Foto: Karl Polanyi |
Karl Polanyi
| El primer siglo de la Era
de la Máquina está llegando a su fin entre miedo e inquietudes. Su fabuloso
éxito material se debió a la voluntaria, incluso entusiasta, subordinación del
ser humano a las necesidades de la máquina. El capitalismo liberal fue, efectivamente,
la respuesta inicial del ser humano a los desafíos de la Revolución Industrial.
Con el fin de permitir un amplio uso de una compleja y potente maquinaria,
transformamos la economía humana en un sistema de mercados autorregulados y
forjamos nuestros pensamientos y valores en el molde de esta singular
innovación.
Hoy comenzamos a dudar de la verdad de algunos de esos
pensamientos y de la validez de algunos de esos valores. Al margen de en los
Estados Unidos de América, es difícil afirmar que el capitalismo liberal siga
existiendo. Cómo organizar la vida humana en la sociedad de la máquina es una
pregunta a la que volvemos a enfrentarnos. Por detrás del desgastado tejido del
capitalismo competitivo se entrelaza el presagio de una civilización industrial,
con su paralizante división del trabajo, la estandarización de la
vida, la
supremacía del mecanismo sobre el organismo, de la organización sobre la
espontaneidad. La propia Ciencia está hechizada por la locura. Ésta es la
preocupación continua. English |
Un régimen como éste requiere una libertad interior para la
que estamos mal preparados. Nosotros mismos nos encontramos anquilosados por la
herencia de una economía de mercado que nos ha trasmitido perspectivas
simplificadas de la función y rol del sistema económico en una sociedad. Para
que la crisis pueda ser derrotada, deberíamos recuperar una visión más realista
del mundo humano y dar forma a nuestros objetivos comunes a la luz de ese
reconocimiento.
El industrialismo es un vástago precariamente injertado en
la existencia secular del ser humano. El resultado de este experimento está
sopesándose todavía. Pero el ser humano no es un ser sencillo y puede morir de
más de una forma. La cuestión de la libertad individual, tan apasionadamente
planteada por nuestra generación, es sólo un aspecto de este angustioso
problema. En verdad, forma parte de una necesidad mucho más amplia y más
profunda: la necesidad de una nueva respuesta al desafío total de la máquina.
Traducción por Arturo
Lahera Sánchez
http://revistas.um.es/ |
Otras publicaciones de ‘Nuestra
obsoleta mentalidad de mercado’
Universidad Nacional del Comahue, Argentina
Universidad Nacional de Colombia