G.W.F. Hegel ✆ Cido Gonçalves |
Ángelo Narváez &
Rodolfo Quiroz | En el presente artículo pretendemos
evidenciar las condiciones geográficas diferenciadas que determinan las
relaciones sociales de la moderna economía política conceptualizada por Hegel
en sus lecciones sobre derecho e historia. Desde esta perspectiva, investigaremos:
i) el lugar que ocupa la economía política en el pensamiento hegeliano y las
modalidades específicas de sus funciones como experiencia de la modernidad; ii)
las relaciones geográficas que subyacen a las condiciones efectivas de la
modernidad económica, focalizándonos principalmente en las funciones sociales
determinadas por ríos y mares en el comercio nacional e internacional y; iii)
las consecuencias sociopolíticas y económicas que se derivan de la relación
entre los limites productivos y distributivos de la economía política,
focalizándonos en las condiciones geográficas de su realización global: el
colonialismo. Finalmente, a partir de estas tres determinaciones generales de
la geografía y la economía política, podremos conceptualizar una noción crítica
del espacio geográfico que subyace a la complejidad del pensamiento político
hegeliano.
Introducción
Dentro de los límites y las vinculaciones teóricas de la interpretación hegeliana
de la modernidad, la economía política y la geografía han
tenido una desigual estimación en tanto presupuestos ontológicos críticos. La economía política “en” Hegel ha sido objeto de múltiples y variados estudios -desde Lukács (1963), pasando por la escuela de Frankfurt, y llegando a Riedel (1969)-; pero a su inverso, aplicaciones y condiciones del carácter geográfico recreadas desde las determinaciones sociales y particularizadas del “espíritu” moderno, han acumulado una fecunda desatención conceptual o por momentos, una discusión geográfica meramente instrumental, casuística o naturalista3 en torno a Hegel y, por defecto, externa del debate estrictamente hegeliano o su núcleo modernizador. Más allá de las distintas polémicas que internamente ha llevado la geografía académica desde su primera e insegura institucionalización, allá por finales del siglo XIX, la clásica definición basada en la estructura etimológica de geo-grafía, vale decir, geografía como descripción de la tierra o grafiar o marcar la tierra, sigue siendo la manera más generalizada según cómo se entiende la geografía hasta hoy. Esta perspectiva, que de alguna manera relevó a los primeros epistemólogos que enmarcaron a la geografía dentro del pensamiento moderno de su pasado teleológico medieval, estableció que la Geografía era “el estudio de los fenómenos manifestados en la superficies del Planeta, siendo una especie de ciencia de síntesis” (Unwim, 1995: 31). El problema central, en esta perspectiva, es si acaso es posible una Geografía que trascienda los límites de una mera geo-grafía.
tenido una desigual estimación en tanto presupuestos ontológicos críticos. La economía política “en” Hegel ha sido objeto de múltiples y variados estudios -desde Lukács (1963), pasando por la escuela de Frankfurt, y llegando a Riedel (1969)-; pero a su inverso, aplicaciones y condiciones del carácter geográfico recreadas desde las determinaciones sociales y particularizadas del “espíritu” moderno, han acumulado una fecunda desatención conceptual o por momentos, una discusión geográfica meramente instrumental, casuística o naturalista3 en torno a Hegel y, por defecto, externa del debate estrictamente hegeliano o su núcleo modernizador. Más allá de las distintas polémicas que internamente ha llevado la geografía académica desde su primera e insegura institucionalización, allá por finales del siglo XIX, la clásica definición basada en la estructura etimológica de geo-grafía, vale decir, geografía como descripción de la tierra o grafiar o marcar la tierra, sigue siendo la manera más generalizada según cómo se entiende la geografía hasta hoy. Esta perspectiva, que de alguna manera relevó a los primeros epistemólogos que enmarcaron a la geografía dentro del pensamiento moderno de su pasado teleológico medieval, estableció que la Geografía era “el estudio de los fenómenos manifestados en la superficies del Planeta, siendo una especie de ciencia de síntesis” (Unwim, 1995: 31). El problema central, en esta perspectiva, es si acaso es posible una Geografía que trascienda los límites de una mera geo-grafía.
Esta ciencia, en y desde Hegel, ha tenido que lidiar con el
prejuicio de su significación como un escenario de los acontecimientos
sociopolíticos de la modernidad, como el escenario natural en el cual la
potencialidad de la historia se despliega, atravesando o determinándose por
limitaciones de orden superficialmente topográficas. Sin embargo, desde
distintas aproximaciones geográficas críticas, una y otra vez, se ha tendido a
redescubrir y enfrentar a Hegel para avanzar en vastos campos de orden geográfico,
tales como el desarrollo geográfico desigual de Harvey (2007), la producción
social del espacio de Lefebvre (1973) o las geografías posmodernas de Soja
(2010). Pero, tanto unas como otras interpretaciones, no han enfrentado la
posibilidad de una Geografía Política desde los problemas abiertos por Hegel.
En este artículo, lo que nos interesa es, distinguir
críticamente la posibilidad de un vínculo inherente entre economía y geografía
como condiciones específicamente determinantes de la experiencia de la modernidad.
Y, en virtud de la especificidad de dicha experiencia, indagar y proponer la
consecución crítica de una reflexión que avance hacia una comprensión radical
de la economía y la geografía como relaciones sociales. Para ello,
desarrollaremos tres puntos ineludibles de la especificidad de la experiencia
de la modernidad conceptualizada por Hegel: i) la economía política, ii) su
problematización de la geografía y, iii) y la vinculación de ambos momentos a
partir de las relaciones coloniales.
Respecto a la elaboración meramente hegeliana, hay algunos hitos hermenéuticos ineludibles que han generado los marcos generales de investigación. Por ejemplo, el clásico libro de György Lukács sobre el joven Hegel (Lukács, 1963) mentó las bases de un modo de reflexión que se extiende, variaciones más variaciones menos en la politización explícita de las reflexiones, hasta nuestros días. Una modalidad completamente diferente, cuanto más histórico-hermenéutica que filosófica, la constituye el hito fundado por Manfred Riedel (1969), explorado hasta sus consecuencias más minuciosas por Norbert Waszek (1986). Pero, en todos ellos, la geografía se mantiene bajo un manto de irrelevancia conceptual, a pesar de constituir una determinación fundamental de la economía política moderna por ellos estudiada.
Respecto a la elaboración meramente hegeliana, hay algunos hitos hermenéuticos ineludibles que han generado los marcos generales de investigación. Por ejemplo, el clásico libro de György Lukács sobre el joven Hegel (Lukács, 1963) mentó las bases de un modo de reflexión que se extiende, variaciones más variaciones menos en la politización explícita de las reflexiones, hasta nuestros días. Una modalidad completamente diferente, cuanto más histórico-hermenéutica que filosófica, la constituye el hito fundado por Manfred Riedel (1969), explorado hasta sus consecuencias más minuciosas por Norbert Waszek (1986). Pero, en todos ellos, la geografía se mantiene bajo un manto de irrelevancia conceptual, a pesar de constituir una determinación fundamental de la economía política moderna por ellos estudiada.