- Que nosotros estemos o no entre los hombres, cuando dicha meta sea conquistada, es lo de menos, porque nuestro programa seguirá vivo para regir el mundo de la humanidad liberada… ¡A pesar de todo! | Karl Liebneckt, 14 de enero de 1919
Rosa Luxemburgo ✆ A.d. |
Fernando Moyano & Gabriela Sarasúa | Analizaremos
aquí el discurso de Rosa Luxemburgo del 31 de diciembre de 1918 ante el
congreso fundacional del Partido Comunista Alemán (KPD). Ya el 9 de noviembre se
había iniciado la revolución. Tras la caída de la monarquía imperial, un
gobierno socialdemócrata instauraría la República, pero aplastando el proyecto
socialista. Días después,el 15 de enero de 1919, ese gobierno asesinaría a la
misma Luxemburgo y a Karl Liebneckt. En este trabajo, nuestro análisis incluirá
menciones al marco histórico, sus antecedentes y un posible significado mundial
desde la óptica de Rosa Luxemburgo; lo mismo haremos con los hechos
subsiguientes y con su desenlace.
La líder
espartaquista expone, en dicho discurso, su concepto de revolución proletaria
“por abajo”, diferenciando esta revolución de las burguesas en su estrategia,
táctica y metodología. El eje es su concepción de la espontaneidad de las masas
y el papel del partido;masas hechas conscientes por su propia actuación
revolucionaria, que se colocarán, en su momento, en el papel de la dirección.
Por eso, dice que Espartaco ganará al final, o sea, las masas conscientes
tomarán el poder. Luxemburgo
nunca abandonó su espíritu libertario;ella era mujer de partido y tardó en romper
con el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) y el USPD
(Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania),ya que creía que esta decisión la iba a alejar de las masas. Pero la situación avanzó rápida y desigualmente. El 5 de enero de 1919, las masas berlinesas se hicieron presentes, pero faltó la dirección. El 6 de ese mismo mes,Luxemburgo llama al pueblo: “Levantaos”; ya tarde, trataba de encausar el movimiento. ¿Qué hubiese pasado si Espartaco hubiese actuado logrando otro curso? Tal vez una sangrienta derrota, pero luchando. La sangría, de todas formas, se dio con cientos y miles de militantes obreros asesinados impunemente, sin que la sangre sirviese para aprender en la lucha.
(Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania),ya que creía que esta decisión la iba a alejar de las masas. Pero la situación avanzó rápida y desigualmente. El 5 de enero de 1919, las masas berlinesas se hicieron presentes, pero faltó la dirección. El 6 de ese mismo mes,Luxemburgo llama al pueblo: “Levantaos”; ya tarde, trataba de encausar el movimiento. ¿Qué hubiese pasado si Espartaco hubiese actuado logrando otro curso? Tal vez una sangrienta derrota, pero luchando. La sangría, de todas formas, se dio con cientos y miles de militantes obreros asesinados impunemente, sin que la sangre sirviese para aprender en la lucha.
En los
límites de este trabajo, solo podremos incluir destellos de una aplicación de
estos conceptos complejos al presente; pretender otra cosa, sería manifestación
de un pensamiento lineal de nuestra parte.
Si se repite dos veces, la segunda ya no es sorpresa
Era común
decir que en noviembre de 1917 comenzaba una nueva era de la humanidad. Hoy, en
todo caso, decimos que allí se abre un período, y no hay una opinión única
sobre su cierre. Aún así, y sin menoscabo del impacto de la Revolución Rusa
sobre el mundo actual, no pensamos en que ese período se abriera con el triunfo
de esta Revolución y nada más.Lo que realmente marca la historia de
1917, y lo que luego vendría, es la bifurcación de los “dos noviembres”:el
triunfo de la Revolución Rusa junto al fracaso paralelo de la Revolución de
Noviembre (1918-1919) en Alemania. No el triunfo bolchevique, sino el triunfo
bolchevique aislado. Aislamiento que es feedback negativo, distorsiona
la revolución rusa y devuelve la distorsión ampliada al movimiento
revolucionario mundial. Durante ese año, surgen levantamientos en varios países
europeos, como Hungría y su breve Comuna de 1919;sin embargo, aun en el
improbable caso de haber sobrevivido, no podría haber aportado el auxilio
proletario y complemento industrial necesario para los bolcheviques. Este debía
provenir de Alemania.Esta expectativa revolucionaria era vieja. En febrero de
1848,el Manifiesto del Partido Comunista destaca la inminencia de la
revolución en Alemania, queestallaría al mes siguiente y fracasaría.
Según el
modelo de la Revolución Francesa, las revoluciones burguesas anunciadas en el
continente derrocaría los antiguos regímenes; se esperaban repúblicas acordes
al desarrollo capitalista burgués que había madurado en el seno de la vieja
sociedad. Pero Europa había cambiado, el modo capitalista de producción había
mostrado sus límites y contradicciones internas, y como consecuencia de su
desarrollo, la clase de los proletarios modernos entraba en escena. La
esperanza era que el cambio político abriese la puerta a un cambio social más
profundo, que desbordara el límite burgués. Y en ningún otro lugar, como en
Alemania.
Acertado y
equivocado. Se produjo la revolución en Alemania y la débil burguesía no
alcanzaba para constreñirla al orden burgués. Aunque,por esto mismo, fue
inconsecuente con el programa democrático; prefirió el matrimonio de
conveniencia con las viejas clases dominantes, que también prefirieron
adaptarse que desaparecer. Abortada la revolución, una simbiosis entre la
burguesía industrial y el militarismo prusiano conduciría a Alemania a la
unificación, y en forma vertical, hacia un rápido desarrollo capitalista.
El modelo de revolución
permanente que Marx y Engels esperaban ocurrió en Rusia setenta años
después. También, se esperaba una revolución democrático-burguesa al estilo
francés, ni los bolcheviques pensaron otra cosa. Lenin,rápidamente, cambió a
medias ese esquema en abril de 1917; ya la visión difusa de Trotsky de 1905
había quedado enterrada, aunque Luxemburgo también había adelantado una idea
parecida.
La burguesía
rusa era mucho más débil, inmadura e inconsecuente que la alemana de 1848;las
contradicciones del capitalismo mundial se habían profundizado y el
proletariado, además de haber entrado en escena, ya disputaba un rol
protagónico. El orden burgués se hundió llevando el país a la ruina. Los hechos
pusieron a Rusia ante una revolución solitaria, para la cual no tenía
condiciones; los bolcheviques esperaban el refuerzo de la revolución alemana.
Esa
contingencia también había sido prevista en cierta forma por Marx y Engels
tanto en el prefacio a la edición de 1872 del Manifiesto del Partido
Comunista como en la respuesta de Marx a los populistas rusos, cuando las
relaciones sociales capitalistas en Rusia no habían madurado aún. Una
revolución democrática, pensaban ellos, podía terminar llevando a Rusia al
comunismo,siempre y cuando fuese complementada por la revolución obrera en
Europa.
En 1917,
Rusia ya había dejado atrás el tiempo de la comuna rural y entraba
irreversiblemente en el capitalismo, pero este, débil y dependiente, no pudo
darle un nivel de autosuficiencia productiva. Seguía faltando ese complemento.
La hipótesis de Marx de revolución en un país atrasado de comunas campesinas,
complementada por la solidaridad proletaria de un país industrial más avanzado,
se cumpliría más tarde y de otra forma, cuando la Revolución China de 1949
recibió el aporte de la URSS industrializada. Y no fue que el desarrollo
industrial condujo, en Rusia, a una revolución obrera, sino que la
revolución obrera hubiera abrió un camino no capitalista de desarrollo
industrial. Pero en 1917, habiendo dado la señal, los rusos esperaban que la
clase obrera europea se levantase para ayudarlos a salir del
atraso y el aislamiento.
En 1923,
dice Zinoviev, presidente de la Internacional Comunista: “La revolución
proletaria está llamando a la puerta de Alemania... tendrá la ventaja
de contar con la experiencia rusa, y no repetirá [sus] errores”[1] (Luxemburgo
1976b).
Sí, hoy
hablamos con el diario del lunes en la mano. Pero las palabras de Zinoviev
ceden a esa ingenuidad tan común: ver solo un equipo en la cancha.
Aquí, al
tomar el discurso de Luxemburgo ante el Congreso fundacional del KPD (Partido
Comunista de Alemania), queremos, primero, recuperar su pensamiento, pero no
como doctrina o polémica abstracta, sino como protagonista vivo de lucha, y, en
segunda instancia,analizar los conceptos que plantea: situación revolucionaria,
socialdemocracia, contrarrevolución preventiva, especificidad de la revolución
proletaria, partido, masas, espontaneidad y auto-actividad [Selbsaktivität],
organización, y la alternativa inexorable de socialismo o barbarie.
Pero no viéndolos como cosa juzgada, sino como se los ve desde la escena en
plena lucha. Un pensamiento no tiene vigencia, sino a condición de cobrar vida
en la lucha presente.
No cualquier
ojo nos servirá para eso, sino aquel que haya podido ver en el momento, más allá
de los hechos inmediatos, todo el paisaje, hacia atrás y adelante.No había solo
un bando en Alemania, y fue la burguesía quién más pronto aprendió de la
experiencia rusa y previno los errores. El régimen imperial se hundía. Pero la
burguesía alemana no era vasalla de algún capital extranjero, sino dueña de sí;
ella y el militarismo, en vez de agotarse hasta el último aliento como en
Rusia, guardaron la reserva para hacer frente a la revolución social que vieron
venir. La “democratización” fue su repliegue defensivo. También en los aliados
estuvo la inquietud de no empujar a Alemania al “bolchevismo”.
La paz,
esquivando la capitulación total, guardó al alto mando alemán también una
reserva moral para atribuir, luego, la derrota a la “puñalada a traición del
socialismo”. Se delegó la represión más dura a los Freikorps (paramilitares)
y se logró conservar –no sin problemas– la cadena de mando. La Revolución de
Noviembre que derribó al Kaiser fue un “febrero sin octubre”, porque si no
pudieron detener la revolución en Rusia, en Alemania sí.
El 9 de
noviembre asume el gobierno el SDP y el USPD. Hay movilizaciones de masas y se
crean espontáneamente consejos de obreros y soldados, pero estos reconocen la
autoridad de ese gobierno. La Liga Espartaco era muy minoritaria y funcionaba
como fracción dentro del USPD. Al negarse la dirección del partido a convocar
un congreso, la Liga rompe con el USPD;y luego, junto con el grupo más pequeño
de comunistas internacionalistas (IKD), forman el KPD. El Congreso fundacional
se reúne el 30 de diciembre de 1918. Rosa Luxemburgo era partidaria de
participar en las elecciones a la Asamblea Nacional que se anunciaba para
enero, pero la mayoría se oponía.
En las
siguientes líneas, analizaremos su intervención más importante, presentando el
programa del partido, en el cual hace un análisis coyuntural, replantea debates
cruciales del marxismo, desarrolla su concepto de revolución proletaria y
propone una estrategia. En esa situación, este discurso es la síntesis de
su pensamiento, así como los hechos de esos días son la síntesis de su vida.
2. En la fundación del Partido Comunista Alemán
a) De 1848 a 1918
Para
Luxemburgo, la situación revolucionaria en Alemania colocó nuevamente en escena
“la tarea inmediata de la revolución proletaria [...] una situación similar a
la de Marx y Engels cuando escribieron su Manifiesto Comunista”y
planteó una revolución política que produjo una transformación social radical.
Siguiendo
sus pasos, la ensayista señala que los textos de Marx entre 1872 y 1895
critican su visión del ‘48 porque el desarrollo capitalista en Europa era, por
entonces, muy incompleto, y la estructura posterior del Estado burgués pondría
fin a la era de las revoluciones por arriba de tipo jacobinas. Esos textos
proponen para el nuevo tiempo el trabajo político y partidario de largo
aliento, despertando la conciencia de las masas obreras.
En Alemania
el crecimiento industrial y la expansión capitalista trajeron un proletariado
moderno: tres cuartos del país, concentrado, organizado, calificado y culto.
Con ello, un vasto movimiento obrero; sindicatos de dos millones de afiliados;
y un gran partido socialista de masas que inauguró el formato de máquina
piramidal del partido político moderno con un millón de afiliados,doscientos
periódicos, una red de asociaciones cubriendo todas las esferas y funcionarios
rentados, profesionales y electivos.Pero en vez del gen jacobino era el
prusiano. Ese movimiento obrero no tenía una tradición revolucionaria de masas
que heredar. Su práctica era burocrática, oportunista y conservadora, de apego
a las conquistas parciales, cada vez más integrado a la expansión capitalista.
Era el
Programa de Erfurt (1891): división entre el programa máximo, “el socialismo
como lucero distante”, y el programa mínimo que realmente cuenta,“la mezquina
lucha cotidiana sindical y local”. No solo descarta la lucha callejera del ‘48,
sino todo enfrentamiento radical con la burguesía;“parlamentarismo y nada más
que parlamentarismo”. Eso lleva al colapso del 4 de agosto de 1914, cuando la
socialdemocracia vota los créditos de guerra, traicionando el compromiso
internacionalista.
Si la
burguesía alemana incorporó la tecnología industrial más moderna, el partido
obrero alemán hizo lo suyo con la última palabra de la cultura obrera: el
marxismo. Pero, según Rosa Luxemburgo, un “marxismo sustituto”, una
forma ideológica degenerada hacia el evolucionismo positivista.
Volver a la
perspectiva de 1848, pero “con la ventaja adicional de setenta años de
desarrollo capitalista... y también del movimiento obrero socialista”.“También
vuelve el verdadero marxismo [que estuvo] cavando como un topo
bajo los cimientos de la sociedad burguesa”. En este sentido, la
nueva revolución no puede repetir el viejo modelo de la revolución política por
arriba en la que la irrupción de las masas era un acontecimiento inorgánico y
momentáneo sobre el que se apoyaba una élite organizada y centralizada.
Lo que en
1872 era perspectiva futura, en 1918 es realidad presente. Las grandes masas
entran en escena. La revolución por abajo es un fenómeno
orgánico con su forma propia, instrumento de decisión y acción descentralizada:los
consejos de obreros y soldados.
Luxemburgo
había expuesto en 1904 la diferencia entre el método y estilo organizativo
heredados de la revolución burguesa y la línea de masas propia de la revolución
proletaria, polemizando con Lenin en“Problemas organizativos de la
socialdemocracia rusa”. Resulta notable además que, aquí, su
discurso señale las insuficiencias del texto de Engels de 1895, la
“Introducción” a Las luchas de clases en Francia de Marx. Ella
ignoraba que dicho texto que había sido censurado por AugustBebel, quien había
suprimido las referencias a la futura lucha insurreccional.
La época de
los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías
conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí, donde se
trate de una transformación completa de la organización social, tienen que
intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí
mismas [...] por qué dan su sangre y su vida [...] Y para que las masas
comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante.
Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora.
Por tanto,
la primera cuenta a saldar es programática:“Nuestro programa se opone
deliberadamente al principio rector del Programa de Erfurt [...] liquidamos un
proceso de setenta años declarando que no conocemos programas máximos y
mínimos; solo conocemos una cosa,el socialismo; esto es lo mínimo que vamos
a conseguir”.
b) La desilusión mutua
Por lo
general, se ha tomado a Luxemburgo como una abanderada de la espontaneidad,
negando o desmereciendo, así,su acción organizada. Sin embargo, al comienzo de
la revolución,con el auge espontáneo de las masas desbordando los partidos
conservadores, es decir,cuando el momento parecía darle la razón a la idea de
lo puramente espontáneo, la encontramos fundando un partido político
revolucionarioy discutiendo su programa, estrategia y táctica. Y aun quedando
en minoría por las propuestas políticas que deduce, se centró en el otro
aspecto, la “insuficiencia y debilidad” del movimiento espontáneo y
las tareas necesarias para su superación.
La
revolución vino después de cuatro años de guerra [y] tutela de la
socialdemocracia y los sindicatos […] No podríamos esperar que apareciera
repentinamente una revolución gloriosa, inspirada en una conciencia de clase
definida, dirigida hacia un objetivo concebido con toda claridad […] Lo que
ocurrió fue una movilización más o menos caótica, desprovista de un plan
razonado, apenas un poco más que la caída del sistema imperialista existente
[…]
El único
principio persistente y salvador fue la consigna:“Por consejos de obreros y
soldados”,que distingue tajantemente a nuestra revolución
de todas las revoluciones anteriores, las revoluciones burguesas, [y] une internacionalmente a
nuestro movimiento[… Pero] la revolución era tan insuficiente, débil, con falta
de iniciativa y de claridad, que el 10 de noviembre, nuestros revolucionarios
permitieron que escaparan de sus manos casi la mitad de los instrumentos de
poder […] la dirección pasó a manos de individuos que pocas horas antes […]
habían resuelto que su principal deber era […]tratar de imposibilitar su
realización (Íd.).
Es esta
contradicción, entre el impulso revolucionario espontáneo y primordial, y las
limitaciones de insuficiencia y debilidad, la que define el drama del momento.
Las semanas
que transcurrieron entre el 9 de noviembre y el día de hoy están plagadas de
toda clase de ilusiones. La primera ilusión de los obreros y soldados
que hicieron la revolución fue creer en la posibilidad de unidad bajo
la bandera de lo que se hace llamar socialismo […] Hubo otra ilusión, que
afectó a la burguesía: que mediante el gobierno autotitulado socialista
realmente podrían frenar a las masas proletarias y estrangular
la revolución socialista (Íd.).
En estos dos
elementos está el nudo gordiano de la coyuntura. Para las masas
proletarias el gobierno socialdemócrata es el encargado de
llevar adelante la revolución, para la burguesía, en cambio, es el régimen de
excepción con la que se intenta contener a las masas. (Eventualmente, ¿el nudo
gordiano de toda socialdemocracia?).
El fin de
esas ilusiones marca el punto de giro.“Una tras otra, se han disipado”. “Esto
señala el fin del primer acto... la desilusión es mutua, universal”. En
este sentido, “los obreros han perdido la ilusión [en que ese fuese] un
gobierno socialista”. Por tal motivo, la autora de Huelga
de masas, partido y sindicatos parafrasea la vieja frase de Wilhelm Liebneckt
en su discurso:[3]“Se
ha demostrado que la bandera del 'socialismo' no es sino la hoja de
parra que le da visos de decencia a la política contrarrevolucionaria”.
Luxemburgo
recibe la desilusión como “un gran aporte”, “nada hay más dañino que una
ilusión, nada sirve tanto a la causa revolucionaria como la verdad desnuda”. Y
cita además a Gotthold Lessing:“Si queremos enseñar la verdad, debemos enseñarla
completa o no enseñarla, enseñarla con claridad y franqueza [...] Quien piense
en llevar a la humanidad la verdad enmascarada y pintarrajeada, puede ser el
alcahuete de la verdad, pero jamás ha sido su amante”.Dramáticamente agrega:
“Existe un procedimiento revolucionario definitivo mediante el cual se libera
al pueblo de las ilusiones, pero, desgraciadamente, la cura exige
sangrías”.Desgraciadamente no es aquí una mera palabra. Quince
días después sería su propia sangre.
c) Las propuestas para la acción
… podría pensarse que bastaría derribar al viejo gobierno, poner un gobierno socialista a la cabeza, y proclamar el socialismo por decreto. ¿Otra ilusión? El socialismo no puede ser ni será creado por decreto; lo deben crear las masas, lo debe realizar cada proletario. Distamos de hallarnos en una situación en la que la caída del gobierno garantice el triunfo del socialismo.[Aparecen las características del nuevo capítulo de la revolución:][…] se han producido algunas huelgas, en buena medida espontáneas. Se extenderán más y más, hasta constituir el foco de la revolución. Una revolución económica y, junto con ello, una revolución socialista. Las luchas económicas se intensificarán enormemente [...] la revolución adquirirá ciertos aspectos que para la burguesía no son broma.
Con agudeza,
muestra la perspectiva final del gobierno del SPD, tal vez de todo tipo de
socialdemocracia:“descubren con tristeza que la burguesía ya no los necesita
más”.
En las tareas
tácticas, lo fundamental es: “No dirijamos nuestra atención hacia la
cumbre, sino a la base. Debemos socavar el gobierno destrozando sus
cimientos mediante la movilización revolucionaria masiva del proletariado”.
Los ejes son
tres:
i. Extender el sistema de consejos obreros; que asuman todo el poder estatal, ejecutivo y legislativo. Con la educación de las masas porque “[…] aun donde los consejos de obreros y soldados ya existen, no comprenden por qué existen”.
ii. Trabajo político hacia los soldados, armamento de las masas, desarme de la contrarrevolución, democratización del ejército. “El cuerpo de proletarios en uniforme [no es] inaccesible a la influencia socialista”. El gobierno intentó “con la ayuda de los soldados que volvían del frente [...] controlar a los obreros y reprimir toda manifestación de la lucha de clases socialista. […] ¿Qué han logrado? Han reprimido unos cuantos disturbios sin importancia [y] la hidra de la revolución ha levantado su cabeza con más decisión que nunca”.
iii. Trabajo hacia el campo, crear consejos de asalariados rurales y campesinos pobres.Lo más importante es el concepto de educación de masas:“Nuestro evangelio dice: En el principio era el hecho... Las masas deben aprender a ejercer el poder, ejerciendo el poder. No hay otro camino”
3. Conclusiones
a) El deber de la rebelión
El
socialismo es inevitable, no solo porque los proletarios ya no están dispuestos
a vivir bajo las condiciones que les impone la clase capitalista, sino porque
si el proletariado no cumple con sus deberes de clase, si no
construye el socialismo, nos hundiremos todos juntos. El desarrollo
capitalista en gran escala ha llegado tan lejos en setenta años, que hoy nos
podemos proponer seriamente liquidar al capitalismo de una vez por todas. No
solo estamos en condiciones de cumplir esta tarea, no solo es un deber para
con el proletariado, sino que nuestra solución le ofrece a la humanidad
la única vía para escapar a la destrucción (Íd.).
¿Era posible
una revolución socialista en 1919 en Alemania? En los primeros meses hubo un
auge desparejo de acciones espontáneas de masas. Muchos consejos se
reorganizaron bajo direcciones paritarias SPD-USPD-KPD. Se tomó brevemente el
poder en Düsseldorf y Bremen, también hubo una ola de huelgas en el Rhur con
toma de empresas, huelga general en Alemania central, comuna campesina en
Baviera. Pero estas acciones fueron inconexas y desfasadas. La rebelión fue
aplastada. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknech, junto con unos cien
espartaquistas, fueron asesinados el 15 de enero. La dura represión tuvo como
saldo 3000 muertos.
El resultado
adverso es interpretado, muchas veces, como prueba contra la aspiración
revolucionaria: no había condiciones. De ser así, tampoco las había para el
reformismo socialdemócrata, ni una república liberal burguesa, ni siquiera para
un gobierno conservador “democrático”. Todo eso cayó“como castillo de
naipes”con la llegada de Hitler,quien tampoco encontró condiciones para su
orden de mil añosy se hundieron todos juntos.
El concepto
de socialismo o barbarie no es original de Luxemburgo;ella lo toma de Engels,
pero al haberlo desarrollado enfáticamente (pues en su tiempo ya había pasado a
ser disyuntiva real) es su nombre el que se recuerda. Tampoco es de ella, sino
de Marx, la idea de que el proletariado tiene una misión histórica que
cumplir, para lo cual ella usa aquí el término deber. Los socialistas y
revolucionarios hablan de derechos de los trabajadores y el
pueblo. “El derecho a la rebelión”. En cambio, los que defienden el orden
existente, el statu quo, son los capitalistas (también
algún gobierno de izquierda, o el “socialismo real” con el estajanovismo);son
ellos los que suelen hablar a los trabajadores de su “deber” (sometimiento),siempre “el
mismo estribillo: ‘Trabajen, el socialismo significa trabajar mucho’”.
Para nuestra
ensayista,“el socialismo no se construye de esa manera, sino en la
lucha sin cuartel contra el capitalismo”. La rebelión para destruir el
capitalismo es el deber del proletariado para con la
humanidad toda. Destruir el capitalismo para evitar la destrucción de la
humanidad. Luxemburgo no podía saber si la República de Weimar caería ante
Hitler y vendría nuevamente la guerra y la destrucción. Pero como dijo Marx
acerca de Benjamin Franklin: “No lo sabe, pero lo dice”.
b) ¿Qué quiere decir “espontaneidad de las masas”?
“Lo
inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a
la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso
histórico” (Luxemburgo, 1976b).
El
socialismo, hijo de la Ilustración, tiende a verse a sí mismo como
concientizador, educador, organizador, conductor de la lucha obrera. Y muchas
veces lo espontáneo es lo improvisado, caótico,
indisciplinado,el impulso ciego,y hasta lo distorsionante.
Como
discípula y continuadora de Marx, Rosa Luxemburgo consideraba la lucha de
clases como fenómeno natural de nuestra sociedad. Lo espontáneo es un emergente
que muestra las formas de la lucha por las que la necesidad social busca
expresarse; la conciencia y la organización son un momento superior, pero esa
acción debe insertarse dentro y no colocarse fuera o encima del movimiento
natural, trabajar para que este encuentre su propio camino.Lo distorsionante
es, a veces, la carga burocrática de la organización y su inercia acomodaticia.
La corrección presta atención al nuevo elemento espontáneo.
En el
principio era el hecho [...] El 9 de noviembre fue un intento, débil,
desganado, semiconsciente y caótico de derrocar la autoridad pública y poner
fin al dominio de la propiedad privada. Nos incumbe ahora concentrar
deliberadamente todas las fuerzas del proletariado para atacar las bases mismas
de la sociedad capitalista. Allí, en la base, paso a paso, arrancar el poder de
las clases dominantes, tomarlo en nuestras manos. Quedaron atrás los días en
que educar en el socialismo a las masas proletarias significaba distribuir
volantes y folletos, hacer conferencias. Hoy, los obreros aprenderán en la
escuela de la acción (Luxemburgo, 2007).
PaulFrölich
(1976), que en ese congreso estaba en el ala opuesta, dice en su biografía
sobre Rosa Luxemburgo:
La sobrestimación de las masas es el “error” inevitable de todo verdadero revolucionario. Este “error” nace de la ardiente necesidad de avanzar y del reconocimiento de la profunda verdad de que solo las masas cumplen las grandes transformaciones de la historia. Sin embargo, su confianza en las masas no tenía nada de mística. Conocía sus debilidades y pudo ver suficientemente sus defectos en los movimientos contrarrevolucionarios.
¿Es una subestimación del
rol del partido, u otro concepto de partido? “La
socialdemocracia [el partido obrero] no está unida al proletariado. Es el
proletariado. Y por ello el centralismo socialdemócrata es... el
'auto-centralismo' de los sectores más avanzados del proletariado” (Luxemburgo,
1976b).
Es un
“partido espontáneo” que forma parte del movimiento de masas de la clase, no
está afuera o por encima. Esa concepción fue abrupta y crudamente puesta a
prueba a los cinco días de este Congreso. Pero si en enero Rosa esperaba “otra
cosa” de los dirigentes, la dirección siguió siendo necesaria.
Ese concepto
de partido está en otros clásicos del marxismo. Rosa solamente ha sido más
porfiada, mientras que los bolcheviques asumieron la “fase pragmática” del
poder revolucionario y “los peligros profesionales del poder”.
Por eso,
recordamos aquí su Crítica de la Revolución Rusa, en la que acepta
la adaptación a la necesidad de los bolcheviques, pero les cuestiona “el hacer
de la necesidad virtud”. Por otra parte, Lukács (1970) señala, en la respuesta
en sus “Observaciones críticas”, que Luxemburgo“sobrestima el componente orgánico de
la revolución”.[4] Cabría
aclarar que el sentido político que hoy le damos a la palabra “orgánico” es el
de perteneciente a una organización o estructura. En ese contexto
polémico, significaba lo contrario, lo que se desarrolla como un
organismo vivo, por su propio impulso. Efectivamente, bien o mal, es
así como veía Luxemburgo la revolución. Lo contrario a lo “orgánico” es el
agregado o sustituto artificial, como un fertilizante químico en agricultura.
En la revolución sería la acción organizada y por arriba del
partido, del Estado obrero, del ejército obrero.
La
discrepancia no está ahí;está en qué pasa cuando el componente orgánico se
agota y refluye, si el vacío puede llenarse con la hipertrofia del
componente artificial. Ese fue el drama de la Revolución Rusa, y en eso tenemos
que ver cuál fue la sentencia en última instancia de la historia, quién resultó
equivocado a largo plazo.
c) El método y el momento
Debemos
construir de abajo hacia arriba... la caída del gobierno será el último acto
del drama. La conquista del poder no será fruto de un solo golpe. Será un acto
progresivo porque iremos ocupando progresivamente las instituciones del Estado
burgués, defendiendo con uñas y dientes lo que tomemos. Paso a paso, en lucha cuerpo
a cuerpo, en cada provincia, en cada ciudad, en cada aldea, en cada comuna,
todos los poderes estatales deben pasar, pieza por pieza, de la burguesía a los
consejos de obreros y soldados. Pero antes de tomar estas medidas los
militantes de nuestro partido y los proletarios en general deben educarse y
disciplinarse (Luxemburgo, 2007).
El día
anterior,Luxemburgo había defendido la participación en las elecciones a la
Asamblea Nacional porque “no han madurado las masas llamadas a derrocarla [...]
El arma con la que el enemigo piensa combatirnos debemos volverla contra él
[...] La acción esencial, desde luego, corresponde a la calle [...] Pero
previamente y para el apoyo de esa lucha, se hace preciso que conquistemos la
tribuna” (Íd.).Aquí hay una propuesta compleja y de largo
aliento. No se correspondería con un intento de tomar el poder cinco
días después.
La
“insurrección espartaquista” del 5 de enero en Berlín, ni era espartaquista
(eran dos miembros del KPD, Liebneckt y Pieck, en el comité convocante con
mayoría del USPD e independientes) ni pretendía ser insurrección. Fue una
manifestación pacífica contra la destitución del jefe de la policía de Berlin
(del USPD) por el gobierno. Pero la respuesta espontánea de las masas desbordó
las previsiones. 200 mil manifestantes armados y apostados todo un día.La
dirección, desorientada, se perdió en discusiones interminables. El gobierno
aprovechó esa vacilación y torpeza; ante una verdadera insurrección en el
horizonte,adelantó una represión salvaje. Tuvo que traer tropas leales a
Berlín. Una verdadera insurrección no le hubiese dado tiempo. Y “espartaquista”
tenía que ser para dejarle la puerta abierta al USPD para volver al redil de
oposición leal.
Luxemburgo
vio con lucidez el enorme avance de conciencia de las masas desde el 9 de
noviembre y las nuevas posibilidades, también el peligro en los preparativos
del gobierno, y la maniobra en la negociación del USPD con su actitud
claudicante. Llama a medidas defensivas elementales y a prepararse para el
enfrentamiento. “¡Actuar, actuar! Valerosa y decididamente [...] Desarmar la
contrarrevolución, armar a las masas, ocupar todas las posiciones de poder” (6
de enero).
En “¿Qué se
propone la Liga Espartaco?”, Luxemburgo había propuesto una milicia obrera y la
democratización del ejército. Si la situación no garantizaba una toma inmediata
del poder, cabían las medidas indicadas en sus artículos de enero (“¿Qué están
haciendo los líderes?”, “Oportunidades perdidas”, “El fracaso de los líderes” y
“Castillo de naipes”), pero no fue posible.
Las
revoluciones [...] no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero
esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria
garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro [...] ¡Pero con una
condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en
cada caso las derrotas (Luxemburgo, 1999).
¿Qué
aprendizaje podemos sacar de esta derrota? El recién nacido KPD se vio
desbordado por problemas para los cuales no tenía una solución. El concepto
expuesto por Luxemburgo en el congreso no era compartido, o comprendido, por
todos. No había una verdadera dirección porque los espartaquistas no se la
dieron, con su idea unilateral de la descentralización.
La falta de
preparación espartaquista muestra que el trabajo político previo entre las
masas de un partido de este tipo debe ser mucho más profundo y sostenido. Los
huecos que deje terminan siendo llenados por acciones fragmentarias e
intempestivas que sucumben ante la reacción, que sí está centralizada.El origen
de esta debilidad podría hallarse un año y medio atrás, en la negativa de los
espartaquistas a organizarse como partido independiente cuando el quiebre del
SPD;tras ese hecho,en cambio, solo quedaron como fracción del USPD.
En una carta
a su amiga holandesa Henrietta Roland-Holst en 1908, dice Luxemburgo: “No
podemos estar fuera de la organización, fuera del contacto con las masas. ¡El
peor de los partidos obreros es mejor que nada!”.En realidad, el error aquí es sobrestimar al
partido, sobrestimar la dificultad innegable de empezar de nuevo.Broué (2005),
citando a Carl Schorske, señala:
[...] así se privaron a sí mismos de un instrumento organizativo por el cual las acciones de masas espontáneas de la revolución, una vez iniciadas, podrían ser unificadas y consolidadas en una única fuerza política de combate. La experiencia frustrante de ayer había cegado a los líderes revolucionarios de mañana.
La traición
socialdemócrata (activa y conciente del SPD, por omisión cómplice del
USPD) inaugura, con el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebneckt, el método
de perseguir, cazar y ejecutar selectiva y premeditadamente dirigentes
revolucionarios por un gobierno “de izquierda”. Luego,sería reproducido por
otros semejantes y de diferentes tipos, que, ante el peligro de perder el
control de la situación, aplastan a sangre y fuego cualquier oposición
clasista.
d) El vacío de Rosa Luxemburgo
El
socialismo científico nos ha enseñado a comprender las leyes objetivas del
desarrollo histórico. Los hombres no hacen su historia libremente. Pero
la hacen ellos mismos. El proletariado depende en su acción del grado
de madurez del desarrollo social, pero éste no se produce al margen de aquel,
es su motor y su causa, su producto y resultado. Su propia acción es parte
co-determinante de la historia. El socialismo es el primer movimiento popular
de la historia mundial que se ha puesto como objetivo introducir en el hacer
social de los hombres un sentido consciente, un pensamiento planificado y, por
consiguiente, la acción libre. Este salto es resultado de ineluctables leyes de
la historia, millares de escalones de una evolución anterior penosa. Pero nunca
podrá ser llevado a cabo si, de todo eso, no salta la chispa
incandescente de la voluntad consciente de la gran masa del pueblo. La
victoria del socialismo no caerá del cielo como algo fatal. Sólo podrá alcanzarse
superando una gran cadena de pruebas de fuerza entre los viejos y los nuevos
poderes, […] dejar de ser un juguete pasivo de la historia para convertirse en
su lúcido conductor(Luxemburgo, 1976a).
Es difícil
hallar en el pensamiento marxista alguien más apegado que Luxemburgo a la interpretación
histórica de los hechos sociales, descartando la idea de “líderes
providenciales”; menos aún podemos pensar que ella se considerase en esa
categoría. Pero en aquellas situaciones ejemplificadas por Plejánov en El
papel del individuo en la Historia abundan las personas posibles para
un rol necesario porque pertenecen a la historia anterior, al
nacimiento de la nueva revolución social de la clase universalmente oprimida
y desposeída que debe construir el todo de la nada.
La historia
no va a facilitamos la revolución como facilitó las revoluciones burguesas [en
que] bastó con derrocar el poder oficial central y entregar la autoridad a unas
cuantas personas... Es una característica de la revolución proletaria moderna
que no debamos conquistar el poder político desde arriba sino desde
abajo (Luxemburgo, 2007).
La “chispa”
no es la idea del dirigente sino de las masas, y no inconscientes sino
conscientes. El papel del partido no es prometeico, sino mayéutico; no “evangelizar
indios”, sino transformar el impulso primordial en la acción consciente.
Descabezados
de sus tribunos, los espartaquistas no encontraron su momento en 1919. El
desnortado KPD superviviente tampoco lo encontró nunca, fue víctima dolorosa y
trágica. Tampoco su matriz y verdugo, la socialdemocracia, escapó al mismo
destino.Los bolcheviques terminaron imponiendo allí una “gerencia de sucursal”
obsecuente, condenando lo poco que quedaba de la oportunidad alemana, y con
ello a sí mismos también.
Para aprovechar
lo que no se presenta todos los días se necesitaba una conducción política que
supiese abrir el camino y descubrirlo, hacerse escuchar sin dejar de escuchar,
hacer sobre la marcha sin dejarse llevar por improvisaciones. Gran capacidad,
ascendente sobre la masa proletaria, e independencia de pensamiento para hablar
de igual a igual con los dirigentes bolcheviques.
El concepto
de “ilusión óptica” de Plejánov indica que, una vez ocupado un lugar, se piensa
que sólo esa persona podía ocuparlo y sin ella el hecho histórico no podría
ocurrir. Aquí, en cambio, estamos ante lugar que no se llena.Puede pensarse que
esta debilidad, la dependencia de lo excepcional, muestra que la auténtica
revolución social de los proletarios es imposible. Rosa Luxemburgo no estaría
de acuerdo. Ella ve allí “el grito del recién nacido [...] los primeros
pasos infantiles y vacilantes de la revolución, que tiene muchas tareas
difíciles que cumplir y un largo camino por recorrer”. Aunque discrepa con lo
hecho por otros dirigentes espartaquistas, no expresa esa crítica en público.
No se separa de ellos. Y a pesar del riesgo personal, y de lo poco que se podía
hacer en lo inmediato, se niega a abandonar Berlín. Ella y Liebneckt quedan en
un precario escondite, sellando así su suerte. En sus propias palabras usadas
en otra ocasión, era “cuestión de honor”.
En
definitiva se podría decir,de acuerdo con Authier y Dauvé(2004), que hablan por
sus adversarios en aquel congreso fundacional del KPD:
Nadie sabe lo que habría hecho después, ni con relación a una izquierda comunista que desaprobaba, ni con relación a una Internacional dirigida por bolcheviques con los que tenía serias divergencias. Pero jugó un papel eminente por su insistencia en la autonomía organizada de las masas, la crítica de los aparatos, en particular el bolchevique, sin olvidar, lo que no es una nadería, el rechazo de la nación. Ella hizo comprender que el proceso revolucionario no es ni institucional, ni conducido por un partido que lo habría preparado, sino la radicalización de los proletarios a partir de su propia condición y que, al organizarse, toman conciencia de sus actos. Rosa Luxemburgo contribuyó ampliamente a una crítica que ella no pudo llevar a cab
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El presente
trabajo obtuvo un accésit en el concurso “Rosa Luxemburgo, aquí y ahora”,
organizado en 2012 por la Casa Bertolt Brecht, Montevideo, y la Facultad de
Humanidades de la Universidad de la República, Uruguay.
[2]. Cabría
señalar que todas las citas corresponderán a Luxemburgo (2007), salvo que se
indique lo contario.