5/11/13

En el principio era el hecho | Análisis del ‘Discurso ante el Congreso de Fundación del Partido Comunista Alemán’ de Rosa Luxemburgo

  • Que nosotros estemos o no entre los hombres, cuando dicha meta sea conquistada, es lo de menos, porque nuestro programa seguirá vivo para regir el mundo de la humanidad liberada… ¡A pesar de todo! | Karl Liebneckt, 14 de enero de 1919
Rosa Luxemburgo ✆ A.d.
Fernando Moyano &  Gabriela Sarasúa  |  Analizaremos aquí el discurso de Rosa Luxemburgo del 31 de diciembre de 1918 ante el congreso fundacional del Partido Comunista Alemán (KPD). Ya el 9 de noviembre se había iniciado la revolución. Tras la caída de la monarquía imperial, un gobierno socialdemócrata instauraría la República, pero aplastando el proyecto socialista. Días después,el 15 de enero de 1919, ese gobierno asesinaría a la misma Luxemburgo y a Karl Liebneckt. En este trabajo, nuestro análisis incluirá menciones al marco histórico, sus antecedentes y un posible significado mundial desde la óptica de Rosa Luxemburgo; lo mismo haremos con los hechos subsiguientes y con su desenlace. 

La líder espartaquista expone, en dicho discurso, su concepto de revolución proletaria “por abajo”, diferenciando esta revolución de las burguesas en su estrategia, táctica y metodología. El eje es su concepción de la espontaneidad de las masas y el papel del partido;masas hechas conscientes por su propia actuación revolucionaria, que se colocarán, en su momento, en el papel de la dirección. Por eso, dice que Espartaco ganará al final, o sea, las masas conscientes tomarán el poder. Luxemburgo nunca abandonó su espíritu libertario;ella era mujer de partido y tardó en romper con el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) y el USPD
(Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania),ya que creía que esta decisión la iba a alejar de las masas. Pero la situación avanzó rápida y desigualmente. El 5 de enero de 1919, las masas berlinesas se hicieron presentes, pero faltó la dirección. El 6 de ese mismo mes,Luxemburgo llama al pueblo: “Levantaos”; ya tarde, trataba de encausar el movimiento. ¿Qué hubiese pasado si Espartaco hubiese actuado logrando otro curso? Tal vez una sangrienta derrota, pero luchando. La sangría, de todas formas, se dio con cientos y miles de militantes obreros asesinados impunemente, sin que la sangre sirviese para aprender en la lucha.

En los límites de este trabajo, solo podremos incluir destellos de una aplicación de estos conceptos complejos al presente; pretender otra cosa, sería manifestación de un pensamiento lineal de nuestra parte.

Si se repite dos veces, la segunda ya no es sorpresa

Era común decir que en noviembre de 1917 comenzaba una nueva era de la humanidad. Hoy, en todo caso, decimos que allí se abre un período, y no hay una opinión única sobre su cierre. Aún así, y sin menoscabo del impacto de la Revolución Rusa sobre el mundo actual, no pensamos en que ese período se abriera con el triunfo de esta Revolución y nada más.Lo que realmente marca la historia de 1917, y lo que luego vendría, es la bifurcación de los “dos noviembres”:el triunfo de la Revolución Rusa junto al fracaso paralelo de la Revolución de Noviembre (1918-1919) en Alemania. No el triunfo bolchevique, sino el triunfo bolchevique aislado. Aislamiento que es feedback negativo, distorsiona la revolución rusa y devuelve la distorsión ampliada al movimiento revolucionario mundial. Durante ese año, surgen levantamientos en varios países europeos, como Hungría y su breve Comuna de 1919;sin embargo, aun en el improbable caso de haber sobrevivido, no podría haber aportado el auxilio proletario y complemento industrial necesario para los bolcheviques. Este debía provenir de Alemania.Esta expectativa revolucionaria era vieja. En febrero de 1848,el Manifiesto del Partido Comunista destaca la inminencia de la revolución en Alemania, queestallaría al mes siguiente y fracasaría.

Según el modelo de la Revolución Francesa, las revoluciones burguesas anunciadas en el continente derrocaría los antiguos regímenes; se esperaban repúblicas acordes al desarrollo capitalista burgués que había madurado en el seno de la vieja sociedad. Pero Europa había cambiado, el modo capitalista de producción había mostrado sus límites y contradicciones internas, y como consecuencia de su desarrollo, la clase de los proletarios modernos entraba en escena. La esperanza era que el cambio político abriese la puerta a un cambio social más profundo, que desbordara el límite burgués. Y en ningún otro lugar, como en Alemania.

Acertado y equivocado. Se produjo la revolución en Alemania y la débil burguesía no alcanzaba para constreñirla al orden burgués. Aunque,por esto mismo, fue inconsecuente con el programa democrático; prefirió el matrimonio de conveniencia con las viejas clases dominantes, que también prefirieron adaptarse que desaparecer. Abortada la revolución, una simbiosis entre la burguesía industrial y el militarismo prusiano conduciría a Alemania a la unificación, y en forma vertical, hacia un rápido desarrollo capitalista.

El modelo de revolución permanente que Marx y Engels esperaban ocurrió en Rusia setenta años después. También, se esperaba una revolución democrático-burguesa al estilo francés, ni los bolcheviques pensaron otra cosa. Lenin,rápidamente, cambió a medias ese esquema en abril de 1917; ya la visión difusa de Trotsky de 1905 había quedado enterrada, aunque Luxemburgo también había adelantado una idea parecida.

La burguesía rusa era mucho más débil, inmadura e inconsecuente que la alemana de 1848;las contradicciones del capitalismo mundial se habían profundizado y el proletariado, además de haber entrado en escena, ya disputaba un rol protagónico. El orden burgués se hundió llevando el país a la ruina. Los hechos pusieron a Rusia ante una revolución solitaria, para la cual no tenía condiciones; los bolcheviques esperaban el refuerzo de la revolución alemana.

Esa contingencia también había sido prevista en cierta forma por Marx y Engels tanto en el prefacio a la edición de 1872 del Manifiesto del Partido Comunista como en la respuesta de Marx a los populistas rusos, cuando las relaciones sociales capitalistas en Rusia no habían madurado aún. Una revolución democrática, pensaban ellos, podía terminar llevando a Rusia al comunismo,siempre y cuando fuese complementada por la revolución obrera en Europa.

En 1917, Rusia ya había dejado atrás el tiempo de la comuna rural y entraba irreversiblemente en el capitalismo, pero este, débil y dependiente, no pudo darle un nivel de autosuficiencia productiva. Seguía faltando ese complemento. La hipótesis de Marx de revolución en un país atrasado de comunas campesinas, complementada por la solidaridad proletaria de un país industrial más avanzado, se cumpliría más tarde y de otra forma, cuando la Revolución China de 1949 recibió el aporte de la URSS industrializada. Y no fue que el desarrollo industrial condujo, en Rusia, a una revolución obrera, sino que la revolución obrera hubiera abrió un camino no capitalista de desarrollo industrial. Pero en 1917, habiendo dado la señal, los rusos esperaban que la clase obrera europea se levantase para ayudarlos a salir del atraso y el aislamiento.

En 1923, dice Zinoviev, presidente de la Internacional Comunista: “La revolución proletaria está llamando a la puerta de Alemania... tendrá la ventaja de contar con la experiencia rusa, y no repetirá [sus] errores[1] (Luxemburgo 1976b).

Sí, hoy hablamos con el diario del lunes en la mano. Pero las palabras de Zinoviev ceden a esa ingenuidad tan común: ver solo un equipo en la cancha.

Aquí, al tomar el discurso de Luxemburgo ante el Congreso fundacional del KPD (Partido Comunista de Alemania), queremos, primero, recuperar su pensamiento, pero no como doctrina o polémica abstracta, sino como protagonista vivo de lucha, y, en segunda instancia,analizar los conceptos que plantea: situación revolucionaria, socialdemocracia, contrarrevolución preventiva, especificidad de la revolución proletaria, partido, masas, espontaneidad y auto-actividad [Selbsaktivität], organización, y la alternativa inexorable de socialismo o barbarie. Pero no viéndolos como cosa juzgada, sino como se los ve desde la escena en plena lucha. Un pensamiento no tiene vigencia, sino a condición de cobrar vida en la lucha presente.

No cualquier ojo nos servirá para eso, sino aquel que haya podido ver en el momento, más allá de los hechos inmediatos, todo el paisaje, hacia atrás y adelante.No había solo un bando en Alemania, y fue la burguesía quién más pronto aprendió de la experiencia rusa y previno los errores. El régimen imperial se hundía. Pero la burguesía alemana no era vasalla de algún capital extranjero, sino dueña de sí; ella y el militarismo, en vez de agotarse hasta el último aliento como en Rusia, guardaron la reserva para hacer frente a la revolución social que vieron venir. La “democratización” fue su repliegue defensivo. También en los aliados estuvo la inquietud de no empujar a Alemania al “bolchevismo”.

La paz, esquivando la capitulación total, guardó al alto mando alemán también una reserva moral para atribuir, luego, la derrota a la “puñalada a traición del socialismo”. Se delegó la represión más dura a los Freikorps (paramilitares) y se logró conservar –no sin problemas– la cadena de mando. La Revolución de Noviembre que derribó al Kaiser fue un “febrero sin octubre”, porque si no pudieron detener la revolución en Rusia, en Alemania sí.

El 9 de noviembre asume el gobierno el SDP y el USPD. Hay movilizaciones de masas y se crean espontáneamente consejos de obreros y soldados, pero estos reconocen la autoridad de ese gobierno. La Liga Espartaco era muy minoritaria y funcionaba como fracción dentro del USPD. Al negarse la dirección del partido a convocar un congreso, la Liga rompe con el USPD;y luego, junto con el grupo más pequeño de comunistas internacionalistas (IKD), forman el KPD. El Congreso fundacional se reúne el 30 de diciembre de 1918. Rosa Luxemburgo era partidaria de participar en las elecciones a la Asamblea Nacional que se anunciaba para enero, pero la mayoría se oponía.

En las siguientes líneas, analizaremos su intervención más importante, presentando el programa del partido, en el cual hace un análisis coyuntural, replantea debates cruciales del marxismo, desarrolla su concepto de revolución proletaria y propone una estrategia. En esa situación, este discurso es la síntesis de su pensamiento, así como los hechos de esos días son la síntesis de su vida.

2. En la fundación del Partido Comunista Alemán
a) De 1848 a 1918
Para Luxemburgo, la situación revolucionaria en Alemania colocó nuevamente en escena “la tarea inmediata de la revolución proletaria [...] una situación similar a la de Marx y Engels cuando escribieron su Manifiesto Comunista”y planteó una revolución política que produjo una transformación social radical.
Siguiendo sus pasos, la ensayista señala que los textos de Marx entre 1872 y 1895 critican su visión del ‘48 porque el desarrollo capitalista en Europa era, por entonces, muy incompleto, y la estructura posterior del Estado burgués pondría fin a la era de las revoluciones por arriba de tipo jacobinas. Esos textos proponen para el nuevo tiempo el trabajo político y partidario de largo aliento, despertando la conciencia de las masas obreras.

En Alemania el crecimiento industrial y la expansión capitalista trajeron un proletariado moderno: tres cuartos del país, concentrado, organizado, calificado y culto. Con ello, un vasto movimiento obrero; sindicatos de dos millones de afiliados; y un gran partido socialista de masas que inauguró el formato de máquina piramidal del partido político moderno con un millón de afiliados,doscientos periódicos, una red de asociaciones cubriendo todas las esferas y funcionarios rentados, profesionales y electivos.Pero en vez del gen jacobino era el prusiano. Ese movimiento obrero no tenía una tradición revolucionaria de masas que heredar. Su práctica era burocrática, oportunista y conservadora, de apego a las conquistas parciales, cada vez más integrado a la expansión capitalista.

Era el Programa de Erfurt (1891): división entre el programa máximo, “el socialismo como lucero distante”, y el programa mínimo que realmente cuenta,“la mezquina lucha cotidiana sindical y local”. No solo descarta la lucha callejera del ‘48, sino todo enfrentamiento radical con la burguesía;“parlamentarismo y nada más que parlamentarismo”. Eso lleva al colapso del 4 de agosto de 1914, cuando la socialdemocracia vota los créditos de guerra, traicionando el compromiso internacionalista.

Si la burguesía alemana incorporó la tecnología industrial más moderna, el partido obrero alemán hizo lo suyo con la última palabra de la cultura obrera: el marxismo. Pero, según Rosa Luxemburgo, un “marxismo sustituto”, una forma ideológica degenerada hacia el evolucionismo positivista.

Volver a la perspectiva de 1848, pero “con la ventaja adicional de setenta años de desarrollo capitalista... y también del movimiento obrero socialista”.“También vuelve el verdadero marxismo [que estuvo] cavando como un topo bajo los cimientos de la sociedad burguesa”En este sentido, la nueva revolución no puede repetir el viejo modelo de la revolución política por arriba en la que la irrupción de las masas era un acontecimiento inorgánico y momentáneo sobre el que se apoyaba una élite organizada y centralizada.

Lo que en 1872 era perspectiva futura, en 1918 es realidad presente. Las grandes masas entran en escena. La revolución por abajo es un fenómeno orgánico con su forma propia, instrumento de decisión y acción descentralizada:los consejos de obreros y soldados.

Luxemburgo había expuesto en 1904 la diferencia entre el método y estilo organizativo heredados de la revolución burguesa y la línea de masas propia de la revolución proletaria, polemizando con Lenin en“Problemas organizativos de la socialdemocracia rusa”Resulta notable además que, aquí, su discurso señale las insuficiencias del texto de Engels de 1895, la “Introducción” a Las luchas de clases en Francia de Marx. Ella ignoraba que dicho texto que había sido censurado por AugustBebel, quien había suprimido las referencias a la futura lucha insurreccional.

Aquel planteo de Engels coincide plenamente con el de Rosa Luxemburgo (2007):[2]

La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí, donde se trate de una transformación completa de la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas [...] por qué dan su sangre y su vida [...] Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora.

Por tanto, la primera cuenta a saldar es programática:“Nuestro programa se opone deliberadamente al principio rector del Programa de Erfurt [...] liquidamos un proceso de setenta años declarando que no conocemos programas máximos y mínimos; solo conocemos una cosa,el socialismo; esto es lo mínimo que vamos a conseguir”.
b) La desilusión mutua
Por lo general, se ha tomado a Luxemburgo como una abanderada de la espontaneidad, negando o desmereciendo, así,su acción organizada. Sin embargo, al comienzo de la revolución,con el auge espontáneo de las masas desbordando los partidos conservadores, es decir,cuando el momento parecía darle la razón a la idea de lo puramente espontáneo, la encontramos fundando un partido político revolucionarioy discutiendo su programa, estrategia y táctica. Y aun quedando en minoría por las propuestas políticas que deduce, se centró en el otro aspecto, la “insuficiencia y debilidad” del movimiento espontáneo y las tareas necesarias para su superación.

La revolución vino después de cuatro años de guerra [y] tutela de la socialdemocracia y los sindicatos […] No podríamos esperar que apareciera repentinamente una revolución gloriosa, inspirada en una conciencia de clase definida, dirigida hacia un objetivo concebido con toda claridad […] Lo que ocurrió fue una movilización más o menos caótica, desprovista de un plan razonado, apenas un poco más que la caída del sistema imperialista existente […]

El único principio persistente y salvador fue la consigna:“Por consejos de obreros y soldados”,que distingue tajantemente a nuestra revolución de todas las revoluciones anteriores, las revoluciones burguesas, [y] une internacionalmente a nuestro movimiento[… Pero] la revolución era tan insuficiente, débil, con falta de iniciativa y de claridad, que el 10 de noviembre, nuestros revolucionarios permitieron que escaparan de sus manos casi la mitad de los instrumentos de poder […] la dirección pasó a manos de individuos que pocas horas antes […] habían resuelto que su principal deber era […]tratar de imposibilitar su realización (Íd.).

Es esta contradicción, entre el impulso revolucionario espontáneo y primordial, y las limitaciones de insuficiencia y debilidad, la que define el drama del momento.

Las semanas que transcurrieron entre el 9 de noviembre y el día de hoy están plagadas de toda clase de ilusiones. La primera ilusión de los obreros y soldados que hicieron la revolución fue creer en la posibilidad de unidad bajo la bandera de lo que se hace llamar socialismo […] Hubo otra ilusión, que afectó a la burguesía: que mediante el gobierno autotitulado socialista realmente podrían frenar a las masas proletarias y estrangular la revolución socialista (Íd.).

En estos dos elementos está el nudo gordiano de la coyuntura. Para las masas proletarias el gobierno socialdemócrata es el encargado de llevar adelante la revolución, para la burguesía, en cambio, es el régimen de excepción con la que se intenta contener a las masas. (Eventualmente, ¿el nudo gordiano de toda socialdemocracia?).

El fin de esas ilusiones marca el punto de giro.“Una tras otra, se han disipado“Esto señala el fin del primer acto... la desilusión es mutua, universal”En este sentido, “los obreros han perdido la ilusión [en que ese fuese] un gobierno socialista”Por tal motivo, la autora de Huelga de masas, partido y sindicatos parafrasea la vieja frase de Wilhelm Liebneckt en su discurso:[3]“Se ha demostrado que la bandera del 'socialismo' no es sino la hoja de parra que le da visos de decencia a la política contrarrevolucionaria”.

Luxemburgo recibe la desilusión como “un gran aporte”, “nada hay más dañino que una ilusión, nada sirve tanto a la causa revolucionaria como la verdad desnuda”Y cita además a Gotthold Lessing:“Si queremos enseñar la verdad, debemos enseñarla completa o no enseñarla, enseñarla con claridad y franqueza [...] Quien piense en llevar a la humanidad la verdad enmascarada y pintarrajeada, puede ser el alcahuete de la verdad, pero jamás ha sido su amante”.Dramáticamente agrega: “Existe un procedimiento revolucionario definitivo mediante el cual se libera al pueblo de las ilusiones, pero, desgraciadamente, la cura exige sangrías”.Desgraciadamente no es aquí una mera palabra. Quince días después sería su propia sangre.
c) Las propuestas para la acción
… podría pensarse que bastaría derribar al viejo gobierno, poner un gobierno socialista a la cabeza, y proclamar el socialismo por decreto. ¿Otra ilusión? El socialismo no puede ser ni será creado por decreto; lo deben crear las masas, lo debe realizar cada proletario. Distamos de hallarnos en una situación en la que la caída del gobierno garantice el triunfo del socialismo.[Aparecen las características del nuevo capítulo de la revolución:][…] se han producido algunas huelgas, en buena medida espontáneas. Se extenderán más y más, hasta constituir el foco de la revolución. Una revolución económica y, junto con ello, una revolución socialista. Las luchas económicas se intensificarán enormemente [...] la revolución adquirirá ciertos aspectos que para la burguesía no son broma.
Con agudeza, muestra la perspectiva final del gobierno del SPD, tal vez de todo tipo de socialdemocracia:“descubren con tristeza que la burguesía ya no los necesita más.
En las tareas tácticas, lo fundamental es: “No dirijamos nuestra atención hacia la cumbre, sino a la base. Debemos socavar el gobierno destrozando sus cimientos mediante la movilización revolucionaria masiva del proletariado”.

Los ejes son tres:
 i. Extender el sistema de consejos obreros; que asuman todo el poder estatal, ejecutivo y legislativo. Con la educación de las masas porque “[…] aun donde los consejos de obreros y soldados ya existen, no comprenden por qué existen”.
ii. Trabajo político hacia los soldados, armamento de las masas, desarme de la contrarrevolución, democratización del ejército. “El cuerpo de proletarios en uniforme [no es] inaccesible a la influencia socialista”. El gobierno intentó “con la ayuda de los soldados que volvían del frente [...] controlar a los obreros y reprimir toda manifestación de la lucha de clases socialista. […] ¿Qué han logrado? Han reprimido unos cuantos disturbios sin importancia [y] la hidra de la revolución ha levantado su cabeza con más decisión que nunca”.
iii. Trabajo hacia el campo, crear consejos de asalariados rurales y campesinos pobres.Lo más importante es el concepto de educación de masas:“Nuestro evangelio dice: En el principio era el hecho... Las masas deben aprender a ejercer el poder, ejerciendo el poder. No hay otro camino”
3. Conclusiones
a) El deber de la rebelión
El socialismo es inevitable, no solo porque los proletarios ya no están dispuestos a vivir bajo las condiciones que les impone la clase capitalista, sino porque si el proletariado no cumple con sus deberes de clase, si no construye el socialismo, nos hundiremos todos juntos. El desarrollo capitalista en gran escala ha llegado tan lejos en setenta años, que hoy nos podemos proponer seriamente liquidar al capitalismo de una vez por todas. No solo estamos en condiciones de cumplir esta tarea, no solo es un deber para con el proletariado, sino que nuestra solución le ofrece a la humanidad la única vía para escapar a la destrucción (Íd.).

¿Era posible una revolución socialista en 1919 en Alemania? En los primeros meses hubo un auge desparejo de acciones espontáneas de masas. Muchos consejos se reorganizaron bajo direcciones paritarias SPD-USPD-KPD. Se tomó brevemente el poder en Düsseldorf y Bremen, también hubo una ola de huelgas en el Rhur con toma de empresas, huelga general en Alemania central, comuna campesina en Baviera. Pero estas acciones fueron inconexas y desfasadas. La rebelión fue aplastada. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknech, junto con unos cien espartaquistas, fueron asesinados el 15 de enero. La dura represión tuvo como saldo 3000 muertos.

El resultado adverso es interpretado, muchas veces, como prueba contra la aspiración revolucionaria: no había condiciones. De ser así, tampoco las había para el reformismo socialdemócrata, ni una república liberal burguesa, ni siquiera para un gobierno conservador “democrático”. Todo eso cayó“como castillo de naipes”con la llegada de Hitler,quien tampoco encontró condiciones para su orden de mil añosy se hundieron todos juntos.

El concepto de socialismo o barbarie no es original de Luxemburgo;ella lo toma de Engels, pero al haberlo desarrollado enfáticamente (pues en su tiempo ya había pasado a ser disyuntiva real) es su nombre el que se recuerda. Tampoco es de ella, sino de Marx, la idea de que el proletariado tiene una misión histórica que cumplir, para lo cual ella usa aquí el término deber. Los socialistas y revolucionarios hablan de derechos de los trabajadores y el pueblo. “El derecho a la rebelión”. En cambio, los que defienden el orden existente, el statu quo, son los capitalistas (también algún gobierno de izquierda, o el “socialismo real” con el estajanovismo);son ellos los que suelen hablar a los trabajadores de su “deber” (sometimiento),siempre el mismo estribillo: ‘Trabajen, el socialismo significa trabajar mucho’”.

Para nuestra ensayista,“el socialismo no se construye de esa manera, sino en la lucha sin cuartel contra el capitalismoLa rebelión para destruir el capitalismo es el deber del proletariado para con la humanidad toda. Destruir el capitalismo para evitar la destrucción de la humanidad. Luxemburgo no podía saber si la República de Weimar caería ante Hitler y vendría nuevamente la guerra y la destrucción. Pero como dijo Marx acerca de Benjamin Franklin: “No lo sabe, pero lo dice”.
b) ¿Qué quiere decir “espontaneidad de las masas”?
“Lo inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico” (Luxemburgo, 1976b).
El socialismo, hijo de la Ilustración, tiende a verse a sí mismo como concientizador, educador, organizador, conductor de la lucha obrera. Y muchas veces lo espontáneo es lo improvisado, caótico, indisciplinado,el impulso ciego,y hasta lo distorsionante.

Como discípula y continuadora de Marx, Rosa Luxemburgo consideraba la lucha de clases como fenómeno natural de nuestra sociedad. Lo espontáneo es un emergente que muestra las formas de la lucha por las que la necesidad social busca expresarse; la conciencia y la organización son un momento superior, pero esa acción debe insertarse dentro y no colocarse fuera o encima del movimiento natural, trabajar para que este encuentre su propio camino.Lo distorsionante es, a veces, la carga burocrática de la organización y su inercia acomodaticia. La corrección presta atención al nuevo elemento espontáneo.

En el principio era el hecho [...] El 9 de noviembre fue un intento, débil, desganado, semiconsciente y caótico de derrocar la autoridad pública y poner fin al dominio de la propiedad privada. Nos incumbe ahora concentrar deliberadamente todas las fuerzas del proletariado para atacar las bases mismas de la sociedad capitalista. Allí, en la base, paso a paso, arrancar el poder de las clases dominantes, tomarlo en nuestras manos. Quedaron atrás los días en que educar en el socialismo a las masas proletarias significaba distribuir volantes y folletos, hacer conferencias. Hoy, los obreros aprenderán en la escuela de la acción (Luxemburgo, 2007).

PaulFrölich (1976), que en ese congreso estaba en el ala opuesta, dice en su biografía sobre Rosa Luxemburgo:
La sobrestimación de las masas es el “error” inevitable de todo verdadero revolucionario. Este “error” nace de la ardiente necesidad de avanzar y del reconocimiento de la profunda verdad de que solo las masas cumplen las grandes transformaciones de la historia. Sin embargo, su confianza en las masas no tenía nada de mística. Conocía sus debilidades y pudo ver suficientemente sus defectos en los movimientos contrarrevolucionarios.
¿Es una subestimación del rol del partido, u otro concepto de partido? “La socialdemocracia [el partido obrero] no está unida al proletariado. Es el proletariado. Y por ello el centralismo socialdemócrata es... el 'auto-centralismo' de los sectores más avanzados del proletariado” (Luxemburgo, 1976b).
Es un “partido espontáneo” que forma parte del movimiento de masas de la clase, no está afuera o por encima. Esa concepción fue abrupta y crudamente puesta a prueba a los cinco días de este Congreso. Pero si en enero Rosa esperaba “otra cosa” de los dirigentes, la dirección siguió siendo necesaria.
Ese concepto de partido está en otros clásicos del marxismo. Rosa solamente ha sido más porfiada, mientras que los bolcheviques asumieron la “fase pragmática” del poder revolucionario y “los peligros profesionales del poder”.

Por eso, recordamos aquí su Crítica de la Revolución Rusa, en la que acepta la adaptación a la necesidad de los bolcheviques, pero les cuestiona “el hacer de la necesidad virtud”. Por otra parte, Lukács (1970) señala, en la respuesta en sus “Observaciones críticas”, que Luxemburgo“sobrestima el componente orgánico de la revolución”.[4] Cabría aclarar que el sentido político que hoy le damos a la palabra “orgánico” es el de perteneciente a una organización o estructura. En ese contexto polémico, significaba lo contrario, lo que se desarrolla como un organismo vivo, por su propio impulso. Efectivamente, bien o mal, es así como veía Luxemburgo la revolución. Lo contrario a lo “orgánico” es el agregado o sustituto artificial, como un fertilizante químico en agricultura. En la revolución sería la acción organizada y por arriba del partido, del Estado obrero, del ejército obrero.

La discrepancia no está ahí;está en qué pasa cuando el componente orgánico se agota y refluye, si el vacío puede llenarse con la hipertrofia del componente artificial. Ese fue el drama de la Revolución Rusa, y en eso tenemos que ver cuál fue la sentencia en última instancia de la historia, quién resultó equivocado a largo plazo.
c) El método y el momento
Debemos construir de abajo hacia arriba... la caída del gobierno será el último acto del drama. La conquista del poder no será fruto de un solo golpe. Será un acto progresivo porque iremos ocupando progresivamente las instituciones del Estado burgués, defendiendo con uñas y dientes lo que tomemos. Paso a paso, en lucha cuerpo a cuerpo, en cada provincia, en cada ciudad, en cada aldea, en cada comuna, todos los poderes estatales deben pasar, pieza por pieza, de la burguesía a los consejos de obreros y soldados. Pero antes de tomar estas medidas los militantes de nuestro partido y los proletarios en general deben educarse y disciplinarse (Luxemburgo, 2007).

El día anterior,Luxemburgo había defendido la participación en las elecciones a la Asamblea Nacional porque “no han madurado las masas llamadas a derrocarla [...] El arma con la que el enemigo piensa combatirnos debemos volverla contra él [...] La acción esencial, desde luego, corresponde a la calle [...] Pero previamente y para el apoyo de esa lucha, se hace preciso que conquistemos la tribuna” (Íd.).Aquí hay una propuesta compleja y de largo aliento. No se correspondería con un intento de tomar el poder cinco días después.

La “insurrección espartaquista” del 5 de enero en Berlín, ni era espartaquista (eran dos miembros del KPD, Liebneckt y Pieck, en el comité convocante con mayoría del USPD e independientes) ni pretendía ser insurrección. Fue una manifestación pacífica contra la destitución del jefe de la policía de Berlin (del USPD) por el gobierno. Pero la respuesta espontánea de las masas desbordó las previsiones. 200 mil manifestantes armados y apostados todo un día.La dirección, desorientada, se perdió en discusiones interminables. El gobierno aprovechó esa vacilación y torpeza; ante una verdadera insurrección en el horizonte,adelantó una represión salvaje. Tuvo que traer tropas leales a Berlín. Una verdadera insurrección no le hubiese dado tiempo. Y “espartaquista” tenía que ser para dejarle la puerta abierta al USPD para volver al redil de oposición leal.

Luxemburgo vio con lucidez el enorme avance de conciencia de las masas desde el 9 de noviembre y las nuevas posibilidades, también el peligro en los preparativos del gobierno, y la maniobra en la negociación del USPD con su actitud claudicante. Llama a medidas defensivas elementales y a prepararse para el enfrentamiento. “¡Actuar, actuar! Valerosa y decididamente [...] Desarmar la contrarrevolución, armar a las masas, ocupar todas las posiciones de poder” (6 de enero).

En “¿Qué se propone la Liga Espartaco?”, Luxemburgo había propuesto una milicia obrera y la democratización del ejército. Si la situación no garantizaba una toma inmediata del poder, cabían las medidas indicadas en sus artículos de enero (“¿Qué están haciendo los líderes?”, “Oportunidades perdidas”, “El fracaso de los líderes” y “Castillo de naipes”)pero no fue posible.

Las revoluciones [...] no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro [...] ¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas (Luxemburgo, 1999).

¿Qué aprendizaje podemos sacar de esta derrota? El recién nacido KPD se vio desbordado por problemas para los cuales no tenía una solución. El concepto expuesto por Luxemburgo en el congreso no era compartido, o comprendido, por todos. No había una verdadera dirección porque los espartaquistas no se la dieron, con su idea unilateral de la descentralización.

La falta de preparación espartaquista muestra que el trabajo político previo entre las masas de un partido de este tipo debe ser mucho más profundo y sostenido. Los huecos que deje terminan siendo llenados por acciones fragmentarias e intempestivas que sucumben ante la reacción, que sí está centralizada.El origen de esta debilidad podría hallarse un año y medio atrás, en la negativa de los espartaquistas a organizarse como partido independiente cuando el quiebre del SPD;tras ese hecho,en cambio, solo quedaron como fracción del USPD.

En una carta a su amiga holandesa Henrietta Roland-Holst en 1908, dice Luxemburgo: “No podemos estar fuera de la organización, fuera del contacto con las masas. ¡El peor de los partidos obreros es mejor que nada!”.En realidad, el error aquí es sobrestimar al partido, sobrestimar la dificultad innegable de empezar de nuevo.Broué (2005), citando a Carl Schorske, señala:
[...] así se privaron a sí mismos de un instrumento organizativo por el cual las acciones de masas espontáneas de la revolución, una vez iniciadas, podrían ser unificadas y consolidadas en una única fuerza política de combate. La experiencia frustrante de ayer había cegado a los líderes revolucionarios de mañana.
La traición socialdemócrata (activa y conciente del SPD, por omisión cómplice del USPD) inaugura, con el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebneckt, el método de perseguir, cazar y ejecutar selectiva y premeditadamente dirigentes revolucionarios por un gobierno “de izquierda”. Luego,sería reproducido por otros semejantes y de diferentes tipos, que, ante el peligro de perder el control de la situación, aplastan a sangre y fuego cualquier oposición clasista.
d) El vacío de Rosa Luxemburgo
El socialismo científico nos ha enseñado a comprender las leyes objetivas del desarrollo histórico. Los hombres no hacen su historia libremente. Pero la hacen ellos mismos. El proletariado depende en su acción del grado de madurez del desarrollo social, pero éste no se produce al margen de aquel, es su motor y su causa, su producto y resultado. Su propia acción es parte co-determinante de la historia. El socialismo es el primer movimiento popular de la historia mundial que se ha puesto como objetivo introducir en el hacer social de los hombres un sentido consciente, un pensamiento planificado y, por consiguiente, la acción libre. Este salto es resultado de ineluctables leyes de la historia, millares de escalones de una evolución anterior penosa. Pero nunca podrá ser llevado a cabo si, de todo eso, no salta la chispa incandescente de la voluntad consciente de la gran masa del pueblo. La victoria del socialismo no caerá del cielo como algo fatal. Sólo podrá alcanzarse superando una gran cadena de pruebas de fuerza entre los viejos y los nuevos poderes, […] dejar de ser un juguete pasivo de la historia para convertirse en su lúcido conductor(Luxemburgo, 1976a).

Es difícil hallar en el pensamiento marxista alguien más apegado que Luxemburgo a la interpretación histórica de los hechos sociales, descartando la idea de “líderes providenciales”; menos aún podemos pensar que ella se considerase en esa categoría. Pero en aquellas situaciones ejemplificadas por Plejánov en El papel del individuo en la Historia abundan las personas posibles para un rol necesario porque pertenecen a la historia anterior, al nacimiento de la nueva revolución social de la clase universalmente oprimida y desposeída que debe construir el todo de la nada.

La historia no va a facilitamos la revolución como facilitó las revoluciones burguesas [en que] bastó con derrocar el poder oficial central y entregar la autoridad a unas cuantas personas... Es una característica de la revolución proletaria moderna que no debamos conquistar el poder político desde arriba sino desde abajo (Luxemburgo, 2007).

La “chispa” no es la idea del dirigente sino de las masas, y no inconscientes sino conscientes. El papel del partido no es prometeico, sino mayéutico; no “evangelizar indios”, sino transformar el impulso primordial en la acción consciente.

Descabezados de sus tribunos, los espartaquistas no encontraron su momento en 1919. El desnortado KPD superviviente tampoco lo encontró nunca, fue víctima dolorosa y trágica. Tampoco su matriz y verdugo, la socialdemocracia, escapó al mismo destino.Los bolcheviques terminaron imponiendo allí una “gerencia de sucursal” obsecuente, condenando lo poco que quedaba de la oportunidad alemana, y con ello a sí mismos también.

Para aprovechar lo que no se presenta todos los días se necesitaba una conducción política que supiese abrir el camino y descubrirlo, hacerse escuchar sin dejar de escuchar, hacer sobre la marcha sin dejarse llevar por improvisaciones. Gran capacidad, ascendente sobre la masa proletaria, e independencia de pensamiento para hablar de igual a igual con los dirigentes bolcheviques.

El concepto de “ilusión óptica” de Plejánov indica que, una vez ocupado un lugar, se piensa que sólo esa persona podía ocuparlo y sin ella el hecho histórico no podría ocurrir. Aquí, en cambio, estamos ante lugar que no se llena.Puede pensarse que esta debilidad, la dependencia de lo excepcional, muestra que la auténtica revolución social de los proletarios es imposible. Rosa Luxemburgo no estaría de acuerdo. Ella ve allí “el grito del recién nacido [...] los primeros pasos infantiles y vacilantes de la revolución, que tiene muchas tareas difíciles que cumplir y un largo camino por recorrer”. Aunque discrepa con lo hecho por otros dirigentes espartaquistas, no expresa esa crítica en público. No se separa de ellos. Y a pesar del riesgo personal, y de lo poco que se podía hacer en lo inmediato, se niega a abandonar Berlín. Ella y Liebneckt quedan en un precario escondite, sellando así su suerte. En sus propias palabras usadas en otra ocasión, era “cuestión de honor”.

En definitiva se podría decir,de acuerdo con Authier y Dauvé(2004), que hablan por sus adversarios en aquel congreso fundacional del KPD:
Nadie sabe lo que habría hecho después, ni con relación a una izquierda comunista que desaprobaba, ni con relación a una Internacional dirigida por bolcheviques con los que tenía serias divergencias. Pero jugó un papel eminente por su insistencia en la autonomía organizada de las masas, la crítica de los aparatos, en particular el bolchevique, sin olvidar, lo que no es una nadería, el rechazo de la nación. Ella hizo comprender que el proceso revolucionario no es ni institucional, ni conducido por un partido que lo habría preparado, sino la radicalización de los proletarios a partir de su propia condición y que, al organizarse, toman conciencia de sus actos. Rosa Luxemburgo contribuyó ampliamente a una crítica que ella no pudo llevar a cab
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El presente trabajo obtuvo un accésit en el concurso “Rosa Luxemburgo, aquí y ahora”, organizado en 2012 por la Casa Bertolt Brecht, Montevideo, y la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, Uruguay.

Notas

[1]. Todos los subrayados en las citas son nuestros, salvo aclaración contraria.
[2]. Cabría señalar que todas las citas corresponderán a Luxemburgo (2007), salvo que se indique lo contario.
[3]. Esta frase decía lo siguiente: “El parlamento es la hoja de parra del absolutismo”.