Karl Marx ✆ Michael Wiesner |
Roberto Fineschi | La
segunda sección de la MEGA2, dedicada a El Capital y a los trabajos
de preparación de esta obra, está cambiando radicalmente las bases materiales
de la investigación sobre este texto1. Si hasta ahora se ha dedicado más
atención, por lo menos en el contexto italiano, al primer libro, la salida de
los manuscritos correspondientes al II y al III, además de la reedición crítica
de la versión impresa de Engels, ha despertado un renovado interés sobre estos
textos. En esta ocasión quiero tratar especialmente algunas cuestiones
relacionadas con el segundo libro, haciendo referencia a los tres volúmenes
recientemente publicados ya citados al principio. Antes de todo, quizás sea
útil especificar algunas diferencias generales que existen entre los varios
volúmenes que componen El Capital.
Un punto fundamental es que el mismo Marx publicó varias
ediciones del libro I: dos ediciones alemanas (1867 y 1872-3) y una edición
francesa (1872-75). A pesar de que la elaboración del texto fuese obstaculizada
y la obra se quedara en parte inacabada, el contenido fue impreso varias veces
con la autorización de Marx. Si bien es cierto que una parte importante de su
legado es inédita y que ésta contiene fragmentos valiosos, etc., no se puede
olvidar el principio metodológico fundamental que reconoce una autoridad
indiscutible a los textos publicados. Si este criterio es válido respecto a los
manuscritos de preparación – desde los
Grundrisse
a muchos textos juveniles – también lo es para los materiales siguientes, o sea
los numerosos manuscritos para el II y el III libro. Vale aún más para la
enorme cantidad de extractos y apuntes en vías de publicación en la cuarta
sección de la MEGA. Naturalmente esto no significa que estos textos no sean
dignos de gran interés y que no ofrezcan buenas ocasiones de interpretación.
Sin embargo, no hay que creer que aquel manuscrito desmienta el primer libro
de El Capital, o que lo haga aquel
apunte o aquella página cuya publicación no ha sido nunca autorizada por Marx.
Se trata del principio de jerarquía de las fuentes.
Después de haber reconocido, por así decir, la autoridad de primer nivel a los textos autorizados,
me parece razonable reconocer otra de segundo
nivel a los manuscritos orgánicos, aquellos textos que los filólogos
consideran «obras», es decir, escritos organizados y desarrollados según una
consistencia lógica comprobada (aquí es posible luego matizar más). Además,
hay que atribuir un tercer nivel a los
extractos y a las notas, en particular a los que no han sido reutilizados
ni para el primero, ni para el segundo nivel. Aún consciente de la complejidad
de tal distinción y del hecho de que existen casos límites en los que es
difícil asignar una prioridad a éste o a aquel texto2, creo que prescindir de
esta jerarquización significa entrar en el terreno del «todo es posible», o sea
de la nada.
Llegando al segundo libro, Marx no publicó nunca ningún texto que tratara el proceso de circulación
del capital. Aquí nos situamos en el segundo nivel. Aún tenemos numerosos manuscritos,
más o menos desarrollados, a partir de los cuales Engels publicó en 1885 el texto tradicionalmente conocido como
segundo libro de El Capital. Es
necesario recordar que este libro no existe como obra autorizada por el autor,
y que la edición de Engels, aunque dotada de autoridad, es una adaptación de
los manuscritos ya nombrados y no es la última versión elaborada de Marx.
Prescindiendo de la valoración positiva o negativa que se quiera dar al trabajo
editorial de Engels, nada puede cambiar el hecho de que los distintos materiales
marxianos se quedaron inacabados. Después de haber aceptado y asumido esta
realidad, tampoco se debe cometer el error opuesto: o sea, pensar que no existe
un desarrollo orgánico– aunque inacabado– de la teoría de la circulación del
capital y que Marx se limitó a escribir apuntes ocasionales; al contrario, se
dieron numerosos intentos de redactar el segundo libro. La «función histórica»
de la MEGA consiste justamente en ofrecer la posibilidad a quien lo desee de
abordar de manera detallada estas cuestiones con los textos en mano, dejando de
lado las discusiones «en general».
Después de establecer esta premisa, intentaré reconstruir la
posición del segundo libro en la arquitectura general de la teoría del capital
y explicar cómo Marx llegó a la estructura «final».
Traducción del italiano por
Elisa Altinier
http://laberinto.uma.es/ |