15/2/14

Foucault y Marx: un diálogo aplazado sobre el poder

Michel Foucault ✆ Thierry Ehrmann
Sergio De Zubiría Samper  |  Las relaciones entre estos dos pensadores son muy difíciles de nominar, clasificar o caracterizar. Por momentos podría hablarse de un “combate”, pero también de cierta “complementariedad” y en otras ocasiones de ciertos “desplazamientos”. Además que las continuas referencias y mezclas, realizadas por M. Foucault, a Marx y ciertos marxismos (marxismo insípido, estrecho, estalinista, post-estalinista, discurso marxista, el marxismo académico) dificultan aún más esas relaciones.

Inspirados en los trabajos de dos grandes marxistas franceses, Etienne Balibar y Pierre Bourdieu, partimos de una tesis que consideramos posibilita mayor riqueza para abordar este diálogo: en formas constantemente renovadas, un verdadero combate o tensión irresuelta con Marx se extiende por toda la obra de Foucault y ese es uno de los resortes principales de
su productividad. Este “combate” expresa también la idea del pensador francés, de que la única manera de testimoniar el pensamiento que uno ama es precisamente “utilizarlo, deformarlo, hacerlo chirriar, gritar” y no la estéril tarea de los comentaristas que se dedican a decir si se es o no fiel. Tanto la reconstrucción de ese combate productivo como las teorías del poder de estos dos insustituibles teóricos de la sociedad, están aún por  analizarse, contrastarse e interpretarse. Por esto, cuando remitimos a sus teorías, somos concientes de que nuestras referencias son demasiado fragmentarias y buscan tan sólo llamar la atención sobre la relevancia de este diálogo aplazado o incompleto.

En su condición de “intelectual específico” (no universalista), como prefería autodenominarse Foucault, ese tenso combate con y contra Marx, está necesariamente condicionado por el campo intelectual francés en que adquirió su formación. “Hace ya bastantes años que no se le pide al intelectual que juegue este papel. Un nuevo modo de ligazón entre la teoría y la práctica se ha constituido. Los intelectuales se han habituado a trabajar no en el <universal>, en el <ejemplar>, en el <justo y verdadero para todos>, sino en sectores específicos, en puntos precisos, en los que los situaban sus condiciones de trabajo o sus condiciones de vida (la vivienda, el hospital, el manicomio, el laboratorio, la universidad, las relaciones familiares o sexuales). Han adquirido así una conciencia mucho más inmediata y concreta de las luchas”.
 


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