Sergio Martín Fernández | El profesor J.A. Tapia (2016) escribió en un
reciente artículo, publicado en Rebelión sobre las perspectivas de la economía
norteamericana, una reflexión muy importante y que presenta una cierta sintonía
con lo que expuse en mi anterior artículo. Este autor presenta una previsión
bastante realista sobre la más que probable entrada en recesión en los próximos
años de la economía de EEUU. Afirma que si no estamos ante un periodo de crisis
permanente, al menos si estamos ante un periodo “raro”, un periodo “en el que
no hay ni una expansión clara ni una recesión clara”. Tal advertencia se
asemeja a lo que me aventuré a denominar en mi primer artículo (Martin, S.,
2016) como el periodo de estancamiento.
“Se abre así un panorama que podría seguir una secuencia determinada por repetidos colapsos de sobreproducción en los mercados de los países centrales, seguidos de periodos escuetos de crecimiento lento basados en expectativas de corto plazo, demanda de bienes y servicios por parte de los países “descolonizados” económicamente hablando (China, Irán y Rusia). Lo que es improbable será observar en las futuras décadas periodos de gran crecimiento y mejoras en las condiciones de la clase trabajadora.”
Partiendo del estudio de la historia de las crisis
económicas del capitalismo desde un enfoque marxista a través de la LTDTG1. S e trata de complementar esta
versión del análisis de las crisis, la cual puede presentar un cierto
reduccionismo, en favor de una propuesta marxista. Esta implicaría un análisis
más complejo de algunos fenómenos que caracterizan al capitalismo
contemporáneo. En primer lugar, postularé una formalización para una tipología
sencilla de las crisis del capitalismo. Para, posteriormente obtener una
conclusión sobre este periodo de excepcionalidad posterior a la Gran Recesión
de 2008.
Dicha clasificación se basa en la división de las crisis
entre estructurales y coyunturales. Aunque ambas se pueden producir
simultáneamente, las segundas están vinculadas a factores causados por las
primeras.
Las crisis estructurales surgen de las contradicciones
internas del capitalismo, bien explicadas en el Tomo III de El Capital de Marx (1894). Estas
estarían propiciadas por una caída de la rentabilidad del capital, basada en la
tendencia de las empresas a incorporar una mayor tecnología, que expulsa el
valor del trabajador del valor de la mercancía final. El resultado consistiría
en la reducción de la Tasa de Plusvalía y la imposibilidad de revalorización
del capital, siendo su última fase el bloqueo del proceso de acumulación de
capital. Estas crisis siempre están latentes y dependiendo de la capacidad del
capital de contrarrestarlas2, se harán latentes o simplemente
serán sorteadas a través de mecanismos de restitución de las condiciones para
la inversión.
Pero son esos mismos mecanismos los que acaban generando las
condiciones propicias para las crisis coyunturales. Por lo tanto estas no se
originan por causas distintas a las contradicciones del capital, sino todo lo
contrario. En última instancia son consecuencia de estas. Los efectos de las
crisis coyunturales suelen ser más cortos pero más intensos y degradan más las
condiciones de vida de la clase trabajadora.
En el esquema anterior, se pretende formalizar de una manera
visual la idea que en este artículo expongo: como en la evolución de una
economía capitalista, la producción (en variación anual) tendería a un descenso
gradual, siguiendo a la tendencia descendente de la rentabilidad de las
ganancias del capital.
Dentro de la senda presentada por la producción, se
diferencian dos ciclos: los primeros de crecimiento o “al alza”, se basan en la
puesta en marcha de las causas contrarrestantes3 a la LTDTG, y los segundos de
decrecimiento o a la baja, representan las crisis coyunturales.
Con este cuerpo tipológico, podemos concluir que la crisis
de 2008 fue una conjunción de la crisis estructural que el capitalismo
occidental lleva arrastrando desde finales de los 60s, con una tendencia
descendente de la Tasa de Ganancia y la crisis coyuntural del capital
financiero que se inició a finales de los 90s. Esta crisis estructural basada
en el agotamiento del sistema fordista, llevó en los 70s a intentar crear de
nuevo las condiciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial por medio de una
serie de guerras tanto militares como sociales. El objetivo era reducción los
costes energéticos y la ampliación de los mercados para eliminar el stock de
sobreproducción de las industrias de los países desarrollados.
Sin embargo, esta situación finalizó con el estallido de las
crisis (coyunturales) del petróleo y ya en los 80s se continuó con los intentos
para la corrección de las disfunciones del sistema. Se inicia en esta misma
década una fuerte lucha de clases, en todo su significado, siendo este el
comienzo de un periodo de ataques contra el bienestar de los trabajadores,
iniciados desde la propia academia económica, las Instituciones Internacionales
y los gobiernos. Ataques que hoy se han insertado en el interior del ideario
general y parecen algo normal y necesario. Por ejemplo se denominan política de
ajustes a medidas que suponen la caída de los salarios reales, de las
prestaciones por desempleo y la represión del movimiento obrero. De esta forma,
se persigue reducir todo lo posible la fuerza de la masa de asalariados. Esta
pérdida de capacidad de negociación a causa de un nuevo sistema de producción
separa a los trabajadores y genera (como bien explicaban Marx y Engels) menos
puestos de empleo, creando un ejército de reserva que sirve de amenaza frente a
las reivindicaciones de aquellos que lo mantienen.
No obstante, el modelo de empleo no fue lo único que se
modificó. Se dio vía libre a la entrada del capital privado en industrias y
servicios que durante las décadas anteriores, que bajo consenso social habían
sido, por su relevancia, limitadas a la gestión estatal. Unidas a estas
inversiones, el exceso de capital de los países desarrollados se dirigió hacia
los países periféricos.
Estas inversiones que buscaban rápidos réditos, finalizan a
finales de los 90s con numerosas crisis de deudas en los países periféricos, lo
que lleva a buscar vías de inversión alternativas para este continuo exceso de
capital. Para sostener el proceso de acumulación, el sistema necesita vender
cada vez en mayor cantidad y de esta manera mantener la masa de ganancias. Es
en ese momento que se desarrolla, de forma masiva, el crédito al consumo.
No hubo crecimiento de los salarios porque eso hubiese
impedido el sostenimiento de la tasa de ganancias, pero a cambio se cedió parte
del capital para dar continuidad al circuito de acumulación. Mientras este
nuevo modelo de consumo se expandía, el crecimiento del mercado financiero, que
tenía como objetivo sostenerlo, empezó a dar señales de agotamiento. El primer
aviso fue la crisis coyuntural de las empresas de internet en 2001, llegando a
su punto álgido con la Gran Recesión de 2008, donde confluyeron tanto la crisis
estructural que se gestaba desde los 60s y la crisis coyuntural de la deuda de
los países occidental.
En este momento y tras 7 años de aplicación de medidas para
volver a la situación previa (destrucción de empleo, empeoramiento de las
condiciones de la clase trabajadora, privatización de mercados de tradicional
gestión estatal y guerras), no se atisba respuesta: el capital aún duda en la
inversión y el proceso de acumulación está estancado.
Se podría decir que estamos viviendo por primera vez un
periodo donde las causas contrarrestantes, no serían ya suficientes para
frenar el avance de la crisis estructural. Esto provocaría el estancamiento de
la expansión de la producción que actualmente observamos en los países
occidentales. La validez de estas afirmación implicará que en los siguientes
años las economías desarrolladas se enfrentes a diferentes crisis coyunturales.
Sin que esto signifique que el modelo de acumulación
capitalista vaya a colapsar, sí se atisba el agotamiento del modelo occidental.
Faltará conocer si los modelos capitalistas que actualmente existen en otros
continentes pueden sustituirlo o si en cambio, es momento de superar el sistema
capitalista.
Bibliografía
MARX, K. (1894). El
Capital: Crítica a la Economía Política.Vol.3. (Traducción de Madrid:
Edición Akal, 2007).
TAPIA, J.A. (2016). “Perspectivas económicas para el 2016”, publicado en el
portal Rebelión
MARTÍN FERNÁNDEZ, S. (2014). “El análisis marxista de
las crisis económicas, un estado de la cuestión: la ley de la tendencia
descendente de la tasa de ganancia y la nueva interpretación temporal”.
Tesis final Master. Publicada en el depósito digital de la Universitat de
Barcelona:
MARTÍN FERNÁNDEZ, S.
(2016). “¿Hacia un estancamiento del modelo acumulación y producción
occidental?”, publicado en el portal La República.
Notas1 Ley de la Tendencia Descendente de la Tasa de Ganancia. Para más información sobre su cuerpo teórico e historia del cocepto Martín Fernández. S (2014).
2 Medida en su fuerza frente al
trabajo, un concepto que Kalecki, a pesar de su elaboración exenta de la teoría
del valor, acertadamente llamaba mark-up.
3 Las causas contrarrestantes estan
definidas por Marx en el libro III de el Capital (1894) como “5 causas
contrarrestantes principales que dentro del propio sistema cpaitalsita
permitían contrarestar temporalmente la caída de la Tasa de Ganancia” (Martín
Fernández, S., 2014)
Sergio Martín
Fernández es historiador económico
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