Karl Marx ✆ Friedrich Ebert-Stiftung |
Marilena Chaui | Marx
puede elaborar el concepto de modo de producción cuando demuestra que la
distribución de los componentes del proceso de trabajo determina la forma de la
producción, es decir, que las relaciones de producción determinan las fuerzas
productivas, y que la distribución, presupuesto del proceso productivo, es
repuesta por este como un momento que le es inmanente. De esta manera, el modo
de producción se define como la determinación de las fuerzas productivas por
las relaciones de producción y por la capacidad del proceso productivo de
reponer como un momento suyo, interno y necesario, aquello que inicialmente le
era externo Es el concepto de modo de producción el que permite comprender una
distinción que opera en el tratamiento dado por Marx a la historia: la
distinción entre devenir y desarrollo. El devenir es la sucesión temporal de
los modos de producción, o el movimiento por el cual los presupuestos de un
nuevo
modo de producción son ciertas condiciones sociales que fueron
establecidas por el modo de producción anterior, y serán repuestas por el nuevo
modo. El desarrollo es el movimiento interno que un modo de producción realiza
para reponer su presupuesto, transformándolo en algo dado; se refiere, por lo
tanto, a una forma histórica particular o, más precisamente, es la historia
particular de un modo de producción, cuyo desarrollo se dice completo cuando el
sistema tiene la capacidad para reponer internamente y por entero su presupuesto.
Una forma histórica se considera desarrollada cuando se ha vuelto capaz de
transformar en un momento interior a sí misma aquello que inicialmente le era
exterior (por provenir de una forma histórica anterior), es decir, cuando
consigue realizar una reflexión, de tal manera que la exterioridad es negada
como tal para ser puesta como interioridad en la nueva formación social.
El devenir temporal se refiere al surgimiento de las fuerzas
productivas, por lo tanto, a los cambios en las relaciones de los hombres con
la naturaleza, y puede ser pensado como lineal, sucesivo y continuo. El
desarrollo inmanente de una forma histórica se refiere a la reflexión realizada
por el modo de producción, es decir, al movimiento cíclico por el cual retoma
su punto de partida para reponer sus presupuestos. Sin embargo, justamente por
tratarse de una reflexión realizada por la forma histórica, el retorno al punto
de partida lo modifica, de tal manera que el desarrollo no constituye un eterno
retorno de lo mismo, sino que es dialéctico: actividad inmanente transformadora
que niega la exterioridad del punto de partida al interiorizarlo para poder
conservarse, e impone, al hacerlo, una nueva contradicción en el sistema.
La distinción entre devenir y desarrollo no significa que
Marx no los haya pensado juntos. El devenir depende del desarrollo, o sea, de
aquello que hace que la forma completa de un modo de producción pueda
establecer los presupuestos del modo de producción siguiente: la forma completa
termina su desarrollo cuando, al reponer completamente sus presupuestos, fija
una nueva contradicción interna que ella no es capaz de resolver sin
destruirse. Esa contradicción irresoluble es impuesta por la forma completa del
modo de producción, y se convierte en un presupuesto en la forma social
siguiente. El desarrollo completo revela la finitudde la forma histórica y la
expone a la infinitud del devenir. En otras palabras, es imposible pensar el
devenir sin el desarrollo y este sin aquel, pues la sucesión temporal de las
formas históricas o de los modos de producción depende de la reflexión de cada
una de ellas, es decir, de su desarrollo completo. El
entrecruzamiento necesario del devenir y del desarrollo explica la afirmación:
“lo nuevo nace de los escombros de lo viejo”.