Pierre Vilar ✆ H Sammy |
Don Quijote & Sancho ✆ Jules David |
Enormes gastos del Estado en favor de las clases
aristocráticas y la monarquía, endeudamiento descontrolado, etc. La
coincidencia con la España del siglo XXI no es simple coincidencia. Una vez
más, padece el pueblo español los tiempos del Quijote. El referido ensayo de
Vilar, fundamental para comprender la presente crisis española así como la
debacle de la Argentina agroexportadora de 2003 a esta parte (que tampoco es la
primera desde 1810). Ambas crisis íntimamente vinculadas aunque con una
diferencia estratégica: la crisis de la Argentina semicolonial no es la crisis del
pueblo sino producto de su progreso, su despertar y su grado de
independencia.
Introducción a ‘El Tiempo
del Quijote’
'Crecimiento y desarrollo' (2001) es un libro fundamental
dentro de la obra de Pierre Vilar. Reúne, además de sus trabajos teóricos más
ambiciosos, algunos de sus más notables estudios sobre la historia de España,
muchos de ellos incorporados en su magistral Historia de España. Pues bien, en
Crecimiento y desarrollo, donde analiza el problema de la formación del
capitalismo y el rol de la historia económica, figura un pequeño ensayo
titulado "El tiempo del Quijote". Dice Vilar en su introducción sobre
la novela de Cervantes: "Este libro universal, este libro eterno, sigue
siendo antes que nada un libro español de 1605, que no cobra su sentido más que
en el corazón de la historia". El análisis de Vilar se dirige, más que a
la novela y a su autor, a la crisis de la España de comienzos del siglo XVII:
"La crisis ha suscitado un intérprete de su talla." El Quijote
representa pues, el drama de una sociedad, pero de una sociedad feudal en
descomposición. Y lo que es más grave aún, peculiaridad y especificidad
sólo españolas: descomposición en simultáneo con ausencia de un orden social
alternativo (burgués) que hubiera podido superarlo hasta extinguirlo.
La crisis española
del Quijote
Para Vilar, la crisis de España de comienzos del siglo XVII
(específicamente 1598-1620) fue una crisis económica. Sin embargo y a partir de
1609, con la expulsión de los moros (la Reconquista) se adosa a la problemática
económica una grave crisis social. En tercer lugar y sumado a las dos
anteriores, aparece una crisis política, sobre todo del aparato estatal y
vinculado al fracaso de los poderes políticos en Cataluña de resolver la crisis
de forma progresiva (burguesa) y revolucionaria. La victoria de Madrid sobre
Barcelona es preludio de secesiones futuras, las cuales no han cedido ni
siquiera cuatro centurias después sino todo lo contrario. Finalmente, tenemos
que la declinante situación económica, política y social tuvo su lógico impacto
en el terreno ideológico. Se sacudieron formidables conciencias, las cuales se
abocaron al análisis profundo de los males y remedios de España. Entre sus
emblemas y sobre los que Vilar basa su ensayo, descuellan la figura de González
de Cellorigo y, por supuesto, Cervantes, que da forma literaria a las ideas del
primero. Ahora bien, por encima de las referidas y superpuestas crisis, Vilar
coloca una causa principal, madre y origen de todas ellas: el carácter feudal
de la sociedad española de 1600. El feudalismo como raíz de sus problemas y su
decadencia. El feudalismo en descomposición sí, pero con la suficiente fuerza y
poder como para doblegar el surgimiento y la consolidación de un orden
alternativo superior, tal como ocurría en todo el norte europeo. ¿De dónde
obtuvo esa fuerza y ese poder el feudalismo español, que lo prolongaba en el
tiempo?
La etapa suprema del
feudalismo español
La tesis económico-social del historiador marxista Vilar y
que responde el interrogante anterior es la conquista de América y su doble y
paradójico efecto: benéfico sobre el norte de Europa y perjudicial sobre
España. Resumimos la dualidad, porque ya hemos analizado en columnas anteriores
esta cuestión. El dinero barato proveniente de América y que se fugaba de
España (por momentos ni la tocaba) permitió la acumulación primitiva del
capital en la Europa occidental, lo cual a su vez contribuyó, conjuntamente con
la conformación de un mercado mundial acelerado por el encuentro de América, a
destruir el orden feudal en el norte de Europa creando allí una sociedad nueva
de tipo burgués. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales capitalistas
se ponían en marcha en todos lados menos en España. En un comienzo, el oro y la
plata provenientes de América con rumbo a España más que destruir el feudalismo
y crear un nueva sociedad burguesa, vinieron a reforzarlo. ¿Por qué? Por un
lado, porque el dinero americano no se invertía en actividades productivas, ni
se mejoraban las manufacturas nacionales. Por el contrario, se empleaba en
gastos suntuarios y en la financiación de las empresas políticas españolas en
Europa, como, por ejemplo, en las guerras de Flandes (retratada por la
superlativa obra cinematográfica El molino y la cruz). En fin, el tesoro
americano "no habría servido para enriquecer a España, sino para
empobrecerla y sumirla en la miseria". La riqueza americana, más que para
los españoles y españolas, según Vilar sirvió para la reacción monárquica y
aristocrática. Cellorigo, citado por Vilar, sintetiza la nefasta paradoja de
esta suerte: "Y ansí el no haber dinero, oro ni plata, en España es por
haberlo, y el no ser rica es por serlo". Vilar nos dice que la conquista
del Nuevo Mundo se realizó a imagen y semejanza de la Reconquista, esto es,
"ocupando tierras, reduciendo a los hombres a servidumbre y arramblando
los tesoros". El imperialismo español fue, en función de este esquema, una
variedad del feudalismo o, parafraseando a Lenin como él mismo hace: "la
etapa suprema del feudalismo".
De Marx a Vilar... y del
Quijote a la Sociedad Rural
Para Marx, la sociedad feudal representada por el Quijote
agoniza al chocar con el naciente mundo burgués. Para Vilar, la médula de la
cuestión pasa por la ausencia de una sociedad burguesa en España (no así en la
Europa occidental) cuando el feudalismo comienza su larga y sufrida
declinación. No hubo burguesía emergente; no hubo industrias en expansión; no
hubo choque de sistemas sociales, y mucho menos triunfo de las nóveles clases
emergentes. El ocaso feudal será más que centenario. "La polarización de
las fortunas, en diversos niveles, no cristaliza en nada que no se evapore
rápidamente. Las grandes rentas feudales o coloniales permiten unas vidas de
loco artificio: si las rentas bajan el señor se carga de deudas", explica
Vilar sobre la injusta España del 1600, extrapolable a la España actual así
como a la Argentina en poder de la reacción. Y cabe preguntarse si la genética
de ese atraso, de esa reacción sigue codificando nuevos genes y procederes en
la España actual. Cabe preguntarse, en igual sentido, si esa misma genética y
esos procederes, importados a la América de la conquista por herencia sanguínea
y social, no siguen vigentes en las clases y sectores que en la Argentina del
bicentenario se oponen a su Segunda Independencia. ¿Estamos equivocados si
entendemos a la oligarquía criolla como anacrónico y suramericano resabio de
esa fase superior del feudalismo español? ¿Y sus bases de sustentación?
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