Foto: Norman Geras |
protección de los derechos humanos no juegan ningún papel. Norman quería involucrarse en este debate y no sólo con académicos. De modo que se adentró en la red, para tener él mismo un espacio en el cual poder expresar esos y otros puntos de vista, y así nació Normblog.
Fue un éxito rotundo. Miles de lectores de todo el mundo se vieron atraídos por la mezcla que hacía Norman de razonamientos políticos y filosóficos serios, con artículos más desenfadados sobre cricket, el Manchester United, música country, películas, libros; cualquier cosa que en la que estuviera interesado en ese momento. La característica más notable del blog era el inconfundible estilo argumentativo de Norman: independiente, riguroso, justo con los adversarios, excepcionalmente claro, siempre (bueno, casi siempre) civilizado, y eso en una blogoesfera caracterizada por las injurias e insultos generalizados.
Pese a que Norman no abusaba de sus adversarios
intelectuales o políticos, podía llegar a ser despiadadamente crítico con los
argumentos que, en su opinión, constituían una apología del terrorismo o de la
tiranía, o con los ataques unilaterales contra lo que el pensaba que era el
mejor intento hasta la fecha de una forma justa de vida política: las
democracias liberales de occidente, por imperfectas y necesitadas de reformas
que estén.
Nació en Bulawayo, Rhodesia del Sur (hoy Zimbabwe). Dejó
Rhodesia para estudiar en la Universidad de Oxford y se graduó en el Pembroke
College en 1965 con un sobresaliente en Filosofía, Política y Economía. Conoció
a su futura esposa, Adele, en Oxford, y se casaron en 1967. Ese mismo año se
hizo con un puesto en la Universidad de Manchester, donde permanecería durante
toda su vida laboral, los últimos años como profesor de Administración Pública.
Se jubiló en 2003, y en 2010 él y Adele se mudaron a Cambridge para vivir cerca
de sus hijos y nietos.
El área original de investigación de Norman fue la teoría
política marxista, y produjo algunos libros de gran influencia en este área,
incluyendo The Legacy of Rosa Luxemburg
(1976), en el que argumentaba, en contra de la ortodoxia progresista de su
tiempo, que existe una naturaleza humana determinada y que el mismo Marx lo
había reconocido. Su trabajo inspiró a una generación de estudiosos marxistas.
Su preocupación acerca de la naturaleza humana, especialmente por sus elementos
más oscuros, lo llevó a explorar el Holocausto: fue uno de los primeros en
examinar este terrible suceso desde la disciplina de la teoría política.
De esta investigación surgió su libro The Contract of Mutual Indifference (1998), en el que sostenía que
tenemos el deber de ayudar a aquellos que sufren bajo una terrible opresión.
Comparaba este deber con la práctica de muchos de los que observaron las
actividades genocidas nazis y no hicieron nada, sugiriendo que en lo que
realmente creemos es en algo así como un contrato de no-asistencia mutua: yo no
te ayudaré en tu situación desesperada, y del mismo modo no esperaré ninguna
ayuda de ti. Esto, como Norman argumenta, es moralmente intolerable: nuestra
humanidad común nos llama a protegernos los unos a los otros de la catástrofe
en caso de poder hacerlo.
Había un hilo intelectual directo entre su trabajo académico
y su posterior blogging político, en
el que se mostró a favor de la invasión de Irak, sobre la base de la necesidad
de derrocar a un tirano que había sido responsable de atrocidades inenarrables
contra su propio pueblo y otros, y había causado cientos de miles de muertes.
Una de las dianas habituales de Normblog era la deplorable
propagación de una doble moral política, sobre todo en la hostilidad hacia la
autodeterminación y la autodefensa del pueblo judío, especialmente en la forma
del estado de Israel. Norman argumentó enérgicamente que algo de lo que se
presentaba como crítica a Israel era una forma apenas disimulada de
antisemitismo. Creía que había tolerancia hacia esto en algunos de los
principales órganos de opinión liberales y de izquierdas, incluyendo el que fue
anteriormente su diario de referencia, The Guardian.
No era religioso, pero ser judío era una parte importante de
su identidad y veía, particularmente a la luz del genocidio europeo, la
necesidad de un estado en el que los judíos pudieran determinar su propio
futuro. También pensaba que los palestinos necesitaban un estado propio y
siempre estaba dispuesto a expresar su objeción moral y política por la
presencia de Israel en Cisjordania, y en Gaza hasta la retirada israelí.
Norman perdió a muchos de sus antiguos camaradas de la
izquierda debido a su hostilidad hacia el terrorismo y a su apoyo a la
existencia de Israel, y esto era algo que lo angustiaba pero no lo echaba atrás.
Su preocupación sobre éste y otros temas relacionados lo llevó a trabajar con
otras personas en la elaboración del Euston Manifesto, publicado en 2006, una
declaración de principios que llamaba a un acuerdo entre gentes de izquierda y
liberales que estuvieran comprometidos con la democracia y el
antitotalitarismo, que rechazaran sin ambigüedad el terrorismo y la tiranía, y
que inequívocamente apoyaran la libertad de expresión, la libertad política y
los derechos humanos universales. Estuvo entre los cuatro principales autores
de ese documento y su trabajo académico y en su blog fue una gran inspiración
para el mismo.
El enfoque sensato y equilibrado de Norman en los problemas
que abordaba suponía para mucha gente una luz en un tiempo oscuro. En cierta
ocasión le plantearon que sus numerosos y meticulosos argumentos no parecían
haber funcionado muy bien y que quizás debería abandonarlos. Su respuesta fue
la siguiente: “Tenemos que continuar. ¿Qué otra cosa se puede hacer?”
A Norman le sobreviven Adele, sus hijas Sophie y Jenny, y
tres nietos muy queridos.
© The
Guardian | Traducción de Viento Sur