Karl Marx ✆ Kāru Marukusu |
Anders Ramsay |
Como cada vez está más claro que el capitalismo globalizado no puede
generar bienestar público para todas las personas, la izquierda está poniendo
de nuevo sobre la mesa la crítica del capitalismo. De forma bastante
inevitable, ha vuelto a mentar las obras de Marx, o al menos su nombre, tras
décadas en las que ha estado centrada en una agenda liberal de derechos
civiles, caracterizada sobre todo por casos específicos y políticas
identitarias. No ha disminuido el valor retórico de la invocación a la crítica del
capitalismo hecha por Marx, pese a que durante la mayor parte del siglo XX se
le asoció con un sistema de pensamiento estéril y dogmático al servicio de
dictaduras de partido y del Estado. Hoy día, es frecuente oír que, ahora que aquel marxismo
está muerto y enterrado, estamos en condiciones adecuadas para leer lo que Marx realmente dijo
con nuevos ojos, no afectados por las distorsiones sufridas por muchas de sus
tesis. Se dice que ahora Marx puede ser liberado de la camisa de fuerza del
marxismo (es decir, del marxismo-leninismo) y de los marxistas, lo que nos
permite leer a Marx como a cualquier otro científico social o filósofo.
La pregunta a plantearse entonces es cómo leemos a Marx.
Hoy, en el ámbito de las ciencias sociales, se habla de diversas obras en la
que se utilizan o critican conceptos de Marx, entre ellas Espectros de Marx, de Jacques Derrida
(este libro, como mínimo, tiene el mérito de haber legitimado de nuevo escribir
sobre Marx), los dos libros de Antonio Negri y Michael Hardt Imperio y Multitud, la trilogía de Manuel Castells sobre la emergencia
de una sociedad de red y, en Suecia, el libro När kapitalet tar till vapen (Cuando el capital se alzó en armas) del periodista Andreas Malm
(1).