo traumático de un diálogo entre teoría crítica y posmarxismo. Es decir, preguntarse hasta qué punto incorporar elementos teóricos de la llamada Escuela de Frankfurt implicaría un derrumbe de las premisas teóricas sobre las cuales el pos-marxismo construye su crítica, a su vez que haría necesario enfrentarse a una versión del marxismo que no supone los fundamentos sobre los que monta su crítica.

De ser así, la teoría crítica se volvería realmente un trauma, un real indecible. Incorporarla representaría una amenaza a un orden simbólico posmarxista tan cuidadosamente construido sobre una lógica propia.

Intentaremos abordar este diálogo, esta relación entre dos corrientes teóricas que se han mantenido separadas. Nos centraremos en la noción de antagonismo porque creemos que constituye la piedra angular sobre la cual el posmarxismo pretende superar al marxismo (diferenciando el antagonismo de la contradicción y de la lucha de clases). A su vez que se parte de las premisas teóricas que (tomadas del posestructuralismo derrideano y de las filosofías de Wittgenstein y Heidegger) vinculan al antagonismo con este “horizonte de incompletud”, como esencia transhistórica que estructura todo el pensamiento posmarxista.
 



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