Violeta Bruk &
Javier Gabino | Ya están online los cuatro capítulos
iniciales de la miniserie de ficción Marx
ha vuelto, basada en el Manifiesto Comunista. Estrenados todos los
jueves de mayo con miles de seguidores, con la publicación del último capítulo
de la serie no terminó, en realidad recién comienza a emitirse “on demand” para todos los que quieran
verla, compartirla y difundirla, esa es la lógica de internet. Los cuatro
episodios pueden encontrarse en: www.contraimagen.org.ar y estamos agrupando ahí
también todo lo que genera su lanzamiento: tweets, opiniones, notas en TV,
radio, prensa, blogs y comentarios. La centralización en ese sitio es una ayuda
al navegante, aunque sabemos que la clave en la viralización lograda por Marx
ha vuelto es justamente la descentralización de su difusión, adoptada por
miles de internautas individuales y colectivos, en especial vía redes sociales
como
Facebook y Twitter.
Facebook y Twitter.
Con los capítulos en Youtube, Vimeo y distintos sitios de
descarga, como también por medio de telefonía móvil, los visitantes acceden
desde diversos puntos geográficos, con gran caudal de entradas en
Latinoamérica. Particularmente en México, Chile y Perú se generó mucho
intercambio, además de Argentina. En el Estado Español se inició la difusión,
mientras que con el subtitulado al inglés, francés y alemán, aspiramos llegar a
otros países. A su vez, con la repercusión en TV, radio y prensa escrita de
Argentina, se multiplican las vistas. La propuesta del Instituto del
Pensamiento Socialista y el PTS en el Frente de Izquierda, de popularizar ideas
marxistas por medios audiovisuales y redes, está cumpliendo una muy buena
primer etapa.
Marx ha vuelto recién comienza, también porque ya
está en rodaje un nuevo capítulo de la miniserie. La idea surgió
rápidamente ante el entusiasmo generado por la iniciativa, y también por una
reflexión propia del colectivo político que lo impulsa. Los cuatro episodios
actuales abordan la aguda crítica a la sociedad capitalista que sigue vigente
desde la letra del Manifiesto Comunista, la perspectiva de la revolución
social y el poder de los trabajadores que de ella se desprende. Pero lo que
vemos necesario es intentar abordar de lleno "el Comunismo" por el
que luchamos. Es decir, pasar de los “por qué” y los “cómo”, que enmarca esta
primera entrega, a encarar el desafío de los “para qué”.¿Qué es el Comunismo?
¿Se trata simplemente de una idea, o es, como decían Marx y Engels un
movimiento real cuyas bases se desarrollan “ante nuestros ojos”? Ese será
el desafío del nuevo (o nuevos) episodios. Desde lo narrativo está planteado un
encuentro ficcional entre dos grandes: Marx y Trotsky, más allá
del tiempo y el espacio.
Entre los mensajes en las redes algunos señalaron que para
ellos Marx ha vuelto resultaba un “producto difícil de clasificar”, en
tanto sería expresión también de los cambios en la formas de comunicación
política, más aún encarados por la izquierda revolucionaria. Un diario tituló
“Mensaje político y puentes del arte con la web” [1] . Lo cierto es que la
realización de un material audiovisual de estas características llevó y lleva a
todo el colectivo de TVPTS y Contraimagen a reflexionar, entre otras cosas,
sobre experiencias de la historia que se propusieron desafíos similares.
Las reflexiones de
Gleyzer, Sanjines y Einsestein
El problema de las relaciones entre forma y contenido para
lograr comunicar ideas revolucionarias es parte de una problemática
que recorre todas las experiencias de colectivos culturales y audiovisuales que
se lo propusieron a lo largo de la historia. Encarar el problema de la
distribución de ese contenido audiovisual está directamente relacionado.
No puede ser de otra manera en vistas de la evidencia de que el lenguaje
audiovisual dominante, las formas y los gustos, son en gran medida moldeados
por la industria cultural; al igual que los canales de distribución permanecen
en manos privadas y concentradas. Durante los años ’70, en Europa estas
reflexiones fueron centrales, en Latinoamérica se encararon con una enorme
impronta antiimperialista y tercermundista moldeada por el guevarismo. Procesos
revolucionarios como en Chile, Bolivia y Argentina, y la revolución cubana
ponían al orden del día la discusión como problema práctico. Encarar con
profundidad estos temas excede el límite de este artículo, pero traer
fragmentos de ellos al presente tiene un valor enorme para pensar nuestros
propios desafíos.
En los años ‘70, Raymundo Gleyzer, militante del PRT,
cineasta miembro del grupo Cine de la
Base reflexionaba acerca de los distintos géneros y formatos posibles de
utilizar para llevar las ideas de su organización política y el clasismo al
movimiento obrero en Argentina. Este proyecto culminó en la película Los
traidores que siempre es punto de referencia para los colectivos
militantes. Como parte del plan de Los traidores, el grupo se propuso
realizar una fotonovela del mismo nombre, un género popular en ese
momento, encarando el problema desde una perspectiva instrumental. Gleyzer
cuenta que la idea era que constara de
“50 fotos que sintetizan las distintas partes del film, con textos ad-hoc y todo (...) pensamos venderlo –por medio de los militantes de la corriente clasista– y a un precio insignificante. ¿Por qué hacemos esto? (...) la fotonovela, pensamos que lo que hasta hoy ha sido instrumento de dominación de la burguesía puede ser utilizado por el pueblo para liberarse. Basta hacer un recorrido por los barrios populares para observar la eficacia de un instrumento así. ¿Cuántas mujeres vemos en sus casas leyendo fotonovelas ¿Cuántos obreros las leen camino al trabajo? Pues bien que lean Los traidores, que como cuesta barato y es una historia amena y bien contada, se transforma en un modo para hacer entrar en la vida cotidiana la ideología en juego” [2] .
Desde otro ángulo, el cineasta Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau de Bolivia, intentaron su “teoría
y práctica de un Cine junto al pueblo” [3] . Sus reflexiones toman un camino
distinto, insistente en plantear que la forma y el contenido deberían ir
perfectamente relacionadas. En cuanto a “la comunicación”, explícitamente
plantean que “la forma adecuada al contenido revolucionario que debe
difundirse, no puede concentrarse en los modelos formales que sirven a la
comunicación de otros contenidos”, atacando especialmente todo el lenguaje de la
publicidad e intentando en todo momento traer “la reflexión” en “el
espectador”. Pero una de las aristas más interesantes de sus ideas son las que
tratan las relaciones entre formas creativas y eficacia en la transmisión de
las ideas. Para Sanjinés: “e l cine revolucionario" debería "buscar
la belleza no como objetivo sino como medio”. Lo que implicaría una “relación
dialéctica entre belleza y propósitos, que para producir la obra eficaz debe
darse correctamente. Si e sa interrelación está ausente tendríamos, por
ejemplo, el panfleto, que bien puede ser perfecto en su proclama pero que es
esquemático y grosero en su forma”. Lo cual traería una terrible
consecuencia pues, “La carencia de una forma creativa coherente reduce su
eficacia, aniquila la dinámica ideológica del contenido y sólo nos enseña los
contornos y la superficialidad sin entregarnos ninguna esencia”. En otras
palabras, sin formas creativas no hay comunicación, ni transmisión de ideas a
nivel de masas, las cuales solo pueden ser llevadas por el audiovisual en su propia
lengua: “por vías de la expresión sensible”.
En el texto donde Sanjinés aborda estos temas hace un
recorrido por el cine revolucionario, remontándose incluso a la Revolución Rusa
y Einsenstein, el cineasta soviético que tuvo una práctica y teoría muy profunda
del medio audiovisual al que dejó su impronta. Aunque no es lo que señala de
él, Einsenstein había encarado un ángulo parecido desde una perspectiva
artística. En relación a transmitir una idea, atacó inicialmente el
encadenamiento fluido en un film, como si fueran “ladrillos arreglados en
serie para exponer una idea”. A lo que confrontaba su punto de
vista sobre el montaje como “un choque de dos factores dados” del cual
“surge un concepto”. Más adelante, diría que toda película estaba basada en una
unidad dual (dialéctica), entre un factor altamente consciente y otro
profundamente sensible, que debían crear una constante “tensión”, y las cuales
no pueden separarse sin que todo se malogre. Por lo cual “un sesgo hacia
el lado temático-lógico la hace seca, lógica, didáctica. Pero una
sobreacentuación en el lado de las formas de pensamiento sensible sin tomar lo
suficientemente en cuenta la tendencia temático-lógica, es igualmente fatal...” [4] .
Es muy interesante traer estas reflexiones, acordemos o no
con ellas, porque sirven como disparadores para plantear un debate que
consideramos hoy necesario, si de lo que se trata es de aportar ahora desde
la acción cultural a construir un partido revolucionario.
En un artículo de Ideas
de Izquierda 1 nos acercábamos a las nuevas prácticas de la
realización audiovisual en el norte de África y Europa tras la “Primavera Árabe”
y la crisis capitalista [5]. En él, tras un recorrido por las nuevas
experiencias, planteábamos que ante la mezcolanza de productos y canales de
difusión había que hablar genéricamente de “audiovisual” como el lenguaje
hegemónico en la actual cultura de masas. Lo que incluso debe llevar a repensar
las formas tradicionales e institucionalizadas del cine. A su vez, afirmábamos
que “el ámbito de ‘la comunicación’ con las nuevas posibilidades tecnológicas
se expandió para convertirse por esa razón en un vehículo de expresión
sensible”, que apunta a descubrir otros caminos. En Contraimagen TVPTS tenemos un seguimiento de esas experiencias
ligadas a la lucha de clases, las cuales tuvimos en cuenta para pensar la
realización de Marx ha vuelto. El objetivo de los materiales fue
inicialmente didáctico, para ser utilizado como disparador en cursos sobre el Manifiesto
Comunista para trabajadores y jóvenes. Pero la didáctica fue encarada a
partir del cruce de tres líneas en el guión: una historia actual de
trabajadores; una línea del personaje de Karl Marx; una línea de montaje de
archivo histórico y actual. La primera línea buscar generar empatía con personajes
de la actualidad, trabajadores jóvenes que sufren el ataque del capital en
situaciones cotidianas; la aparición de Marx como sueño o imaginación en cuya
voz se plantean fragmentos del Manifiesto, permitirían “explicar” de alguna
manera estas situaciones. Mientras que la tercera línea con montaje de archivo,
retazos de películas y videos bajados de la red, viene en ayuda para intentar
acortar la distancia entre la realidad actual sin revolución y la letra del
Manifiesto como proclama revolucionaria. La propuesta de “miniserie”, tras su
utilización inicial en los cursos, busca confluir con la explosión de este
género popular en la actualidad. El resultado final es una miniserie web con
un tratamiento formal que explora el lenguaje de internet, por la multiplicidad
de recursos, y un montaje veloz con elipsis marcadas, sin necesidad de “contar
todo”, con una duración de 13 minutos cada uno para que la historia se complete
por la interactividad de los internautas.
A la difusión que está en marcha partir de que miles de
personas la tomen en sus manos, la miren, compartan y difundan por redes
sociales (Argentina va a la cabeza del uso de Facebook por ejemplo), se suma la difusión por celulares. Vía Whatsapp se envían los capítulos y los spot de publicidad de la miniserie, en
una práctica difícil de cuantificar. “Dos compañeros de mi sector me
decían que está muy bien hecho. Otro se lo puso a ver piloteando la
máquina…Cuando estábamos por terminar el turno ya eran cuatro mirándolo por el
celular”. “Los muchachos están como locos, quieren más…Están esperando la
tercera parte y dicen que refleja mucho la realidad que vivimos”. Estos y
muchos más comentarios, se empiezan a escuchar por distintos lugares de
trabajo. Esto evidencia que logramos cierta comunicación, y que lejos de la
lógica unidireccional, las tecnologías interactivas permiten una nueva práctica
de la cual echar mano. Aunque no está de más señalar que estamos muy lejos de
abrazar una “distribución alternativa” por convicción, al contrario nos vemos
obligados a ella por el régimen de propiedad privada imperante que niega a los
trabajadores, la izquierda e incluso a cualquier progresista consecuente el
acceso a “la masividad” de los grandes medios de comunicación.
Si nunca se fue...
Muchos comentarios en las redes señalaron sobre el nombre de
la serie, que “Marx nunca se fue...”.
Como se señaló ya muchas veces, Marx es el único pensador al que se le decreta
la muerte, algo que no se hace con ningún otro, mostrando así por contraposición
la vitalidad de sus ideas. Pero venimos de décadas donde el retroceso en la
lucha de clases y el avance “neoliberal” había impuesto un triunfalismo
capitalista respecto a su dominación, triunfalismo que entró en crisis con la
crisis del propio sistema capitalista. Por eso Marx vuelve y esto recién
comienza, porque las ideas marxistas pueden volverse fuerza material en la
clase trabajadora, los sectores populares y todos los movimientos de los
oprimidos. Esa apuesta no es solo teórica sino práctica. El peso conquistado
por la izquierda trotskista en Argentina, y el lugar destacado del PTS en el
movimiento obrero en particular, nos empujan a seguir pensando y renovando las
posibilidades de una producción audiovisual que aporte lo suyo en la lucha por
la transformación revolucionaria de la sociedad.
Notas
[1] Diario Tiempo
Argentino, 28/05/14. Entrevista a Carlos Weber: “Es bueno que Marx esté entre
nosotros”. “Una miniserie de Internet producida por el Partido de los
Trabajadores Socialistas (PTS). Mensaje político y puentes del arte con la
Web”.
[2] Raymundo Gleyzer, documentos/testimonios (Cinelibros).
"Presentación y autocritica en forma de diálogo con Tomás Gutiérrez
Alea" apartado 3 "Métodos de trabajo (Los traidores)". Según nos
cuenta Juana Sapire, miembro del colectivo, el proyecto de la fotonovela quedó
trunco pero se había iniciado.
[3] Las citas son del libro "Jorge Sanjinés y grupo
Ukamau, teoría y práctica de un cine junto al pueblo" (Siglo XXI).
Apartado "Elementos para una teoría y práctica del Cine
revolucionario".
[4] Sergei Einsestein "La forma del Cine" (Siglo
XXI). Apartado "La forma fílmica, nuevos problemas".
[5] "Primer corte en la línea de tiempo"
realización audiovisual en la crisis capitalista (Revista Ideas de izquierda N°
1)
*Realizadores audiovisuales. Grupo Contraimagen y TVPTS. El artículo fue publicado en la revista argentina "Ideas de izquierda" (http://ideasdeizquierda.org/)