21/5/17

Agustín Cueva y la sociología marxista

Agustín Cueva
Juan J. Paz y Miño Cepeda

En 1976, en pleno auge de las ciencias sociales de la región, se publicó el libro Teoría, acción social y desarrollo en América Latina, de Aldo E. Solari, Rolando Franco y Joel Jutkowitz, un balance crítico del pensamiento sociológico latinoamericano desde una perspectiva historicista. Igualmente quedó en claro que, para entonces, los ejes intelectuales pasaban por la afinidad u oposición a la teoría marxista. Alrededor de los años ochenta también la ciencia social ecuatoriana alcanzó su mayor desarrollo e influencia. Entre la nueva generación de pensadores igualmente hegemonizó el marxismo, y se produjeron los más importantes estudios sobre el país, que tienen determinante influencia hasta el presente.

Anticipándose a esta generación, Agustín Cueva (1937-1992) fue pionero en replantear los estudios sobre Ecuador desde la perspectiva del marxismo crítico. Si bien en su obra Entre la ira y la esperanza (1967), Agustín -con quien guardé una buena amistad-, trazó una interesante visión de la literatura ecuatoriana como expresión de los diversos momentos históricos del país; y fue su libro  (1972) el que marcó el inicio de la sociología marxista contemporánea, con un estudio que acudió a la historia como fundamento para la comprensión no sólo de la trayectoria republicana del país, sino también para resaltar la naturaleza del “velasquismo”; es decir, de los gobiernos del “populista” José María Velasco Ibarra.

Agustín Cueva se alejó del Ecuador y residió en México, donde pasó a ser profesor de la UNAM. Continuaron allí sus investigaciones, entre las que cabe destacar El desarrollo del capitalismo en América Latina (1977), un libro ajustado al estudio concreto de la historia. En 1987, cuando galopaba la perestroika en la URSS, fue publicada otra obra fundamental: La teoría marxista. Categorías de base y problemas actuales (1987), en la que Cueva precisó el pensamiento de Marx, criticó sus dogmatizaciones e incluso se anticipó a cuestionar las concepciones de Antonio Gramsci, a quien ya para entonces, tanto en Europa occidental como en América Latina, se tenía, según el mismo Agustín, como el novísimo anti-Lenin, “dotado de incalculables proyecciones teóricas y aun políticas”.

Sobre la dialéctica del Estado burgués — La crítica de la democracia burguesa en Rosa Luxemburgo

Rosa Luxemburgo ✆ Kate Evans
Michael Löwy

El planteamiento eminentemente dialéctico del Estado burgués y de sus formas democráticas en Rosa Luxemburgo le permite escapar tanto de los planteamientos social-liberales (¡Bernstein!) que niegan su carácter burgués, como de los de un cierto marxismo vulgar que no tiene en cuenta la importancia de la democracia. Fiel a la teoría marxista del Estado, Rosa Luxemburgo insiste en su carácter de “Estado de clase”. Pero inmediatamente añade: “hay que tomar esta afirmación no en un sentido absoluto y rígido, sino en un sentido dialéctico”. ¿Qué quiere decir esto?

De una parte, que el Estado “asume sin duda funciones de interés general en el sentido del desarrollo social”; pero al mismo tiempo, no lo hace más que “en la medida en que el interés general y el desarrollo social coinciden con los intereses de la clase dominante”. La universalidad del Estado está por tanto severamente limitada y, en gran medida, negada por su carácter de clase /1.

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Otro aspecto de esta dialéctica es la contradicción entre la forma democrática y el contenido de clase: “Las instituciones formalmente democráticas no son, en cuanto a su contenido, más que instrumentos de los intereses de la clase dominante”. Pero no se limita a esta constatación que es un locus clásico del marxismo; no solo no desprecia la forma democrática, sino que muestra que ésta puede entrar en oposición con el contenido burgués: “Se tienen pruebas concretas de ello: en cuanto la democracia tiene tendencia a negar su carácter de clase y a transformarse en instrumento de los verdaderos intereses del pueblo, las formas democráticas mismas son sacrificadas por la burguesía y por su representación estatal” /2.