Karl Marx ✆ Foto John Jabez Edwin Mayall 24-08-1875 |
Franz Mehring
Como había hecho a fines de 1853, después de los últimos
estertores de la Liga Comunista, Marx, ahora, al final del año 1863, se retiró a su cuarto de trabajo.
Pero esta vez, para el resto de su vida. Se ha dicho que sus últimos diez años
fueron “una lenta agonía”, pero esto
es un poco exagerado. Es cierto que las luchas que siguieron a la represión de
la Comuna infligieron grave quebranto a su salud; durante el otoño de 1853
sufrió mucho de la cabeza y estuvo expuesto al peligro bastante inminente de
una embolia. Aquel estado cerebral de depresión crónica le incapacitaba para
trabajar y le quitaba las ganas de escribir; si se hubiese mantenido mucho tiempo,
podría haber acarreado consecuencias graves. Pero Marx se repuso después de
varias semanas de tratamiento en manos de un médico de Manchester, llamado
Gumpert, amigo suyo y de Engels, en quien tenía absoluta confianza.“
Por consejo de Gumpert se decidió á ir a tomar las aguas de Karlstad
en el año 1864, cosa que hizo también en los dos siguientes; en 1867 eligió,
por variar, el balneario de Neuenjahr; los dos atentados que sobrevinieron
contra el emperador de Alemania en el año 1878 y la batida contra los
socialistas que los siguió le cerraron las fronteras del Continente. Pero las
tres temporadas de aguas de Karlstad le habían sentado “a la maravilla”,
curándole casi por completo de su viejo padecimiento del hígado. Sólo le
quedaban las molestias crónicas del estómago y las depresiones nerviosas, que
se traducían en dolores de cabeza y sobre todo en un insomnio pertinaz. Estos
trastornos desaparecían más o menos radicalmente después de pasar una temporada
de verano en cualquier balneario o lugar de descanso, para reproducirse con
mayor algidez ya entrado el invierno. Para restaurar por completo su salud tenía que haberse
entregado al descanso a que sin duda alguna le había hecho acreedor al
acercarse a los sesenta años toda una vida de trabajo y sacrificio.