13/3/17

E' tempo che i marxisti ricomincino a pensare

Karl Marx ✆ Lissette Carvette
(Venezuela), 11 años
Gianfranco La Grassa

1. Nella Prefazione al Capitale, in un passo già da me citato, Marx ricorda  che egli “tratta delle persone soltanto in quanto sono la personificazione di categorie economiche, incarnazione di determinati rapporti”. Gli uomini concreti, in tutta la loro complessità, sono dunque lasciati da parte onde considerarli solo quali maschere di rapporti sociali. Questo il punto di vista fondamentale. I rapporti sociali d’insieme che si stabiliscono tra gli individui sono certamente assai ricchi di sfaccettature, di sfumature, di angolazioni molteplici. E, per quanto considerati nella loro più ampia multilateralità, mai esauriranno la complessità indefinita della “realtà” sociale. I rapporti sociali di produzione, fulcro del concetto di modo di produzione, sono però assai più semplici: nel capitalismo, e secondo Marx, essi riguardano essenzialmente gli individui in quanto portatori delle funzioni concernenti la proprietà dei mezzi di produzione e la prestazione di forza lavoro venduta come merce. E’ come se la “realtà” fosse strutturata secondo una serie di livelli dei rapporti sociali: il livello della trama, a maglie molto larghe, che “regge” tuttavia diversi livelli di ordito a maglie via via più strette. Il modo di produzione, il concetto centrale della scienza marxiana, si interessa del primo, del livello della trama.

Gli uomini che entrano fra loro in relazione nei rapporti di produzione non sono quelli dotati di tutte le loro prerogative di individui umani. Questi ultimi non sono necessariamente a una dimensione, alienati, puramente schiavi di una società dello spettacolo, e tutta una serie di altre considerazioni unilaterali elaborate da “filosofi” sociali che sinceramente mi appaiono lontane dalla “realtà”.

9/3/17

Karl Polanyi, ese gran olvidado

Joaquín Juan Albalate
Karl Polanyi ✆ Tiffet 

Karl Paul Polanyi 1 nació en octubre de 1886 en el seno de una familia judía en Viena, capital del imperio Austro-húngaro de entonces. Su obra se inscribirá en una sociedad (primera mitad del siglo XX) marcada por la aparición de importantes catástrofes y por el hundimiento de la primera sociedad de mercado iniciada a finales del siglo XIX, hecho éste que influirá en su obra. Murió en 1964 en la ciudad canadiense de Pickering, Ontario. En 1933 se vio obligado a emigrar a Londres por el ascenso del fascismo en Austria. Posteriormente, y gracias a una beca de la Fundación Rockefeller, se trasladó a Estados Unidos donde escribió su principal e inicial obra La gran transformación, publicada en 1944, a la vez que fue nombrado profesor visitante en la Universidad de Columbia en 1947. Sin embargo, el gobierno estadounidense negó el visado de entrada a su mujer Ilona Duczynska a causa de su antigua militancia comunista en Austria. Finalmente el matrimonio se instaló en Canadá, cerca de Toronto, desde donde Polanyi se desplazaba habitualmente a Nueva York para impartir sus clases.

 Polanyi había estudiado abogacía en la Universidad de Hungría aunque ejerció como economista, sociólogo de la economía y filósofo social a lo largo de su vida. En su ánimo de reconciliar las herencias cristiana y marxista, pasaría a la historia por su crítica directa a la economía neoclásica de mercado que postulaba la escuela austríaca durante los años veinte y treinta apoyándose, para ello, en una perspectiva analítica institucional. Sus originarias teorías se convirtieron en uno de los fundamentos más sustantivos de la corriente de pensamiento que propugnaba la democracia económica. A su obra principal, le sucedieron otras importantes y numerosas contribuciones de las que cabe destacar Trade and Markets in the Early Empires -como coautor con otros autores-, Dahomey and the Slave Trade o The Livelihood of Man (El sustento del hombre), en buena medida, relacionadas con las prácticas culturales con las que las diversas sociedades del pasado han organizado la provisión colectiva de la manutención humana.

4/3/17

Las contradicciones del capital y los cuidados

Nancy Fraser 

La «crisis de los cuidados» es en este momento uno de los principales temas de debate público1. A menudo relacionado con ideas como «pobreza de tiempo», «equilibrio familia-trabajo» y «vaciamiento social», hace referencia a las presiones que desde diversos puntos están actualmente exprimiendo un conjunto clave de capacidades sociales: las disponibles para tener y criar niños, cuidar de amigos y familiares, mantener hogares y comunidades más amplias, y sostener relaciones más en general2. Históricamente, estos procesos de «reproducción social» han estado considerados trabajo de mujeres, aunque los hombres siempre han realizado también parte de los mismos. Los cuidados, que comprenden tanto trabajo afectivo como material y a menudo se realizan sin remuneración, son indispensables para la sociedad. Sin ellos no podría haber cultura, ni economía, ni organización política. Ninguna sociedad que sistemáticamente debilite su reproducción social logra perdurar mucho. Hoy en día, sin embargo, una nueva forma de sociedad capitalista está haciendo exactamente eso. El resultado es una enorme crisis, no solo de los cuidados, sino también de la reproducción social en su sentido más amplio.

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Entiendo esta crisis como uno de los componentes de una «crisis general», que incluye también vectores económicos, ecológicos y políticos, que se entrecruzan y exacerban mutuamente. El aspecto de la reproducción social forma una dimensión importante de esta crisis general, pero a menudo queda olvidado en los actuales debates, que se centran principalmente en los peligros económicos o ecológicos. Este «separatismo crítico» es problemático; el aspecto social es tan fundamental en la crisis en general que ninguno de los otros puede entenderse adecuadamente haciendo abstracción de él. Sin embargo, también puede afirmarse lo contrario. 

Marx y la crítica de la economía política — La negación como fundamento de la crítica

Karl Marx
✆ Ellie Foreman Peck
João Leonardo Medeiros

No hay consenso sobre la dimensión exacta de la actitud crítica de Marx frente a la economía, palabra que aquí se refiere más a la ciencia económica que a las relaciones económicas. Afirmar que Marx es crítico, de hecho, esclarece muy poco el contenido de su crítica, pues la crítica se expresa en diferentes niveles y no necesariamente asume un carácter científico. Sería posible inclusive afirmar que cualquier opinión contraria al sentido común constituido respecto de un determinado asunto es formalmente crítica y lo mismo se podría decir de cualquier par de entendimientos divergentes sobre un mismo tema; inclusive en la oposición entre dos opiniones conservadoras radicales (el liberalismo y el fascismo, por ejemplo).

El presente artículo propone justamente una reflexión sobre el contenido y la profundidad de la crítica de la economía política de Marx. Esta reflexión se concentra en una cuestión obviamente fundamental para el tema: ¿cuál es el carácter peculiar de la crítica de la economía política propuesta por Marx? O incluso, para quien busca un contraste: ¿en qué medida la crítica de Marx se diferencia del tipo de crítica encontrada en el interior de la propia ciencia económica, cuando una teoría económica confronta con otra (por ejemplo, en la polarización entre keynesianos y neoclásicos)?