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En efecto, si algo tienen en común las obras de Moishe
Postone y Robert Kurz – gestadas a lo largo de los años ochenta
y publicadas a partir de principios de los noventa–, es precisamente el intento
de rebasar las limitaciones del marxismo tradicional desde una relectura de la
teoría del valor 1. Sin duda, sus planteamientos no son enteramente “nuevos”,
sino que recogen discusiones que en el medio intelectual alemán –aunque Postone enseña
en Chicago, su trabajo se gestó en buena medida en Frankfurt– tienen ya varias
décadas de recorrido 2. Pero ambos vuelven la vista a Marx guiados por
el interés de pensar críticamente la dinámica histórica del capitalismo,
precisamente en un momento en el que la teoría social mayoritaria se resignaba
a dejarse arrastrar por ella. Sus planteamientos se mueven en un alto nivel de
abstracción, pero no por ello se aíslan de las luchas epocales: más bien
intentan replantear el modo en que articular la teoría y la praxis crítica ante
las transformaciones del capitalismo. Esto exigía, ante todo, marcar las
distancias con el marxismo tradicional que, en sintonía con la retórica del
movimiento obrero y la lucha de clases, criticaba el capitalismo desde el punto
de vista del trabajo. Si bien tanto Kurz como Postone asumen
que la teoría de Marx no podrá morir en paz mientras persista el
capitalismo, también son conscientes de que este marxismo ya no responde a la
situación histórica. De ahí que ambos persigan al Marx más “esotérico” 3,
tan capaz de cuestionar los supuestos del marxismo tradicional, como de poner
de manifiesto lo específico de la formación social capitalista.
Cuando Kurz y Postone se oponen al “marxismo
tradicional” –al que en algunos pasajes, especialmente de Postone, reducen
casi a un “tipo ideal”–, lo que rechazan es una comprensión del capitalismo en
términos de propiedad privada de los medios de producción y de mercado. Y es
que dicha lectura puede cuestionar la existencia de la plusvalía y el capital,
pero no la del trabajo. De acuerdo con ello, el marxismo tradicional concibe la
emancipación social como continuación del proceso de modernización, pero
liberando los medios de producción del yugo de la dominación de clase y
poniéndolos en manos de los trabajadores 4: no se cuestionaban las formas
básicas del capitalismo, sino solo su organización como “sociedad de clases”.
En consecuencia, esta lectura no lograba trascender la estructura básica de la
sociedad capitalista, lo cual se hizo patente en su desarrollo posterior a
1945: en los países más avanzados, el marxismo quedó reducido a una lucha por
el reconocimiento de los trabajadores que favoreció su integración como “propietarios
de mercancías”, mientras que en los países “periféricos” se convirtió en una
consigna para la modernización acelerada.
Por el contrario, Kurz y Postone señalan
que las clases no “crean” la sociedad capitalista, sino que son sus “criaturas” 5,
y que la crítica del capitalismo requiere más bien analizar las formas básicas
con las que estructura la totalidad de la vida social: el valor, el trabajo, la
mercancía y el dinero. Sus lecturas de Marx parten precisamente de
que estas categorías no pueden ser consideradas –como en el marxismo
tradicional– como realidades transhistóricas, consustanciales a toda sociedad
humana, sino como específicas de la sociedad capitalista –también el trabajo,
en su doble vertiente como trabajo concreto y trabajo abstracto–. Lo específico
del capitalismo es que no es sólo un modo de producción, sino que desde sus categorías
básicas constituye la subjetividad y la objetividad en las sociedades modernas,
así como la praxis social y las formas de conciencia individual.
Partiendo de esta base, Kurz y Postone aspiran
a comprender lo específico de la formación social capitalista más allá de sus
configuraciones históricamente específicas y de los conflictos entre los
estratos sociales, y para ello conceden una importancia central a la teoría del
valor. Sus trabajos no aspiran tanto a una exégesis filológica de los textos
marxianos como a reconceptualizar las relaciones de dominio y las posibilidades
de emancipación en el seno de la sociedad capitalista. Eso es lo que constituye
su mayor interés para una teoría crítica del presente.
Moishe Postone: reinterpretación categorial de Marx y crítica inmanente del capitalismo
Moishe Postone es uno de los pensadores más importantes
de la marxología de las tres últimas décadas, en gran medida gracias a su libro Tiempo,
trabajo y dominación social 6, del cual no puede decirse que pasara
desapercibido, tal como acreditan las numerosas reseñas que recibió en Estados
Unidos, algunas de ellas firmadas por nombres tan destacados como Martin
Jay. Sin embargo, tampoco ha terminado de ocupar de una posición central en los
debates contemporáneos sobre la actualidad de Marx. Once años después de su
primera edición, la revista Historical
materialism (volumen 12/3, 2004) le dedicó un número especial, donde
numerosos colaboradores, de distinto signo, analizaron a fondo las tesis de Postone,
sus consecuencias no deseadas y su productividad para el pensamiento y la
praxis política. En lo que respecta a España, además de la publicación de una
compilación de textos, tuvo lugar en Madrid en octubre de 2008 un seminario sobrePostone donde
se trataba de «comprender y profundizar en el modo en que Postone lee a Marx»,
el cual, si bien «no resuelve ninguna de las urgencias de la práctica política
transformadora […] es una herramienta interesante para replantearnos
colectivamente en qué debe consistir hoy una práctica política transformadora a
la altura de los retos existentes» 7. Asimismo, se han publicado algunos
trabajos de Postone en otros ámbitos, tales como las editoriales
Traficantes de Sueños y Marcial Pons o las revistas Nuestra bandera y Constelaciones,
y su trabajo se ha discutido en dos ediciones del seminario anual de la
Sociedad de Estudios sobre Teoría Crítica (SETC) 8.
Postone pertenece a una estirpe de intelectuales cuya
reacción antes la crisis del socialismo real (o irrealmente existente, según se
mire) no pasó por el alejamiento del núcleo duro de la tradición marxista en
nombre de los nuevos movimientos sociales 9. Su respuesta apunta, por el
contrario, hacia la necesidad de involucrarse con una reconstrucción crítica
del corpus marxiano. Esta decisión, no menos teórica que práctica, es
la base de lo que Postone llama “reinterpretación categorial” de la
teoría crítica deMarx: todas las categorías que pone en juego forman parte, por
tanto, del núcleo de la propuesta teórica de Marx: la teoría del valor
trabajo, el método de El Capital,
la dinámica de las sociedades modernas y las periodizaciones del capitalismo,
todo ello con vistas a un proyecto de reconstrucción de la crítica de la
economía política. Como ya se ha señalado, la pregunta de Postone, igual
que la de Kurz, es: ¿se puede seguir haciendo crítica de la economía
política? Si es así, ¿cómo? Con ello se establece una primera diferencia
fundamental con respecto a otras aportaciones: no se trata tanto de un retorno
de Marx en el momento del derrumbe del capitalismo tal como lo
conocíamos, a la manera de un “Marx tenía razón”, ni de una vuelta nostálgica a
las viejas seguridades marxistas, ni siquiera de una reactivación de la lucha
de clases.
La posición de Postone incide en que deben
repensarse categorías que se daban por supuestas a ambos lados del espectro
político tradicional (alienación, lucha de clases, trabajo, capital, fuerzas
productivas y relaciones de producción, etcétera) desde un punto de vista
teórico y práctico. Teóricamente, pensando el capitalismo como totalidad
social, y no como algo que podría subvertirse a partir de una reforma de los
modos de distribución de la riqueza social general. No es que, por este motivo,
deban despreciarse el convenio colectivo o la sanidad pública universal, sino
que, desde un punto de vista teórico-práctico, estas reformas no pueden
constituir el núcleo de un pensamiento radical. La toma del poder y la
socialización de los medios de producción, si no revierte el modo de producción
capitalista, no hace sino prolongar esta lógica reformista. Por el contrario,
un pensamiento a la altura de la crisis del trabajo y del valor en el capitalismo
tendría que repensar el capitalismo como una aleación de sistema y práctica a
partir de un conjunto de mediaciones sociales inmensamente productivas que se
extienden por todos los rincones de la existencia social. Primera lección
teórica, por tanto, de la obra de Postone: la teoría crítica de Marx sólo
puede ayudarnos a pensar el presente desde el punto de vista de su
transformación en tanto que teoría de la objetividad y de la subjetividad
sociales.
En segundo lugar, Postone ofrece algunas pistas
interesantes para la práctica de la crítica radical del capitalismo. La primera
de ellas es la necesidad de hacer crítica inmanente. No puede ubicarse la
conciencia emancipada, o los medios para la emancipación, en alguna clase de
esfera ajena al capital. No hay un punto de vista privilegiado, ni de la clase
trabajadora ni del propio Marx, ni de ninguno de sus comentaristas. No es
que decidamos hacer crítica inmanente, esto es, crítica de y desde la
totalidad a la que uno pertenece socialmente, sino que no existe otra manera de
hacer crítica hoy. Y si no existe más crítica que la crítica inmanente,
entonces no existe otra forma de emancipación que la emancipación inmanente. O
lo que es igual, las nuevas posibilidades emancipatorias que puedan darse lo
harán en lo viejo, a partir de lo viejo, en el marco de las estructuras y de
las prácticas, dinámicas y mutuamente vinculantes, del capitalismo histórico.
En este punto, Postone ofrece una versión de la política francamente
realista, según la cual no se trata de luchar contra la historia (necesidad) en
nombre del acontecimiento (contingencia), sino de analizar y disputar sobre el
terreno la manera en que la dinámica histórica específica del capitalismo sólo
halla algún fundamento en la valorización del valor y en el trabajo abstracto. No se lucha contra la historia, sino contra
las estructuras de prácticas y contra la práctica de las estructuras 10.
Resulta curioso, sin embargo, que una visión tan matizada de la política no se
haga eco de aspectos especialmente violentos de la historia del modo de
producción capitalista en los siglos XVI y XVII, en un sentido ni moralista ni
conspiratorio, sino estrictamente histórico y por tanto vinculado con múltiples
factores y resistencias locales, tales como la transformación del cuerpo humano
en una máquina de trabajo, el sometimiento de las mujeres para la reproducción
de la fuerza de trabajo a través de la expropiación de la capacidad de decidir
sobre su propio cuerpo y sobre su ubicación social, la acumulación de
diferencias dentro de la recién constituida clase trabajadora (género, raza y
edad), o lo que es igual, la separación específica de las personas dentro de la
separación general entre trabajo y capital 11.
Desde un punto de vista más específico, aunque siempre
preliminar, los aspectos más interesantes del trabajo de Postone son
los siguientes:
1. Tal como se ha
señalado anteriormente, Postone ha insistido hasta la saciedad en la
necesidad de repensar la teoría
crítica de Marx para alejarla de los presupuestos del marxismo tradicional, muy
particularmente de la idea de que Marx fuera uncrítico del
capitalismo desde el punto de vista del trabajo, de tal manera que, en nuestros
días, se reprodujera en el ámbito de la teoría el enfrentamiento histórico
entre el capital y el mundo del trabajo (luchas sindicales, movimientos
sociales y mundo obrero en general). A esta visión se opone su propio enfoque,
según el cual el capitalismo se conceptualiza «en términos de una
interdependencia social históricamente específica, de carácter impersonal y
aparentemente objetiva[…] Al reconceptualizar las relaciones sociales y
modos de dominación que caracterizan al capitalismo, trataré de proporcionar
las bases para una teoría de la práctica capaz de analizar tanto las
características sistémicas de la sociedad moderna, como su carácter
históricamente dinámico, sus procesos de racionalización, su tipo específico de
“crecimiento” económico, así como su modo de producción particular» 12.Postone opone
lo que él mismo denomina una reinterpretación categorial de Marx,
según la cual lo que puede hallarse en los Grundrisse y en El
Capital sería más bien una crítica del trabajo en el capitalismo,
o lo que es igual, una crítica históricamente específica del trabajo como
relación social fundamental y como modo de producción y de incidencia en el
mundo social. Al contrario que en las posiciones marxistas tradicionales, lo
que está en juego no es la propiedad privada de los medios de producción, sino,
el carácter que el trabajo adquiere en dicha formación social capitalista como
trabajo concreto y como trabajo abstracto, el cual responde a su vez al
carácter dúplice de la mercancía (como valor de uso y como valor).
2. Esta posición
tiene consecuencias políticas y epistemológicas decisivas para el análisis de Postone, en
el sentido de que las contradicciones internas de la dinámica capitalista,
analizadas en el nivel lógico más abstracto (la triple dualidad que conforman
tiempo concreto/tiempo abstracto, trabajo concreto/trabajo abstracto y valor de
uso/valor), son más relevantes que el antagonismo de clase. Consecuencias
para el pensamiento político que implican, en primer lugar, la renuncia a la
emancipación en términos de realización de las posibilidades históricas del
proletariado. Postone señala que Marx no fue sólo un
crítico de las relaciones de producción capitalistas, sino también un teórico
crítico de las relaciones sociales capitalistas y de sus modos de constitución social
de la objetividad y de la subjetividad. Una teoría crítica autorreflexiva e
inmanente tiene el deber de «mostrar que la posibilidad de una transformación
radical del presente es una posibilidad determinada, inmanente a dicho presente» 13,
donde Postone entiende por “posibilidad determinada” una concepción
plausible del futuro que está necesariamente arraigada en el presente. Insiste
en que cualquier orden futuro, incluso uno radicalmente diferente de nuestro
presente, sólo puede cimentarse en las tensiones, posibilidades y luchas del
presente, entre las cuales no se incluyen, o eso parece sugerir Postone,
las luchas obreras, las cuales, pese a su indudable importancia política y
moral, no dejarían de ser intrínsecas al capitalismo, «más que la encarnación
de su negación» 14. No hay ningún futuro que no sea, por necesidad,
históricamente inmanente. El Marx maduro comprendió esto mejor que
nadie, de ahí que la teoría social crítica del presente deba apuntar hacia un
futuro radicalmente diferente fundamentando en el presente la posibilidad de
dicho futuro.
3. ¿En qué
consiste, entonces, la teoría crítica del Marx maduro? Esta larga
cita podría resultar de ayuda:
Lo que caracteriza a esta sociedad […] es que la distribución social del trabajo y sus productos no se efectúa fundamentalmente, como sí ocurría en otras sociedades, por la costumbre, los lazos tradicionales, las relaciones de poder abiertas o las decisiones conscientes. En lugar de ello, el trabajo mismo reemplaza esas relaciones, sirviendo como un medio cuasi-objetivo por el cual se adquieren los productos de los demás. Esto es, nace una nueva clase de interdependencia en la que la gente no consume lo que produce, sino que, por el contrario, son sus trabajos, o los productos de su trabajo, los que funcionan como un medio necesario para la obtención de los productos de los demás. Sirviendo como un medio cuasi-objetivo, el trabajo y sus productos relevan, efectivamente, en su función respecto de las relaciones sociales manifiestas, y, al mismo tiempo, constituyen una nueva clase de relación social: cuasiobjetiva, formal, abstracta y aparentemente no-social 15.
Esta es una de las ideas-fuerza de la reinterpretación
marxiana de Postone, a saber, que por la propia constitución social del
capitalismo, las relaciones que lo configuran (valor, trabajo y mercancía,
todas ellas categorías de la relación, no categorías ontológicas) se presentan
bajo una apariencia de objetividad que, al contrario que en las sociedades
precapitalistas, permite considerarlas como “naturaleza”. Es propio de dichas
categorías, como veremos, presentarse de esta manera, como habiendo “olvidado”
su génesis socio-histórica. Sin embargo, en condiciones capitalistas, tiene
lugar un modo de dominación abstracto, en el sentido de no-concreto y
no-abierto o explícito, cuyo fundamento se halla precisamente en el trabajo: el
trabajo dual (concreto y abstracto) sería el fundamento de dicha forma históricamente
específica de dominación, pero no porque el trabajo sea el aspecto más
relevante de la vida social, «sino porque el carácter abstracto y dinámico de
la trayectoria histórica propia del capitalismo constituyen sus características
fundamentales, y ambos elementos podrían aprehenderse y clarificarse en función
de la naturaleza históricamente específica del trabajo en esa sociedad» 16.
El trabajo en el capitalismo no se apropia de la esencia de la praxis humana,
sino que se constituye en mediación social productora de capacidades humanas
alienadas: lo alienado por el capitalismo no es la praxis humana en general,
sino una propiedad social de los individuos, su fuerza de trabajo, la cual da
pie una forma alienada de existencia de dichas capacidades humanas que es ella
misma productiva (por ejemplo, desde el punto de vista del enorme desarrollo
tecnológico característico del modo de producción capitalista).
Postone defiende, en suma, que la dinámica capitalista
es contradictoria desde el punto de vista de la producción, no sólo de la
distribución. Con ello pretende avanzar en una dirección teórica relevante, a
saber, que la transformación radical del capitalismo no es consecuencia directa
el crecimiento capitalista, incluso en aquellos aspectos donde éste se muestra
contradictorio. En otras palabras, la dinámica del capitalismo, pese a ser
contradictoria, no es lineal: por un lado tiende a aumentar la productividad
real (la riqueza material que es capaz de producir), y por el otro tiende a
reducir al mínimo el tiempo inmediato de trabajo necesario para producirla
(fuente del valor, es decir, de la riqueza capitalista). Asimismo, pone el
tiempo de trabajo en el centro del orden social, al considerarlo medida y
fuente de la riqueza, pero lo disminuye potencialmente a través del desarrollo
tecnológico. Con ello el capitalismo no cava su propia tumba, como sabemos,
pero sí reprime las mismas fuerzas productivas que ha liberado. O lo que es
igual, da origen a la posibilidad de otro orden social, pero no evoluciona automáticamente
hacia él. El resultado es que, precisamente cuando el trabajo social podría
enriquecer como nunca antes en la historia, resulta ser más empobrecedor para
la mayoría.
Robert Kurz: La crítica del valor y el límite interno del capitalismo
Desde la publicación de El colapso de la modernización bajo
la égida de Hans Magnus Enzensberger en 1991 17, Robert
Kurz ha sido un referente fundamental para el análisis crítico del
capitalismo en Alemania –al menos en tanto que outsider–, y el estallido de
la crisis económica mundial en 2008 ha brindado una coyuntura favorable para la
recepción de su pensamiento a nivel internacional. La obra de Kurz está
marcada por el compromiso con la teoría crítica entendida como “praxis
histórica”; de ahí que su producción se articulara al margen de los hábitos
universitarios al uso, prefiriendo grupos de trabajo y discusión de carácter
marcadamente político –cuyo nivel teórico sin embargo nada tenía que envidiar a
los mejores seminarios académicos–. En efecto, fue Kurz quien impulsó
–ya en 1986– el surgimiento de la revista Krisis 18, en torno a la
cual se fue consolidando una corriente teórica denominada “crítica del valor” o
–más recientemente– “crítica de la disociación del valor” (Wertabspaltungskritik) 19, cuyo espectro abarca desde la
reinterpretación de la teoría marxiana hasta la cotidianeidad en el capitalismo
contemporáneo y la historia de la modernización, pasando por el replanteamiento
de las relaciones de género 20. A comienzos de 2004, Kurz y otros
autores del grupo –entre los que destacan R. Scholz y C. P.
Ortlieb– se escinden de Krisis para
formar su propia revista, Exit!,
de la que hasta el momento se han publicado diez números. Hasta su muerte el
pasado 2012, Kurz ha sido el verdadero motor intelectual de estos
grupos, consciente de que «la teoría debía dejar de ir a remolque de la praxis
política, perder su carácter legitimador y ser tomada en serio en su autonomía» 21.
De acuerdo con ello, su pensamiento ofrece un intento de actualizar la crítica
de la economía política distanciándose tanto del movimiento obrero como de los
planteamientos marxistas y post-marxistas en el medio académico; de ahí
surgiría también su diagnóstico epocal: que las crisis que se han ido
sucediendo en las últimas décadas no son un mero interludio, sino el último
estadio del capitalismo, cuyo desarrollo habría alcanzado su límite interno.
Con su planteamiento de la crítica del valor, Kurz pretendía
nada menos que sentar las bases de una gran teoría capaz de dar cuenta de las
leyes que rigen la dinámica de la sociedad capitalista como un todo. Es decir,
su acercamiento a la obra marxiana no está guiado por un interés filológico,
sino por la «exigencia de una explicación concreta e histórica de los procesos
sociales. Esto afecta tanto a la posición del capitalismo en la historia como a
la propia historia del capitalismo y a sus límites históricos» 22. Kurzasume
que la teoría marxiana ofrece un enorme potencial para desentrañar la dinámica
de las sociedades capitalistas hasta la actualidad, pero el intento de
reapropiarse hoy de su marco de análisis requiere ser consciente de dos cosas 23:
1) la propia situación histórica de Marx en la segunda mitad del XIX,
que le lleva a compartir –pese a todo– ciertas perspectivas con la burguesía en
ascenso, que cobran expresión en la parte “exotérica” de su obra (por ejemplo
su confianza en que la emancipación vendrá de la continuación del proceso de
modernización y el crecimiento de las fuerzas productivas); y 2) la mera
reconstrucción de las categorías de análisis de la forma del valor marxiana, a
nivel puramente conceptual, no es suficiente para articular un análisis de la
situación histórica actual y sus procesos sociales 24; el objetivo es
hacerlas fructíferas para poder analizar desde ellas la sociedad en su
concreción histórica. De acuerdo con ello, la divisa de Kurzno puede ser
más clara: «Las bases categoriales de la crítica de la economía política han
sido interpretadas de diversos modos, pero no han sido desarrolladas» 25;
en definitiva: se trata de ponerlas a la altura del presente.
En este sentido Kurz coincide con Postone en
que replantear la crítica del capitalismo exige centrar el análisis en las
categorías básicas de la crítica de la economía política marxiana –el valor, el
trabajo, la mercancía y el dinero; ambos autores asumen que dichas categorías
no son consustanciales a toda formación social ni están inscritas en la
constitución antropológica del ser humano, sino que constituyen un specificum del capitalismo. Es en
el despliegue real de dichas categorías en el proceso social de valoración –y
no en el dominio de clase o en la propiedad privada de los medios de
producción– donde deben buscarse los rasgos distintivos de la dinámica
capitalista y sus contradicciones internas. El dinero y el trabajo –o incluso
ocasionalmente la mercancía– ya existían antes del desarrollo de la sociedad
capitalista, pero su función social era completamente distinta; de hecho, la
especificidad del capitalismo como sociedad productora de mercancías es que en
él estas categorías constituyen la totalidad de la vida social, las
formas de conciencia y de praxis social, convirtiéndose en una especie de “a
priori trascendental”. Ya Marx había hablado de las categorías de la
crítica de la economía política como «formas de ser» y «determinaciones de la
existencia» 26; la crítica del valor le toma aquí al pie de la letra,
mostrando cómo estructuran la praxis cotidiana de las sociedades capitalistas y
constituyen las formas de objetividad y subjetividad, incluidos los modelos de
reproducción social, las relaciones de género, las estructuras de deseo y las
formas de racionalidad socialmente operativas. Pero si la propia subjetividad
es algo socialmente constituido, la dinámica del capitalismo no responde a los
intereses personales de los capitalistas, y tampoco está al servicio de la
satisfacción de las necesidades o del crecimiento de las fuerzas productivas:
todo esto son efectos colaterales de una lógica en la que la producción se
convierte en un fin en sí mismo, sometida a los imperativos del proceso de
valoración; lo distintivo es que el capital, como «valor que se autovaloriza a
sí mismo», pasa a ser el «sujeto automático» (Marx) del proceso social,
convirtiendo a los sujetos vivientes –como productores, vendedores y
compradores de mercancías– en sus agentes inconscientes. De acuerdo con ello, Kurz sostiene
que la forma de dominación específica del capitalismo no es la de las
estructuras de clase, sino en un «dominio sin sujeto» 27, tipificado
precisamente en el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero; se trataría de
una «dictadura de la forma social» 28, que somete a los seres humanos a
los imperativos de la economía como esfera separada y autónoma, que se ha
desgajado del resto de actividades sociales y se ha convertido en instancia
reguladora de todos los ámbitos de la existencia.
Pero si las categorías de la crítica de la economía política
son históricamente específicas, esto significa que la lógica que rige las
sociedades capitalistas puede parecer estática en la abstracción de la teoría,
pero no lo es en la realidad. El capitalismo no es una mera “estructura”, sino
un proceso histórico con una determinada dinámica evolutiva: «La historia del
capitalismo fue la historia de la llamada modernización, que consistió en
organizar el mundo según criterios capitalistas y someterlo a la ciega dinámica
de un desarrollo de las fuerzas productivas guiado por la competencia» 29.
Ya desde El colapso de la modernización, el interés de Kurz se
centra en comprender la lógica que guía este desarrollo para situar la actual
fase histórica; en El libro negro del capitalismoofrecería las claves del
proceso de modernización capitalista a lo largo de tres revoluciones
industriales y su declive a partir de finales del siglo pasado; por su parte,
en El capital mundial expondría cómo la lógica de la competencia y la
valoración se expande hasta alcanzar un nivel planetario 30. Y es que en
el capitalismo no hay paralelos históricos; sus ciclos económicos no pueden
repetirse. El constante imperativo de crecimiento da lugar a un proceso
irreversible en el que el marco en el que las categorías de la economía
política deben realizarse no permanece idéntico: «La valoración del capital no
comienza siempre de nuevo desde cero, sino que, para seguir adelante, debe
superar a escala social el último nivel alcanzado. No es posible caer por
detrás del grado de integración económica global, ni mucho menos el desarrollo
de las fuerzas productivas alcanzado. De que no sea así se ocupa ya la
competencia universal» 31.
Esta comprensión de la dinámica histórica del capitalismo
conduce a Kurz a replantear el problema de las crisis –y es aquí
donde sus análisis se distancian más netamente de los dePostone. Las crisis ya
no pueden ser concebidas como interrupciones pasajeras de la acumulación
capitalista que se repiten periódicamente según los ciclos coyunturales o
transiciones más o menos dolorosas hacia un nuevo modelo de acumulación. En
cada fase histórica, la evolución hacia nuevas formas de acumulación debe estar
a la altura del grado de productividad alcanzado, y en las últimas décadas el
paso tendencial de la acumulación real al capital ficticio parece denotar una
transformación estructural marcada por la pérdida de sustancia del capital. En
el momento en que todo el planeta se convierte en un “espacio de valoración
global” se hace visible el límite interno del desarrollo del capitalismo. La
lógica según la cual la actividad productiva no sirve para satisfacer
necesidades, sino para alimentar el ciclo incesante de trabajo que valoriza el
capital y capital que emplea el trabajo, estaría presidida por una
contradicción estructural entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el
crecimiento de la “riqueza abstracta”: su tendencia de desarrollo lineal,
acumulativo e irreversible llegaría a un punto en el que ya no puede seguir
funcionando. Producir valor requiere explotar fuerza de trabajo, pero la
situación de competencia entre los productores lleva a una carrera por el
empleo de tecnologías cada vez más sofisticadas que desata una dinámica fatal:
en cada nuevo avance de la productividad, el primero en emplearlo sale ganando
por un tiempo, ya que logra producir más mercancías con menos fuerza de
trabajo. Pero cuando otros productores lo imitan y se establece un nivel de
productividad más alto, baja la tasa general de beneficio y se relanza la
carrera hacia el siguiente avance; el aumento de productividad gracias a las
tecnologías hace que se pueda prescindir cada vez de más trabajo humano, que
sin embargo es la sustancia de la que vive el proceso de valoración: conforme
el trabajo abstracto mengua, crece la necesidad de capital. Hasta ahora el aumento
de la producción y la expansión a nuevos mercados de valoración paliaban –al
menos temporalmente– esta contradicción, pero también la reproducían a una
escala cada vez mayor. De este modo, el límite interno e insuperable del
capitalismo, entendido como «un nivel del desarrollo en el que ya no puede
reabsorberse suficiente fuerza de trabajo humana como para volver a activar la
acumulación del capital como fin en sí mismo» 32, estaría inscrito en su
propia dinámica, con independencia de los actores sociales y de sus luchas
conscientes.
Partiendo del análisis de esta contradicción estructural, Kurz señala
que con la tercera revolución industrial el capitalismo alcanza ese límite
interno. En efecto, la microelectrónica supondría una aceleración gigantesca
del proceso de racionalización que incrementa la productividad y abarata los
costes, pero ya no logra movilizar suficiente fuerza de trabajo como para
compensar la disminución del trabajo necesario para producir cada mercancía.
Esto dificulta cada vez más el proceso de valorización y lleva el capitalismo a
un escenario de crisis estructural: «La “racionalización” que hace que el
trabajo humano se vuelva superfluo es, por primera vez en la historia del
capitalismo, mayor y más rápida que el abaratamiento de las mercancías y la
correspondiente expansión de los mercados. La oferta de mercancías se hincha de
forma dramática y la oferta de trabajo encoge de manera igualmente dramática» 33;
el resultado es que la capacidad de generar valor y plusvalía va decreciendo hasta
acercarse a un punto muerto. A esto responde la propia evolución hacia la
globalización y la financiarización de la economía: «A la huida del capital
hacia “afuera”, hacia los mercados mundiales, se corresponde la huida hacia
“arriba”, hacia los mercados financieros separados del proceso de producción
real» 34. Pero esto significa que el predominio de la economía financiera
en las últimas décadas no habría sido una “excrecencia tumoral” que amenaza con
arruinar la “sana economía real”, sino que la anticipación de ganancias futuras
mediante el crédito habría permitido compensar las crecientes dificultades de
valoración –si bien al precio de sustraer al crecimiento su base autónoma: éste
ya no se basaría en la producción de mercancías, sino en el capital ficticio,
basado en la especulación 35–. Sin embargo, el crédito puede posponer el
momento en el que el capitalismo alcance sus límites sistémicos, pero no
abolirlo –de ahí el sucesivo estallido de burbujas financieras en distintas
partes del globo desde la década de 1980–.
Desde estos análisis de Kurz, la coyuntura de crisis a
la que nos enfrentamos adquiere un nuevo cariz: no se trata tan sólo de la
reducción de las prestaciones sociales, del crecimiento de la pobreza o de las
nuevas formas represivas de “administrarla”, sino del inicio de una nueva fase
histórica. Aunque ciertos países o empresas sigan presentando altas tasas de
crecimiento, el proceso de valorización se encuentra con dificultades cada vez
más prohibitivas. La crisis que atravesamos –generalmente percibida como mera “crisis
de deuda” o “financiera”– no sería ya una transición hacia un nuevo modelo de
acumulación, sino la entrada en un periodo de declive, que será cualquier cosa
menos estable y exige replantear los términos de la crítica social 36. Los
intentos de “domesticar” la dinámica capitalista mediante la distribución de la
riqueza o la regulación estatal ya no estarían a la altura de esta fase
histórica; no se trata de reparaciones de emergencia, sino de rebasar el modo
de constitución de lo social en el capitalismo y romper con su marco
categorial. Pero esto supone romper con todo lo que constituye nuestro mundo, y
aquí la teoría crítica no ofrece recetas aplicables ni terapias de ayuda. La
lógica de la valoración se ha impuesto en todas las esferas de la vida, y ya no
cabe esperar que ningún sujeto –por su posición en el capitalismo– pueda
subvertirla. Por su parte, las llamadas a la caza del especulador o a supuestas
insurrecciones venideras son para Kurz formas de «”anticapitalismo”
reaccionario», pura «movilización de ciegos sentimientos de odio e impotencia» 37.
¿Cómo articular entonces una crítica que permita quebrar el dominio del sujeto
automático que, en su progresivo estancamiento, exige sacrificios cada vez mayores?
Aquí el análisis histórico-categorial de la crítica del
valor puede revelar la obsolescencia del capitalismo, pero no puede señalar
ningún automatismo histórico que permita ir más allá de él. Esto nos sitúa ante
nuevas urgencias históricas, que Anselm Jappe –compañero de Kurz en Krisis
y Exit!– ha señalado de modo especialmente claro: «Abandonado a su propio
dinamismo, el capitalismo no conduce al socialismo, sino a las ruinas. Si fuese
capaz de tener intenciones, se le podría suponer la de ser la última palabra de
la humanidad» 38. Ante este enorme potencial autodestructivo, el problema
es que el capitalismo no se va a pique derribado por un movimiento de
emancipación consciente, sino por sus contradicciones internas y después de
haber derrotado a sus enemigos declarados. Su muerte sería entonces una muerte
de éxito, pero dejaría tras de sí un escenario de desintegración social sin
precedentes. Incluso en los centros del capitalismo, fenómenos como el derribo
del estado social, la precarización del trabajo, el empobrecimiento de las
clases medias, el desempleo masivo y el crecimiento de población “superflua” –
que ya no puede ser integrada en el sistema productivo– señalan una fractura
sin precedentes en la reproducción social. La descomposición del capitalismo
amenaza así con desatar un proceso de regresión social que de lugar a la «destrucción
sin perspectivas» del estado de civilización alcanzado 39, a una «barbarie
a fuego lento» marcada por la proliferación de estrategias desesperadas de
supervivencia 40. Ante esta amenaza, situar las esperanzas de emancipación
en una “ruptura categorial” que rompa el dominio de las “formas de ser” en el
capitalismo y libere sus potenciales de la forma que los aprisiona, sabe más
bien a poco.
Sin duda los análisis de Kurz suponen una
contribución crucial para la teoría crítica contemporánea; su reapropiación de
las categorías marxianas para elaborar una crítica de la economía política a la
altura del presente supone quizá la mejor elaboración teórica de las contradicciones
del capitalismo y sus devastadoras consecuencias, que hoy se manifiestan de
forma dramática. Pero, si se confirman sus pronósticos, conforme el sistema de
valoración se vaya resquebrajando sin alternativa posible, la crítica guiada
por un interés emancipatorio tendrá que ir más allá del mero análisis de la
inmanencia capitalista. Analizar las nuevas formas de mediación social
–marcadas cada vez más por la violencia– y dar con formas de praxis que
permitan poner diques a una nueva barbarie emergente en el proceso de
desintegración del capitalismo podrían convertirse entonces en las tareas
prioritarias. Porque si nos contentamos con el diagnóstico de la ruina de la
sociedad capitalista podríamos, sencillamente, quedar sepultados por ella.
Notas
1. Así lo ha subrayado también Anselm Jappe
(cfr. Jappe, A., Kurz, R. y Ortlieb, C. P., El absurdo mercado de los hombres sin cualidades, Pepitas de
calabaza, Logroño, 2009, p. 9 y Jappe, A., Crédito a muerte, Pepitas de calabaza, Logroño, 2011, p. 7).
2. Cabría señalar las obras de Hans-Georg Backhaus y
Helmut Reichelt desde finales de los sesenta, pero también la tardía
recepción de los trabajos de Alfred Sohn-Rethel en la década de 1970. Para una
perspectiva de conjunto, cfr. Elbe, I., Marx im Westen. Die neue Marx-Lektüre in der
Bundesrepublik seit 1965, Akademie Verlag, Berlín, 2010.
3. Kurz distingue dos niveles de discurso en Marx,
uno exotérico y uno esotérico, y su distinción se corresponde grosso
modo con la diferenciación de Postone entre el Marx “maduro” y el
“juvenil”. Ambos se distancian del Marx más conocido y optimista: el
disidente del liberalismo político cuya crítica el capitalismo de la
burguesía ascendente se articula desde la confianza en el
crecimiento de las fuerzas productivas como vía hacia la
emancipación. Frente a este Marx exotérico, que cabría tipificar
en el Manifiesto comunista, ambos optan por el Marx
“esotérico”, más exigente a nivel teórico, que aspira a comprender la
lógica específica del capitalismo y apunta a la superación de su marco
categorial; su rastro puede seguirse en los Grundrisse y El
capital (Cfr. Kurz, R.: Marx Lesen!
Die wichtigsten Texte von Karl Marx für das 21. Jahrhundert,
Eichborn, Frankfurt
a. M., 2010 [1ª ed. 2000], p. 23 ss.).
4. En este sentido, los postulados del marxismo
tradicional podrían sintetizarse en un pasaje de El talón de
hierro de Jack London, cuando el protagonista Ernesto Everhard
proclama: «En lugar de destruir
esas máquinas maravillosas, asumamos su dirección. Aprovechémonos de
su buen rendimiento y su bajo precio. Desposeamos a sus propietarios
actuales y hagámoslas caminar nosotros mismos. Eso, señores, es el
socialismo, una corporación más económica que todas las que han
existido hasta ahora en nuestro planeta. El socialismo continúa la
evolución en línea recta» (London, J., El talón de hierro, trad. de M. Ruipérez, Hiru,
Hondarribia, 2003, p. 125).
5. Esto también valdría para los intentos de
redefinir el discurso de clase en términos de “multitud” (cfr.
Kurz, R.: Die Welt als Wille und Design, Tiamat, Berlín,
1999, 70 ss.).
6. Postone, M., Time,
Labor and Social Domination, Cambridge University Press, Nueva York y
Cambridge, 1993 (trad. española de M. Serrano: Tiempo trabajo y
dominación social, Marcial Pons, Barcelona, 2006).
7. Cfr. http://mhh.domainepublic.net/CONVOCATORIAS/seminariopostone.html (última
consulta: 1 de abril de 2013).
8. Postone, M., «Repensar
la teoría crítica del capitalismo », Nuestra bandera: revista de
debate político, nº 231, 2012, págs. 107-113. Además de Tiempo,
trabajo y dominación social, la publicación más destacable en
castellano es la recopilación Marx reloaded. Repensar la
teoría crítica del capitalismo, Traficantes de Sueños, Madrid, 2007,
así como Postone, M., «Repensando a Marx (en un mundo post-marxista)»,
en VV. AA, Lo que el trabajo
esconde, Traficantes de Sueños, Madrid, pp. 249-283. Recientemente se
ha publicado una extensa entrevista en la revista Constelaciones:
López, S.: «Para una teoría crítica del presente: en conversación con
Moishe Postone sobre las nuevas lecturas de Marx, la crisis y
el antisemitismo», Constelaciones. Revista de Teoría Crítica, nº
4, 2012, pp. 376-403. Otras publicaciones relevantes son: Postone, M., History
and Heteronomy. Critical Essays,
UTCP, Tokio, 2009; Deutschland, die Linke und der Holocaust –
Politische Interventionen, Ca Ira, Friburgo, 2005; Marx est-il devenu
muet: Face à la mondialisation?, Les éditions de l’Aube, París, 2003
o Catastrophe and Meaning: The Holocaust and the Twentieth Century,
coeditado con Eric L. Santner, University of Chicago Press, 2003.
9. Existen tres aspectos generales de la trayectoria
de Postone que merece la pena destacar: en primer lugar, su diálogo
con la tradición de la teoría crítica de la sociedad, sus fuentes (Lukács)
y sus representantes más vinculados con el Institut für Sozialforschung(IfS) de Frankfurt,
Ginebra, París, Nueva York y California: Horkheimer, Adorno, Pollock,
etc. No es habitual que la marxología amplíe sus dominios hacia posiciones
próximas a la crítica de la forma-mercancía como modo de racionalidad
específicamente occidental, tantas veces “reducidas” a
mera prolongación occidental de la tradición marxista (Perry Anderson).
Asimismo, Postone ha entablado relaciones teóricas con autores posteriores
desvinculados de la tradición de la Teoría Crítica con mayúsculas, pero
relevantes a efectos de la teoría del capitalismo
contemporáneo: Daniel Bell, Ernest Mandel o Jacques Derrida, entre
otros. En segundo lugar, cabe destacar la genuina insistencia
de Postone en el carácter dúplice de toda teoría social del
capitalismo que quiera presentarse como sostenible: autorreflexividad (consideración
crítica de las categorías del análisis como insertas en la dinámica del
objeto de la actividad crítica, es decir, que debe tratarse de una
teoría cuyas categorías críticas sean inseparables del
«análisis sociohistórico del fenómeno empírico al cual se refiere su crítica»),
e inmanencia(prevención de la tentación de ubicar el punto de vista
de la crítica más allá de la sociedad y de la historia, esto es, en alguna
clase de posición impermeable, pura, bien política bien epistémicamente,
independiente de las fluctuaciones históricas del crítico, de
sus objetos y de sus categorías).
10. Cfr. Postone, M., «La
deconstrucción como crítica social: lo que Derrida piensa sobre Marx y el
Nuevo Orden Mundial», en Marx reloaded, cit., p. 69. Al
tratar las categorías del Marx maduro como categorías de
tipos estructurados de prácticas, Postone aspira a hallar en la obra
de Marx una teoría del capitalismo en la que confluyan tres tipos de
análisis tradicionalmente separados: (a) una teoría crítica de la sociedad
y de sus relaciones básicas (valor y trabajo), (b) una teoría de la
subjetividad social y de su génesis, y (c) una teoría de
las transformaciones históricas del capitalismo (o lo que es igual,
una teoría no transhistórica de la historia, una teoría dinámica del
capitalismo cuyo grado de abstracción no dependa de ninguna fase
específica del capitalismo, ni de la liberal ni de la post-liberal), todo
ello con vistas a la superación de las estructuras de dominación social
abstracta que, tanto en la época de Marx como en la nuestra,
constituyen el orden social establecido. Para una visión política de
este proyecto puede verse la entrevista de Eduardo Actis y Alberto Riesco
con Postone en Diagonal (04/02/2013).
11. Cfr. Federici, S., Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación
originaria, Traficantes de Sueños, Madrid, 2011, p. 90.
12. Postone, M., Tiempo,
trabajo y dominación social. Una reinterpretación de la teoría crítica de
Marx, cit., p. En adelante, TTDS.
13. Postone, M., «La
deconstrucción como crítica social: lo que Derrida piensa sobre Marx y el
Nuevo Orden Mundial», en Marx reloaded, cit., p. 61.
14. Postone, M., TTDS, p. 59.
15. Postone, M., «Transformaciones
históricas contemporáneas: más allá de la teoría postindustrial de
Daniel Bell y el Neomarxismo de Ernest Mandel», en Marx reloaded,
cit., pp. 180-181.
16. García López, J., «Una
introducción a Tiempo, trabajo y dominación social», en TTDS, p.
17.
17. Kurz,
R., Der Kollaps der Modernisierung,
Eichborn, Frankfurt a. M., 1991.
18. Cfr. http://www.krisis.org/ Otros autores del
grupo serían Anselm Jappe, Peter Klein, Ernst Lohoff,
Roswitha Scholz, Johanna Stallmann, Norbert Trenkle, Udo Winkel y
muchos más. Entre los textos colectivos del Grupo Krisis, destaca
el Manifiesto contra el trabajo (traducido por M. M. Fernández y
publicado por la editorial Virus, Barcelona, 2002), en cuya redacción Kurz
estuvo implicado de forma determinante.
19. En España, la recepción de esta corriente
teórica ha llegado filtrada a través de Francia, y por ello su
representante más conocido es Anselm Jappe, que sin embargo señala
explícitamente que el «verdadero motor de la revolución teórica de la
crítica del valor» es sin duda Robert Kurz (cfr. Jappe, A., Crédito a
muerte, cit., p. 8). En español, en el volumen El absurdo mercado de
los hombres sin cualidades (cit.) se han publicado dos textos
de Kurz: “Los intelectuales después de la lucha de clases” (pp.
41-63) y “Luces de progreso (pp. 83-94).
20. Cfr.
Scholz, R., Das Geschlecht des
Kapitalismus, Horlemann, Bad Honnef, 2000.
21. Kurz, R., «Der
Kollaps der Modernisierung, 15 Jahre später»: http://www.exit-online.org/textanz1.php?tabelle=schwerpunkte&index=16&posnr=154&backtext1=text1.php&PHPSESSID=a069805a489d7dba8b567eb7d216981c(última
consulta: 5 de abril de 2013)
22. Kurz,
R., Geld ohne Wert. Grundrisse zu
einer Transformation der Kritik der politischen Ökonomie,
Horlemann, Berlin, 2012, p. 8. Una selección de los ensayos de
Kurz publicados entre 1992 y 2012 ha sido publicada recientemente: Kurz,
R., Weltkrise und Ignoranz. Kapitalismus im Niedergang, Berlín,
Tiamat, 2013.
23. En este sentido contamos con una valiosa
selección de textos de Marx escogidos y comentados por el propio
Kurz, que no en vano encabeza con un título programático: Leer a Marx. El volumen cuenta con una
introducción sobre la relevancia de Marx en el siglo XXI, seguido por
una serie de textos divididos en bloques temáticos que abarcan desde la
crisis de la sociedad del trabajo hasta la concepción marxiana de la
nación, el estado y el derecho, pasando por la tendencia histórica de las
crisis, la globalización del capital o la financiarización
(cfr. Kurz, R.: Marx Lesen!, cit.).
24. Kurz dirige esta crítica especialmente a los
trabajos de la “nueva lectura de Marx” en torno a Michael Heinrich
(cfr. Heinrich, M.: Die Wissenschaft vom
Wert, VSA, Hamburgo, 1991 [reeditado en Westfällisches Dampfboot,
Münster, 2011] y Crítica de la economía política, trad. de C. Ruiz
Sanjuán, Escolar y Mayo, Madrid, 2008.)
25. Kurz,
R., Geld ohne Wert, cit., p. 12.
26. Marx, K.: Einleitung
zu den ‘Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie’, enMarx Engels
Werke, vol. 42, Dietz, Berlín, 1983, p. 40 [trad. esp. de P. Scaron:Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política, Siglo XXI, México D. F., 2007, p.
27].
27. Kurz,
R.: Blutige Vernunft. Essays zur
emanzipatorischen Kritik der kapitalistischen Moderne und ihrer
westlichen Werte, Horlemann, Bad Honnef, 2004, 153 ss.
28. Kurz, R.: Marx Lesen!, cit., p. 42.
29. Kurz,
R., Schwarzbuch Kapitalismus,
Eichborn, Frankfurt a. M., 2009 (1ª ed. 1999), p. 23.
30. Kurz,
R., Das Weltkapital. Globalisierung
und innere Schranken des warenproduzierenden Systems,
Tiamat, Berlín, 2005.
31. Kurz, R., «Kapitalismus
wiederholt sich nicht», Neues Deutschland, 12 de diciembre de
2011, h t t p : / / w w w . exit-online.org/link.php?tabelle=autoren&posnr=496(última consulta:
5 de abril de 2013).
32. Kurz, R.: Marx
lesen!, cit., p. 279.
33. Kurz,
R.: Geld ohne Wert, cit., p.
296.
34. Kurz, R., Marx
Lesen!, cit., p. 355.
35. A este respecto, cfr. Jappe, A.: Crédito a muerte, cit., sobre todo
p. 97 ss.
36. Cfr.
Kurz, R., «Krise und Kritik», Exit!,
nº 10, 2012, pp. 26-61.
37. Kurz, R.: Marx
Lesen!, cit., p. 351.
38. Jappe, A., Crédito
a muerte, cit., p. 48.
39. Kurz,
R., Geld ohne Wert, cit., p.
411.
40. Jappe, A., Crédito a muerte, cit., p. 128.
Referencias bibliográficas
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concepto de capital que creo que los movimientos sociales han
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Scholz, R., Das
Geschlecht des Kapitalismus, Horlemann, Bad Honnef, 2000.gh
Publicado originalmente en ISEGORÍA, Revista
de Filosofía Moral y Política N° 50, Enero-Junio, 2014, Págs. 269-284
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