Guillermo Rufino Matamoros Romero [1] / Es
bien sabido que Carlos Marx únicamente vio publicado el primer tomo de su obra El Capital, y que los dos tomos
subsecuentes de ésta fueron organizados y editados por su colega Federico
Engels. Es así como el tercer tomo, aquel que requirió un mayor esfuerzo de
edición por parte de Engels, contiene capítulos incompletos, con ideas
parcialmente desarrolladas e incontables notas haciendo alusión a qué es lo que
Engels creyó que quiso decir Marx. No por ello se le tendría que restar
importancia a la lectura de este tomo, por el contrario, muchos de sus
capítulos son sumamente estimulantes y creativos, sobretodo porque
desenmascaran la dinámica de la producción capitalista en su conjunto, como la
suma de sus determinaciones. En consecuencia, es en el tercer tomo donde Marx
se enfrenta cara a cara con el mundo visible, la economía que es observable a la
vista de todos y, en ese sentido, también puede ser enfrentado con las ideas
económicas que se limitan a intentar explicar lo aparente, presentando a la
economía fuera de su contexto histórico, pensamiento que Marx catalogó comovulgar.[2]