22/2/16

Sobre la Teoría del Equilibrio General desde la perspectiva de Karl Marx

Karl Marx ✆ Anne Simon
Diego García   |   La Economía, desde su rama más formal, ha tomado la onerosa labor, al igual que las demás ciencias sociales, de modelar al objeto más complejo e indescifrable de la naturaleza: el hombre. Dado que analizar la idiosincrasia y el comportamiento del ser humano con sus pares y otras especies es un oficio de constante observación, la  misión de un economista se hace infinitamente dificultosa por las distintas variables omitidas que afectan de manera radical la forma en que una persona toma decisiones. El paradigma actual de la Economía se cuestiona principalmente sobre cómo el hombre interactúa con otros hombres, de manera egocentrista, para obtener lo que quiere. A esa interacción, a ese lugar y a ese momento se le conoce en la literatura como el mercado. Desde sus inicios, la Economía ha buscado distintas formas de configurar modelos de comportamiento que sean imagen de lo que acontece en el mercado y que al mismo tiempo respondan a la gran pregunta planteada por Adam Smith: ¿Cómo logran los individuos descentralizados y guiados por sus propios intereses, por medio de la señal de los precios, la coordinación en el mercado? (Hahn & Arrow, 1977). Varias escuelas de pensamiento económico han buscado de manera incesante la respuesta al cuestionamiento canónico de Smith. Sin embargo, la que parece estar más cerca del objetivo es la escuela neoclásica; actualmente, el mainstream de la ciencia económica. 

La Teoría del Equilibrio General, modelo emblema de la doctrina anterior, describe una economía en la cual los agentes, tanto consumidores como productores, informan sus preferencias y planes futuros a un organismo central, llamado el Subastador[1]. Esta institución se encarga de fijar un vector de precios que maximiza las utilidades de todos los agentes de la economía. No obstante, a pesar de que los economistas hayan mostrado matemáticamente y de manera muy elegante la existencia de este equilibrio competitivo, muchas críticas salen a flote desde otras escuelas económicas heterodoxas e inclusive de otras ciencias sociales.

Por medio de su método analítico, Karl Marx fue uno de los primeros científicos sociales en desnudar todas las lagunas metodológicas y epistemológicas de la doctrina clásica de Economía. Luego de más 50 años de reconfiguración de la teoría, los economistas Gerard Debreu y Kenneth Arrow (1954) presentan el Modelo del Equilibrio General como la panacea a los problemas de forma y estructura de la Economía. Sin embargo, es claro observar que esta nueva metodología no se escapa de las mismas críticas de Marx a la teoría clásica. La escuela de pensamiento neoclásica cae en los mismos errores de su predecesora: la ausencia de transformación de las categorías abstractas en categorías concretas. En consecuencia, desde el punto de vista de Marx, la tesis de este ensayo es explicar cómo  los principios neoclásicos no logran responder a la pregunta de la coordinación de agentes descentralizados porque: primero, la introducción del Subastador es un supuesto ad hoc que no proviene de la realidad; y segundo, no existe ningún tipo de relación social entre los individuos descritos en esta economía. Por consiguiente, la estructura del texto será la siguiente: primero, se examinará la introducción del Subastador como agente económico y la forma en que éste irrumpe con el método analítico de Marx; segundo, se mostrará que la fijación de un vector de precios es un artificio económico que no tiene en cuenta la plusvalía del capitalista; tercero, se evidenciará que, de manera burda, la Teoría del Equilibrio General omite cualquier tipo de relación entre los seres humanos; y por último, se concluirá con las ideas más importantes del texto.
1. El Subastador: órgano extraño
La primera gran laguna que se encuentra en la Teoría del Equilibrio General es la creación de un ser omnipotente, llamado el Subastador. Éste es capaz de elegir:
Un vector de precios que maximiza el valor del exceso de la demanda agregada lo que implica que aumentará el precio de aquellas mercancías para las que existe un exceso de demanda, y reducirá el precio de las mercancías en las que observa un exceso de oferta (Lozano, Villa, & Monsalve, 1997).    
Lo anterior deja entrever que la Teoría del Equilibrio General necesita de un organismo exterior a la economía misma que permita la convergencia a un punto de estabilidad. Por consiguiente, esto muestra la existencia de un problema mucho mayor: la pre-existencia a la humanidad de una institución o contrato social en el mercado. Dicho organismo exhibe el idealismo de la ciencia económica sobre la sociedad que modela, ya que primero presupone la existencia de relaciones entre hombres que viven en sociedad y segundo, muestra el “deber ser” de los seres humanos. Como lo afirma Althusser (1979), “es el contrato social lo que asegura el paso de la nada social a la sociedad”, lo que al mismo tiempo le quita a la Economía la carga de crear una teoría sobre la sociedad de mercado. Además, es visible que el Subastador indica un “deber ser”, pues los seres humanos deben entregar sus preferencias y planes futuros para que esta institución pueda maximizar las ecuaciones del bienestar. Por consiguiente, este modelo por definición se desvía de su pregunta inicial sobre la coordinación de individuos descentralizados.

Al igual que Althusser, Marx criticaría este método de la economía ya que es imposible extraer esta inferencia por medio de la recolección de hechos. A su vez, también agregaría otra crítica al coordinador deus ex machina y esta es sobre su naturaleza. Dado que no presenta ninguna connotación tanto social como histórica, el Subastador es una categoría abstracta cuestionable y misteriosa. La Economía ha relegado a un segundo plano primero el marco histórico de cómo se generó la figura del subastador; segundo, omite la relación social por la cual los individuos confían ciegamente en las decisiones de esta institución; y por último pero no menos importante, obvia la teoría del valor de las mercancías y en especial, la de la producción de la plusvalía.
2. La plusvalía: ¿Dónde están las relaciones de poder?
Dado que se deja toda la labor de la fijación de precios a un organismo omnipotente, la teoría de cómo surgen los precios también queda en un segundo plano para la doctrina neoclásica. Desde el punto de vista de Marx, el Modelo del Equilibrio General no es la imagen de la realidad en la cual se vive, dado que está omitiendo todas las relaciones sociales existentes entre los individuos. Primeramente, este modelo omite la enajenación del trabajador, pues, a pesar de que se quiera modelar la fuerza de trabajo y los niveles de capital, en ningún momento se reconoce la explotación que hace el burgués sobre el proletariado y mucho menos la forma en la que separa a este último de su ser genérico. Por consiguiente, el segundo punto es la omisión del poder del capitalista y del taller oculto de la producción. Como no existe ninguna teoría sobre la superioridad del burgués, la Teoría del Equilibrio General no se inmuta de la forma en la que un capitalista se apropia –roba- de parte del trabajo de la mano de obra contratada. En consecuencia, el tercer y último punto consiste en que las doctrinas neoclásicas tienen en total olvido la creación y monopolización de la plusvalía, que es totalmente esencial para la existencia y dominación de la clase burguesa (Marx, 2010).
3. Relación hombre-hombre inexistente
Luego de entender que el Subastador es un coordinador deus ex machina y que la Teoría del Equilibrio General deja en segundo plano la plusvalía, el punto final de esta teoría, para Marx, sería que este modelo representa únicamente robots, individuos asociales que únicamente interactúan con el subastador. El hecho que la teoría del valor neoclásica olvide el plusvalor del burgués y la fijación de precios por los mismos individuos muestra manifiestamente que en este mercado, en primer lugar, no existe ni la clase burguesa y ni la trabajadora; luego, tampoco, existe una lucha de clases sociales por el poder; y por lo tanto, se hace obvio que no existe la historia que muestre las formas de apropiación del capitalismo, la creación del estado moderno, la explotación del trabajador al burgués y en consecuencia, mucho menos la relación del hombre con los demás hombres.
4. Conclusiones
A pesar de la formalidad matemática que posee, la Teoría del Equilibrio General se ha quedado corta para explicar fenómenos que son tan obvios como la relación del hombre con sus pares. La introducción del Subastador y el completo olvido de la existencia de relaciones de poder hacen dar cuenta que la Economía queda al desnudo al momento de modelar el mercado, a la sociedad y por tanto, la naturaleza del ser humano mismo. Es necesario que la ciencia económica se empape más de la observación y recolección de hechos que le permita ser más positiva que normativa.
Bibliografía
Althusser, L. (1979). Montesquieu: la Política y la Historia. Barcelona: Ariel.
Arrow, K., & Debreu, G. (1954). Existence of an Equilibrium for a Competitive Economy. Econometrica, 265-290.
Hahn, F., & Arrow, K. (1977). Análisis General Competitivo. Fondo de Cultura Económica.
Lozano, F., Villa, E., & Monsalve, S. (1997). El Modelo Arrow-Debreu es un modelo estático. Cuadernos de Economía.
Marx, K. (2010). Manifiesto del Partido Comunista. Bogotá: Panamericana Editorial .
Nota
[1] Mayúsculas del autor, pues el Subastador es la institución planificadora de este modelo.
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