Habíamos señalado en
el artículo anterior que en su Fenomenología
del Espíritu Hegel había presentado la dialéctica como la estructura
contradictoria de la experiencia de la conciencia, articulada alrededor de la
relación entre certeza y verdad. El recorrido que empezaba con la experiencia
de la consciencia más elemental llegaba hasta al “Saber Absoluto” que era la
realización de la identidad entre sujeto y sustancia (proclamada en el prólogo
de la obra) a través de un largo proceso de “interiorización” (recuerdo que a
su vez reordena conceptualmente, resumiéndolo, el recorrido de la historia y la
cultura de la humanidad).
Esa identidad, sería el punto de partida de su posterior Ciencia de la Lógica, que presenta las
categorías lógicas sujetas a un devenir. Este devenir tiene la forma de un
movimiento de sucesivas contradicciones que se superan y elevan a un nivel
superior y que constituye no sólo una exposición de las leyes del pensamiento,
sino también una metafísica. Por eso postulaba una doctrina del ser, una de la
esencia y una del concepto, que implica el pasaje de la lógica objetiva a la
subjetiva.
El carácter más “frío” de este texto ha llevado a algunos autores marxistas a contraponerlo con la Fenomenología del Espíritu que sería más “subjetivista”, pero la contraposición no tiene sentido en los términos de Hegel. Son dos momentos dentro del mismo sistema. El crecimiento de su fama como filósofo se dio junto con el progreso de su carrera universitaria, pasando de Jena a Heidelberg y luego a Berlín.
El carácter más “frío” de este texto ha llevado a algunos autores marxistas a contraponerlo con la Fenomenología del Espíritu que sería más “subjetivista”, pero la contraposición no tiene sentido en los términos de Hegel. Son dos momentos dentro del mismo sistema. El crecimiento de su fama como filósofo se dio junto con el progreso de su carrera universitaria, pasando de Jena a Heidelberg y luego a Berlín.