6/9/14

Las tres fuentes del marxismo | La obra histórica de Marx

Karl Kautsky ✆ Max Liebermann 
Karl Kautsky   |    Este escrito fue publicado por primera vez en 1908, para el vigésimo quinto aniversario de la muerte de nuestro maestro. Después han discurrido otros veinticinco años que han aportado la monstruosa guerra mundial y formidables revoluciones en Europa y Asia. Pero el método de Marx, todo aquello que aportó Marx a la humanidad pensante luchando por formas de vida superior, no ha sido superado en esta época de bruscos cambios sino, por el contrario, afirmado. En estos días, en que todo se resquebraja, en que las clases burguesas y los partidos dudan hasta de sí mismos, el marxismo nos da la única base cierta sobre la que podemos construir, y construiremos, el edificio de un estado social mejor. Por esta razón puedo reeditar el presente escrito sin cambios, excepto en algunos datos. La obra histórica de Marx no ha perdido nada de su importancia este último cuarto de siglo. Domina más que nunca nuestra época. Viena, febrero de 1933

Introducción

Hace ahora, 14 de marzo de 1980, cincuenta años que murió Karl Max, y ya hace un siglo que apareció el Manifiesto Comunista en el que su doctrina fue expuesta, en sus grandes líneas, por primera vez. Son épocas muy lejanas para nosotros que pertenecemos a un tiempo en el que la vida es tan trepidante y en el que las concepciones científicas y estéticas cambian más rápidamente que la moda. Sin embargo, Karl Marx vive todavía una intensa vida entre nosotros. Domina más que nunca el pensamiento contemporáneo, a pesar de todas las crisis de marxismo y a pesar de todas las objeciones y las refutaciones de los representantes oficiales de la ciencia burguesa.

Habría sido completamente incomprensible que su influencia fuera tan extraordinaria si Marx no hubiese logrado descubrir los cimientos todavía ignorados de la sociedad capitalista. Tras tales descubrimientos, no quedan más conocimientos sociológicos de importancia primordial a adquirir que sean tales que superen a Marx, y ello durante tanto tiempo como se mantenga la forma actual de la sociedad. Se puede decir también que, durante todo este período, su método será más fructuoso que cualquier otro.

La poderosa y durable influencia de Marx sobre el pensamiento moderno habría sido aun más incomprensible si no hubiese sabido superar con el pensamiento el modo de producción capitalista. Reveló las tendencias que llevaban a un forma superior de sociedad y cuyos objetivos, aunque muy alejados, se acercan continuamente deviniendo cada vez más tangibles en el curso de la evolución. A medida que se constatan estos hechos se comprende mejor la grandeza del hombre que los profetizó.

La fusión tan rara de profundidad científica con la audacia revolucionaria los hace vivir con tanta más intensidad medio siglo después de su muerte como cuando estaba entre los vivos. Si queremos definir el carácter de la contribución histórica de este hombre prodigioso puede que lo mejor sea decir que es una síntesis de dominios diferentes y a menudo contradictorios: encontramos ahí, ante todo, la síntesis de las ciencias naturales y de las ciencias psicológicas, la síntesis del pensamiento inglés, francés y alemán, la del movimiento obrero y del socialismo y, por fin, la de la teoría y la práctica. Es por ello que consiguió no solamente conocer estos dominios del saber con una universalidad sin parangón sino que, también, logró poseer esos conocimiento de una manera magistral que le hizo posible nutrir la formidable contribución histórica que marcó con su sello los últimos lustros del siglo diecinueve y los dos primeros del vigésimo.
 


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