Karl Marx ✆ Kāru Marukusu |
Massimo De Angelis | En
los últimos veinte años, la ortodoxia neoliberal devino predominante en todos
los niveles de gobierno y delineó las recomendaciones de política de los think
tanks más importantes alrededor del mundo. Los países han sido testigos de
continuos y masivos ataques a todas aquellas funciones del Estado que fueron
diseñadas para compensar las deficiencias e injusticias del mercado. Los
recortes en el gasto social han adquirido, por supuesto, muchas formas y
diversas configuraciones. En cada caso, depende del contexto histórico y
socioeconómico en el que fueron implementados, y según se trate de los países
“ricos” del Norte, los países “pobres” del Sur o los países del Este en proceso
de “transición”. De cualquier manera, tras una rápida lectura de la enorme
literatura sobre este tema, uno se queda con la fuerte sensación de que existe
un trasfondo común entre, digamos, los ajustes realizados sobre los beneficios
de desempleo en gran Bretaña, ante la necesidad de equilibrar el presupuesto; la
ola de privatizaciones que tuvo lugar en Polonia debido a la necesidad de
desmantelar el Estado socialista; y los recortes en los subsidios alimentarios
efectuados en Tanzania por la necesidad de pagar los intereses de la deuda
externa. Este artículo propone que una reinterpretación de la teoría de la
acumulación primitiva postulada por Marx, puede brindarnos importantes
hallazgos acerca del común carácter social de lo que a prima facie se nos presenta como un
conjunto de
políticas desvinculadas entre sí y suscitadas por diferentes
circunstancias.
Según una de las principales interpretaciones tradicionales,
el concepto de acumulación primitiva de Marx remite al proceso histórico que
dio nacimiento a las precondiciones del modo de acumulación capitalista. Estas
precondiciones refieren fundamentalmente a la creación de un sector de la
población sin otros medios de vida que su propia fuerza de trabajo para vender
en el naciente mercado laboral y a los fines de la acumulación de capital en
las nacientes industrias. En esta concepción, el adjetivo “primitiva” se
corresponde con una clara dimensión temporal (el pasado), que se convierte
en la condición para un futuro capitalista. Alternativamente, el mismo
concepto de acumulación primitiva ha sido interpretado como un fenómeno
continuo dentro del modo de producción capitalista, especialmente en el marco
de los análisis marxistas que describen la subordinación del Sur al Norte en la
economía mundial.
En este artículo, alego que la teoría de Marx sobre la
acumulación primitiva podría ser interpretada como conteniendo, al mismo
tiempo, un argumento histórico y otro de continuidad, pero en formas que se
apartan de las interpretaciones tradicionales. En la segunda sección, repaso
brevemente los dos abordajes clásicos de la acumulación primitiva en el marco
de la tradición Marxista. En la tercera sección, considero la definición dada
por Marx de la acumulación primitiva y la sitúo en su análisis más amplio del
modo de producción capitalista. Esto me llevará a poner de relieve dos
importantes implicaciones teóricas que conlleva la idea de acumulación
primitiva planteada por Marx, esto es, el hecho de que aquella describe la separación forzada
entre las personas y sus medios sociales de producción, y que dicha separación
puede tomar muchas formas. En la cuarta sección, me extiendo brevemente en este
último punto, y examino algunas de las formas de la acumulación primitiva
presentadas por Marx. Finalmente, en la quinta sección, retorno al significado
social de la acumulación primitiva tal como fue identificado en la tercera
sección. Partiendo del aparato teórico de Marx –principalmente, de su
análisis de la relación entre sujeto y objeto, de su teoría de la alienación, y
de su distinción entre acumulación y acumulación primitiva-, argumento que la
acumulación primitiva se encuentra necesariamente presente en los sistemas
capitalistas “maduros” y, dada la naturaleza conflictiva de las relaciones capitalistas,
asume un carácter “continuo”. En la conclusión, expongo brevemente las
implicaciones políticas de este análisis.
Para focalizar en la discusión teórica de Marx, me abstraeré
de los debates alrededor del rol y significado de las “acumulaciones primitivas
socialistas”. Además, por la misma razón, no intervendré en el análisis
del significado de los diferentes matices implícitos en la nominación de la
categoría estudiada, cuando en la literatura es referida como acumulación “originaria”,
“primitiva” o “primaria”. Mi preferencia por la utilización del término “acumulación
primitiva” en este artículo es sólo una elección práctica, en tanto creo que
esta ha sido la fórmula más usada de la categoría (seguida por “original” y
luego “primaria”). Cuestionar esta
costumbre establecida debería ser objeto de otro artículo.
2. Una breve revisión
de las interpretaciones tradicionales
El concepto de acumulación primitiva es una de esas ideas
que ha entrado en el vocabulario común de los académicos marxistas, sin haber
generado demasiada controversia o debate teórico 2. Dentro de la literatura es
posible identificar dos marcos interpretativos centrales que abordan la
acumulación primitiva. El primero puede ser representado por el temprano
estudio de Lenin, El desarrollo del capitalismo
en Rusia (1899). En términos generales, este enfoque concibe a la
acumulación primitiva como la premisa histórica del modo de producción
capitalista y, por lo tanto, hace hincapié en el proceso de separación entre
las personas y los medios de producción durante el período de transición entre
modos de producción. En su polémica con los populistas (quienes creían que la
ausencia de un mercado desarrollado evitaría el desarrollo capitalista en
Rusia), Lenin argumentaba que la desaparición de los campesinos y su
expropiación junto con la de sus comunidades, era la condición para la creación
de un mercado capitalista en Rusia. Lenin concebía este proceso como inevitable
y, en última instancia, positivo –aunque, en general, se encargó de subrayar
las contradicciones implicadas. Sin embargo, estas contradicciones no incluyen
una mención de la resistencia campesina contra la expropiación, ni reflexiones
acerca de cómo ésta podría haber contribuido a la creación de resultados que
contradijeran los requerimientos del desarrollo del capitalismo ruso. Así como
Lenin no previó una resistencia campesina, tampoco previó la sanción de una “legislación
sangrienta” (Marx 1867: 896) en Rusia para enfrentarla.
La acumulación de
capital (1913) de Rosa Luxemburgo representa una segunda y
diferente interpretación. Aunque la autora acepta formalmente que la
acumulación primitiva sería un fenómeno histórico único y situado que dio lugar
a los orígenes del capitalismo (para una crítica, véase Rosdolsky 1977: 279),
su marco teórico apunta hacia una dirección distinta. Luxemburgo señala que los
esquemas de la reproducción ampliada elaborados por Marx constituyen una
representación matemática de las condiciones para la acumulación, que sólo tienen
validez en el caso hipotético de que existan dos clases sociales. En realidad,
la autora alega que la producción capitalista debe contar necesariamente con
terceras partes (campesinos, pequeños productores independientes, etc.) que
puedan convertirse en compradores de mercancías. En consecuencia, la imposición
de relaciones de intercambio entre la producción capitalista y no capitalista
deviene necesaria para la realización de plusvalía. No obstante, estas
relaciones de intercambio se topan con relaciones sociales de producción no
capitalistas. Para superar la resistencia al avance del capital que surge de
dicho choque, el capital debe recurrir a la violencia militar y política.
Aquí Luxemburgo introduce un tesis crucial que,
independientemente de la validez de su razonamiento e interpretación respecto
de los esquemas de Marx, resulta fundamental: el prerrequisito extraeconómico
para la producción capitalista –lo que denominaríamos como acumulación
primitiva- es un elemento inherente y continuo de las sociedades modernas, y su
campo de acción se extiende al mundo entero. A partir de allí, la autora
combina su análisis teórico de la acumulación con una conjetura política: una
vez que el mundo entero se torne capitalista, el sistema habrá alcanzado su final
histórico. Aquí, la lucha de clases entra en escena como un deus ex machina antes de que el colapso
sea provocado por condiciones objetivas. Como en el caso de Lenin, tampoco para
Rosa Luxemburgo la resistencia y la lucha son elementos constitutivos de
la acumulación primitiva, sino un posible -aunque importante- subproducto.
Las dos interpretaciones clásicas de Lenin y Luxemburgo han
dejado su huella en subsiguientes abordajes. Es quizás útil calificar la
interpretación de Lenin como de “acumulación primitiva histórica”, a fin de
indicar una etapa histórica y temporalmente definida, para la que se describe
el patrón de separación entre las personas y sus medios de producción. El
enfoque de Luxemburgo puede ser definido, en cambio, como de “acumulación primitiva
inherente y continua”, para indicar el hecho de que este característico proceso
de separación extra-económica entre productores y medios de producción es
permanente y constitutivo del sistema capitalista. Interpretaciones sucesivas y
más modernas parecen compartir las características básicas de estas dos
perspectivas. Por ejemplo, en sus estudios clásicos sobre el desarrollo del
capitalismo, Maurice Dobb utiliza la categoría de acumulación primitiva para
indicar una época bien definida de acumulación de derechos de propiedad, mejor
conocida como mercantilismo:
Si, no obstante, es preciso atribuir un significado a la noción de “acumulación originaria” (en el sentido marxista del término) anterior en el tiempo al florecimiento de la producción capitalista, hay que interpretarla, en primer lugar, como una acumulación de derechos –de títulos sobre patrimonios existentes, acumulados ante todo por razones especulativas- y, en segundo lugar, como acumulación en manos de una clase que, por su especial posición dentro de la sociedad, es capaz de transformar, en definitiva, estos títulos acumulados de patrimonio en medios efectivos de producción. En otras palabras, cuando se habla de acumulación en un sentido histórico, nos estamos refiriendo a la propiedad de patrimonios y a una transferencia de propiedad, y no a la cantidad de instrumentos tangibles de producción en existencia (Dobb 1971: 216).
Según Dobb, por lo tanto, la acumulación primitiva es
acumulación “en un sentido histórico”. Vale la pena notar que también Paul
Sweezy, el principal oponente de Dobb en el famoso debate sobre la transición
del feudalismo al capitalismo -publicado en Science
and Society 1950-1953-, reconoce el “excelente tratamiento de
los problemas esenciales del período de la acumulación originaria” (Sweezy
1950: 157) que realiza Dobb. El ahora histórico debate sobre la “transición”
(recopilado en Hilton, 1978), así como sus posteriores desarrollos y
transfiguraciones -como en el debate de Brenner en las páginas de la revista Pasado y Presente de los años ’70
(recopilado por Astor y Philperin 1985) y, más tarde, los intercambios en Science and Society (Gottlieb
1984; Leibman 1984; Sweezy 1986; McLennon 1986)- se caracteriza por la aceptación
generalizada de la definición histórica de la acumulación primitiva.
Diferente de la aproximación que realiza Dobb al problema de
la acumulación primitiva -entendida principalmente como un proceso histórico
finalizado-, es la de Samir Amin, que se encuentra más cercana a la noción de
acumulación primitiva definida como proceso inherente y continuo y que, según
este autor, tiene lugar a través de lo que define como la transferencia de
valor dentro de la economía mundial:
Ahora bien, esas relaciones entre las formaciones del mundo desarrollado (el centro) y las del mundo 'subdesarrollado' (la periferia) se saldan mediante flujos de transferencia de valor que constituyen la esencia del problema de la acumulación en escala mundial. Cada vez que el modo de producción capitalista entra en relación con modos de producción precapitalistas a los que somete, se producen transferencias de valor de los últimos hacia el primero, de acuerdo con los mecanismos de la acumulación primitiva. Estos mecanismos no se ubican, entonces, sólo en la prehistoria del capitalismo; son también contemporáneos. Son estas formas renovadas pero persistentes de la acumulación primitiva en beneficio del centro, las que constituyen el objeto de la teoría de la acumulación en escala mundial (Amin, 1975: 11-12).
Otra interpretación dentro de este marco general podría
también incluir la noción de sistema-mundo acuñada por Wallerstein (1979). El
carácter continuo de la acumulación primitiva en esta armazón conceptual se
acentúa en los mecanismos objetivos de la acumulación y circulación de capital.
Una revisión cuidadosa de la definición de acumulación
primitiva planteada por Marx nos permite sopesar de manera crítica tanto los
argumentos históricos como los de continuidad, y reformularlos políticamente.
La clave en el abordaje de Marx es el concepto de separación entre productores
y medios de producción (en lo que sigue, me referiré a esto simplemente
como separación). Esta definición, implícita en las lógicas contrastantes de la
acumulación ilimitada de capital vis á vis las luchas sociales por libertad y
dignidad, no sólo nos ayuda a describir la naturaleza recurrente de la
“acumulación primitiva”, sino también a señalar la cuestión política central de
cualquier alternativa al capitalismo: el acceso directo a los medios de
existencia.
3. El concepto de
acumulación primitiva en Marx
3.1. La definición de acumulación primitiva
En el Capítulo XXIV, ubicado en la Sección séptima del Tomo
I de El Capital, Marx discute “La
llamada acumulación originaria”. Para cualquier período de tiempo dado, el
proceso de acumulación presupone, por supuesto, que cierta cantidad de capital
pre-acumulado haya sido lanzada al proceso de producción. En ese sentido, la
producción capitalista como un todo, presupone cierta acumulación “originaria”
o “primitiva”. Aunque nunca utiliza el término, Adam Smith fue el primero en
referirse a esta noción, afirmando que “la acumulación de stock” es una precondición
para la división del trabajo (Smith 1776: 277) y, en consecuencia, para el
acrecentamiento del poder productivo del trabajo. El abordaje que realiza Marx
sobre la acumulación primitiva aparece, desde el inicio, ligado a un
significado teórico distinto que le asigna a la categoría de capital. La noción
de acumulación primitiva está basada en el concepto de capital en tanto
relación de clase, más que en tanto “stock”:
La relación del capital presupone la escisión entre los trabajadores y la propiedad sobre las condiciones de realización del trabajo. (Marx 2005: 893. Destacados nuestros).
Teniendo en cuenta el sentido dado al concepto de capital
como relación de clase, se sigue, que
El proceso que crea a la relación del capital , pues, no puede ser otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que, por una parte, transforma en capital los medios de producción y de subsistencia sociales, y por otra convierte a los productores directos en asalariados (Marx 2005: 893. Destacados nuestros)
De este modo:
La llamada acumulación originaria no es, por consiguiente, más que el proceso histórico de escisión entre productor y medios de producción (Marx 2005: 893).
También podemos encontrar indicios del énfasis puesto por
Marx en las relaciones de clase en la estructura de este capítulo de El Capital.
Marx dedica dos acápites de este capítulo a la formación de la clase
trabajadora (acápites 2 y 3) y tres acápites a la formación de la burguesía
(acápites 4, 5 y 6).
Hay tres puntos centrales que, considero, son la clave para
comprender el abordaje elaborado por Marx sobre la acumulación primitiva. El
primero es que la separación de los productores y medios de producción es
una característica común tanto de la acumulación propiamente dicha como de
la acumulación primitiva. El segundo es que la separación es una categoría
central (sino la categoría central) de la crítica de Marx a la
economía política. El tercero es que la diferencia entre acumulación
propiamente dicha y acumulación primitiva no es de carácter sustantivo, sino
que la diferencia radica en las condiciones y formas mediante las cuales esta separación es
implementada en cada caso.
En lo que sigue, analizaré estos tres aspectos de forma
sucesiva.
3.2. La separación y el secreto de la acumulación (primitiva)
La idea de separación se aplica tanto a la acumulación
propiamente dicha como a la acumulación primitiva. Marx es extremadamente
preciso en esto. En el Tomo III de El
Capital acentúa que la acumulación propiamente dicha no es otra
cosa que la acumulación primitiva –definida en el Tomo I en términos de separación-
reproducida en una escala constantemente ampliada (Marx 2005). En Teorías sobre
la Plusvalía, Marx es aún más preciso, cuando escribe que la acumulación “reproduce la separación y la
existencia autónoma de la riqueza material en contra del trabajo en una escala
constantemente ampliada” (Marx 1971: 315. Destacados nuestros) y, por lo
tanto, “simplemente se presenta como un proceso
continuo lo que en la acumulación originaria aparece como un proceso
histórico distintivo” (Marx 1971: 271; 311-2). Nuevamente, en los Grundrisse plantea: “Una vez presupuesta esta disociación, el
proceso de producción sólo puede producirla de manera nueva, reproducirla y
volverla a producir en una escala cada vez mayor” (Marx 2009: 423.
Destacados nuestros).
3.3. El significado y centralidad de la “separación” en la teoría de Marx
Es conocido que el método de investigación de Marx parte de
las leyes de la economía burguesa como una clave para la comprensión del
pasado, más que de la historia real de las relaciones de producción (Marx 2009:
422). De modo que, si comprendemos lo que Marx quiso decir con separación en
el contexto de la acumulación capitalista, podremos discernir el significado
que le otorga a la separación “originaria” o primitiva.
En el contexto de la acumulación propiamente dicha, la
separación entre productores y medios de producción implica esencialmente que “las
condiciones objetivas del trabajo vivo se presentan como valores disociados,
autónomos, frente a la capacidad viva de trabajo como existencia subjetiva; la
cual, por ende, se presenta ante ellos únicamente como valor de un tipo diferente”
(Marx 2009: 423). La separación de productores y medios de producción en el
plano social conlleva el enfrentamiento del trabajo vivo y las condiciones de
producción como valores independientes que se oponen mutuamente:
Las condiciones objetivas de la capacidad viva de trabajo están presupuestas como existencia autónoma frente a ella, como la objetividad de un sujeto diferenciado de la capacidad viva de trabajo y contrapuesto autónomamente a ella; la reproducción y valorización, esto es, la ampliación de estas condiciones objetivas, es al mismo tiempo, pues, la reproducción y producción nueva de esas condiciones como sujeto de la riqueza, extraño, indiferente ante la capacidad de trabajo y contrapuesto a ella de manera autónoma. Lo que se reproduce y se produce de manera nueva no es sólo la existencia de estas condiciones objetivas del trabajo vivo, sino su existencia como valores autónomos, esto es, pertenecientes a un sujeto extraño, contrapuestos a esa capacidad viva de trabajo (Marx 2009: 423).
Por lo tanto, esta separación es una condición
fundamental para la teoría marxista de la reificación, de la transformación del
sujeto en objeto. En otras palabras, debido a esta separación “las condiciones
objetivas del trabajo adquieren una existencia subjetiva frente a la capacidad
viva de trabajo” (Marx 2009: 423). Esto significa que los medios de producción
están sujetos por un impulso hacia la auto-valorización y auto-expansión, y
esto, desde la perspectiva del capital, es todo lo que cuenta. Por otro lado,
el trabajo vivo, el “ser subjetivo” par
excellence, es convertido en una cosa entre cosas, quedando “reducida a un
valor de determinado valor de uso al lado de las condiciones autónomas de
su valorización como valores de otro valor de uso” (Marx 2009: 423). La
especificidad de este sujeto reificado –la fuerza de trabajo vivo- es que
El material que ella elabora es material ajeno; también el instrumento es instrumento ajeno; su trabajo aparece meramente como un accesorio de ellos en cuanto sustancia, y por ende se objetiva en algo que no le pertenece. Y aún el propio trabajo vivo se presenta como ajeno frente a la capacidad viva de trabajo -cuyo trabajo y cuya manifestación vital específica es él-, el producto del trabajo mismo (Marx 2009: 423-424).
La idea de separación, por lo tanto, se hace eco de forma
estricta del análisis de Marx sobre el trabajo alienado, que está alienado del
objeto de la producción, de los medios de producción, del producto, y de los
otros productores (Marx 1844). La oposición que hemos venido analizando se
encuentra implícita en esta definición; se trata, por supuesto, de una
oposición conflictiva que expresa una “relación específica de producción, una
relación social específica en la que los dueños de las condiciones de
producción tratan a la fuerza de trabajo vivo como una cosa” (Marx
1863-66: 989)3. Estos mismos dueños son sólo respetables en cuanto “personificación
del capital”, en la cual el capital es entendido como teniendo “una sola fuerza
motora, la de valorizarse a sí mismo, crear plusvalor, para hacer que su parte
constante, los medios de producción, absorban la mayor cantidad posible de
plusvalía del trabajo” (Marx 2005: 342). El concepto de separación nos
permite clarificar la referencia de Marx a la acumulación primitiva como
acumulación de relaciones sociales:
“El proceso capitalista de producción […] visto como un proceso integral e inter conectado, esto es, un proceso de reproducción, produce no sólo mercancías, no sólo plusvalía, sino también produce y reproduce la propia relación de capital; por un lado a los capitalista, por el otro a los trabajadores asalariados” (Marx 2005: 724).
3.4. La distinción entre acumulación y acumulación primitiva
Habiendo definido el carácter común de la acumulación y la
acumulación primitiva, Marx apunta también a señalar sus características
distintivas. En oposición a la acumulación propiamente dicha, aquello que
“puede ser llamado acumulación primitiva […] es el presupuesto histórico, en
lugar del resultado histórico, de la producción capitalista” (Marx 2005: 775).
Si bien comparten el mismo principio –la separación- los dos conceptos
señalan hacia dos condiciones de existencia diferentes. El último, implica
la producción ex novo de
dicha separación, mientras que el primero implica la reproducción –a una escala
ampliada- de esa misma separación:
Este divorcio de las condiciones de trabajo, de un lado, y de otro los productores, es precisamente el que crea el concepto del capital, que aparece con la acumulación originaria […], que luego se presenta como proceso constante en la acumulación y concentración del capital y que aquí se traduce, por fin, en la centralización de los capitales ya existentes en pocas manos y en la descapitalización (fenómeno en que ahora se convierte la expropiación) de muchos capitalistas (Marx 2005: 354).
Entonces, la diferencia clave para Marx no reside tanto en
la ubicación temporal de esta separación –aunque un elemento secuencial
está naturalmente siempre presente- sino en las condiciones y circunstancias en
las que esta separación es impuesta. En los Grundrisse,
por ejemplo, Marx subraya la distinción entre las condiciones de surgimiento
del capital (deviniendo), y las condiciones de existencia del capital (siendo).
Las primeras, “desaparecen en cuanto el
capital real emerge”, mientras que las últimas no aparecen como “condiciones de su génesis, sino como
resultado de su existencia” (Marx 2009: 421).
Aquí, Marx está enfatizando un punto simple pero crucial: “el capital, una vez desarrollado
históricamente, crea él mismo sus condiciones de existencia (no como
condiciones de su surgimiento, sino como resultados de su existencia)”
(Marx 2009: 420) y, por lo tanto, esto conlleva la reproducción (en escala
ampliada) de la separación entre medios de producción y productores. No
obstante, la producción ex novo de
la separación implica la existencia de fuerzas sociales que se posicionan por
fuera de la esfera impersonal y “pura” de las leyes económicas. La separación ex novo entre los medios de
producción y los productores se corresponde con la creación ex novo de la oposición entre
ambos, y con la fundación ex novo del
específico carácter alienado adquirido por el trabajo en el capitalismo.
Este es el elemento de novedad, de “originalidad”, que Marx
parece señalar cuando enfatiza que, mientras la acumulación depende fundamentalmente de
“la coerción sorda de las relaciones económicas [que] pone su sello a la
dominación del capitalista sobre el obrero”; la acumulación primitiva lo hace
de la separación impuesta principalmente a través de la “fuerza directa
extra-económica” (Marx 2005: 899-900), por ejemplo del Estado (Marx 1867: 900),
de sectores particulares de las clases sociales (Marx 1867: 879), etc. Podemos
decir, por tanto, que la acumulación primitiva es para Marx un proceso social
instigado por algún actor social (el Estado, alguna clase social particular,
etc.) y dirigido a la población que tiene alguna forma de acceso directo a los
medios de producción. Este proceso social frecuentemente toma la forma de una
estrategia que apunta a separarlos.
La discusión arriba planteada nos permite iluminar dos
amplias piedras angulares teóricas en pos de reformular la teoría de Marx sobre
la acumulación primitiva. En primer lugar, la comentada separación no sólo
indica la ruptura entre modos de producción en una época histórica de
“transición”. Esto implica que la acumulación primitiva no puede ser confinada
a un pasado distante. Aquí estoy proponiendo que en la interpretación de Marx,
nada indica que esta separación no pueda ocurrir en cualquier período, incluso
dentro del modo de producción capitalista “maduro”, cuando las condiciones para
una separación ex novo se
presentan. Discutiré esta cuestión con mayor detalle en la sección 5, al
evaluar los elementos de continuidad de la teoría de Marx sobre la acumulación
primitiva al interior del modo de producción capitalista. En segundo término,
insistir en el rol que tiene la separación en la definición de acumulación
primitiva, así como en la distinción entre ésta y la acumulación propiamente
dicha –que se basa en las condiciones de implementación de esta
separación-, abre una vía para investigar las diferentes formas posibles que
puede adoptar la acumulación primitiva. Esto, por supuesto, puede llevar a la
formulación de una taxonomía de la acumulación primitiva, ejercicio que no será
desarrollado aquí. En la sección 4, en cambio, discutiré algunas de las varias
formas de la acumulación primitiva descriptas por Marx.
4. Diferentes formas
de acumulación primitiva en Marx
Es bien conocido que la discusión de Marx en torno al
proceso de cercamiento de tierras en Inglaterra se trataba de una mera ilustración de
la acumulación primitiva, una ilustración específica de Inglaterra. 4 Más
aún, la discusión de Marx sobre la acumulación primitiva en Inglaterra nos
lleva incluso hacia tierras distantes, en la medida en que dichas áreas están
conectadas y subordinadas al proceso de acumulación en Inglaterra.5 Un
ejemplo típico es el comercio de esclavos. Entre 1690 y 1721 fueron creados
nuevos puertos (como Liverpool), mientras los antiguos cobraban nueva vida como
resultado del florecimiento del comercio de esclavos (como Bristol). El número
de esclavos transportados saltó de 27.500 en el siglo XVII a un número que se
estima entre los 40.000 y 100.000 en el siglo XVIII (Linebaugh 1991: 46). Marx
no tiene ningún reparo en señalar que “Liverpool se engrandeció gracias al comercio
de esclavos” y éste, en efecto, “ era su método de acumulación originaria” (Marx
2005: 924). No obstante, este método de acumulación primitiva no supone un
modelo marxista clásico de transición del feudalismo al capitalismo que pueda
ser aplicado a África. Este perspectiva, que fue común en la ortodoxia marxista
hasta no hace tanto tiempo, enfatizando el rol jugado por el cercamiento de tierras
en la “transición” del modo de producción feudal al capitalista en Inglaterra,
contribuyó a la transformación del concepto de acumulación primitiva en un
piedra angular del monumental edificio generalmente referido como “teoría de
las etapas”.6 En cambio, el ejemplo del comercio de esclavos demuestra que
la acumulación primitiva puede ocurrir a través de la interacción entre Norte y
Sur, la división internacional del trabajo, la destrucción de las comunidades
de África y el esclavismo. Marx estaba, por supuesto, muy consciente de todas
estas formas. Por lo tanto, en este caso, el “proceso histórico de separación
de los productores de sus medios de producción” revela características y
dimensiones bastante diferentes a la representación estereotipada de los
cercamientos de tierras que retratan el pasaje del “feudalismo” al
“capitalismo” en Europa.
Aquí la acumulación primitiva es consistente con la concepción
de la economía capitalista como una economía mundial, en el sentido Braudeliano
(Braudel 1982), según el cual la acumulación en un lugar puede corresponderse
con la acumulación primitiva en otro lugar, en el que la producción ex novo de
la separación puede ser la condición de la reproducción de esa misma
separación en otro lugar interconectado. En este cruce, podemos apreciar
enteramente las explicaciones provistas por la interpretación de la acumulación
primitiva que aquí denominamos como “continua e inherente”.
Marx también se refiere a otras formas de acumulación
primitiva. Se trata de aquellas impulsadas a través de la manipulación del
dinero por el Estado. Marx considera la deuda pública, el sistema de crédito
internacional y los impuestos, como medios fundamentales de una extendida
acumulación primitiva. La deuda pública
se convierte en una de las palancas más efectivas de la acumulación originaria. Como con un toque de varita mágica, infunde virtud generadora al dinero improductivo y lo transforma en capital, sin que por ello él mismo tenga que exponerse a las molestias y riesgos inseparables de la inversión industrial e incluso de la usuraria (Marx 2005: 943).
En forma complementaria a la deuda pública opera el moderno
sistema fiscal,
cuyo puntal está constituido por los impuestos sobre los medios de subsistencia más imprescindibles (y, en consecuencia, por el encarecimiento de los mismos), lleva en sí, por tanto, el germen de su progresión automática. La sobrecarga de impuestos no es, pues, un incidente, sino antes bien un principio. De ahí que en Holanda, donde este sistema se aplicó por vez primera, el gran patriota de Witt lo celebrara en sus máximas como el mejor sistema para hacer del asalariado un individuo sumiso, frugal, industrioso y…abrumado de trabajo (Marx 2005: 944).
De la misma forma, el sistema de internacional de crédito que
acrecienta la deuda nacional,
a menudo encubría una de las fuentes de la acumulación originaria en un país determinado […] No pocos capitales que ingresan actualmente a Estados Unidos sin partida de nacimiento, son sangre de niños recién ayer capitalizada en Inglaterra (Marx 2005: 944).
Todos estos ejemplos apuntan al hecho de que, para Marx, la
acumulación primitiva no sólo asume la forma directa del cercamiento de tierras
tal como ocurrió en el proceso inglés de la acumulación primitiva, sino que
también tiene lugar a través de otros medios. Una sucinta revisión de la
literatura actual sobre la vinculación entre la deuda del Tercer Mundo y la
generalización de la pobreza, revela que los rasgos del capitalismo de los
siglos XVIII-XIX bien pueden presentar una llamativa semejanza con los del
capitalismo del siglo XXI, siempre que los diferentes contextos históricos
sean, por supuesto, tenidos en cuenta.
5. El carácter continuo
de la Acumulación Primitiva
5.1. Introducción
En un importante estudio reciente, Michael Perelman (2000,
ch. 2) 7 sostiene la idea del carácter continuo de la acumulación
primitiva en Marx a partir de tres líneas principales de interpretación 8, para
las que provee diversas evidencias textuales 9. Asimismo, Perelman señala que
Marx quiso des-enfatizar el concepto de acumulación primitiva por razones
políticas y estratégicas, más que por razones teóricas.
Un énfasis excesivo en la acumulación primitiva hubiera
distraído al lector de la “silenciosa compulsión del mercado” (Perelman 2000:
31). El argumento es que Marx quería acentuar el rol de las fuerzas del
mercado, allí donde ya habían reemplazado a la acumulación primitiva, en tanto
dispositivo disciplinario para reforzar la separación entre el trabajo y los
medios de producción. Aunque esta interpretación pueda explicar la relativa
menor extensión dada por Marx a la discusión de la acumulación primitiva, no
responde la pregunta acerca de la medida en que su marco teórico es compatible
con la idea del carácter continuo de dicho proceso.
5.2. Continuidad, conflicto de clase y comunismo
La interpretación del análisis de Marx en torno de la
acumulación primitiva presentada hasta aquí ha revelado dos puntos básicos
interconectados: primero, la acumulación primitiva es la producción ex novo de
la separación entre productores y medios de producción y, por lo tanto, en
ciertas condiciones, representa una estrategia del capital. Segundo, este
proceso social -o estrategia- puede adquirir diferentes formas. La historicidad
contenida en el concepto es revelada, no tanto por el hecho de que la
acumulación primitiva ocurre antes de la emergencia del modo de producción
capitalista –aunque este es también el caso-, sino porque es la base,
la presuposición, la precondición básica y necesaria para que la acumulación de
capital pueda ocurrir. Debe ser señalado que esta última definición –que
es del propio Marx-, es más amplia que la adoptada por la “interpretación
histórica clásica” y, por lo tanto, aquella incluye esta última. Esto es así
porque si la acumulación primitiva es definida en términos de las
precondiciones que satisface para la acumulación de capital, su dimensión
temporal incluye –en principio- tanto el período del establecimiento del
modo de producción capitalista, como la producción, preservación y expansión de
este modo de producción, toda vez que los productores se convierten ellos
mismos en un obstáculo para la reproducción de la separación de los medios de
producción de la que son objeto, separación en los términos en que ha sido
descripta previamente.
Otra forma de explicarlo, sería a través del concepto de
“doble movimiento” de Karl Polanyi (1944). De un lado está el movimiento
histórico del mercado, un movimiento que no tiene un límite inherente y, por lo
tanto, amenaza la existencia misma de la sociedad. De otro lado, está la
propensión natural de la sociedad a defenderse a sí misma y, en ese sentido, a
crear instituciones para su protección. En términos de Polanyi, el elemento
continuo de la acumulación primitiva en Marx podría ser identificado en esos
procesos sociales -o conjunto de estrategias- dirigidas a desmantelar aquellas
instituciones que protegen a la sociedad del mercado. El elemento de
continuidad, crucial en la reformulación de la teoría de Marx sobre la acumulación
primitiva emerge, en consecuencia, una vez que reconocemos el otro movimiento
de la sociedad.
Hemos derivado el carácter estratégico de la acumulación
primitiva de su definición, según la cual se trata “[d]el proceso histórico de
escisión entre el productor y sus medios de producción”; mientras que en
la definición de la acumulación propiamente dicha esta escisión ocurre a una
escala ampliada. En Marx, esta última escisión es, claramente, el resultado de
la fuerza motora de lo que podemos denominar como un sujeto histórico
fundamental –aunque despersonalizado- que es el capital, definido
repetidamente por Marx en términos de su ilimitada necesidad de auto-expansión
mediante la acumulación permanente 10. Esta incesante dinámica de expansión
está condenada a chocar contra límites tales como aquellos planteados por áreas
geográficas no afectadas por la producción capitalista -o que se encuentran en
los márgenes de aquella. Ejemplos de expansión en este sentido incluyen el ya
citado comercio de esclavos mencionado por Marx, así como la discusión
planteada por Luxemburgo que puede, cuanto menos, ser atendida por el
desarrollo destacado que realiza de estas reflexiones ya contenidas en el texto
de Marx 11.
No obstante, Marx usualmente se refiere también al capital
como reactivo vis á vis aquellas fuerzas sociales que establecen un límite
a la acumulación. Especialmente, la dinámica del capital es definida por su
reacción contra los efectos de las diversas luchas comprometidas con lo que
Marx creía era el sujeto histórico de la transformación social par excellence – la
clase trabajadora 12.
El choque de estas dos fuerzas históricas revela la
naturaleza antagónica de “la presente
forma de relaciones de producción” que “da señales de su advenimiento –preanunciando
el futuro” (Marx 2009: 461). Hemos visto que Marx define la naturaleza
antagónica constitutiva de la relación de producción capitalista en términos de
separación entre productores y medios de producción. Por consiguiente, la
definición de acumulación primitiva –del origen de esa separación- está
enlazada al corazón de la visión [de futuro] que tiene Marx acerca de la
sociedad humana, como reflejando una imagen invertida: que los productores
tienen acceso directo a los medios de producción (de más está decir que esto
último refiere a una condición de producción colectiva, y no meramente a una
estrategia individual de mercado para la supervivencia que sea alternativa para
la fuerza de trabajo). Para Marx, el acceso directo a los medios de producción
puede ciertamente adquirir muchas formas, algunas de las cuales pueden también
coexistir históricamente con formas de explotación (para algunos ejemplos,
véase Marx 1867: 170-1). Sin embargo, todas muestran diversos grados de lo que
es sin ninguna duda tan central en el pensamiento de Marx: la autonomía y
autodeterminación de los productores para la organización y administración del
trabajo social. La acumulación primitiva definida en términos de separación
(que se analiza en la última sección del Tomo I de El Capital ) opera como una imagen invertida que refleja el
salto de Marx hacia una hipotética sociedad postcapitalista (sugerida en la
Sección Primera del mismo Tomo), en la que imagina, “una asociación de hombres libres que trabajen con medios de
producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de
trabajo individuales como una fuerza de trabajo social” (Marx 2005: 96.
Destacados nuestros).
Más arriba habíamos indicado que el carácter alienado del
trabajo resulta de la reproducción de esta separación entre productores y
medios de producción en el marco del proceso de acumulación. El carácter
alienado del trabajo es, por supuesto, una de las fuentes principales del
inherente y continuo conflicto de clase dentro de la teoría del capitalismo en
Marx. Asimismo, su superación es para Marx el horizonte fundamental sobre el
cual puede concebirse una sociedad post-capitalista. Dentro del marco teórico y
crítico de Marx, por lo tanto, la escisión implícita en la definición de
acumulación primitiva puede ser entendida no sólo como el origen del capital vis á vis las relaciones sociales
pre-capitalistas, sino también como una reafirmación de las prioridades del
capital vis á vis aquellas
fuerzas sociales que se organizan en contra de esta separación. De modo que los
espacios precapitalistas de autonomía (las tierras comunales de la Inglaterra
de los yeomen; los bienes comunes de
África blanco de los mercaderes de esclavos) no son los únicos objetos de las
estrategias de acumulación primitiva. Por el contrario, también se ha
convertido en su objeto cualquier balance de poder entre clases que constituya
una “rigidez” para la expansión del proceso de acumulación capitalista, o bien
vaya en la dirección contraria
Dado que para Marx las luchas de la clase trabajadora constituyen
un elemento continuo de la relación de producción capitalista, el capital debe
involucrarse en estrategias de acumulación primitiva para recrear las “bases”
de la acumulación [propiamente dicha]. Este elemento de continuidad de la
acumulación primitiva no es sólo consistente con el análisis empírico realizado
por Marx para describir el proceso de acumulación primitiva, sino que también
parece estar contenido en su marco teórico. Esto es así porque la acumulación
[propiamente dicha] es igual a la acumulación primitiva “en un a escala
ampliada”, y “una vez dada la existencia del capital, el modo de producción
capitalista se desarrolla a sí mismo de tal forma que mantiene y reproduce esta
separación en una escala constantemente ampliada hasta que la transformación
histórica tiene lugar ” (Marx 1971: 271. Destacados nuestros). De este
modo, “la transformación histórica” es puesta como un límite a la acumulación,
y la acumulación primitiva es planteada como un desafío –desde la
perspectiva capitalista- para la “transformación histórica”. En determinando
punto, los conflictos de clase, crean cuellos de botella en el proceso de
acumulación, en una dirección que reduce la distancia entre productores y
medios de producción, y cualquier estrategia utilizada para recuperar o
revertir este movimiento de asociación merece entrar en la categoría –consistente
con la teoría y definición de Marx- de acumulación primitiva. El texto de Marx
es suficientemente claro en esto. Tal como fue citado previamente – y
lo reproduzco aquí por comodidad- la acumulación depende de “la coerción sorda
de las relaciones económicas [que] pone su sello a la dominación del
capitalista sobre el obrero”. En este caso,
sigue usándose, siempre, la violencia directa, extraeconómica, pero sólo excepcionalmente. Para el curso usual de las cosas es posible confiar el obrero a las “leyes naturales de la producción”, esto es, a la dependencia en que el mismo se encuentra con respecto al capital, dependencia surgida de las condiciones de producción mismas y garantizada y perpetuada por éstas (Marx 1867: 899-900). De otra manera sucedían las cosas durante la génesis histórica de la producción capitalista. La burguesía naciente necesita y usa del poder del Estado para “regular” el salario, esto es, para comprimirlo dentro de los límites gratos a la producción de plusvalor, para prolongar la jornada laboral y para mantener al trabajador mismo en el grado normal de dependencia. Es este un factor esencial de la llamada acumulación originaria (Marx 2005: 922).
La diferencia clave entre “el curso usual de las cosas” y la
“acumulación primitiva”, por lo tanto, parece ser la existencia de “una clase
trabajadora que, por educación, tradición y hábito reconoce las exigencias de
ese modo de producción como leyes naturales, evidentes por sí mismas” (ibid.).
De manera que, en tanto que la clase trabajadora acepte los requerimientos del capital
como una ley natural, la acumulación no necesita de la acumulación primitiva.
No obstante, las luchas de la clase trabajadora representan precisamente una
ruptura en esa aceptación, una no conformidad con las leyes de la oferta y la
demanda, un rechazo de la subordinación al “curso usual de las cosas”. Cuando
esto ocurre, dos fenómenos interrelaciones tienen lugar en la opinión de Marx.
Primero, el uso ideológico de la economía política para
legitimar “el curso usual de las cosas” o “las leyes naturales de la producción
capitalista”:
No bien los obreros descifran, por tanto, el misterio de cómo en la misma medida en que trabajan más producen más riqueza ajena , […] no bien, por tanto, procuran organizar, mediante trades’ unions, etc., una cooperación planificada entre los ocupados y los desocupados para anular o paliar las consecuencias ruinosas que esa ley natural de la producción capitalista trae aparejadas para su clase, el capital y su sicofante, el economista, claman airados contra es violación de la ley “eterna” , y por así decirlo “sagrada”, de la oferta y la demanda (Marx 2005: 797).
En la medida que identificamos la ideología como una forma
de poder social (Bobbio 1990), se sigue que el uso ideológico de la economía
política en dicha coyuntura es en sí mismo un medio extra-económico de
reimponer el “curso usual de las cosas”.
Segundo, Marx enfatiza, por supuesto, otros “medios extra-económicos”
más materiales:
Toda solidaridad entre los ocupados y los desocupados perturba, en efecto, el “libre” juego de esa ley”. Por otra parte, no bien en las colonias, por ejemplo, se dan circunstancias adversas que impiden la creación del ejército industrial de reserva, menoscabando así la dependencia absoluta de la clase obrera respecto de la clase capitalista, el capital, junto a su Sancho Panza, esgrimidor de lugares comunes, se declara en rebeldía contra la “sagrada” ley de la oferta y la demanda y procura encauzarla con la ayuda de medios coercitivos (Marx 2005: 797).
De ello se deriva, en consecuencia, que la acumulación
primitiva no sólo es el “ fundamento histórico de la acumulación
específicamente capitalista” “en vez de [su] resultado histórico” (Marx, 2005:
776) , sino que también adquiere un carácter continuo –en consonancia con
la continuidad inherente del conflicto social- dentro de la producción
capitalista. En las próximas dos secciones, aporto dos cortas ilustraciones de
estos elementos de continuidad extrapolados del texto de Marx.
5.3. Ilustración I: la continuidad de la acumulación primitiva y de los cercamientos
El primer ejemplo no supone la existencia de un modo de
producción capitalista “maduro”, pero resulta muy útil para ejemplificar la
relevancia conceptual que tiene la lucha de clases para la definición de
acumulación primitiva en Marx. Tomo este ejemplo de un evento que tuvo lugar
durante el período “clásico” de los cercamientos ingleses. El domingo 1 de
abril de 1649 un pequeño grupo de hombres pobres se reunieron en St. George’s
Hill , justo en las afueras de Londres y en los márgenes del Gran Bosque
de Windsor, terreno de caza del rey y la realeza. Comenzaron a excavar la
tierra en un acto de “suposición simbólica de propiedad sobre las tierras
comunales” (Hill 1972: 110). En el transcurso de diez días, su número
creció a cuatro a cinco mil. Un año después, “la colonia había sido dispersada por la fuerza, las cabañas y muebles
quemados, los excavadores echados fuera del área” (Hill 1972: 113).
Este episodio de la historia inglesa podría añadirse con suma coherencia al
acápite 3 del capítulo 24 de Marx, titulado “Legislación sanguinaria contra los
expropiados”. Aún cuando la mayor parte del acápite se ocupa de la legislación
de los Tudor destinada a criminalizar y reprimir el comportamiento popular
(vagancia, mendicidad, robo) inducido por la expropiación de la tierra, este
episodio va un paso más adelante, esclareciendo que la acumulación primitiva
adquiere sentido vis-à-vis patrones
de resistencia y lucha. Este episodio supone la acción activa y organizada de
una masa de pobres urbanos y desposeídos, volcados a la directa reapropiación
de la tierra para su transformación en una tierra comunal. Parafraseando a
Marx, se trató de una acción dirigida a “asociar a los productores
con su medios de producción”. Queda claro, por lo tanto, que la fuerza
utilizada por las autoridades para dispersas a los excavadores, puede ser
entendida, en forma consistente con la teoría de Marx, como un acto de
“acumulación primitiva”, en tanto reintroduce la separación entre productores y
medios de producción. Aunque Marx no incluyó este episodio en su análisis de la
acumulación primitiva, en el acápite 3 del capítulo 24, sí ofrece un puñado de
casos en los que las luchas se contraponen a la legislación estatal que, o bien
representa un “repliegue” del capital vis-à-vis estas
luchas 13, o un intento de contenerlas 14.
5.4. Ilustración II: la continuidad de la acumulación primitiva y la “barrera social” contra el capital
Otro ejemplo involucra la producción capitalista “madura” y
nos lleva hasta la descripción de Marx de la relación entre el plusvalor
absoluto y relativo para el caso de los límites de la jornada laboral. Al
final del Capítulo VIII del Tomo I de El capital sobre la jornada
laboral, Marx señala como las acciones de la clase trabajadora son responsables
de erigir una “barrera social” a la extensión de aquella:
Para "protegerse" contra la serpiente de sus tormentos, los obreros tienen que confederar sus cabezas e imponer como clase una ley estatal, una barrera social infranqueable que les impida a ellos mismos venderse junto a su descendencia, por medio de un contrato libre con el capital, para la muerte y la esclavitud. En lugar del pomposo catálogo de los "derechos humanos inalienables" hace ahora su aparición la modesta Magna Carta de una jornada laboral restringida por la ley, una carta magna que "pone en claro finalmente cuándo termina el tiempo que el obrero vende, y cuándo comienza el tiempo que le pertenece a sí mismo" (Marx 2005: 364-365).
Esta “barrera social todo -poderosa”, producto de las luchas
de los trabajadores, que define la extensión de la jornada laboral, establece
un límite a la extracción de plusvalor absoluto. La definición de barrera
social evoca la idea de un límite social más allá del cual el capital no
puede continuar oponiendo la muerte al trabajo vivo. En este sentido, dicha
barrera social es una forma de “bien común social” porque establece un límite a
la ampliación de la escala de separación entre productores y medios de
producción.
Es “confederando sus cabezas como una clase”, y reforzando
un límite a la jornada laboral como los productores hacen valer sus necesidades
humanas vis-à-vis el alienado
sistema de producción 15, acortando la brecha que los separa de los medios de
producción.
En este punto, el capital introduce maquinaria 16, que es el
“arma más poderosa para reprimir las
periódicas revueltas obreras, las huelgas, etc., dirigidas contra la autocracia
del capital” (Marx 2005: 530) 17.
La introducción de la maquinaria en esta coyuntura representa un acto de
acumulación [propiamente dicha], de recreación de la separación a una escala
ampliada, más allá de los límites establecidos por la “barrera social”.
Racionalizando la jornada laboral, reestructurando el proceso de trabajo y
despidiendo trabajadores, la introducción de la maquinaria apunta a eludir aquella
“barrera social” que fue erigida y, por lo tanto, a recrear la separación entre
los medios de producción y los productores a una mayor escala. Haciendo esto,
intensifica el trabajo al punto que la jornada de trabajo de 10 horas, más
concentrada, contiene mayor cantidad de trabajo, esto es, más fuerza de trabajo
gastada, que la más porosa jornada de trabajo de 12 horas (Marx 2005:
534).
No es necesario decir que cualquier intento de rechazar la
ley que sanciona [los límites a] la extensión de la jornada laboral hubiera
sido, en cambio, un acto de producción ex
novo de esa separación, un acto de acumulación primitiva.
6. Conclusión
El marco interpretativo aquí provisto acentúa la continuidad
de la acumulación primitiva y su persistencia fundamental en las economías del
capitalismo maduro. El fundamento de esta continuidad radica en lo que Marx
denominó “la naturaleza antagónica de la relación de capital”.
El resultado es, creo, un panorama de la teoría de Marx
sobre la acumulación primitiva que nos ofrece profundas reflexiones acerca del
núcleo central de la propia acumulación capitalista –la escisión entre
los productores y los medios de producción- y sobre los límites planteados a la
acumulación capitalista por las luchas sociales. Reformular la teoría de Marx
sobre la acumulación primitiva de esta forma, contribuye al rescate de su
teoría sobre el modo de producción capitalista de la irrelevancia política en
el mejor de los casos, y de la instrumentalidad funcional a la opresión
capitalista en el peor de los escenarios. En efecto, considerar a la
“acumulación primitiva” como una fase histórica antes que una estrategia recurrente
del capital vis-á-vis el carácter continuo de las luchas, abrió el camino
para que incluso los “revolucionarios” le den la bienvenida y la promuevan como
una etapa necesaria hacia el “socialismo”.
El énfasis puesto aquí en la similitud conceptual básica que
existe entre aquellos procesos que ocurrieron en el período considerado por los
historiadores como el amanecer de la era capitalista, y el período posterior
caracterizado por la vigencia de un sistema capitalista maduro, no pretende
minimizar las obvias y notables diferencias entre ambos. Las modernas formas de
acumulación primitiva ocurren en contextos bastante diferentes de aquellos en
los que tuvieron lugar el movimiento de cercamientos ingleses o el comercio de
esclavos. Aún así, enfatizar sus características comunes nos permite
interpretar lo nuevo sin olvidarnos de las duras lecciones de lo viejo.
Los derechos y subsidios socio-económicos son, en la mayor
parte de los casos, el resultado de batallas pasadas. Las instituciones
estatales han procurado desarrollar y adaptar muchos de estos derechos y
programas a las prioridades del sistema capitalista. Lo derechos y subvenciones
garantizados por el Estado benefactor de la segunda posguerra, por ejemplo, pueden entenderse como institucionalización de
los bienes comunes sociales en diversas formas particulares.
Junto con las políticas de crecimiento, la implementación de
las políticas de pleno empleo y la institucionalización de los convenios de
productividad, el Estado benefactor fue establecido para tener en cuenta las
expectativas de la gente luego de los guerras, la revolución Soviética, y el
crecimiento internacional del movimientos sindical. Por lo tanto, el actual
proyecto neoliberal, que de diversas maneras se propone avanzar sobre los
bienes comunes sociales creados en el período de posguerra, se establece a sí
mismo como una moderna forma de cercamiento, que algunos denominan como “nuevos
cercamientos” 18.
Así, la comprensión del carácter continuo de los cercamientos
ilumina dos cuestiones cruciales. Primero, el hecho de que existe un sustrato
común entre las diferentes formas fenoménicas que adoptan las políticas
neoliberales y que, por lo tanto, las poblaciones del Norte, Este y Sur están
enfrentando estrategias de separación de sus medios de existencia, posiblemente
diferentes en términos fenoménicos, pero sustancialmente similares en sus
lógicas profundas. Segundo, esto nos permite identificar la cuestión esencial
que cualquier debate sobre las alternativas en el marco del creciente
movimiento global anti-capitalista debe plantearse: el problema del acceso
directo a los medios de existencia, producción y comunicación; el problema de
los bienes comunes.
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Notas
1 Este artículo es una versión ligeramente modificada
de mi artículo “La teoría de la acumulación
primitiva en Marx: una reinterpretación sugestiva”, en
http://homepages.uel.ac.uk/M.DeAgnelis/PIMACCA.htm. *Universidad
Nacional de Quilmes/CONICET. claudiacomposto@yahoo.com.ar .
2 Este no es el caso cuando el concepto se aplica a la
descripción histórica de la llamada transición del feudalismo al capitalismo.
Tal como describiré brevemente más adelante, esto ha generado mucho debate.
3 Para un análisis más detallado sobre la conexión entre
reificación y fetichismo de la mercancía en Marx, véase De Angelis (1996).
4 En una carta de noviembre de 1877, dirigida al comité
editorial del periódico [ruso] Otechestvenniye
Zapitski [El memorial de la patria], Marx clarificaba como
"El capítulo sobre la acumulación primitiva no pretende más que trazar el
camino por el cual surgió el orden económico capitalista, en Europa occidental,
del seno del régimen económico feudal". Por ello describe el movimiento
histórico que, al divorciar a los productores de sus medios de producción, los
convierte en asalariados (en proletarios, en el sentido moderno de la palabra),
al tiempo que convierte en capitalistas a quienes poseen los medios de
producción” (Marx 1977: 449-451).
5 El estrecho confinamiento geográfico usualmente implícito
en el tradicional abordaje histórico de la acumulación primitiva ha estado, por
supuesto, en la base de ciertas críticas. Por ejemplo, en su famoso estudio
sobre el subdesarrollo en África, Walter Rodney (1972: 101) escribe: “el abismo
ideológico es responsable por el hecho de que la mayoría de los académicos
burgueses escriben sobre fenómenos tales como la revolución industrial en
Inglaterra sin mencionar siquiera una vez el comercio europeo de esclavos como
un factor de la acumulación primitiva de capital […] Pero incluso marxistas
(tan prominentes como Maurice Dobb y F.J. Hobsbawn) por muchos años
concentraron su análisis de la evolución del capitalismo desde el feudalismo
dentro de Europa, sólo haciendo referencias marginales a la masiva explotación
de africanos, asiáticos e indígenas americanos”.
6 De acuerdo con la interpretación de la “teoría de las
etapas”, Marx divide la historia mundial en etapas, cada una de las cuales
tiene su propia estructura económica y social. La transición desde una etapa “inferior”
a una “superior” debe seguir un recorrido lógico, y no es posible saltear
etapas de desarrollo. Esta interpretación, que fue dominante hasta hace no
tanto tiempo, constituye el marco básico del materialismo histórico clásico.
Está conectado a la interpretación histórica de la acumulación primitiva, según
la cual, mediante un tajante corte temporal, este proceso crea las condiciones
para la transición a la fase capitalista de la historia mundial.
Desafortunadamente, Marx escribió en contra de tornar la experiencia inglesa en
un modelo histórico universal sobre el desarrollo social y económico. Por
ejemplo, en la edición francesa de El Capital,
la última editada por el propio Marx, limita claramente su análisis de la
acumulación primitiva a Europa occidental (Smith 1995: 54). En un
claro alegato contra una teoría de etapas universal, la famosa respuesta de
Marx a Vera Zasulich habla por sí misma: “La ‘fatalidad histórica’ de este
movimiento [la separación radical entre productor y medios de producción] está,
pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental” (Marx
1980: 60).
7 Véase el artículo de Perelman en este mismo número de The Commoner.
8 Éstas son las siguientes: primera, el material del
Capítulo XXIV no parece ser cualitativamente diferente del que se encuentra en
el capítulo anterior titulado “La ley general de acumulación capitalista”.
Segunda, “cuando el estudio de Marx sobre la acumulación primitiva finalmente
alcanza la cuestión de Edward Gibbon Wakefield, Marx no califica su apreciación
del padre de la moderna teoría de la colonización limitando su relevancia a una
Inglaterra temprana. Por el contrario, insiste en que Wakefield ofrece reflexiones
significativas sobre la Inglaterra de la época en que el propio Marx vive y
trabaja” (Perelman 1997, Ch. 2: 4). Tercero, “leída en esta clave, la
carta de Marx a Mikhailovsky es también consistente con la idea de que la
importancia de la acumulación originaria no radica en lo que ésta enseña acerca
de las sociedades pasadas, sino en lo que enseña sobre las sociedades más
avanzadas […] el propio Marx, refiriéndose a las instituciones de México,
insistió en que `la naturaleza del capital permanece igual tanto en sus formas
desarrolladas como subdesarrolladas’ (Marx 1867: 400n)” (Perelman 1997, Ch. 2:
4).
9 Por ejemplo, con relación a la discusión acerca de la
caída de la tasa de ganancia, Marx hace referencia a “la expropiación del
residuo final de productores directos, a quienes aún les queda algo para ser expropiado” (Marx
1894: 348) [como posible respuesta del capital]. Esto, por supuesto, presupone
que el proceso de expropiación -de separación ex novo entre productores y medios de producción-, no está
completo dentro de la sociedad del capitalismo maduro, donde la tasa de
ganancia está sujeta a la tendencia decreciente.
10 Por ejemplo, Marx sostiene que “la circulación del dinero como capital es un fin en sí mismo, dado que
la valorización del valor tiene lugar sólo dentro de este movimiento
constantemente renovado. El movimiento del capital es, por lo tanto, ilimitado” (Marx
2005: 253). Para una discusión sobre el carácter ilimitado de la acumulación,
véase De Angelis (1995).
11 Hay al respecto, muchos otros ejemplos reseñados por
académicos radicales. Perelman (1997) cita la economía del hogar como un
objetivo de la acumulación primitiva, así como la expropiación de otros bienes
comunes tales como la transformación de las fiestas tradicionales en días
laborables. Federici (1992), Fortunati (1981) y Mies (1986) entre otros,
refieren a la expropiación del cuerpo de las mujeres, esto es, de los poderes
sexuales y reproductivos de las mujeres para [forzar] su constitución como
fuerza de trabajo que cumpla con los requisitos necesarios para la valorización
del capital. Federici (1988) analiza el proceso de la caza de brujas en los
siglos XVI y XVII, en tanto proceso que allana el camino para el avance de
tentativas estatales destinadas a controlar las tasas demográficas y la
reproducción de la fuerza de trabajo.
12 Aquí se considera el abordaje más amplio de Marx, en
el que la lucha de clases juega un rol central (Cleaver 1979; Caffentzis 1995;
De Angelis 1995).
13 “Las crueles leyes
anticoalicionistas fueron derogadas en 1825, ante la amenazadora actitud del proletariado”
(Marx 2005: 926).
14 “Desde los inicios
de la tormenta revolucionaria, la burguesía francesa se atrevió a despojar nuevamente
a los obreros del recién conquistado derecho de asociación” (Marx, 2005:
927).
15 Esta separación, como hemos visto, se realiza en el
medida en que el trabajo muerto domina al trabajo vivo, de modo que “el trabajo se presenta sólo como un
instrumento que posibilita una específica cantidad de valor , esto es, una
específica masa de trabajo objetivado a través de su acción en tanto trabajo
vivo. El capital utiliza al trabajador , el trabajador no
utiliza al capital , y sólo los objetos que utilizan al trabajador y,
por consiguiente, poseen autonomía, una conciencia y una voluntad propias en el
capitalismo, son capital” (Marx 1863-1866: 1008). Debido a la
separación entre medios de producción y productores directos, “el movimiento y la actividad del
instrumento de trabajo afirma su autonomía vis-à-vis el trabajador. El
instrumento de trabajo deviene una forma industrial de movimiento perpetuo.
Permanecería produciendo indefinidamente, si no se chocara contra con ciertos
límites naturales que toman la forma de los cuerpos débiles y las férreas
voluntades de sus asistentes humanos” (Marx 2005: 526).
16 “Tan pronto como el
gradual recrudecimiento de los amotinamientos de la clase trabajadora […] hace imposible,
de una vez por todas, el incremento de la producción de plusvalor mediante la
prolongación de la jornada laboral, el capital se lanza a sí mismo con todo su
poderío, y con plena conciencia de la situación, a la producción de plusvalor
relativo, mediante la aceleración del desarrollo del sistema de maquinarias” (Marx
2005: 533-4).
17 Marx sostiene que la maquinaria “no sólo opera como competidor poderoso, irresistible, siempre
dispuesto a convertir al asalariado en obrero "superfluo". El capital
proclama y maneja, abierta y tendencialmente, a la maquinaria como potencia
hostil al obrero […] Se podría escribir una historia entera de los inventos que
surgieron, desde 1830, como medios bélicos del capital contra los
amotinamientos obreros (Marx 2005: 530).
18 Véase, por ejemplo, Federici (1992) y Midnight Notes
(1990), ambas publicadas en la revista The Commoner, N°2. Véase también
Caffentzis (1995).
Traducción al español por
Claudia Composto
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