Karl Marx ✆ Wiaz |
Londres, 23 de febrero de 1865
Estimado amigo: He recibido ayer su carta, que me ha
interesado vivamente, y respondo a sus diferentes puntos.. Ante todo, permítame
explicarle en breve mi actitud hacia Lassalle. Durante su agitación,
nuestras relaciones fueron suspendidas:
1) a causa de sus impertinentes fanfarronadas, unidas al más
desvergonzado plagio de obras mías y de otros autores;
2) porque yo condené su táctica política;
3) porque aquí en Londres, le expliqué y demostré con
todo detalle, antes de que iniciase su agitación, que era un absurdo
creer que el «Estado prusiano» podía ejercer una acción socialista directa.
En las cartas que me escribió (de 1848 a 1863), lo mismo que
en nuestras entrevistas personales, siempre se declaró partidario del partido
que yo represento. Pero en cuanto se convenció en Londres (a fines de 1862) de
que conmigo no lograría hacer su juego, resolvió actuar como «dictador
obrero» contra mí y contra el viejo partido. A pesar de todo, yo
reconocía sus méritos de agitador, si bien hacia el final de su breve carrera
su agitación parecíame, incluso, cada vez más equívoca. Su muerte súbita, la
vieja amistad, las cartas de duelo de la condesa de Hatzfeldt, mi aversión a la cobarde
insolencia de la prensa burguesa respecto al
hombre a quien tanto había
temido en vida, todo eso movióme a publicar una breve declaración contra ese
miserable de Blind [*] (Hatzfeldt
envió la declaración a la Nordstern [1]). Mi
declaración no se refería, para nada, al contenido de las actividades
de Lassalle. Por las mismas razones y con la esperanza de poder apartar así a
elementos que me parecían peligrosos, prometí, lo mismo que Engels, colaborar
en el Social-Demokrat [2] (este
periódico había publicado una traducción del Manifiesto Inaugural [**] y
a petición suya escribí un artículo acerca de Proudhon con motivo de su muerte [***]) y
después de recibir de Schweitzer un programa satisfactorio en cuanto al
trabajo de su redacción, le permití que nos anunciara como colaboradores suyos.
Además, era para nosotros una garantía que W. Liebknecht fuese
miembro oficioso de la redacción. Sin embargo, muy pronto se descubrió --las
pruebas de ello cayeron en nuestras manos-- que Lassalle había, de hecho, traicionado al
partido. Había cerrado un contrato formal con Bismarck (sin que éste naturalmente
le diese ninguna garantía). A fines de septiembre de 1864 debía
dirigirse a Hamburgo y allí (con el loco de Schramm y con Marr, confidente de
la policía prusiana) «forzar» a Bismarck a la anexión de Schleswig-Holstein, es
decir, a proclamar dicha anexión en nombre de los «obreros», etc. En
compensación, Bismarck había prometido el sufragio universal y alguna que otra
charlatanería socialista. ¡Es una lástima que Lassalle no pudiera desempeñar esta
comedia hasta el fin! ¡Le habría hecho aparecer en la situación más ridícula y
estúpida, poniendo fin, de una vez y para siempre, a las tentativas de este
género!.
Lassalle emprendió esta falsa senda porque era un Realpolitiker [político práctico] del
tipo del señor Miquel, sólo que de mayor envergadura y con fines más vastos.
(Dicho sea de paso, hace tiempo he calado a Miquel tan hondo, que puedo
explicarme su actitud, pues la Nationalverein
[3] es
un medio soberbio para que un abogadillo de Hannover pueda hacerse
oír en Alemania fuera de su pequeño barrio y, elevando así la «realidad» de su
propia persona, lograr de manera retroactiva ser reconocido en su terruño y
desempeñar el papel del Mirabeau de Hannover bajo la protección de «Prusia».)
Lassalle quiso desempeñar el papel del marqués de Posa del proletariado con
Felipe II [4] de
la Marca Ukerana, reservando a Bismarck el papel de alcahuete entre él y la
corona prusiana, del mismo modo que Miquel y sus actuales amigos se agarraron a
la «nueva era» [5] proclamada
por el príncipe regente de Prusia para incorporarse a la úspide prusiana», del
mismo modo que Miquel y sus amigos han desarrollado su «orgullo ciudadano» bajo la
protección de Prusia. Lassalle no hacía más que imitar a los señores de la Nationalverein.
Pero mientras estos últimos apelaban a la «reacción» prusiana en interés de la
burguesía, Lassalle estrechaba la mano a Bismarck en nombre de los intereses
del proletariado. Los señores de la Nationalverein tenían
para ello más fundamento que Lassalle, por cuanto el burgués está acostumbrado
a estimar cosas «reales» solamente los intereses que tiene ante sus mismas
narices. Por otra parte, de hecho esta clase ha concertado en todas partes un
compromiso incluso con el feudalismo, mientras que la clase obrera, por la
propia naturaleza de las cosas, debe ser sinceramente «revolucionaria».
Para un hombre tan teatralmente fatuo como Lassalle (a
quien, sin embargo, no se podía sobornar con frioleras como cargos, la dignidad
de burgomaestre, etc.) era muy tentadora la idea de ¡una acción directa en
interés del proletariado realizada por Fernando Lassalle! Pero, en realidad,
era demasiado ignorante en cuanto a las verdaderas condiciones económicas de
tal proeza para poder mantener una actitud crítica respecto a sí mismo. Por
otra parte, debido a la vil «política de realidades», en virtud de la cual la
burguesía alemana había soportado la reacción de 1849-1859 y era un simple
espectador del embrutecimiento del pueblo, los obreros alemanes estaban
demasiado «desmoralizados» para no aclamar a este salvador charlatanesco que
les ofrecía llevarles, de un solo salto, a la tierra prometida.
Bien; volvamos al grano. Apenas fue fundado el Social-Demokrat,
se vio que la vieja Hatzfeldt quería, por fin, ejecutar el «testamento» de
Lassalle. Mantenía relaciones con Bismarck por mediación de Wagener (del Kreuz-Zeitung [6]).
Puso a disposición de Bismarck el Arbeiterverein (de
toda Alemania) [7], el Social-Demokrat, etc. La anexión de
Schleswig-Holstein debía ser proclamada por el Social-Demokrat y Bismarck reconocido, en general, como
protector, etc. Todo este magnífico plan se vino abajo gracias a que
en Berlín, y en la redacción del Social-Demokrat,
teníamos a Liebknecht. Aunque a Engels y a mí no nos placía la redacción --el
lisonjero culto de Lassalle, el coqueteo ocasional con Bismarck, etc.--, era
mucho más importante por el momento, naturalmente, mantener una ligazón pública
con el periódico para frustrar las intrigas de la vieja Hatzfeldt e impedir que
el partido obrero se viese por completo desacreditado. Debido a ello poníamos bonne
mine à mauvais jeu [****],
aunque privatim [*****]
escribíamos a la redacción que debía luchar contra Bismarck en la misma medida
que contra los progresistas [8].
Entonces incluso tolerábamos las intrigas de Bernhard Becker --ese tonto
presumido que ha tomado en serio la importancia que Lassalle le había legado en
su testamento-- contra la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Mientras tanto, los artículos del señor Schweitzer en el Social-Demokrat iban tomando un
carácter cada vez más bismarckista. Yo ya le había escrito antes que se podía intimidar a
los progresistas en la «cuestión de las coaliciones» [9],
pero que el Gobierno prusiano nunca y por nada del mundo accedería a
abolir plenamente la ley sobre las coaliciones, pues ello abriría una brecha en
el régimen de burocracia, conduciría a la concesión de derechos civiles a los
obreros, a la destrucción del reglamento para los domésticos [Gesindeordnung] [10], a
la abolición del derecho de los nobles a apalear a los campesinos, etc., etc.,
abolición que Bismarck jamás permitiría y que era, además, incompatible, con el Estado burocrático prusiano. Añadía yo que si la Cámara rechazaba la
ley sobre las coaliciones, el Gobierno saldría del paso con frases (diciendo,
por ejemplo, que la cuestión social exige medidas «más profundas», etc.), para
mantener en vigor estas leyes. Todo esto se confirmó. ¿Y qué hizo el señor von
Schweitzer? Escribió un artículo en favor de Bismarck y reservó todo
su heroísmo para emplearlo contra magnitudes tan infinitesimales como Schulze,
Faucher, etc.
Estoy persuadido de que Schweitzer y consortes obran de
buena fe, pero son «políticos prácticos». Quieren tener en cuenta las
circunstancias existentes y no desean abandonar el privilegio de
la «política de realidades» a Miquel y Cía. (Estos últimos desean, por lo
visto, reservarse el privilegio de colaboración con el Gobierno prusiano).
Saben que la prensa obrera y el movimiento obrero en Prusia (y por tanto en el
resto de Alemania) sólo existen por la gracia de la policía. Por ello quieren
tomar las cosas tal como son, no provocar al Gobierno, etc., del mismo modo que
nuestros Realpolitiker republicanos
están dispuestos a «aceptar» un emperador de la casa de los
Hohenzollern. Pero como yo no soy Realpolitiker,
he estimado necesario declarar públicamente, lo mismo que Engels (pronto podrá
usted leer nuestra declaración en cualquier periódico), que nos negamos a
seguir colaborando en el Social-Demokrat.
Esto le permitirá a usted comprender por qué en el presente
no puedo hacer nada en Prusia. El Gobierno prusiano se ha negado
categóricamente a restituirme en mis derechos de ciudadanía de Prusia[11].
Se me permitiría hacer agitación en Prusia si ella revistiese formas
gratas al señor von Bismarck.
Prefiero cien veces la agitación que llevo ahora a cabo a
través de la Asociación Internacional. La influencia sobre el proletariado inglés es
directa y de la mayor importancia. Ahora hacemos hincapié en el problema del
sufragio universal, que aquí tiene, como es lógico, una importancia
completamente distinta que en Prusia [12].
En general, los progresos de esta Asociación aquí, en París,
en Bélgica, en Suiza y en Italia han superado todas nuestras esperanzas.
Sólo en Alemania se oponen a mí, como es lógico, los sucesores de Lassalle que:
1) de la forma más estúpida temen perder su influencia, y 2) saben que soy un
enemigo declarado de lo que los alemanes llaman «política de realidades». (Se
trata de una «realidad» que pone a Alemania muy a la zaga de todas las naciones
civilizadas.)
Como todo el que adquiere por un chelín un carnet puede ser
afiliado de la Asociación, como los franceses (ditto [******] los
belgas) han elegido esta forma de adhesión individual, porque la ley les
prohíbe adherirse a nosotros como «asociación»; como en Alemania la situación
es idéntica, he resuelto invitar a mis amigos de aquí a y mis amigos de
Alemania a formar en todas partes pequeñas sociedades, no importa con qué
número de afiliados, para que cada uno de éstos adquiera un carnet inglés. Como
la sociedad inglesa es legal, este método no encuentra obstáculos ni
siquiera en Francia. Celebraría mucho que usted y sus amigos más cercanos
establecieran, de este modo, relaciones con Londres...
Publicado por vez primera en la revista Sozialistische Ausländspolitik,
núm. 18, 1918.
Se publica de acuerdo con el manuscrito. Traducido del
alemán.
Notas
[*] C.
Marx. Al redactor del periódico «Beobachter» en Stuttgart. (N. de la Edit.)
[**] Manifiesto Inaugural de la A.I.T. Véase el presente tomo, págs. 5-13. (N. de la Edit.)
[***] Véase el presente tomo, págs. 20-27. (N. de la Edit.)
[**] Manifiesto Inaugural de la A.I.T. Véase el presente tomo, págs. 5-13. (N. de la Edit.)
[***] Véase el presente tomo, págs. 20-27. (N. de la Edit.)
[*******] Y
también. (N. de la Edit.)
[1] Nordstern («Estrella
del Norte»), hebdomadario alemán, se publicó en Hamburgo de 1860 a 1866; de
orientación lassalleana desde 1863.- 437
[2] El Social-Demokrat («Socialdemócrata»)
era órgano de la lassalleana Asociación General de Obreros Alemanes. Con ese
título, el periódico se publicó en Berlín desde el 15 de diciembre de 1864
hasta el año de 1871; en el período de 1864 a 1867 su redactor fue J. B.
Schweitzer.- 437
[3] La Unión
Nacional fue fundada el 15-16 de septiembre de 1859 en el Congreso de los
liberales burgueses de los Estados alemanes celebrado en Francfort del Meno.
Los organizadores de la Unión se proponían unir a toda la Alemania, excepto
Austria, bajo la supremacía de Prusia. Después de constituirse la Confederación
de la Alemania del Norte, el 11 de noviembre de 1867, la Unión se declaró
disuelta.- 437
[4] Marqués
de Posa y Felipe II, personajes del drama de Schiller Don Carlos. Felipe
II de la Marca Ukerana es una alusión a Guillermo I.
La Marca Ukerana, parte septentrional de la provincia
Brandenburgo (Prusia), era el baluarte de los reaccionarios junkers prusianos.-
437
[5] En
1858, el príncipe-regente dio la dimisión al gabinete de Manteuffel y llamó al
poder a los liberales moderados; en la prensa burguesa, este rumbo recibió el
pomposo nombre de «nueva era»; en realidad, la política de Guillermo se
planteaba exclusivamente el reforzamiento de las posiciones de la monarquía
prusiana y los junkers. La «nueva era» preparó, de hecho, la dictadura de
Bismarck, que llegó al poder en septiembre de 1862.- 437
[6] Kreuz-Zeitung («Periódico
de la Cruz»), nombre dado al diario alemán Neue Preussische Zeitung («Nuevo
Periódico Prusiano») por llevar en el título una cruz, emblema del landwehr;
comenzó a publicarse en Berlín en junio de 1848; órgano de la camarilla
contrarrevolucionaria de la Corte y de los junkers prusianos.- 438
[7] Asociación
General de Obreros Alemanes, organización política de los obreros alemanes,
fundada en 1863 con la participación activa de Lassalle. La Asociación existió
hasta 1875, cuando, en el Congreso de Gotha se produjo la unificación de los
lassalleanos y los eisenachianos (partido encabezado por Liebknecht y Bebel)
para formar el Partido Socialista Obrero de Alemania.- 455
[8] Los progresistas eran
representantes del partido burgués prusiano surgido en junio de 1861. El
Partido Progresista demandaba la unificación de Alemania bajo la supremacía de
Prusia y la convocatoria de un parlamento de toda Alemania, así como la
formación de un ministerio responsable ante la Cámara de los Diputados.- 439
[9] La
cuestión de las coaliciones se discutió en el Landtag prusiano en enero de 1865
con motivo de las luchas de los obreros. Estos reivindicaban la abolición de
los puntos del Reglamento industrial que prohibían las coaliciones y las
huelgas. Los progresistas exigían la abrogación del § 181 del Reglamento, que
prohibía a los empresarios suspender la producción para lograr concesiones por
parte de los obreros, y, con fines demagógicos, los progresistas exigieron
también la abrogación del § 182 referente a los castigos por incitación de
huelga. E1 14 de febrero de 1865, el Landtag de Prusia abolió sólo los § 181 y
182 del Reglamento industrial, sin satisfacer las reivindicaciones de los
obreros.- 439
[10] Así
llamaba irónicamente Marx el Reglamento industrial vigente en Prusia. En el
siglo XVIII, el «reglamento para los domésticos», en vigor en las provincias
prusianas, concedía derechos feudales que sancionaban la completa arbitrariedad
de los terratenientes junkers respecto de los campesinos siervos.- 439.
[11] En
la primavera de 1861, Marx hizo intentos para volver a ser admitido como
súbdito de Prusia, pero se lo negaron so pretexto formal de que en 1845 había
renunciado «deliberadamente» a serlo.- 439.
[12] Trátase
de la amplia participación de las tradeuniones inglesas en el movimiento
democrático general en pro de la segunda reforma del derecho electoral en los
años de 1865 a 1867. La primera tuvo lugar en 1831-1832 y dio acceso al
parlamento a representantes de la burguesía industrial.
El 23 febrero de 1865, en la asamblea de los partidarios de
la reforma del derecho electoral, a iniciativa y con la participación activa
del Consejo General de la Internacional, se adoptó el acuerdo de fundar la Liga
de la reforma, que se erigió en centro político de dirección del movimiento
masivo de los obreros por la segunda reforma. A instancia de Marx, la Liga de
la reforma planteó las reivindicaciones del derecho electoral para toda la
población masculina adulta del país. Sin embargo, debido a las vacilaciones de
los radicales burgueses en la dirección de la Liga, asustados por el movimiento
masivo de los obreros, así como a la política de conciliación de los líderes
oportunistas de las tradeuniones, la Liga no pudo llevar a la práctica la línea
trazada por el Consejo General; la burguesía inglesa consiguió escindir el
movimiento, y en 1867 se celebró una reforma mutilada, concediéndose el derecho
de elegir nada más que a la pequeña burguesía y a las capas más altas de la clase
obrera, de modo que el grueso de la clase obrera siguió privado de derechos
políticos.- 440
Fuente: C. Marx & F.
Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974,
t. II.
Digitalización y edición electrónica: Ediciones Bandera Roja.
Digitalización y edición electrónica: Ediciones Bandera Roja.
Marxists Internet Archive, abril de 2003 |