20/12/13

Karl Marx le explica a Engels el tema de las privatizaciones en España en un ‘pub’ de Manchester, Inglaterra

José Mansilla  |  Estamos en un pub de Manchester. Marx pide una pinta mientras Engels ojea la prensa.
- Ahora sale un informe del Tribunal de Cuentas en España señalando que algunos servicios ofrecidos tradicionalmente por las administraciones públicas son más baratos y ofrecen mayor calidad que si los hace la empresa privada – señala Engels.
- Bue… [cónchale], es que lo que están haciendo no tiene nombre…. bueno sí, se llama acumulación por desposesión, creo que un tal Harvey tiene la patente del nombre, aunque hay que decir que está basado en mis tesis – replica Marx.
- A ver, ¿cómo que en 'tus' tesis, será en nuestras tesis? – apunta Engels.
- Bueno, no te pongas quisquilloso, en nuestras tesis.
- Tuyas o mías, qué más da. De todas formas, ¿me recuerdas un poco esta tesis nuestra? Ahora mismo no me acuerdo…
- Lo tenemos escrito en el primer tomo de El Capital, ese volumen que fue el único que me dio a mi tiempo a acabar. Los otros los sacaste tú y se lió parda [se formó un zaperoco]. Pero bueno, a lo que vamos. A ver, tal y como mostramos en el libro, la función final del capital es su reproducción. En este sentido es
como un tiburón, tiene que ir hacia adelante o muere. El capital siempre debe estar en movimiento y esto hace que el sistema capitalista sea un sistema económico explotador, pero dinámico, muy dinámico. Hay una transformación constante de Bienes a Capital y posteriormente de nuevo a Bienes, o de Capital a Bienes, para posteriormente pasar de nuevo a Capital. A lo largo de este proceso es cuando se lleva a cabo la producción de la plusvalía, extraída de los trabajadores/as, y su captación por las élites burguesas que utilizan una parte para mantener el ciclo del capital en movimiento. Esto es lo que yo denominé, perdón, denominamos, “proceso de acumulación del capital”.
- Ah, sí, ahora creo que me acuerdo… – comenta Engels – Pero, ¿esto que tiene que ver con las privatizaciones?
- Sí, sí, ahora voy a esto. Durante la fase expansiva primigenia del capital, en el origen del mismo hace ya algunos siglos, se produjo una acumulación originaria que dio lugar, posteriormente, al proceso de industrialización en Europa. Esta fase expansiva del capital basado en la industria ha durado, con sus más y sus menos, hasta los años 70 del siglo XX. Durante todos estos años ha sufrido innumerables ciclos alcistas y bajistas, ha habido revoluciones en su contra, como la rusa, o intentos (insulsos) de domesticarlo, como la socialdemocracia. Sin embargo, el capitalismo no se puede dominar, no se puede encauzar, como no se puede encauzar a un tiburón.
- Que te pierdes con los tiburones Karl, estábamos en los años 70.
- Ah, sí, perdón. Pues a mediados de esa década, las políticas económicas de corte keynesiano, que pretendían esa absurda idea de controlar los ciclos del capitalismo, dieron a su fin. Se mostraron incapaces de gestionar una de las crisis progresivas que manifiesta el sistema. Los factores fueron múltiples y diversos, y seguro que hay gente que no lo verá igual que yo, pero el resultado es que se produjo una falla en el proceso de acumulación. Ya no había de dónde sacar plusvalías, el sistema basado en la producción industrial estaba agotado en Occidente. Así llegó el neoliberalismo. Ciertas teorías, hasta ese momento reducidas a ámbitos académicos minoritarios, fueron acogidas por las élites como una tabla de salvación, mostrando de qué forma el sistema podía continuar hacia adelante, como el tiburón. La clave estaba en la desregularización de la industria financiera, esto es, los bancos, las bolsas, las preferentes, las hipotecas subprime, etc., y en la desmantelación de todo lo público, del Estado del Bienestar, las industrias, los servicios, etc. David Harvey llama a este proceso “acumulación por desposesión” porque, en realidad se produce una desposesión real de la población, con mayor incidencia en la clase obrera, de bienes y servicios que antes eran de todos, que suponían parte del salario indirecto de muchas familias. Esta privatización conllevaba desposesión y, por tanto, desigualdad y pobreza. ¡¡Claro que los servicios, la recogida de basura, el agua, la sanidad, la educación, el alumbrado público, etc., son más caros y de peor calidad si lo llevan a cabo las empresas privadas!! Eso se sabía desde el principio, pero la cuestión no es esa. La cuestión esencial es que el capital debía seguir su camino, su destino, reproduciéndose y acumulándose, y lo comenzó a hacer de nuevo basándose en el argumento populista del ahorro y la eficiencia. Eso sí, sin olvidar la estigmatización de todo lo público como los médicos, los profesores, o los funcionarios en general.
- Ahh… vale, vale.Y de ahí llegamos a lo que está pasando en España [..y en muchos países del mundo], no?
- Exacto! Aunque yo ahí añadiría un toque propio, mafiosillo, lo que llaman el capitalismo de amiguetes [panas], y donde el gran pastel se lo reparten entre unos pocos.
- Joer [¡Qué vaina tan buena!], si que está claro todo, Karl.
- Ya te digo Friedrich. Oye, ¿pagas tu no? Anda, pídeme otra pinta que te voy a seguir hablando de tiburones, de los que compran tanquetas antidisturbios que lanzan chorros de agua…