Karl Marx ✆ Gustavo González |
Adolfo Sánchez
Vásquez | Nos proponemos examinar aquí las relaciones
entre ética y marxismo. Con este objeto partimos de establecer una distinción
entre ética y moral que no siempre suele hacerse, incurriendo en la
consiguiente confusión de términos. Pues bien, por moral entendemos una forma
específica del comportamiento humano, individual o colectivo, que se da
realmente, o que se postula que debiera darse. Y por ética entendemos la
atención reflexiva, teórica, a la moral en uno u otro plano –el fáctico o el
ideal– que no son para ella excluyentes. Vale decir: a la ética le interesa la
moral, ya sea para entender, interpretar o explicar la moral histórica o social
realmente existente, ya sea para postular y justificar una moral que, no
dándose efectivamente, se considera que debiera darse.
Tenemos, pues, ante nosotros, a la moral en un doble
sentido: como objeto de reflexión o conocimiento, y como conjunto de
principios, valores o normas a los que se considera que debieran ajustarse las
relaciones, en sociedad, entre los individuos, o de los individuos con
determinados grupos sociales o con la comunidad. Pero este sentido normativo no
sólo es propio de la moral que se propone, sino tambiénde la crítica de la
moral existente, así como de la crítica a la que pueden someterse otros tipos
de
comportamiento humano como el político, el estético, el religioso, el lúdico
o el económico. Desde este enfoque, cabe una crítica moral de ciertos actos
como los de una política que recurre a ciertos medios aberrantes, o los de
cierta economía que rebaja o anula la dignidad del trabajador al hacer de él un
simple instrumento o mercancía. En casos como estos, la moral –justamente por
su carácter normativo–, con su crítica desde ciertos principios, valores o
normas, se enfrenta a otras formas de comportamiento humano que, por su
naturaleza específica, no tienen una connotación moral. Pero, al señalar esta
presencia de la moral en otras formas de comportamiento humano, hay que
cuidarse de no acentuar esta presencia hasta el punto de disolver en ella el
comportamiento específico de que se trate; es decir, no hay que caer en el
extremo que la diluye: el moralismo. Como igualmente habrá que cuidarse de otro
extremo que también disuelve a la moral: el sociologismo, en la teoría, o el
pragmatismo o “realismo”, en la práctica política. Con estas precauciones,
abordemos el problema de las relaciones entre el marxismo como ética y la
moral, entendidos ambos términos en el doble plano antes enunciado: explicativo
y normativo.http://marxismocritico.files.wordpress.com/ |