8/5/15

Una antología de Manuel Sacristán sobre Karl Marx

Karl Marx
✆ Manuel Loayza
 “Hay, en todo caso, algo que ni Marx ni yo habíamos previsto: que, de repente, a finales de los años 90, mucho después de que hubiese sido enterrado tanto por los liberales a la moda o por los izquierdosos posmodernos, fuese ensalzado como un genio por los mismísimos y perversos capitalistas burgueses de toda la vida. El primer signo de esta extraña revisión de posiciones apareció en octubre de 1997, cuando en un número especial de la revista New Yorker se proclamaba a Karl Marx como “el gran pensador del futuro”, un hombre que tiene mucho que enseñarnos sobre la corrupción política, la monopolización, la alienación, la desigualdad y los mercados mundiales. “Cuando más tiempo paso en Wall Street, más me convenzo de que Marx estaba en lo cierto”, declaró un rico banquero a la revista. “Estoy absolutamente convencido de que el método de Marx es el mejor para estudiar el capitalismo”. Desde entonces, economistas y periodistas de derechas han hecho cola para rendirle análogo homenaje. Olvidemos todas las monsergas de los comunistas, decían, Marx, en realidad, era un “estudioso del capitalismo” | Francis Wheen: Karl Marx
“Aunque creo que nunca llegó a serenidad “sabia”, tenía ya ciertos elementos al final. O la tuvo siempre, aunque en contradicción” | Manuel Sacristán: Observación a una carta de Marx a Jenny L, 4/6(1882

Salvador López Arnal   |   Pocos como Manuel Sacristán (1925-1985), en el trigésimo aniversario de su fallecimiento, para servirnos de guía en una aproximación básica al gran clásico de Tréveris […]. Las referencias de los escritos y/o fragmentos seleccionados se dan al final de la antología. Las anotaciones, basadas en su obra y documentación, son mías. En 2018, el año del bicentenario del nacimiento de Marx, debería ser una buena ocasión para editar o reeditar los textos fundamentales el autor de Sobre Marx y marxismo sobre el compañero de Jenny. Karl Marx como sociólogo de la ciencia” o El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia, por ejemplo, entre ellos.

1. Biografía intelectual y política (1967)

Político, filósofo y economista alemán (Tréveris 1818-Londres 1883). Hijo de un abogado hebreo de formación y tendencias moderadamente ilustradas y liberales, su infancia transcurrió en Renania. Estudió en su ciudad natal y a los diecisiete años empezó la carrera de derecho en la Universidad de Bonn. Pero desde su traslado a la Universidad de Berlín (1836), Marx se orientó cada vez más claramente hacia la filosofía y la historia. De esta época data su noviazgo con Jenny von Westphalen, hija de un funcionario de la nobleza reciente. A su llegada a Berlín el joven Marx vivió intelectualmente en el mundo de ideas de la Ilustración. La filosofía hegeliana, recién muerto Hegel, dominaba el ambiente espiritual berlinés y estaba dando origen a una tendencia progresista y democrática dentro de la cual se situaría pronto el joven Marx. Pero el cambio de orientación intelectual de éste no se produjo sin crisis. En una carta dirigida a su padre el 10 de noviembre de 1837, llega a poner entre las causas de la enfermedad y la depresión que sufrió entonces la necesidad intelectual en que se vio de adoptar los motivos básicos del pensamiento hegeliano: “Enfermé, como ya te he escrito (...) de la irritación que me consumía por tener que convertir en ídolo mío una concepción que odiaba”. A pesar de esas tensiones intelectuales Marx era ya en 1837 un “joven hegeliano” de izquierda bastante típico. De ello da testimonio la citada carta, en la cual abundan reflexiones directamente inspiradas por el pensamiento de Hegel e incluso temas de detalle muy característicos de la filosofía de éste, como la crítica despectiva del “pensamiento matemático” o formal en general.

La orientación dominante de los hegelianos de izquierda consistía en entender y aplicar la filosofía hegeliana como un instrumento crítico de la sociedad existente. Pero, de acuerdo con sus concepciones básicas idealistas, sociedad era para ellos tanto como cultura explícita o incluso teórica, o lo mismo que grado de realización de las ideas en las instituciones: la crítica es también teoría, como afirmara Marx aún en su tesis doctoral (un estudio sobre la filosofía de Demócrito y la de Epicuro) en 1841. Pese a ello, el ejercicio de la crítica puso progresiva y naturalmente al joven Marx en presencia de realidades sociales, sobre todo a partir del momento en que empezó a redactar trabajos periodísticos para la Rheinische Zeitung [Gaceta renana], de la que llegó a ser director (1842). Los debates de la Dieta renana acerca de materias como los robos de leña en los bosques, por ejemplo, despertaron en Marx una sensible conciencia de los problemas sociales. Muy tempranamente percibió la naturaleza clasista de la legislación y de los debates mismos de la Dieta. Sus artículos al respecto en la Rheinische Zeitung pintan plásticamente no sólo las actitudes de clase de los oradores de los estamentos noble y burgués, sino también la naturaleza de clase del estado, cuya legislación y cuya acción administrativa tienden a convertir el poder social en guardia jurado de los intereses de los propietarios. La crítica del joven Marx (que tenía veinticuatro años en esa época) a dicha situación procede según una línea liberal apoyada filosóficamente en una interpretación izquierdista del pensamiento de Hegel: esa situación es reprobable porque un estado clasista no cumple la idea del estado como realización de la eticidad, de la especificidad humana.

Puede documentarse que Marx tuvo durante esos años un primer conocimiento del movimiento obrero francés e inglés y del socialismo y el comunismo utópicos de Fourier, Owen, Sain-Simon y Weitling. Por lo que hace a los movimientos revolucionarios franceses de la época su fuente fue probablemente la Augsburger Allgemeine Zeitung [Gaceta General Aubsburguesa], en al cual H. Heine publicaba crónicas desde París en las que varias veces aludió al comunismo francés y al de los emigrados alemanes. La reacción de Marx a esos datos tiene dos aspectos distinguibles: por un lado, considera justificado que “la clase que hasta ahora no ha poseído nada” aspire a poseer, y reprocha a la clase dominante alemana su actitud puramente negativa; la aspiración económica del proletariado y su lucha por objetivos materiales inmediatos (Marx comenta la gran agitación de Lyon, por ejemplo) le parecen naturales y justificados fenómenos sin importancia y nada temibles. Pero en las ideas comunistas ve ideas parciales -ideas de clase-, tan incapaces como las de la clase dominante de realizar el estado ético. Las ideas comunistas son un “temor de la conciencia que provoca una rebelión de los deseos subjetivos de los hombres contra las comprensiones objetivas de su propio entendimiento”. Esas “comprensiones objetivas” son el concepto hegeliano del estado, frente al cual el comunismo es para el Marx de entonces la parcial noción de un “estado de artesanos”. En 1843 la censura procedió contra la Rheinische Zeitung y Marx tuvo que dimitir. Ya previamente este endurecimiento de la censura, el de la política universitaria prusiana, le había movido a desistir de su proyecto de carrera universitaria. Este año de 1843, en el cual Marx se sumaría a la emigración política alemana en París, fue abundante en acontecimientos decisivos para su vida: además de casarse, conoció a Heine, Börne, Proudhon y Engels. Con esos acontecimientos, nació el Karl Marx que ha pasado como figura de gran influencia a la historia de las ideas y a la de los hechos.

La amistad con Engels acarreó ante todo para Marx la convicción de que tenía que estudiar profundamente los problemas económicos. La conciencia de ello coincidió con esta fase de su evolución intelectual y moral con la utilización del pensamiento de Feuerbach (un humanismo abstracto que culmina en una crítica recusatoria de la religión y de la filosofía especulativa) como correctivo del idealismo de Hegel. Esa situación se refleja sobre todo en tres trabajos muy importantes para la comprensión de su evolución intelectual: dos escritos (1843) para los Deutsch-französische Jahrbücher [Anales francoalemanes], la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho y Sobre la cuestión judía; y otro no publicado durante su vida que se conserva en estado de borrador: los Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Todos estos escritos -el último sobre todo presentan característicamente lo que después Marx consideraría una “mezcla” del punto de vista ideológico, o de historia y crítica de las ideas, con el factual, o de análisis e interpretación de los datos. Ese rasgo indica suficientemente el lugar de transición que ocupan esos escritos en la biografía intelectual de Marx. El aspecto más meramente filosófico de esa transición se aprecia, en los manuscritos sobre todo, en su intento de precisar la síntesis del pensamiento recibido a partir de la cual está organizándose el suyo.

En 1845 Marx tuvo que abandonar París. Pasó a Bruselas y en 1847 a Londres. De este período son las obras en las cuales se suele ver la primera formulación del materialismo histórico: La sagrada familia, La ideología alemana, Miseria de la filosofía y el Manifiesto del Partido comunista (escrito en 1847, publicado en 1848). Engels ha fechado en esos años el punto de inflexión, caracterizándolo como un rebasamiento de las ideas de Feuerbach: “Pero había que dar el paso que no dio Feuerbach; el culto del hombre abstracto, que constituía el núcleo de la nueva religión, se tenía que sustituir por la ciencia del hombre real y de su evolución histórica. Este ulterior desarrollo del punto de vista feuerbachiano más allá de Feuerbach empezó en 1845, por obra de Marx, en La sagrada familia”. En esa obra y en La ideología alemana, Marx (con la colaboración de Engels) va explorando, con ocasión de motivaciones polémicas, su nueva concepción de las relaciones entre lo que a partir de entonces se llamaría en el marxismo la sobreestructura (las instituciones y las formaciones ideológicas) y lo que recibiría el nombre de base de la vida humana, paulatinamente entendida como el sistema de relaciones (o condiciones, pues la palabra alemana “Verhältnisse”, siempre usada en plural en este contexto, significa ambas cosas, y también circunstancias) de producción y apropiación del producto social. En el Manifiesto (por tanto en 1847 a más tardar) está ya presente, además de la clásica tesis marxista que aparece en la primera frase del célebre texto (“La historia de toda sociedad hasta hoy es la historia de luchas de clase”) también el esquema dinámico de la evolución histórica tal como lo entiende el marxismo, a saber: la tensión dialéctica entre las condiciones o relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas. En el Manifiesto afirma Marx, por ejemplo, que las “modernas fuerzas productivas” están en tensión “desde hace decenios” con “las modernas relaciones de producción, con las relaciones de propiedad que son las condiciones de vida de la burguesía y de su dominio.”

En 1847 era Marx miembro de la Liga de los comunistas y trabajaba intensamente en la organización del movimiento obrero. La evolución de 1848 le movió a pasar a Alemania (abril) igual que Engels, con objeto de colaborar personalmente en la revolución democrática alemana. Marx publicó en Colonia la Neue Rheinische Zeitung [Nueva Gaceta Renana] de vida efímera (1848-1849). Tras el fracaso de la revolución, se encontraba en Londres (expulsado de París) en 1849. Y en 1850 se disolvió la Liga de los comunistas. Ya no se movería Marx de Londres más que muy transitoria y excepcionalmente, o por motivos de salud en los últimos años de su vida. La fase de ésta que empezó el año 50 es de mucho sufrimiento causado por la pobreza, el esfuerzo y la resultante mala salud. En esta época había empezado la preparación de los materiales y análisis para El Capital, que sufriría numerosos cambios respecto de los proyectos iniciales de Marx. Los textos conocidos con los títulos de Contribución a la crítica de la economía política, Esbozo a una critica de la economía política y Teorías sobre la plusvalía son todos de esa época y preparatorios de El Capital (esto puede decirse objetivamente, no en el sentido de que tales fueran los planes literarios de Marx). Tres años antes de aparecer El Capital (vol I) se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, la Internacional por antonomasia. Al poco tiempo de su fundación se le llamó a participar en ella y se convirtió en su auténtico guía, al redactar la memoria inaugural y los estatutos. La distinta concepción del camino que había que seguir en la lucha revolucionaria le llevó a enfrentarse con Bakunin y sus partidarios, que en 1872 fueron expulsados de la Internacional. El primer volumen de El Capital, único publicado en vida de Marx, ha sido durante el siglo siguiente a su publicación la obra más influyente y famosa de su autor: sólo más recientemente empezó a solicitar una análoga atención su obra anterior y juvenil. Contemplado desde ésta, El Capital parece como el remate de un movimiento intelectual de alejamiento progresivo y negación de la especulación filosófica y su pretensión de ser fundamento de la acción política revolucionaria; en el mismo movimiento ese papel se atribuye a un conocimiento positivo de la realidad histórica, social y económica. “Una vez reconocido que la estructura económica es la base sobre la cual se yergue la sobreestructura política, Marx atendió ante todo al estudio de esta estructura económica” (Lenin)

Concepto básico y nuevo, al menos en su sistemático aprovechamiento, de las obras de la época de El Capital y de éste mismo es el de plusvalía. Con ese concepto propone Marx una explicación de la obtención de valor por parte del propietario del dinero como resultado de la circulación de éste. La ganancia de valor se explica porque el capitalista puede comprar y compra de hecho la única mercancía que produce valor con su consumo, la fuerza de trabajo. En las obras que, como señaladamente El Capital, son características de la madurez de Marx, se aprecia una recuperación de conceptos hegelianos. El propio Marx ha comentado el hecho, explicándolo simultáneamente en dos sentidos, como mero “coqueteo” intelectual con el lenguaje filosófico de Hegel, por reacción contra la vulgaridad antihegeliana de la cultura izquierdista alemana de los años 50 y 60; y como reconocimiento de que “la mixtificación [idealista] que sufre la dialéctica en manos de Hegel no anula en modo alguno el hecho de que él ha sido el primero en exponer de un modo amplio y consciente las formas generales de movimiento de aquélla. La dialéctica se encuentra invertida en el pensamiento de Hegel. Hay que enderezarla para descubrir el núcleo racional dentro de la cáscara mística” (Prólogo a la 2ª edición del vol. I de El Capital).

(...) En 1870 Engels pudo trasladarse a Londres y entró a formar parte del consejo general de la Internacional, aliviando a Marx de parte de su trabajo y haciendo posible que éste se retirase en 1873 de la actividad pública y dedicase los esfuerzos que le permitía su quebrantada salud a proseguir la redacción de El Capital. La muerte de su mujer y de su hija le afectaron profundamente y precipitaron su propio fin.

2. Marx y los campos de concentración (1983)

La verdad es que no hay que negar que hay un Marx de todos, o de casi todos: de los liberales y de los demócratas, de los socialdemócratas, de los estalinistas, de los trotskistas y de los eurocomunistas...Y, desde luego, el Marx de los académicos, el Marx tema-de-oposiciones. Ni siquiera el narcisismo herido, autoherido, de todos los collettis o antiguos apologistas de Marx que ahora le imputan los campos de concentración siberianos (aunque conservan suficiente buen sentido para no imputar a Cristo el estadio de Santiago de Chile, seguramente porque no sostuvieron antes que Cristo era un científico puro sin relación con el antiguo testamento) renuncia a completar su ración anual de publicaciones con algún paper sobre el santón derribado.

3. El camino racional de interpretación de la obra de Marx (1983)

A mí me parece que uno encuentra el camino racional de interpretación de la obra de Marx, en primer lugar, si abandona el prurito apologético y estudia a Marx en su época, lo cual se puede hacer sabiendo, por otra parte, que hay un aspecto de la obra de Marx tan incaducable como el Nuevo Testamento o la poesía de Garcilaso, que es su obra de filósofo del socialismo, de formulador y clarificador de valores socialistas. Y, en segundo lugar, si uno se desprende de los restos de lo que podríamos llamar zdhanovismo o lysenkismo, y deja de confundir la cuestión de la génesis de un producto cultural (en este caso, la filosofía de la ciencia contemporánea) con la cuestión de su validez...No se trata de tomar en bloque la filosofía de la ciencia como una doctrina verdadera o falsa, sino como un campo de investigación nada superfluo y que hay que cultivar, porque es un prejuicio oscurantista sostener que porque se ha originado en esta fase de la cultura capitalista no ha de tener validez alguna. Si se superan estos dos prejuicios, el apologético y el referente al análisis de las teorías y de la experiencia, no queda uno preso en el dilema entre la glorificación de una letra supuestamente científica pura de Marx y el rechazo apasionado de su obra, cuando se descubre que no toda ella cumple, ni mucho menos, los requisitos formales de lo que hoy es ciencia.

4. El “método” (1959)

Marx se mueve en efecto inicialmente en cada análisis en un terreno sobreestructural, generalmente el político y no lo abandona hasta tropezar, como sin buscarla, con la intervención ya palmaria de las “condiciones naturales” sociales. El método puesto en obra de Marx en estos artículos podría pues, cifrarse en la siguiente regla: proceder en la explicación de un fenómeno político de tal modo que el análisis agote todas las instancias sobreestructurales antes de apelar a las instancias económicosociales fundamentales. Así se evita que éstas se conviertan en Dei ex machina desprovistos de adecuada función heurística. Esa regla supone un principio epistemológico que podría formularse así: el orden del análisis en la investigación es inverso del orden de fundamentación real admitido por el método.

5. El proyecto intelectual (1983)

Pero la herencia especulativa de Marx que ha nacido intelectualmente como filósofo romántico y ha tardado unos veinte años en abrirse camino hasta una noción clara de lo que es trabajo científico en el sentido moderno del término y que, además, se ha puesto a practicar ese trabajo sin abandonar la especulación no es la única causa de que su obra no sea teoría pura, aun contando con un núcleo que sí lo es. Hay otra causa, y más interesante, que es el proyecto intelectual de Marx, su ideal de conocimiento, por así decirlo, la idea que se hace de su obra. El conocimiento que busca Marx ha de ser muy abarcante, contener lo que en nuestra academia llamamos economía, sociología, política e historia (la historia es para Marx el conocimiento más digno de ese nombre). Pero, además, el ideal de conocimiento marxiano incluye una proyección no solamente tecnológica, sino globalmente social, hacia la práctica. Un proyecto intelectual con esos dos rasgos no puede ser teoría científica positiva en sentido estricto, sino que ha de parecerse bastante al conocimiento común, e incluso al artístico, e integrarse en un discurso ético, más precisamente político. Es principalmente saber político...

6. Un clásico
A. Balance (1983)
Por un lado, está claro que Marx es un clásico, un autor que no se puede borrar. Por otra parte, es un pensador que tiene su fecha: no se puede ser un clásico sin que los años hayan decantado esta condición. Luego, también me parece claro que la obra de Marx es compleja, muy rica y que en ella el aspecto científico sólo representa una parte porque, además, hay elementos de filosofía, ética y política. (...) Además, su enfoque totalizador, lo que con léxico hegeliano se llamaría dialéctico, ha hecho época en las ciencias sociales y está tan vivo como el primer día. Por último, la visión general de la evolución de la sociedad que hacía Marx está siendo suficientemente corroborada, en mi opinión, por lo que estamos viviendo: aunque ahora aparecen datos nuevos que Marx no podía ni imaginar, particularmente por lo que hace al crecimiento de ciertas fuerza productivas y destructivas .
B. Filósofo de la sociedad (1983)
A mí me parece que cuando nos ponemos frente a la obra de Marx hoy, hay unas cuantas cosas claras. La primera es que en el plano científico Marx es un clásico de las ciencias sociales, lo que quiere decir un autor por un lado irrenunciable y, por otro, no actual en todos sus detalles. Y otra cosa clara es que Marx es mucho más que eso: es un clásico también en la secular o milenaria aspiración de la humanidad a emanciparse de las servidumbres que ella misma se ha impuesto. Esto que dicho así suena demasiado hegeliano, en la versión de Marx se concreta suficientemente por medio de los análisis sociales de clase. En los dos campos: como científico y como filósofo de la sociedad Marx es un gran clásico que, en mi opinión, no caducará nunca.

7. El proyecto comunista (1974)

En efecto, Karl Marx piensa que hasta uno de los logros más elogiados de esta sociedad moderna o burguesa, la proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano, es la consagración completa de la vida alienada de sí misma: el “ciudadano” tiene en la sociedad burguesa derechos y deberes elevados, hasta sublimes a veces; pero al mismo tiempo se reduce -y precisamente bajo el rótulo de “hombre”- al solo derecho de poseer, reduce sus sentidos al “sentido de tener” como dirá Marx despectivamente. Esta escisión moderna entre el “ciudadano universal” y el “hombre” reducido a propietario es, dice Marx, la “sofística del estado burgués”, el derecho civil y político de la alienación. La vida de Karl Marx ha sido desde entonces (1843-1844) el esfuerzo y la lucha intelectuales y prácticos por una sociedad superadora de la alienación; una sociedad de la armonía entre cada cual y los demás, entre cada individualidad y su proyección social (entre el hombre y el ciudadano), entre cada cual y su trabajo, entre cada cual, los demás y la naturaleza; ésta es la significación más elemental del término “comunismo” cuando lo usa Karl Marx, desde sus veinticinco años hasta su muerte, a los sesenta y cinco, en 1883. (...)

O con la palabra “comunismo” que significa para el recién llegado a París lo mismo que libertad concreta. No sólo la libertad formal o negativa, la ausencia de constricción política o externa, sino también la libertad positiva, el establecimiento de unas relaciones sociales que no hagan “de la necesidad inteligencia, del amor odio, del odio amor”. La sociedad comunista es, con el léxico de Marx de 1843-44, aquella en la cual los objetos y las relaciones vuelven a ser ellos mismos, dejan de estar alienados, desnaturalizados; la sociedad en la que “no puedes cambiar amor más que por amor, confianza por confianza”. Esa confianza no supone nociones inimaginables hoy, ni la aparición de una nueva especie de hombre o superhombre. Sí supone, ciertamente, la de un “hombre nuevo” en el sentido de una nueva cultura, un nuevo modo de vivir, una nueva red de relaciones sociales.

8. Revisionismo
A. El lugar de la obra de Marx (1983)
Cuando se lee a Marx sin seguir creyendo en más de una “necesidad histórica” de la que se desprendían previsiones de cumplimiento dudoso, cuando no claramente contradichas por los hechos, ¿qué valor se aprecia principalmente en sus escritos? Ante todo, el de ser lugares clásicos de la tradición revolucionaria. La obra de Marx se coloca en la sucesión de los que, en nombre de Dios o de la razón, han estado en contra de la aceptación “realista” de la triste noria que es la historia de la especie humana, vuelta tras vuelta de sufrimientos no puramente naturales y de injusticias producidas socialmente. Dentro de esa tradición, Marx se caracteriza por haber realizado un trabajo científico fuera de lo común. Pero, precisamente, no hay trabajo científico cuyos frutos estén destinados a durar para siempre como no sea en las ciencias que no hablan directamente del mundo.

Cuando, a finales de los años setenta del siglo pasado, Marx relativizaba los resultados de su investigación, admitía que eran posibles desarrollos comunistas que no pasaran por “el modo de producción capitalista” que fueran, por así decirlo, paracapitalistas; la indeterminación en que estamos hoy respecto de un camino comunista es propia, en cambio, de una situación que se podría llamar post-capitalista, si por capitalismo se entiende lo que conoció Marx; no porque estemos más allá del capitalismo, sino porque nos encontramos ya ante la urgente necesidad de resolver problemas de los que Marx había pensado que no serían abordables sino después del capitalismo. El más importante de esos problemas previstos por Marx es el ecológico, desde sus aspectos relacionados con la agricultura hasta el motivado por las megalópolis. A Marx la solución de esos problemas le parecía cosa del futuro socialista. Difícilmente habría podido imaginar que el crecimiento de las fuerzas productivodestructivas iba a plantear esos problemas, y con urgencia, antes de que vislumbrara un cambio revolucionario de la vida cotidiana, ni siquiera de la mera política.

Aunque el principal, ése nos es el único terreno de revisión necesaria de las previsiones de Marx, de sus certezas o de sus confianzas. Hay muchos otros, empezando por la misma expresión verbal de las ideas más elementales del pensamiento comunista. La única explicación del mantenimiento de una jerga metafísica de finales del siglo XVIII y principios del XIX para hablar de comunismo es la eficacia emocional de las fórmulas rituales (por lo que hace al pueblo fiel) y la utilidad de su dominio para escalar en la carrera académica o política (por lo que hace a los clérigos).
            B. 1. Contra el desarrollismo (1983)
Pues bien, no menos sorprendente para la vulgata marxista son ciertas consideraciones y reflexiones del viejo Marx a las que yo estoy dispuesto a dar cierta importancia; por ejemplo, consideraciones melancólicas de rechazo a la penetración del ferrocarril por los valles de los afluentes del Rin. Se dirá que estas son declaraciones en cartas, que no se pueden comparar con El Capital. Claro que no se pueden comparar con el Capital pero tienen también una significación. Hay un abismo entre el Marx que quiere que los USA invadan de una vez México para incorporarlo al capitalismo mundial y el Marx que preferiría que el ferrocarril se detuviera en las grandes ciudades renanas y no siguiera penetrando en el país campesino (¿Qué habría pensado de las autopistas nazis?). Hay una distancia que no es teórica -esto es, que no se refiere a la explicación de lo real- sino política, referente a la construcción de la nueva realidad. Reconozco que reflexiones análogas del viejo Marx -la carta a Vera Sassulich o la carta a Engels sobre los ferrocarriles- me han abierto el camino para pensar que no hay contradicción entre mantener el modelo marxiano referente a la acción del desarrollo de las fuerzas productivas-destructivas y su choque con las relaciones de producción y una concepción política socialista que no confíe ciega e indiscriminadamente en el desarrollo de las fuerzas productivas-destructivas, sino que conciba la función de una gestión socialista -y no digamos ya de la comuna- como administración de esas fuerzas, no como simple levantamiento de las trabas que las opongan las actuales relaciones de producción.
            B. 2. Contra el objetivismo del modelo (1983)
Pero cuando se plantea la cuestión de continuar hoy elaborando la clave de la inspiración marxiana (que consiste en asentar el movimiento emancipatorio en una base científica) se plantean problemas realmente serios. El principal de ellos, en mi opinión, se refiere a la importancia del desarrollo de las fuerzas productivas para la acción revolucionaria... las fuerzas productivas y destructivas desencadenadas en la segunda mitad del siglo XX han desbordado con amplitud lo que Marx podía imaginar. Eso pone en tela de juicio el objetivismo del modelo -de origen hegeliano- en el que el desarrollo de las fuerzas productivas juega un papel enérgicamente revolucionario, por aquello de que todo lo real es racional. A mí me parece que este es hoy el punto problemático fundamental del marxismo.
C. Sensibilidad cultural (1983)
Los elementos filosóficos y políticos del pensamiento de Marx están en el reino de los valores (en el plano mental) y de la lucha de clases (en el plano real). Contenidos de ese tipo no caducan en sentido lógico, no son “refutables” ni “demostrables”.

En el campo propiamente científico, es posible hacer un repaso de proposiciones marxianas que se presten más o menos a la duda o al rechazo, ya sea por la crítica de su consistencia interna, ya por insuficiente base empírica. Y también es posible encontrar proposiciones marxianas que sean ya poco pertinentes para el análisis del mundo contemporáneo, sin que por eso se puedan considerar falsas; serían más bien como condicionales contrafácticos. Todas esas son formas de caducidad naturales en contextos científico no-formales, esto es, en toda ciencia real.

Pero a mí me parece que los elementos del pensamiento de Marx que son hoy menos fecundos para la concepción son los que tienen que ver con la sensibilidad cultural de un hombre de la segunda mitad del siglo XIX que en muchos aspectos no rebasó los patrones culturales de su época. Pienso en varias cosas, desde aspectos de su concepción de la conducta individual hasta elementos de sus expectativas políticas, pasando por su percepción de hechos histórico-sociales. En el plano personal, por ejemplo, el hecho de que el que fue muy probablemente hijo natural suyo -y, para acabarlo de arreglar, con Helene Demuth, la criada familiar- recibiera el nombre de Frederick para hacer creer que era hijo de Engels. El incidente revela una sensibilidad respecto de la vida familiar que tiene muy poco que ver con una deseable sensibilidad socialista contemporánea. En el plano político, pienso en el optimismo con que Marx, en los sesenta y setenta... ha desoído las sugerencias más pesimistas acerca de las cuestiones del poder propuestas por los anarquistas. Y en el plano histórico-social el ejemplo que más me interesa es la estimación práctica del desarrollo de las fuerzas productivo-destructivas...

9. Reglas de vida
A. La transformación del mundo (1974)
Karl Marx no estudiará por competir en la carrera académica. Sus numerosos cuadernos de extractos y apuntes muestran lo genuina que fue su pasión de estudioso. Pero, sobre todo, los temas de su estudio y su relación con las actividades de Marx evidencian que para él fue una regla de vida, y no sólo una observación de lector crítico, lo que escribió, al comienzo de su exilio entre sus Tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos han interpretado meramente el mundo de modos diversos. Lo que importa es transformarlo”.
B. Libertad antidogmática (1974)
Desde su punto de vista, el brutal esfuerzo había valido la pena: el joven filósofo había desarrollado en varias versiones una reflexión filosófica que le daba confianza. Sólo que quedaba muy alterada su situación respecto del antipático gigante cuya refutación había intentado en tantas noches de filosofar de urgencia. Como dice Karl Marx en una carta a su padre, la última frase de la versión definitiva de su manuscrito filosófico era “la primera proposición del sistema hegeliano”. Una buena libertad antidogmática, capaz de llegar a conclusiones negadores de los prejuicios y las hipótesis de partida. En su madurez llegaría a expresarse con mucha violencia a este respecto: “Llamo “canalla” al hombre que intenta acomodar la ciencia a un punto de vista dependiente de un interés externo a la ciencia, ajeno a la ciencia, en vez de por sí misma, aunque sea errónea”

10. Ideal de conocimiento
A. 1983
El período en que Marx se ha considerado y ha sido menos hegeliano se sitúa entre 1845 y 1855, es decir, en el umbral de su madurez de autor que empieza con la recuperación de Hegel. Esa es precisamente la circunstancia que hace tan complicada y oscura la cuestión del elemento científico de la obra de Marx: por un lado, la inspiración hegeliana ignora la naturaleza de la ciencia moderna, pese a la magnitud de las lecturas científicas de Hegel (y pese a los entusiastas esfuerzos de los hegelianos por convencer y convencerse de lo contrario, con la misma tenacidad con que el Vaticano mantuvo hasta bien entrado el pontificado de Pío XII la pretensión de cientificidad del geocentrismo, hoy, en forma de premio a quien lo justificara); por otro lado la inspiración hegeliana ha permitido a Marx reconciliarse con la idea de teoría (a través de la de sistema) y rebasar su anterior programa intelectual de mera crítica de la teoría.
B. 1978
También Joan Robinson. Ésta, por cierto, piensa que Marx ha aprendido de Ricardo el ideal científico del sistema, de la teoría en sentido fuerte. Me es imposible convencerme de ello, a pesar de la devota admiración con que leo a la señora Robinson. Por dos razones: primera y principal, porque Marx aun produciendo en una parte de su obra ciencia teórica en sentido estricto, y aun con mayor sistematismo que Ricardo, sin embargo a diferencia de éste, se ve constantemente obligado a desdibujar los límites del artefacto teórico implícitamente formal, al insertarlo en un horizonte social completo, inevitablemente más nebuloso. Das Ganze es más dilatado que el sistema teórico en sentido formal; das Ganze de Marx es más hegeliano que ricardiano. Por eso no cabe satisfactoriamente en el marco de la teoría en sentido formal, y admite mucho mejor la categoría histórico-doctrinal para la que Schumpeter introdujo el término “visión”, menos comprometido con estructuras y formalidades, o también la categoría kuhniana de “paradigma”...; y la segunda razón es que Marx estuvo convencido de que Ricardo era un mal sistemático que, por falta de sistematicidad suficiente, había dado pie a la “economía vulgar”. El programa teórico ampliamente sistematizador le viene a Marx del ideal de conocimiento hegeliano, enriquecido (y muy dificultado) por la vocación empírica del científico “normal” que (...) ha sido una de las dos principales ganancias de Marx en su abandono de la filosofía especulativa (la otra es la vocación revolucionaria). La influencia epistemológica de Ricardo y, en general, de los economistas ingleses ha obrado probablemente más en la llegada de Marx a la ciencia normal de su época, al justo aprecio de la empiria, a la adquisición de hábitos analíticos, etc. (Aunque también en los análisis cualitativos de la sección primera del libro I de El Capital está visible la Lógica de Hegel).
C. 1978
La noción marxiana de sistema o teoría contiene, desde luego, la aspiración aun núcleo teórico en sentido científico-positivo, formalizado o formalizable (lo cual justifica, en mi opinión, empresas como la de Morishima y opiniones como la de Godelier sobre la economía de Marx y la matemática), pero también le es esencial una visión histórica y práctica cuya unión con el núcleo teórico en sentido estricto origina un producto intelectual que no es completamente ciencia positiva aunque, al mismo tiempo, intenta no ser especulación. Se trata de una noción de sistema científico que procede de la epistemología hegeliana de la globalidad y la corrige -intentando despojarla de especulación- mediante la recepción del principio positivo de la “ciencia normal” de la época y la del principio práctico del movimiento obrero coetáneo.

11. Marx y la ciencia
A. Como sociólogo de la ciencia (1983)
La continuidad cultural entre los textos de Marx de interés para la sociología de la ciencia y lo que hoy se cultiva bajo ese rótulo indica que en los dos casos se comparten los mismos supuestos elementales, no coincidentes del todo, en cambio, con los de otras épocas de la historia del saber de los cultos. Marx aceptaría sin duda los cuatro valores que definen la actividad del científico de Merton: universalidad, comunidad de los conocimientos, escepticismo organizado y desinterés. Prescindiendo de los dos primeros, que son de aceptación obvia en principio (aunque la militarización de la ciencia, con su natural consecuencia de secreto, está reduciendo al segundo criterio a mera hipocresía), se recordará que el escepticismo organizado -en la forma radical de la exhortación baconiana De omnibus dubitandum [Hay que dudar de todo]- era el lema favorito de Marx y la que el “interés desinteresado” era en su opinión el valor definitorio de la ciencia, la adhesión al cual le llevó a escribir: “a un hombre que intenta acomodar la ciencia a un punto de vista que no provenga de ella misma (por errada que pueda estar la ciencia), sino de fuera, un punto de vista ajeno a ella, tomado de intereses ajenos a ella, a ese hombre la llamo canalla (gemein)”.
B. Noción de ciencia (1978)
Ahora bien (por decir breve y claramente mi opinión), los conceptos de ciencia que presiden el trabajo intelectual de Marx, las inspiraciones de su tarea científica son no dos, sino tres: la noción de ciencia que he propuesto llamar normal, la science; la noción hegeliana, la Wissenschaft, que ahora percibe Colletti, y que hace quince años trató Kägi; y una inspiración joven-hegeliana, recibida de los ambientes que en los años treinta del siglo pasado, a raíz de la muerte de Hegel, cultivaban críticamente su herencia, ambientes en los cuales vivió Marx; en ellos floreció la idea de ciencia como crítica. Science, Kritik y Wissenschaft son los nombres de las tres tradiciones que alimentan la filosofía de la ciencia implícita en el trabajo científico de Marx, así como este trabajo mismo.

12. La libertad como desarrollo de capacidades (1958)

Desde los primeros años de la postguerra se encendió una polémica en el que se reprochó al marxismo ser infiel a su explícita afirmación de humanismo. Los varios argumentos esgrimidos (por pensadores muy diversos, como Croce, Popper, Sartre, Jaspers, Von Mises, Merleau-Ponty, los padres Bigo, Chambre, Wetter, Bochenski, etc) pueden acaso resumirse así: 1º, el marxismo no puede ser un humanismo porque determina económicamente al hombre. 2º, el marxismo no se comporta como un humanismo porque admite la violencia. Los argumentos marxistas contra esas críticas podrían quizá compendiarse como sigue. 1º, el marxismo no postula la determinación de la humanidad por factores económicos sino que la descubre y aspira a terminar con ella; 2º, el marxismo no propugna la introducción de la violencia en la sociedad sino que comprueba su existencia en ella en forma de instituciones coactivas de conservación de la estructura social dada, así como en formas espirituales, como la inculcación a los niños de ideales morales, etc, representativas del orden social establecido. La polémica tiene en su fondo una oposición entre los conceptos de libertad tradicional y marxista: mientras que el concepto tradicional de libertad se define negativamente -”libre arbitrio de indiferencia” o “nulidad” de la angustia existencial-en la teoría marxista, libertad equivale a “desarrollo real de las capacidades del hombre”.

13. Comentarios léxicos
A. Verhältnis (1974)
Marx utiliza aquí una posibilidad expresiva ofrecida por la etimología común de “Verhältnis” (traducible por “relación” y en otros contextos -matemáticos- por “razón” y “proporción”) y “Verhalten” (traducible por “comportamiento”, “conducta”). Una versión bárbara de su texto que recogiera todos sus matices podría ser ésta: “Cuando existe un portarse-respecto-de, ese portarse-respecto-de existe para mí; el animal no se-portarespecto-de nada, no se comporta. Para el animal, su portar-se-respecto-de no existe en cuanto relación”.
B. Determinado (1980)
“Determinado” está usado aquí, como muy a menudo lo usa Marx, en el sentido en que lo usaba Hegel. En otros léxicos se diría “definido” o “considerado”.

14. Libros Azules parlamentarios y mercadillos (1976)

Los “Libros Azules” -Blue Books- así llamados por el color de sus tapas, son publicaciones de textos parlamentarios y diplomáticos ingleses. Su publicación empezó en el siglo XVII. Se repartían entre los miembros del Parlamento y determinados funcionarios. Pese a su gran importancia documental, no debían de interesar mucho a todos sus receptores, pues Marx se hizo con bastantes de ellos en los mercadillos de cosas viejas.

15. Siglo XXI (1983)

En el siglo XXI se seguirá leyendo a Marx. Para entonces estará claro que el desprecio por Marx de los años setenta y ochenta, nacido del hipermarxismo de 1968, fue sólo, como éste, otro despiste de la misma labilidad pequeñoburguesa. Estará claro, como lo está hoy, que Marx es un clásico. Se seguirá leyendo, si es que algo se lee: si no se produce antes la catástrofe cuyo presentimiento anda reprimiendo tanta gente, con la ayuda del angelical Tofler o con la del siniestro obeso Kahn. De todos modos, ni la catástrofe arrinconaría definitivamente a Marx, sin que algún marxólogo extraterrestre que asistiera al espectáculo podría sostener que el desenlace estaba previsto en la “ruina común de las clases en lucha” del Manifiesto Comunista.

Notas

1. “Marx, Karl”,Enciclopedia Larousse, pp. 6271-6272
2. “Carta de la Redacción”, mt, núm. 16-17, p. 5.
3. “Entrevista con Manuel Sacristán”, PEYPA, p. 118
4. “Prólogo a Revolución en España”, PM I, p.19-20
5. “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”, PEYPA, pp. 124-125
6. A.“Manuel Sacristán, un marxista que se acerca al anarquismo”,LV, 5-4-1983. 6. B. “Entrevista con UnomásUno”, AMS, p. 180
7. “Karl Marx”, PM I, pp. 279-280 y 290. 8. A. “Carta de la Redacción” mt núm. 16-17, p. 6.
8. B.1. “Entrevista con Manuel Sacristán”,PEYPA, pp. 110-111. 8. B.2.“Entrevista con UnomásUno”, AMS, pp.180-181 8. C. “Entrevista con Manuel Sacristán”, PEYPA, pp. 111-112
9. “Karl Marx”, PM I, p. 287 10. A. “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”, PEYPA, p. 128
10. B. “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”, PM I, pp. 343-344. 10. C.Ibid. p. 345.
11. A. “Karl Marx como sociólogo de la ciencia”, mt 16-17, pp. 10-12 11.B. “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”,PM I, pp. 322-323.
12. “Filosofía”, PM II, pp. 179-180
13. A. Nota de la traducción castellana de MA, p. 34, n.9 13. B. Nota de OME-42, p. 156, n.45.
14. Nota de OME-40, p.8, n.7. 15. “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”, PEYPA, p. 123


Anotaciones

I


En el coloquio de su conferencia “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia” de 1978, Manuel Sacristán hizo las siguientes precisiones sobre la obra de Marx:

1. Ante la pregunta sobre la existencia de debates entre Marx y otros científicos de su época que tal vez no partían de su mismo esquema, MSL sostuvo que pocos autores ha habido en la historia del pensamiento tan capaces de asimilar pensamiento distinto y opuesto al suyo como Marx. “Sus maestros son todos autores con los que él polemiza íntimamente pero son, sin embargo, sus grandes autoridades al mismo tiempo”. Además, y en lo que respecta a su supuesto dogmatismo, Marx ha sido capaz de retractarse de tesis fundamentales de sus concepciones filosóficas ante simples militantes de base, como, por ejemplo, Vera Sassulich. Es decir, “ante personas sin ninguna calificación científica las cuales le hacen una pregunta que a primera vista va con una punta en contra de lo que fue su ortodoxia y él reacciona contra su ortodoxia hasta el punto de motivar un incidente muy curioso de la historia de la Internacional. A saber: que los marxistas estuvieron durante tiempo aduciendo su autoridad contra una tesis populista rusa hasta que apareció un texto de Marx que daba razón a los antimarxistas, por así decirlo, a los populistas, un texto a propósito de la comunidad aldeana rusa”. Señala MSL que él más bien cree que es el momento de decir que “Marx ha sido objeto de una conspiración de silencio, de una tergiversación y de un cúmulo de calumnias como ningún científico en la historia de las ciencias sociales”.

2. Preguntado sobre el método dialéctico hegeliano, que Marx hereda invertido, y sobre su aplicación en el ámbito de las ciencias sociales, MSL señala que esos planteamientos son, rigurosamente pensados, un simple disparate “La idea de alguien que tiene un método y lo aplica, esto es la negación de cualquier actividad científica, y Marx ha sido un gran científico”. En cambio, observa MSL, en la primera parte de la pregunta sí que hay una cosa vital para la comprensión de la obra de Marx, no tanto para la comprensión de la filosofía de la ciencia o de la economía de Marx, sino para la comprensión global de Marx. “Efectivamente, Marx como científico es siempre redundante. Nunca queda cogido en una ciencia porque la motivación de su trabajo intelectual ha sido manifiestamente una motivación filosófica y política, no una motivación científica. Eso está claro”. Una comprensión plena de Marx es, pues, necesariamente una comprensión global. Pero eso no quita, observa, “que una comprensión global que entienda, no que no sea un disparate de pura palabrería, tiene por fuerza que entrar en cada detalle. Lo que no se puede aspirar es a comprender el todo sin conocer nunca a ninguna de las partes”.

3. A raíz de una pregunta sobre la concepción de la ciencia en Marx y su carácter revolucionario, Sacristán señaló que este asunto era entonces un punto problemático vivo del pensamiento de tradición marxista. Había que reconsiderar esa inequívoca noción de Marx, al menos en los textos del ciclo de El Capital, en los que atribuye a la ciencia una función inequívocamente revolucionaria. No es que Sacristán piense, si la pregunta le afecta también a él, que esa tesis sea falsa, pero “lo que sí digo es que es más problemático, lo que sí que pienso es que es más problemático que lo que Marx pensó y que es, por tanto, un campo de investigación abierto en el pensamiento marxista contemporáneo, [aún] no resuelto”.

4. Preguntado sobre el nivel de conocimiento de Marx de la ciencia no social de su época (Darwin, Pasteur, Maxwell, por ejemplo), Sacristán respondió que tendría que estudiar más el asunto para poder responder con más seguridad. “Por ejemplo, habría que hacer un repaso integral de la correspondencia en búsqueda de huellas de lecturas científicas. Esto lo he hecho bastante pero la respuesta que te doy [a Jesús Mosterín] no es la respuesta de uno que esté absolutamente seguro. Ahora diré sólo lo que me parece sí probado”.

Marx siguió en general, en su opinión, las ciencias cosmológicas, aunque, como es natural en un científico social, con cierto retraso y con mucha menor intensidad que las ciencias sociales. Las que Marx siguió con más intensidad fueron las que le parecieron imprescindibles para su propio trabajo de científico social. Básicamente: la agrotecnia, la agroquímica, y, por prolongación, la biología y la química. “En eso va empujado por algunas manía suyas. La pasión por la ciencia alemana, a la que antes me refería, le hace leerse a Liebig de arriba a abajo, por ejemplo, porque le parece que no es sólo un gran agrónomo sino un representante típico de ciencia alemana, integrada y global”. En el caso de la biología, recuerda Sacristán, está la pasión de Marx por Darwin, porque en sus concepciones ve un apoyo teórico. “En mi opinión con error, pero él lo creyó y cultivó mucho la lectura de Darwin. Luego, cada vez que se pone enfermo y tiene que quedarse en casa, o no puede escribir, lee ciencias de la naturaleza, salvo en alguna ocasión en que lee historia, pero la historia era para él lo principal, por lo tanto, lo leía siempre. En cambio, ciencias de la naturaleza podía leerlas cuando eso, cuando estaba mal, o cuando no trabajaba intensamente”.

Cae Marx indudablemente, prosigue Sacristán, en ciertas extravagancias de diletante, pero no en muchas. En todo caso, señala, fue Engels -quien seguía más asiduamente las publicaciones científico-naturales, “porque se consideraba obligado después de la muerte de Daniels a llevar él la investigación cosmológica”- el que rectifica a Marx nociones desviadas.

5. En cuanto a la presencia en la obra de Marx de la noción de ciencia como crítica, Sacristán comenta que, en general, “hacer crítica es una actividad imprescindible en el trabajo científico, sobre todo en el teórico, e incluso en el de hechos. Los historiadores, una grandísima parte de su trabajo empírico es hacer crítica, crítica de los datos, de los documentos que tienen. En el caso de Marx, la idea de ciencia como crítica era, sin embargo, más ambiciosa que eso. Le venía de algunos núcleos de jóvenes hegelianos, cuya actividad científica no es que utilizara la crítica sino que se reducía a eso. En ese caso sí que, seguramente, habría sido útil para investigaciones sociológicas, no para investigaciones de otras ciencias. Es decir, la crítica como ciencia será siempre ciencia de la ciencia, por así decirlo, nunca será ciencia directamente de hechos”.

Señaló Sacristán que el hecho de que El Capital se subtitule Crítica de la Economía Política es de suma importancia, pero que hay que tomar consciencia de que este subtítulo de El Capital es, realmente, una retirada. “Al principio la idea de Crítica de la Economía Política no era subtítulo, era título. Al final, se ha convertido en subtítulo. Quiere decirse que el punto de vista crítico contra el teórico, o frente al teórico positivoconstructivo, ha ido perdiendo pie en la evolución intelectual de Marx”.

6. En torno a la cuestión de punto de vista de clase y su localización en la obra de Marx, Sacristán señaló que ese punto de vista estaba en su aspiración gnoseológica a la globalidad. MSL cree, además, que Marx lo ha vivido así, que Marx ha pensado que en su tiempo “la única clase capaz de visión global, no de visión global en sentido subjetivo, sino de ser soporte y agente de una visión global es la clase obrera”. Este planteamiento está enlazado con la idea marxiana de investigación objetiva, ya que “una investigación objetiva no es posible a una clase decadente, piensa en los momentos en que tematiza esto más, sino sólo a una clase ascendente”.

Añadió Sacristán por otra parte que los pasos de la obra marxiana sobre este punto no son tampoco tan enormemente abundantes y, sobre todo, no son unívocos. La cuestión planteada es muy interesante “porque no me parece cuestión del todo clara en la filosofía de la ciencia de Marx. Es verdad que está esto. A primera vista, se puede dar esta respuesta categórica. Marx, en un mínimo de media docena de ocasiones, enlaza la objetividad con la visión global, con la idea de clase ascendente, por lo tanto, para su época, con la clase obrera. Pero en otro tantos lugares, explícita o implícitamente, está atribuyendo capacidad de globalidad a economistas burgueses. Por lo menos, en otros tantos lugares, y a veces reprocha, por ejemplo a Smith, el que en un determinado momento no haya tenido, como él dice, “el punto de vista del interés desinteresado”, lo que implica que está reconociendo al mismo Smith, en otros momentos, el punto de vista el interés desinteresado”.

7. Ante la pregunta sobre si cabía interpretar las dudas metodológicas de Marx como un intento de buscar una nueva noción de ciencia, no sólo una ciencia descriptiva sino una ciencia transformadora, Sacristán señaló que una interpretación así no está justificada. Marx sabe perfectamente, en su opinión, que la ciencia no es transformadora en cuanto a conocimiento, sino en cuanto a fuerza productiva. “Claro que Marx quiere transformar el mundo, pero como científico a quien pone la ciencia al servicio de algo le llama canalla, literalmente”. Son algunos marxistas, señaló MSL, quienes han creado esta confusión. Marx, no. “Marx sabe que la ciencia como conocimiento transforma sólo al sujeto. Así, indirectamente, puede transformar al mundo”. Además, prosigue, Marx es consciente de que él no es sólo un científico. Él es una de las cabezas de un movimiento revolucionario. “Pero, como científico, sabe muy bien que dos y dos son cuatro aunque eso sirva a la burguesía. Eso lo sabe perfectamente. Son sólo los malos ideólogos pseudomarxistas los que no lo saben”.

Lo que sí está absolutamente justificado, advierte Sacristán, es aplicar constantemente la crítica a la ciencia existente. “Uno ante la ciencia normal, como se suele decir, no puede tener una actitud de pura pasividad. Tiene que tener una actitud crítica sin ninguna duda. Ante cada producto de esa ciencia. Porque un producto científico no es nunca primariamente ciencia. Es, primariamente, un bien de uso y también un valor de cambio: es un libro, es una publicación en una revista. Es decir, lo que llamamos ciencia en sentido institucional y sociológico es un trozo de vida social que puede estar cargado de ideología, de política. Ciencia en el otro sentido, ciencia en el sentido en el cual imperan sólo los valores lógicos es un contenido de ese producto cultural al que llamamos ciencia en el sentido sociológico y ahí tu intervención está plenamente justificada desde luego”.

8. Se le preguntó a continuación sobre el método genético-estructural postulado por Jindrich Zeleny en su lectura de Marx. MSL señaló que, en su opinión, esta línea de investigación era perfectamente lícita como interpretación, pero observó que a él no le entusiasmaba mucho porque era introducir en la lectura de Marx un ligero anacronismo. MSL prefiere usar léxico del contexto hegeliano, léxico que usó el mismo Marx. Prefiere decir “relación entre lo lógico y lo histórico”, por ejemplo. Pero insiste que como línea de trabajo marxista le parece inobjetable. En cambio, como línea filológica de interpretación de Marx -“no ya para trabajar en su legado, en su herencia”-, sin parecerle rechazable, no le parece óptima. Sacristán prefiere pues una línea de trabajo que sea más histórica, que tenga más presente la inspiración hegeliana del asunto.

No sólo hegeliana, por otra parte. También hay que tener en cuenta todo lo que hay antes de Marx y vinculado a su objetivo. Lo que hay detrás de ello es “un intento de filosofía de la ciencia, desde Spinoza en adelante, que no obedezca el viejo lema de la filosofía de la ciencia antigua de que no hay ciencia de lo individual. En mi opinión, en última instancia, filosóficamente lo que hay detrás de esta aspiración que arranca de Spinoza y que hoy hemos estudiado en Marx es la aspiración a tener ciencia de lo individual, como muy característicamente lo refleja la cauta frase de Hegel sobre lo universal concreto, que es claramente la paradoja para sugerir, casi poéticamente, el ideal de conocimiento que ahí esta presente. Un ideal que consiste en saltarse la abstracción que toda la filosofía de la ciencia clásica ha considerado connatural al hacer científico”.

Tener todo esto presente le parece importante, así que al deslizar léxico moderno, con términos como estructura, modelo, sistema, le parece que se hace un ligero anacronismo, “que no está nada mal, para hacer marxismo, pero no me convence tanto para hacer, digamos, marxología”.

9. Se le preguntó a continuación por las posibles relaciones entre Goethe y Marx, a lo que Sacristán respondió que la lectura de la obra del primero por Marx está documentada. Es probablemente el clásico que Marx más leyó, “lo que ocurre es que Goethe es bastante hegeliano en sus cosas, incluso en sus concepciones cosmológicas”. De hecho, tradicionalmente, los marxistas le han considerado casi un dialéctico como Hegel. El mismo Lukács estaba convencido de esta tesis, incluso en algunas de las concepciones científicas goethianas. Así, la teoría de luz de Goethe tiene el mismo tipo de extravagancia que algunas de las ocurrencias de Marx o de Engels en cuestiones de teoría de la ciencia: la aspiración de una filosofía de la naturaleza antiexperimental, anticuantitativa, antimatemática.

10. En cuanto a las relaciones de Marx (y de Engels) con la matemática y la lógica formal, la opinión de MSL es que Marx era un entusiasta de la matematización de la teoría económica. La tesis de Maurice Godelier sobre que el pensamiento de Marx desemboca naturalmente en ese proyecto le parece, sustancialmente,  correcta.

En cuanto a la opinión y conocimiento de Marx de la lógica formal “no lo sé. La pregunta es muy anacrónica verdad”. Si se hace histórica, él no cree que Marx en su época hubiera sido capaz de darse cuenta de que las publicaciones de Boole, por ejemplo, eran una cosa importante para la historia de la ciencia. Aquí habría pesado bastante -“por el lado malo”- Hegel, porque aunque en su opinión “el peso fundamental de Hegel sobre Marx es positivo, tiene sus resabios como también he indicado. Y uno de ellos se refiere a dar como cosa obvia, trivial, sin ningún interés, la lógica formal. Lo que repercute en escaso cultivo”.

De este modo, hay cuestiones que Marx trata largamente como delicados problemas de pensamiento económico que, señala Sacristán, son pura y simplemente cuestiones de lógica elemental. La larga crítica de Marx -”ahora no sé si los economistas se van a indignar y me van a atribuir la soberbia de filósofo”-, en torno a que todos confunden, por lo menos Smith, el capital variable con el capital circulante, y el constante con el fijo, en “páginas y páginas de texto en mi opinión innecesariamente profundo”, cree él que podían haber sido resueltas con una apelación a una elementalísima cuestión que ya los lógicos medievales llamaban fundamentum divisionis. Se podían haber liquidado todas estas largas discusiones con un párrafo que dijera: “mis predecesores cambian el fundamento de su división cuando hablan de capital constante, porque unas veces usan como principio de la división algo referente a la circulación y otras veces usan algo referente a la organización. Por tanto, cambian de principio de división. Punto. Basta. Con sólo con que no hubiera despreciado tanto la lógica formal tradicional le bastaba un párrafo para esto y sin embargo son páginas”.

Sea como sea, advierte Sacristán, es verdad que siempre se es injusto cuando uno critica a Marx usar páginas para una cosa simple, porque hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos lo que leemos son borradores que él no ha editado. En este sentido, “lo más sensato y apreciable de las muchas contribuciones de Althusser es, en mi opinión, su manera de subrayar que una cosa es un texto editado por un autor y otra cosa es un borrador que se le ha quedado en el cajón, y que, en el mejor de los casos, según nos ha legado su hija, eran papeles con los que Engels “ya haría algo”, que es una frase realmente no muy valoradora de los propios borradores ¿verdad?”

Salvada esta injusticia, Sacristán señala finalmente que muchos de los largos desarrollos de Marx se podían reducir a pocas líneas “con sólo que hubiera admitido usar un truco aprendible en vez de la dialéctica de Hegel” y, probablemente, Marx no lo hizo por la convicción ideológica de tener, con la cosmovisión de Hegel, la clave para la comprensión del mundo.

Por otra parte, en el coloquio de EMC 80, se le preguntó a MSL sobre si no eran acaso algunos valores de la misma tradición marxista los que estaban impidiendo la incorporación de economistas de esta orientación ideológica al movimiento ecologista. En su respuesta Sacristán señaló algunos puntos de interés sobre su forma de entender la obra de Marx.

Probablemente eso sea así, respondió MSL, en “economistas de una cierta tradición marxista que ha tenido mucho peso, la que viene de la vejez de Engels y la que se asocia a la II Internacional”, pero ni siquiera totalmente. La cuestión de las fuerzas productivas, el esquema revolucionario defendido en el Manifiesto Comunista, era, en su opinión, una concepción que ni siquiera cae del todo dentro del capítulo de los trastos viejos del marxismo. Debajo de ello, hay “naturalmente, y no quiero esconderla, mi personal visión de qué es el marxismo, que no tiene por qué ser compartida con otros que se consideren también insertos en la misma tradición”. Sacristán parte de la base de que Marx es un pensador muerto en 1883 y que, por lo tanto, si lo que ha hecho es algo con importancia científica “entonces tiene que estar más o menos tan revisado como lo que hayan hecho todos los científicos importantes muertos en 1883. Por ejemplo, Maxwell”, u otros que han trabajado en ese mismo año de 1883.

Si, por contra, lo que Marx ha hecho no se puede tocar ni refutar ni rehacer, “entonces es que no tenía ningún valor. O tenía un valor artístico, nada más”, sin que eso signifique despreciar este punto de vista. También son cosa importante de esa época, prosigue MSL,“las grandes producciones de los historiadores de la escuela positivista, seguramente rebasadas, y siguen siendo muy respetables, siguen siendo historiadores clásicos. Seguramente nadie va a leer literalmente hoy a Ranke o a Burckhardt, pero siguen siendo grandes historiadores de la misma época”.

En todo caso, en su opinión, en Marx hay más que eso. En la obra de Marx hay el origen de una tradición y “el marxismo vivo es una tradición, no una teoría, no una ciencia como se suele decir, pero es obvio que nadie tiene por qué estar de acuerdo con esto que he dicho aunque que se considere marxista por su cuenta. Como tradición me parece una tradición muy potente, dotada de un tronco de pensamiento transformador de los más claros de la historia del pensamiento y capaz, naturalmente, de muchas líneas, como toda tradición. A mí. lo que ha hecho Marx, me parece más bien un acto fundador de creación de cultura que una creación de un sistema científico. Dicho así para el léxico de jóvenes intelectuales españoles, sobre todo barceloneses, de estos años: se coge la visión del marxismo mío, se la vuelve del revés, y sale la de Althusser”.

Finalmente, sobre la aspiración cognoscitiva de Marx este paso de CD 84: “En cambio, los pensadores de tradición hegeliana tienden a identificar lo general con lo vago. No hay más que un caso en que esto tiene cierta justificación, en mi opinión, que es cuando se trata de materias históricas. Si realmente uno, por ejemplo, ante la idea de péndulo, lo que se propone realmente es conocer íntima, intuitivamente, estéticamente un determinado viejo péndulo que hay en casa de su abuela sin duda no se va a satisfacer con las leyes del péndulo de la física. Entre otras cosas porque las leyes del péndulo no sirven para todo péndulo, y, además, en concreto, no representan a ningún péndulo. No hay ningún péndulo que tenga toda la masa concentrada en un punto. Entonces, si de verdad es un interés estético de determinado péndulo, claro que lo esencial para él no es la ley del péndulo, aunque también tiene su importancia saber cómo funciona un péndulo. Para toda la escuela histórica, por un lado, y para Marx, en paralelo con ella, ocurre que el objeto de conocimiento se parece mucho al péndulo de la casa de la abuela, por así decirlo. Su verdadero interés es el conocimiento individualizado de ciertos momentos históricos. En el caso de Marx, con la diferencia de que él tiene asumido (el Marx maduro) que incluso para conocer el péndulo de la abuela necesita la teoría física del péndulo. Dicho de otro modo, que también para su investigación necesita la economía clásica y también las matemáticas. A los cuarenta y tantos años se puso a estudiar de nuevo matemáticas y a los cincuenta produjo un ensayo sobre cálculo infinitesimal. En una época en que todavía no había la teoría del cálculo infinitesimal universalmente aceptada, intentó repetidamente con sus amigos matemáticos que le matematizaran y le formalizaran su teoría de las crisis, cosa que los matemáticos le dijeron que, por el momento, era imposible. Pero él lo intentó. Quiere decirse que, a diferencia de la escuela histórica, él tenía asimilada la necesidad metodológica del trabajo también teórico puro, pero la finalidad se parecía mucho a la de la escuela histórica: era la comprensión de presentes históricos o de pasados históricos concretos y definidos. En su caso, en el caso de su obra principal, El Capital, la comprensión del capitalismo”.


II


Sobre el artículo “Karl Marx” que Sacristán escribió para la enciclopedia Universitas de Salvat, hay dos cartas del ministerio de Información y Turismo, fechadas el 14 de marzo y el 15 de marzo de 1974, en las que el “director general de cultura popular” aconseja: a) “La supresión de los pasajes señalados en las páginas 221 a 233 (reducir, sin exaltación, la biografía de Marx)” y b) “la supresión de los pasajes señalados en las páginas 219-220”. A raíz de este artículo sobre Marx, Jesús Mosterín, por aquel entonces consejero editorial (o similar) de Salvat Editores, le escribía a Sacristán el 8 de mayo de 1974 en los siguientes términos:
Querido amigo:
Muchas gracias por haber escrito un artículo sobre Marx para la enciclopedia Universitas. Siempre es agradable conseguir que quien más sabe sobre un tema sea el que escribe el artículo sobre ese tema. Y dado lo ocupado que siempre estás, lo reacio que eres a colaboraciones de este tipo, y el hecho de que no eres precisamente hombre de pluma alegre y desenfadada, tu colaboración resulta aún más de agradecer.
Aquí te envío 3 ejemplares de cada uno de los fascículos en que apareció una parte de tu artículo. Estos fascículos se encuadernan posteriormente constituyendo el tomo 9 de Universitas.
Como dato curioso te contaré que la censura previa (a la que han de someterse todas las obras que aparecen por fascículos) prohibió tu artículo, ordenando que o se suprimiese o fuese considerablemente reducido. Como puedes suponerte, yo me opuse a ello, y finalmente el artículo salió sin cambiar ni una coma. Te envío la fotocopia de uno de los oficios de la censura, que se autodenomina "ordenación editorial".
Un abrazo, Jesús Mosterín
Amable carta a la que Sacristán respondió el 9 de junio del modo siguiente:
Querido Jesús:
Perdona que haya tardado un mes en contestarte: he estado bastante pachucho. Te agradezco tu envío y te pongo en guardia contra tu generosa declaración según la cual yo sería el ciudadano más competente in rebus Marxi (este es un raro país y a lo mejor en Tomelloso o Vicálvaro hay un eminentísimo marxólogo cuya existencia ignoramos) y te pregunto si puedo adquirir a su precio de venta corriente una docena más de ejemplares de cada fascículo.
Con un abrazo...

III


La siguiente voz -Marx, Karl- fue escrita por Sacristán (en colaboración con Mª Angeles Lizón) para el calendario Temps de Gent del año 1985:
“Karl Marx nació en el seno de una familia hebrea en la ciudad renana de Tréveris (Trier). La igualdad ante la ley conseguida por los judíos de Renania gracias a la conquista napoleónica se mantuvo en esta región una vez incorporada a Prusia tras la derrota del emperador francés. Eso permitió que muchas familias judías se integraran sin demasiada dificultad en la vida alemana moderna; tal fue el caso del padre de Marx, Heinrich, abogado destacado en la ciudad. Sin embargo, la consolidación del poder prusiano acarreó la vuelta paulatina de los judíos a la anterior situación discriminada, por lo que en 1824 Heinrich Marx hizo bautizar a sus hijos, incluido Karl, por la Iglesia Evangélica. Marx empezó sus estudios como jurista, en la Universidad de Bonn; pero muy poco después, en la de Berlín, se inclinó decididamente por la filosofía. Al quedar excluido de la carrera académica su amigo, el profesor Bruno Bauer, por motivos ideológicos (su crítica del cristianismo), Marx comprende que no tiene tampoco ninguna posibilidad por ese camino y se dedica al periodismo democrático radical (Gaceta Renana) que no tiene mejor suerte: el periódico es prohibido por el gobierno y Marx, ya casado, decide emigrar a París. Al poco tiempo tiene que huir también de allí; tras un breve período en Bélgica, se instala definitivamente en Inglaterra. Allí produce su principal obra, El Capital, de la que sólo puede publicar el libro primero. Durante su vida en Inglaterra, cargada de sufrimiento y dominada por una pobreza que llegó a miseria, Marx contó con la ayuda económica y moral de su amigo y colaborador Friedrich Engels. Este completó la edición del Capital, luego de muerto Marx. La edición crítica de las obras de Marx (y de Engels) se empezó en los años veinte de este siglo (MEGA, MarxEngels Gesamtausgabe), pero se suspendió, entre otras causas por la muerte de su editor, Riazánov, durante las persecuciones stalinistas. La empresa se volvió a empezar en los años sesenta (Neue MEGA, Nueva Mega) y se prevé que se concluya, con 100 volúmenes dobles (uno de texto y otro de aparato crítico) en el año 2.000”.

IV


Notas de Sacristán, de “OME”, Obras de Marx y Engels, y de otras carpetas de resúmenes de PR, sobre varios escritos de Marx

I. Escritos volumen 19 de la MEW (Obras Marx-Engels).
A. Del Vorwort de los editores
1. [“El análisis de la economía rusa, particularmente el de la producción agrícola, ocupó un lugar muy importante en los trabajos preparatorios de Marx para el libro tercero del Capital”].Ya esta presentación es una manera de quitar importancia al asunto: el estudio de Marx se debería sólo -eso es lo que se sugiere- a que tiene que tratar los problemas de la renta de la tierra, y no a revisiones de su anterior pensamiento.

2. [Karl Max, Das Kapital, band 3, Berlín 1959, s.8]. Engels ha empezado esa lectura, cosa muy natural: él cree estar editando un pensamiento acabado: esto es lo mejor de la crítica de Rubel a Engels.

3. [“Esta concepción de Marx no tenía nada que en común con el sueño de los populistas de llegar al orden social sin desarrollo de la gran industria, sólo con la ayuda de la comunidad aldeana rusa”]. El vicio fundamental es dar por clara y segura la doctrina de Marx al respecto. Luego, el pasar por alto la cuestión del estatuto de esa teoría que no es “clave”. Luego el pasar por alto la recusación de la filosofía de la historia. Por último, ocultar la oposición de todo eso a la vulgata marxista.

4. [“De esta última cuestión se ocupa también otra carta de Marx, escrita en 1881 y dirigida a V.I.Sassulich. Según opinión de Marx, sólo la revolución popular rusa, apoyada por una revolución proletaria en Europa Occidental, podría eliminar...”]. Esta grotesca interpretación tiene el defecto de la inconsecuencia con su propia lectura de la tesis de Marx, pues en el caso de la URSS faltó la revolución proletaria en Occidente.

5. [“Marx sopesó del modo más cuidadoso la formulación antes de redactar su respuesta definitiva relativamente breve”]. Falsea: así elude la evidente vacilación de Marx.
B. Karl Marx, Kritik des Gothaer Programms [Crítica del programa de Gotha], con carta a Bracke del 5.5.1875.
Observación: En la CPG Marx recupera su condena de las “medias” ricardianas, pero sin mala teoría de la ciencia: es la crítica de la igualdad jurídica como desigualdad concreta o material.

1. “Esa es la ley de toda la historia sida hasta ahora. Por lo tanto, en vez de decir generalidades sobre “el trabajo” y “la sociedad”, había que mostrar resueltamente cómo finalmente, en la actual sociedad capitalista, se han creado las condiciones materiales, etc. que permiten y fuerzan a los trabajadores a romper esa maldición histórica” (p. 17).
La dicción es todavía sin problema, dos años antes de la carta a O.S.

2. pp. 20-21 [Desde “Pese a tal progreso, ese derecho igual sigue afectado por una limitación burguesa. El derecho de los productores es proporcional a sus prestaciones de trabajo; la igualdad consiste en que todo se mide con la misma vara, el trabajo. Pero el uno es física o intelectualmente superior al otro, y, por lo tanto, suministra más trabajo en el mismo tiempo o puede trabajar durante más tiempo...” hasta “...Para evitar, todos esos defectos, el derecho tendría que ser desigual, en vez de igual”]. La sensibilidad anti-igualitaria es clara, así como el planteamiento social, no individual. Menos aún biológico.

3. Cita sin reservas el MC a propósito de las dos solas clases en la gran industria (p. 22).

4. “El mero hecho de que los representantes de nuestro partido fueran capaces de cometer un atentado tan monstruoso contra la comprensión difundida en la masa del partido, ¿no basta por sí mismo para probar la ligereza, la falta de conciencia con que obran al redactar el programa de compromiso?”.
MSL: De acuerdo con mi vieja experiencia de que muchas veces el sufrimiento, el esfuerzo y, en general. el mérito no mejoran al individuo, sino que lo empeoran, Marx había sufrido y se había esforzado tanto que era un endiosado insoportable.

5. “En lugar de la indeterminada frase final del parágrafo, “la eliminación de toda desigualdad social y política”, había que decir que con la abolición de las diferencias de clase desaparece por sí misma toda desigualdad social y política dimanante de ellas” (p. 26).
MSL: Dice implícitamente su desideratum de igualdad.

6. p.28 [“La sociedad actual es la sociedad capitalista, la cual existe...” hasta “... cuyo estado no puede ser más que la dictadura revolucionaria del proletariado”].
MSL: El desarrollo tiene bastantes consecuencias, sobre todo para la relación base-sobreestructura: una base puede soportar varios estados; ergo, puede haber diferentes dictaduras del proletariado.

7. “Los impuestos son el fundamento económico de la maquinaria de gobierno, y de nada más” (p.30).
MSL: Era otra época.

8. “El que en algunos estados de este últimos país [Estados Unidos] también las instituciones de enseñanza “superior” sean “gratuitas”, no significa de hecho sino que se paga con la bolsa común de los impuestos los costes de educación de las clases altas” (p.30).
MSL: Otra época. Nota manuscrita: la manera como Marx habla de liberación de las fuerzas productivas en la Crítica del programa de Gotha permite una defensa general de su concepción: “una vez que las fuerzas productivas hayan crecido con el desarrollo omnilateral del individuo y que todas las fuentes de trabajo cooperativo fluyan más libremente, se podrá rebasar el estrecho horizonte de los medios burgueses”, etc. Pues las fuentes liberadas son las dimanantes del desarrollo de individuo y de la cooperación.
C. Karl Marx, Carta a la redacción de Otechestwenniye Sapiski [OS] (Anales de la patria), noviembre 1877
1. La estructura es simple, mucho más que los borradores de 1881: 1. Entradilla sobre la polémica de Mijailowski. 2. Tesis. 3. Limitación o reducción de su modelo a historia. 4. Recusasión de la filosofía de la historia.

2. “Este [MSL: Chernichevski, punto de partida] ha tratado en notable artículos la cuestión de si Rusia tiene que empezar por la destrucción de la comuna campesina, como lo postulan los economistas liberales, y luego pasar al régimen capitalista, o si, por el contrario, sin atravesar los tormentos de ese sistema puede apropiarse de todos los frutos del mismo, desarrollando sus propios presupuestos históricamente dados” (pp.107- 108). Ya aquí, en 1877, está la inconsecuencia bajo la aparente sencillez de la cuestión: una cosa es aprovechar lo que el inevitable capitalismo ya ha hecho, otra desarrollar presupuestos no capitalistas. Lo segundo rompe la dialéctica.

3. La tesis: “En resolución, como no me gustaría dejar “nada por adivinar”, voy a hablar sin reservas. Para poder estimar con pleno conocimiento de causa el desarrollo económico de Rusia he aprendido ruso y luego he estudiado a lo largo de muchos años los impresos oficiales y no oficiales referentes al mismo. El resultado al que he llegado es este: si Rusia sigue avanzando por el camino que emprendió en 1861, desperdiciará la posibilidad más hermosa que la historia haya ofrecido jamás a un pueblo, y a cambio de ello atravesará todas las fatales vicisitudes del sistema capitalista” (p.108).
El condicional da muy bien la naturaleza teórica del modelo aplicado. El que Rusia tuviera esa posibilidad excluye la negación de la negación, la evolución por dialéctica interna. ¿O se podría sostener que el resultado del proceso indicado por Marx, aún sin haber pasado por la negación del punto de partida (la obschina), es, sin embargo, negación de la negación de ésta? Se podría decir, pero vacuamente.

4. MSL: La idea de aprovechamiento por la comuna rusa de los frutos del capitalismo podría dejarlo todo en una trivialidad, si no fuera por la otra idea de que la aldea desarrolla sus propios presupuestos (p.108). Esto es lo que se aparta del esquema dialéctico

5. Mantiene, por cita, la “negación” como dinámica del sistema capitalista (p. 108).

6. p.111. Sigue el caso romano. El ejemplo de Roma hace realmente al modelo un modelo histórico, no repetible, explicación (no “comprensión”), de algo singular (p.111). Eso si que es destrucción de la dialéctica: los términos o categorías que usa estaban dados en el modelo dialéctico, pero no el “milieu”, que es otro concepto, no de su sistema teórico, sino empírico.

7. Tesis teórico-metodológica más profunda, que sigue al ejemplo de Roma: “Acontecimientos de llamativa analogía, pero que se desarrollan en un milieu histórico diferente, condujeron, pues, a resultados completamente diferentes. Si se estudia cada uno de esos desarrollos por sí mismo y se comparan luego unos con otros, se hallará fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello con la clave universal de una teoría de filosofía de la historia cuya mayor excelencia consiste en ser suprahistórica” (p.112). Como lo sería la dialéctica. El original es francés. Tenerlo en cuenta por “milieu”.

8. Las peleas políticas de herencia de la AIT continúan: contra Lothar Bucher, 1878, George Horwell, 1878, la circular de 1879.

9. Interesante que el historiador francés Henri Martin veía en la aldea rusa la base del despotismo, con conocimiento de Marx.
D. Karl Marx, nota para la edición de la Misère de la philosophie en L´Egalité, marzo de 1880
1. “Lo que nos ha decidido a reimprimir este libro, cuya primera edición está agotada, es el hecho de que contiene los gérmenes de la teoría desarrollada en El Capital, después de veinte años de trabajo. Por consiguiente, la lectura de la Misère de la philosophie y del Manifiesto del Partido Comunista, publicado por Marx y Engels en 1848, puede servir de introducción al Capital (...)” (p. 229).
Hasta el final está manteniendo a Hegel como base de la teoría del Capital, pues la Miseria es muy hegeliana, con lo del lado malo y todo.
E. Karl Marx/Friedrich Engels:” A los presidentes del mitín eslavo convocado el 21 de marzo de 1881 en conmemoración de la comuna de París”. 21-3-1881
1. Expresión de necesidad: “Cuando la Comuna de París sucumbió a la terrible carnicería organizada por los defensores del “orden”, difícilmente imaginarían los vencedores que menos de cien años después se desarrollaría en el lejano San Petersburgo un acontecimiento que, aunque tal vez al cabo de largas y violentas luchas, tiene que conducir finalmente y con seguridad a la instauración de una comuna rusa” (p.244). Está escrito 13 días después de la carta a Vera Zasulich. Muestra lo que le inspiraba la evolución rusa, tan poco afín a su modelo eurocéntrico.
F. Karl Marx/ F. Engels: Prólogo a la segunda edición rusa del Manifiesto del PC., 1.1.1882
1. “Hoy (...) Rusia constituye la vanguardia de la acción revolucionaria en Europa” (p.296). Constatación política; fuera de deducciones a partir del modelo teórico.

2. p.296 [Desde “El Manifiesto Comunista tenía la misión de proclamar la próxima e inevitable disolución de la moderna propiedad burguesa...” hasta “...entonces la actual propiedad colectiva rusa de la tierra puede servir de punto de partida a un desarrollo comunista”]. Esta versión es la última del problema: luego hace autoridad. En ella es manifiesta la relación con el resultado del modelo, pero también la admisión de un desarrollo propio, no por negación y negación de la negación, salvo en un sentido puramente descriptivo y metafórico, no dinámico. La negación de la negación no sería el dinamismo de ese proceso. El esquema del prólogo es así:
1. Cambio de sentido entre la primera y segunda edición rusas del MC: de curiosidad a cosa importante.
2. Cambio de situación desde diciembre 1847 del movimiento obrero.
3. Cambio del papel de los USA.
4. Cambio del papel de Rusia.
5.La cuestión de la obschchina.
G. Zur Kritik der politischen Ökonomie [Para una crítica de la economía política]. MEW 13
0. Escrita agosto 1858-enero de 1859. El tratamiento marxiano más completo del dinero.

1. p.16. Aunque a primera vista obvia, la afirmaciones un problema para la comprensión de la economía política marxiana. Si es correcta, la afirmación implica que el valor de uso no tiene nada que ver con las relaciones de producción, con la realidad histórica concreta. Lo cual no es verdad. La afirmación podría ser, pues, una “contaminación” de economía pura. Ver la interpretación de esto por Rosdolsky.

2. Un paso en el que casi se da una definición de valor realizado (p.27).

3. Paso análogo (p.30).

4. p.36. Este pensamiento explica el valor que da Marx en KI a las tablas del trueque. Por otra parte, es un bonito ejemplo de hegelismo.

5. La inmediata presencia de la historia de las doctrinas (a las 37 páginas de texto sistemático) revela bien la de-formación filosófica (histórico-filosófica académica) de Karl Marx.

Igualmente, de la carpeta “OME HOJAS” de PR, estas anotaciones de Sacristán obra Schriften. Manuskripte. Briefe bis 1844. Erster Teil. Berlin, Dietz Verlag, 1974 (1968):
A. De las Beilagen [Anexos]
1. La carta del 10.XI.1837.

2. Por dos veces se separa en su retrospección de la contraposición ser-deber ser- Su hegelismo tiene un centro muy claro (3,4).
3. p. 5 [Desde “En todo eso la forma acientífica del dogmatismo matemático, con el sujeto rodeando la cosa...” hasta “(...) tiene que desplegarse hacia adelante como algo contrapuesto en sí mismo, y hallarse en su unidad”]. Es en la crítica de su ensayo de Filosofía del Derecho (perdido).

4. p. 5 [Desde “Como parte segunda seguía la filosofía del derecho, esto es, según mi visión de entonces...” hasta “(...) que tenía que ser el contenido de la primera parte”]. Intensidad del hegelismo en la expresión.

5. Se refiere a su sistema metafísico, tras la decepción del jurídico, a Scorpion und felix y Oulamen, a las poesías para el padre, a su primera enfermedad, la ida a Stralau y , finalmente, a la “conversión” hegeliana (pp.7-8).

6. “Del idealismo, que, dicho sea de paso, comparé y alimenté con el kantiano y el fichteano, di en buscar la Idea en lo real mismo” (p.8). Por como lo escribe, da la impresión de que el empezar el proceso de búsqueda de la idea en lo real no se supiera aún hegeliano.

7. Luego habla del Cleantes, de la vuelta al derecho y de la vuelta a Berlin y la segunda enfermedad (p.9).

8. Se refiere al Doktorklub (p.19), a su fracaso con Chamisso, y a la familia (pp.10- 12).

9. Hegel. Epigramme. Naturalmente, anteriores a la “conversión” de 1837.
B. Notas críticas a un artículo de Ruge
1. Indica los workhouses y Napoleón como los primeros encarcelamientos de pobres (-> Foucault) (“Notas críticas al artículo “El rey de Prusia y la reforma social” , por un prusiano”).

2. p. 235 (Desde “¿Por qué no dispuso Napoleón la inmediata supresión de la mendicidad?..” hasta “(...) y educación de todo el proletariado en ciernes, sería la aniquilación del proletariado y del pauperismo”] Para la diferencia de mundo y de imaginación.

3. Las posiciones más antiestatalistas de su vida (p.237) [Desde “La contradicción entre el carácter y la buena voluntad de la administración por una parte...” hasta “(...) El Estado se basa en la contradicción entre la vida pública y privada, entre los intereses generales y especiales. Por tanto la administración tiene que limitarse a una actividad formal y negativa, toda vez que su poder acaba donde comienzan la vida burguesa y su trabajo”]. Sobre todo la tesis final es de otro mundo (que quizá no haya existido nunca)

4. Para las “tres fuentes”: “Hay que [reconocer] que el proletariado alemán es el teórico del proletariado europeo, como el proletariado inglés es su economista nacional y el francés su político” (p.241). El contexto es una elogiosa comparación de la insurrección de los tejedores silesios con el movimiento obrero inglés y el francés.

5. “La desproporción entre el desarrollo filosófico y político no es ninguna anormalidad. Es una desproporción necesaria Sólo en el socialismo puede hallar un pueblo filosófico su praxis correspondiente, y por tanto sólo en el proletariado el elemento activo de su liberación” (p.241). La arbitrariedad hegeliana y patriótica es, por cierto, irritante. Pero debajo hay realidad. La realidad que subyace al desencanto sobre la democracia y al nuevo problema de la clase revolucionaria. Política sería la actitud de aceptación de base y cultura.

6. “La única tarea de una cabeza pensante y amante de la verdad ante el primer estallido del levantamiento de los trabajadores en Silesia, no consistía en hacer de preceptor de esos sucesos, sino al contrario en estudiar su carácter peculiar” (p.241). Aplicarse el cuento. Y sigue: “Para esto ciertamente hace falta, cierto conocimiento científico de causa y cierto amor por lo hombres; para la otra operación en cambio basta con una fraseología hecha, mojada en el vacío amor de sí mismo” (p. 241).

7. La más tajante exposición de su pensamiento de la relación entre socialismo y revolución. La revolución como sólo destrucción (por ser política). La construcción no “(...) sin revolución el socialismo es irrealizable. En tanto en cuanto el socialismo necesita destrucción y disolución, este acto político le es imprescindible. Pero allí donde comienza su acción organizativa, donde de abre paso su fin inmanente su alma, el socialismo se deshace de su envoltorio político” (p.245). Contexto de tono muy neo-ácrata (poder, etc.). Todavía no casa con lo que será su tendencia científica.
C. Extractos de lectura de 1844.
1. Completamente (hegelianamente) al margen de una noción formal de teoría (p.263) [Desde “En la pág.111 Ricardo dice que por valor de cambio entiende siempre el precio natural...”]

2. Marx comenta el elogio de los ricardianos por G. Prévost, el cual salva el hecho de que Ricardo trabaja en cifras medias. “Pero ¿qué demuestran esas medias? Que cada vez se abstrae más de los hombres, que cada vez se prescinde más de la vida real para atender al movimiento abstracto de la propiedad material, inhumana. Los promedios son insultos en toda regla, injurias contra los individuos singulares, reales” Ripalda anota todo este extracto de MacCulloch con la siguiente nota general: “En este extracto Marx formula muy claramente a partir de una afirmación feuerbachiana del individuo sensible y concreto una primera definición del capital y de la actitud teórica abstracta que le corresponde en la economía política, así como de lo que deberá ser el socialismo” (p.272).

Lo evidente ante todo es que Marx está aquí en una posición que ignora qué es ciencia. Otra cuestión es que esa ignorancia sea beneficiada (porque la economía política no sea ciencia, sino falacia cientificista). Pero en Marx mismo solo hay en este punto confusión. En el párrafo que Ripalda secciona a continuación se lee:
“5) Prévost alaba el descubrimiento de los ricardianos de que el precio se halla representado por los cortes de producción solo que juegue ningún papel la oferta y la demanda” (p.180) 1º) El buen hombre prescinde de que, para demostrar este principio, los ricardianos tienen que recurrir al cálculo de medias, es decir, a la abstracción de la realidad” (p.272). El acabará recurriendo a Ricardo y a la tasa media de beneficio cuando descubra que no hay ciencia sin abstracción y se ponga a hacer “ciencia”. La anotación de Ripalda es una falsedad, una incorrección epistemológica basada en un hecho: no que el capitalismo determine una actitud teórica abstracta en ciencia. En ciencia no hay más que eso. Sino que lo que interesa no es mera ciencia. La misma confusión de Marx está en Ripalda, pero Marx, al menos, barruntó qué es ciencia (más tarde).
3. Algunos pasos de este escrito mismo (de estos extractos) se pueden interpretar con los cánones de buena teoría de la ciencia (p.273). Aunque tenga la típica distinción porque entre el científico y la ciencia, es perfecto.
4. “La infamia de la Economía Nacional consiste en especular partiendo de los intereses contrapuestos por la propiedad privada, como si los intereses no se hallaran separados y la propiedad fuese común. De ese modo puede demostrar que, si yo lo consumo todo y tú lo produces todo, al nivel de la sociedad el consumo y la producción guardan su justa proporción” (p. 274). Aquí está todo: la perfección de la limitación de la teoría, pero creyendo que no es límite, sino infamia. Habría, por lo tanto, teorías no infames. Tienen que ser algo más que teorías en sentido estricto. De aquí la tendencia de Marx a la inevitable redundancia teórica.

5. Ignorancia epistemológica. “Sólo una cosa demuestra la Economía nacional en su arbitraria suposición de intereses sociales en vez de asociales y con el modo de construirla: que en la situación actual las leyes racionales sólo se pueden obtener abstrayendo de la naturaleza específica de esa situación, o que las leyes no tienen otra forma de regir que la abstracción” (p.274). Da como propio de la situación actual lo que es propio de toda ley científica teórica, porque opera aún con la noción hegeliana (= panteísta) de razón.
D. Extractos de James Mill, Eléments d´economie politique. Trad. J. Parisot. Paris 1823
1. Epistemología hegeliana que no distingue entre teoría y empiria, sino entre “la ley abstracta” y “el cambio o constante anulación de esta ley, por el que ésta se constituye” (p.276). Como la de Dilthey, la epistemología hegeliana quería el sabor de la sopa, según el dicho de Einstein.

2. Curioso cómo se aproxima Marx (oponiéndose) a la ciencia (p.281) [Desde “Este movimiento real, del que esa ley no es más que un factor abstracto...” hasta “(...) en economía nacional la ley se halla determinada por su contrario, la anomía”].

3. El contraste entre comunidad verdadera y la de la economía (p.282).

4. Una interesante declaración implícita de su asunto: “Prescindiendo del caso del poder, ¿cómo despojarme de mi propiedad privada en favor de otro hombre?” (p.283).

5. Una de las primeras teorizaciones de la división del trabajo; Smith injertado en Hegel: “Así como el recíproco intercambio de los productos de la actividad humana se presenta como un trato, como lucro, el recíproco complemento e intercambio de la actividad misma se presenta como división del trabajo. Esta hace del hombre un ser tan abstracto como sea posible, un torno, etc. y le desnaturaliza hasta un aborto psíquico y físico” (p.286). (P.286)

6. Analizando la relación de intercambio (p.290). Este planteamiento tan básico de la relación propiedad privada se tiene que utilizar.

7. Muy claro y bonito (pp.291-292) [Desde “El único lenguaje inteligible que hablamos entre nosotros son nuestros objetos...” hasta “(...) mientras que el lenguaje enajenado de los valores cosificados parece dignidad humana justa, segura de sí y conforme consigo misma”]. De todos modos, vale la pena no olvidar los puntos débiles de este bonito pensamiento: a) no menciona el por qué del hecho, a saber, que en la mitad del XIX el lenguaje directo (?) era el de la servidumbre feudal; b) es posible que igual hegelianamente la objetividad natural. 8. p.293. Casi a renglón seguido una especie de síntesis. “Veremos los diversos factores, tal y como aparecen en este supuesto: <1º)>Mi trabajo sería libre proyección exterior de mi vida, por tanto disfrute de la vida [MSL: parece ignorar escasez]. Bajo el presupuesto de la propiedad privada es extrañación de mi vida, puesto que trabajo para vivir, para conseguirme los medios de vida. Mi trabajo no es vida” (p.293). Tal como lo formula, la cosa queda más patas arriba que Hegel. Lo sensato sería que lo que no es vida es vivir para trabajar. Para que no sea absurdo, vida quiere decir ahí vida sin necesidad de trabajo, vida de ser no limitado: vida divina. Claro que lo matiza, hablando de un trabajo espontáneo, no medio, sino manifestación. Pero manifestación de un ser no necesitado de trabajar. La completa descalificación de ese motivo teleológico es la hipótesis de la abundancia. Llevaba razón Bofill. El idealismo es la esperanza en que se cumpla la promesa de la serpiente. “<2º>Desde el momento en que el trabajo afirmaría mi vida individual, se hallará presente en él la idiosincrasia de mi individualidad...” (p.293). La secularización intermedia es la metafísica, la “necesidad interna, necesaria” bien subrayada. Secularización eficaz incoada es la función atribuida a la propiedad privada.


V


De una de las carpetas de resúmenes de su documentación anotaciones en torno a varios ensayos centrados en la obra y vida de Marx. A. Mihailo Markovic, El Marx contemporáneo, México, FCE, 1978.

1. Criticando “Esta filosofía del éxito, esta obsesión por la eficacia de los medios, acompañada por una falta de interés casi total (por) el problema de la racionalidad y humanidad de los fines, son las características esenciales de la atmósfera espiritual de la sociedad industrial” (p.28). Su punto más débil es eso de la racionalidad de los fines. Hay que conservar del capitalismo y de la cultura burguesa su ruptura de las ilusiones antropocéntricas. Y el descubrimiento de la falacia naturalista (Hume).

2. Su crítica del positivismo y del existencialismo rechaza las verdades fundamentales de ambos: respectivamente, que la ciencia busca lo que hay y que no tiene sentido preguntar por el sentido de la vida o de la historia o del ser.

3. “(...) Marx logra superar la tradicional dualidad entre el enfoque empírico y el racional (especulativo)” (p.35). Nada de eso: Marx está por detrás de la ciencia empíricoracional moderna. La introducción de 1857 y el capítulo I del Capital son formulaciones arcaizantes de una advertencia previa terminológica.

4. “(...) verdadero problema no radica en la capacidad de la teoría social para tolerar o rechazar supuestos valorativos, sino en la universalidad o particularidad de éstos y en su admisión de hecho o su aceptación en forma consciente y crítica” (p.52). No señor. Él se apoya en que la ciencia de la naturaleza también se inspira en valores. Pero el quid es precisamente ése: cuáles son los valores de la ciencia, y cuáles son políticos, morales, etc. Bonum et verum non convertuntur.

5. Las cuatro preguntas del estudio de la dialéctica (pp.52-53). Los rasgos generales característicos son (p.54). A la segunda pregunta [¿qué novedades presentan las dialécticas de Hegel y de Marx respecto de la tradición histórica?] (pp.55-57): “La idea heracliteana del mundo (...) Esta visión dinámica del mundo constituye la base ontológica de la dialéctica de Hegel”.
Observar: 1ª ese sentido de dialéctica se origina arbitrariamente, anacrónicamente; y, 2º, es material, no formal. f) “La concepción aristotélica de la dialéctica como razonamiento que empieza sólo con premisas probables (en lugar de indubitables) es inherente a la concepción hegeliana de una lógica no formal que trabaja con pensamientos incompletamente verdaderos” Aquí se confunde: la dialéctica de Aristóteles es formalmente válida y materialmente opinable. A la tercera pregunta [¿qué relación hay entre la dialéctica de Hegel y la de Marx?] (p.58). Comentando para esta tercera pregunta, el Epílogo de Marx a la IIª edición de KI (1873) (pp.62-64) [Desde “Por las palabras anteriores se tiene la impresión de que no hay diferencias estructurales...” hasta “(...) La dialéctica no es el mero conocimiento, una “metodología”, sino una crítica tanto del conocimiento como de la realidad”]. De acuerdo con la conclusión: pero ello implica que, si ‘dialéctica’ ha de entenderse así, el término es equívoco. Porque eso es la doctrina de Marx.

6. Tanto a Hegel como a Marx les preocupa el problema de la racionalidad del mundo” (p. 66). Malament rai!

7. El universo o la historia, espiritual o material. Mediación (p.72). Da como diferencia que en Marx la mediación no es regreso del espíritu sobre sí mismo.

8. pp. 89-90 [Desde “Actualmente, después de más de un siglo de Ideología alemana...” hasta “...que adjudica valores y, por consiguiente, es ideológica”]. A mí me parece malo un uso de ideología que incluya la formulación explícita y consciente de juicios de valor. Porque, entonces, no hay nada de no-ideológico.

9. “El auténtico marxismo es una unidad de dos momentos diferentes: el científico y el ideológico. La ciencia establece y explica aquello que es, lo que ha sido y lo que será. La ideología expresa lo que debiera ser, lo que el hombre desea, aquello que es de interés para la clase obrera” (p.137). Razón de fondo, léxico desgraciado.

10. “El concepto más general [de ideología] no implica que las afirmaciones ideológicas fundamentales sean falsas o juicios de valor disfrazados. Implica solamente su carácter normativo” (p.143). Se contradice con el afirmado ideologismo del marxismo.

11. Quiere tener un concepto descriptivo-normativo de naturaleza humana (151). Huácalas y fúchilas.

12. pp.159-160 [Desde “Si se acepta la segunda opción (rechazar la alienación), entonces los científicos deben cambiar sus supuestos...” hasta “...los malos usos de los descubrimientos científicos para propósitos inhumanos”]. Claro que deben hacer además política de la ciencia. Pero Markovic la confunde con la ciencia y eso tiene malos resultados para la ciencia y para la libertad.

13. pp.166-167 [Desde “(...) a esta altura de la historia ya se ha vuelto..” hasta “...requiere una autoconciencia critica y articulada y de una nueva orientación humanista”] No. La ciencia sólo puede ser luciferina. Es lo que nos sacó del Paraíso (Kant). Lo que hay que rectificar es la política de la ciencia. Y la política en general.

14. “Teóricamente el problema clave en la creación de esta nueva orientación es la justificación de la declaración de que sus normas éticas básicas poseen un carácter universal” (p.167). Esto se parece al argumento histórico ciceroniano de la teología tímida. Pero la naturaleza de la ciencia es incompatible con eso. Por lo tanto, cuando haya que prohibir, hay que hacerlo claramente, y reconociendo el efecto paralizador. Pero hay mucho margen.

15. p.168 [Desde “Abraham Maslow define el concepto de ser humano sano...” hasta “...Por la pregunta concreta: “¿Cuáles son los valores de los seres huamnos sanos?”]. Con eso abre las puertas a un régimen que elimine a los Lebensunwurdigen Wesen [Ser de vida indigna]. Falacia naturalista. Huácalas y fúchilas.

16. Reprocha al racionalismo de origen ilustrado el “no cuestionar la racionalidad de los fines mismos” (p. 185). Pero racionalidad de los fines es un concepto o fatalista biológico o teológico. Hay que reconocer el elemento decisional.

17. “Desde Copérnico y Galileo hasta las disputas modernas toda la historia de las ciencias naturales acerca de la relatividad, el determinismo, la evolución, la genética, la cibernética, etcétera, demuestra convincentemente que la objetividad absoluta de los resultados de las ciencias naturales es sólo una cuestión de un lego” (p.196). Depende de lo que quiera decir con ‘objetividad’ y ‘absoluta’. El argumento es un non sequitur: la objetividad posible del resultado no es función de la génesis.

18. “Los valores humanos universales que expresan los intereses necesidades de la humanidad en general de ninguna manera son incompatibles con la verdad y el método científico. Sin ellos la ciencia quedaría reducida a mero conocimiento positivo y estaría desprovista de auténtico espíritu crítico” (p.198). Dos chorradas, porque no se sabe cuáles son esos valores y porque la ciencia es efectivamente conocimiento positivo. Por lo demás, en esa actitud tan pseudohumanista sigue latente el moderno odio a la contemplación.

19. p.200 [Desde “(..) los procesos históricos tienen, por lo menos temporalmente, una estructura...” hasta “...que estuviera en el margen mismo de la gama de las posibilidades reales”]. Es muy importante para un socialismo sin Hegel, y para la diferencia respecto de biologismos.

20. pp.240-241 [Desde “El equilibrio completo entre lo técnico y lo humano fue logrado por primera vez en las ideas de Marx...” hasta “...son otra vez el producto de una larga y dolorosa historia de desarrollo”]. A pesar de que presenta los Manuscritos del 44 en continuidad con el Capital, habría que pensar más en si aquel texto no conserva la concepción precomunista que Marx compartió con Heine, por ejemplo.

21. “(…) mientras la ciencia siga siendo predominantemente descriptiva y neutral respecto de los valores, carece de criterios para establecer una diferenciación indisponible entre necesidades auténticas y artificiales. Obviamente este problema exige la presencia de supuestos filosóficos que la orientación positivista de la ciencia tiende a evitar” (pp.243-244). Parece mentira que tan buen filósofo se empeñe en esto. La ciencia tiene sus valores, y uno de ellos es el de no meterse en más que describir neutralmente. Lo que ha de tener otros valores es la institución científica, el CSIC, el ministerio o la empresa. Y el científico mismo. Pero no la ciencia.

22. Lo primero que hay que rechazar por vago es autorrealización.

23. Se refiere a la “docena” de rebeliones armadas campesinas en la URSS y sigue (pp. 315-316) [Desde” Lo que condena al fracaso, desde el principio, toda resistencia campesina...” hasta “...A esto ellos reaccionan con baja productividad y una resistencia pasiva”]. La utopía de Gorz.

24. pp. 319-320 [Desde “Como grupo social, la “intelligentsia” o intelectualidad se divide...” hasta “....desde la supresión de publicaciones hasta el despido y arresto de intelectuales peligrosos”]. Este tipo de análisis es clasista. No se puede seguir diciendo que el marxismo no se aplica a sí mismo.

25. Da cuatro condiciones de descosificación, autodeterminación: que el pueblo mismo decida; que se conozca bien la situación; que exista una poderosa opinión pública democrática: “La cuarta condición de la autodeterminación es el descubrimiento del auténtico ser de la comunidad de las verdaderas necesidades generales del pueblo” (p.322). Eso define irresolublemente la tarea, salvo por decreto metafísico con manipulación educativa.
B. Heinrich Gemkow in Zusammenarbeit mit Oskar Hoffmann sowei Heinz Hümmler, Erich Kundel, Karl Obermann, Horsty Ullich, Berhard Winkler, Karl Marx. Eine Biographie, Institut für Marxismus-Leninismus Beim ZK der SED. Berlín Dietz Verlag 1968
1. Marginalia: Carta a Engels o Lassalle de enero-febrero de 1854: que la apatía de las masas populares no puede superarse únicamente mediante la teoría. .Sobre el “atraso” político de la burguesía alemana, vale la pena recordar la insurrección de los tejedores silesios en junio de 1844: quizás así se entiende que esa burguesía tan atrasada económicamente se adelante políticamente, al entregar al antiguo poder (no régimen social) su progenitura.
– En la SF [Sagrada Familia] están en germen la doctrina de las ideologías, a propósito del proletariado.  El texto de solidaridad de Engels en carta del 22-26/2/45 y 7/3/45, MEW 27, s.19. Frase de Marx sobre Weitling en 1846.
– Trabajar los estatutos de 1847, MEW, 4, s. 596.
– Recordar como en el MC [Manifiesto Comunista], Marx-Engels unen, para la Alemania de 1848, la alianza burguesa con el antiburguesismo franco.
– Tras la derrota del 48, ME propugnan los 17 puntos de los comunistas para Alemania.
– Lohnarbeit und Kapital [Trabajo asalariado y capital] es contemporáneo del MC: manuscrito de conferencias pronunciadas a finales de 1847 en el BDA, redactado en 1849 y publicado por entregas en NRZ [Nueva Gaceta Renana] a partir del 5/4/1849.
– La reorientación al largo plazo tras 1850 es comentada por el equipo autor. Al referirse al rechazo por parte de los pequeños burgueses escriben (p.205). Interesante para apoyar el “espejismo” izquierdista.
– En ese mismo contexto, Marx ha escrito algo teóricamente muy malo, en pugna con los voluntaristas (MEW 8, p.412). Es verdad que el “blosse” limita.
– Sobre todo, está limitado por la alusión subjetiva, en el mismo texto al proletariado. También es verdad que la Liga, que siguió la política de Marx, cayó integralmente bajo la represión.

2. [Apuntes]. Sobre periodización, quizás:

0. La formación del revolucionario: 1830-1841.

1. La doctrina revolucionaria: 1841/2 (43/44-1848).

2. El análisis de fundamentos (de algo ya existente, como en las ciencias, incluso como conocimiento): 1850-1859-1867- muerte (1883). 3. El táctico: 1864-1883.
– El 17/4/1849 la Unión obrera de Colonia elige a Marx entre los miembros de la Comisión provincial provisional para el congreso renano de uniones obreras, 6/5/49. Todo en el curso del proceso de independización de los obreros tras el fiasco de la alianza burguesa de 1848. Interrumpido, por la marcha de Marx, el 20/4/1849.
– Durante 1848/49 los Marx entregaron prácticamente toda la herencia: 7.000 táleros. Para viaje de Colonia, empeño del ajuar de plata de Jenny.
– Para la miseria londinense, citar la carta de Jenny a Weydemeyer, Gemwok, 198.
– Interpretan el período de estudio 1850-1864 como un paréntesis para inventar nueva política, tras el final de período revolucionario 1848/9 (pp.216-217). Me parece tontería: se opuso a los ilusos por ilusos; hizo teoría porque ahora podía. De poder, la habría hecho antes también. Pero al final lo dicen muy bien (p. 217).

3. Pero ahora, releyendo, veo que no estoy tan de acuerdo:
a) Si “Begründung” [Fundación] se tomara en sentido epistemológico eso es falso. Pero en un sentido amplio se puede admitir. “Fundamentar” sería entonces definir los objetivos y su posibilidad general.
b) Esta [final texto citado] es muy buena precisión.
– A propósito del exilio londinense a partir de 1849, y especialmente a partir de 1850 (pp.217-218). Los artículos de la NYDT por Marx y Engels son más de 500 (p. 222). Desde mediados los años cincuenta sufre crecientemente Marx enfermedades largas y a menudo duraderas, consecuencia de las privaciones y los esfuerzos constantes (p.224). En 1857, crisis económica mundial (p.225). El estallido de la crisis movió a Marx a concluir provisionalmente sus investigaciones (pp.225-26). Que por el contenido, el llamamiento inaugural y los estados provisionales de la IAA coinciden plenamente en todas las cuestiones capitales con el MC (p.264). Los años que van de 1864 a 1872 constituyen la segunda culminación de la acción política práctica de Karl Marx, tras la época de fundación y dirección del Bunder Kommunisten [Liga de los Comunistas] (p.269). Para la redacción del Capital, Marx estudió, extractó y aprovechó más de 1.500 libros, aparte de montañas de artículos y de lo que leía para otros fines (Historia de España, etc) (p. 287). Que aunque la Comuna es la experiencia decisiva, Marx pensaba ya desde el final de 1848 en la dictadura del proletariado (p.345). “Zu kämpfen”, definición de la felicidad humana a sus hijas, en M.und G (p.350). La importancia que da Marx a la segunda edición francesa MEW 23, p.32. Recuerdos de Wilhelm Blos de su salida de la crácel de Leipzig (p.380). 
– “Junto con la economía, la matemática atraía siempre el interés de Marx. En extensos estudios matemáticos se esforzó por dar una fundamentación dialéctica del cálculo infinitesimal” (p.386). Me huelo que sin conocerlos. Lo infiere de las tonterías de Engels.

4. Marginalia: Marx dice que Espartaco es un “representante del proletariado antiguo” (A Engels, 27/2/1861). Claro que habría que saber si no es más que una metáfora por “esclavos”. Pero tiene interés el uso de “antiguo”.
– El artículo de oct. 1862 “La fabricación del pan” es una muestra más de las anticipaciones de Marx. A su vista da risa el descubrimiento de que la industria se ha hecho cargo del consumo después de la 2ª guerra mundial.
– En la sesión del Consejo General de la AIT sobre la representación de ésta en el Congreso de la Liga de la Paz y la Libertad, Ginebra 9/9, Marx habla oportunamente sobre la naturaleza de los ejércitos permanentes. Agosto de 1867.
C. Henri Lefebvre, Pour connaître la pensée de Karl Marx, Paris 1956, nouvelle èdition
1. [Prèface à la 2e. èdition] Reprocha al zdanovismo ser una tendencia espontaneísta al hacer del pensamiento marxista una emanación de la conciencia espontánea de la clase obrera (pp.10-11).

2. Hay que reconocer pues filosóficamente, la realidad de una naturaleza infinita, pero dada (en sus partes) (p.12) y hay que reconocer el proceso histórico en que el hombre se produce en la naturaleza y que lo produce el mismo “-a sí mismo” (pp.12-13).

3. [Contra Plejanov] Marx y Engels no han sido nunca completamente hegelianos (porque Crítica, pues hay gérmenes al Diamat) ni discípulos de Feuerbach (porque no “Hombre”) (p.18) Y en la misma época elaboran el Histmat. En los FSch., se encuentran ante todo los gérmenes del Diamat (p.22).

4. Que la burguesía no ha podido fundar la ciencia del hombre, sino sólo la de la naturaleza, que es rentable (pp.42-43).

5. Que la unidad de la teoría y la práctica no es postulado sino constatación (p.48).

6. Distinción entre materialismo moral (plano individual) y materialismo histórico (plano social) (pp.51-52).

7. Unión en Marx de la D.I. [La ideología alemana] de materialismo (historicidad, dialecticidad) e idealismo (pp.124-125).

8. En 1846 (D.I.) “modo de producción” y “relaciones sociales” de producción no están bien definidos (p.137).

9. Lefebvre contrapone dialecticidad a “nueva” historicidad (p.140).

10. La idea de Marx sobre el “cumplimiento de la filosofía” se realizó ya con el materialismo histórico (p.140). Es estudiando D.I.

11. Que la vuelta de Marx a la dialéctica hegeliana ha sido porque tras 1848 no podía comprender, con el nuevo materialismo histórico, que la burguesía se recuperara (p.212).

12. Dos tipos de abstracción: 1. Consciente y voluntaria. Ej. número. 2. Inconsciente e involuntaria, como proceso natural y objetivo, mercancía (pp.237-238).

13. En el análisis que da de la tasa de beneficio (= plusvalía / capital fijo + salarios) hace intervenir la resistencia de la clase obrera (p.249).
D. Henri Lefebvre, Une pensée devenue monde. Faut-il abandonar Marx?, Paris, Libraire Arthème Fayard, 1980
1. Discute el triunfalismo y el pesimismo; concluye con unas palabras que se refieren directamente a su punto de vista básico: “Más objetivamente, ¿no hay que registrar los indicios de un equilibrio mundial provisional y relativo entre las clases. Revolución y antirrevolución van juntas, estimulando o modificando cada una a la otra, sin que hasta hoy haya victoria definitiva” (p.14).

2. La chorrada principal: “Digamos de paso que Marx no ha explicado nunca claramente esa autosupresión de la clase obrera en y por su autodeterminación. Hay motivo para pensar que para él la supresión del trabajo asalariado implica la supresión del trabajo manual, cosa que la automatización del proceso productivo hacía concebible desde mediados del siglo XIX y hace posible hoy” (p. 29).

3. Buena idea central: “(...) interrogar a Marx buscando en él un estudio de las condiciones de posibilidad (del capitalismo primero, y luego de su superación), más que un simple análisis de la “realidad” de la sociedad capitalista. Esta sugestión anuncia un desplazamiento, un cambio de centro del pensamiento hacia lo virtual, en lugar de tomar por eje lo “real”. Lo cual implica una rehabilitación del pensamiento utópico (...)”  (p.32). Durante mucho tiempo yo lo he pensado igual, y con la misma consecuencia final. Hoy veo más bien en ese rasgo de Marx una consecuencia de llegada poco consciente al modelo teórico.

4. Burrada (HL): “El esquema [del determinismo económico] funciona bastante bien en lo abstracto. Permite deducir, o más bien, construir las manifestaciones ideológicas y políticas de las fuerzas productivas teniendo en cuenta su nivel” (p. 44).

5. Buena observación para la historia de las ideas: “Por poco que se conozca la dramática historia del “marxismo” es facilísimo hallar en Marx (...) los gérmenes de las escisiones las fracciones, las fracturas posteriores; pero ¿qué utilidad tiene localizarlas así, con una imputación por así decirlo premonitoria, cuando “nosotros” en 1980 sabemos muy bien de qué se trata? Ese es un sofisma frecuente entre los historiadores, que oscilan entre la búsqueda de una cohesión global en el autor estudiado y la de incoherencias, presupuestos no percibidos, contradicciones ocultas que se revelan más tarde. Cosas que aparecen más tarde se transportan fácilmente al “contenido” de la consciencia o al “inconsciente” de los autores estudiados” (p.53).

6. “El carácter científico de este pensamiento (de Althusser) se afirma en una especie de neo-positivismo (...)” (p. 63). La especie mala, puesto que no ha dado nada.

7. p.70 [Desde “Así, pues, primer rasgo que registrar: la tendencia a la totalidad...” hasta “...el filósofo abandona la filosofía por el misticismo”]. Otra forma de metaxy.

8. “¿Consiste el camino de Marx en el paso del idealismo al materialismo?” (p. 84). La rechaza muy bien, aunque enseñando la vieja oreja “dialéctica”, como se aprecia a continuación (p.85) [Desde “Después de esta condena [del idealismo hegeliano por Stalin] el pensamiento dialéctico queda resquebrajado...” hasta “...del que no hay conocimiento puesto que el saber disipa lo absurdo”].

9. “El camino fundamental de Marx iría de la ideología a la ciencia” (p. 86). Critica a Althusser, naturalmente.

10. Otra vez la interesante idea de Lefebvre: “El pensamiento de Marx parece triunfar en lo que parece desmentirlo, pero el alcance práctico de su reflexión y del saber crítico parece puesto en duda” (p. 92).

11. “El esquema determinista -simplificador, bastante grosero, simplificado a su vez en mecanismo- que supuestamente ha “descubierto” Marx ha dado pie a las interpretaciones más dogmáticas y a las refutaciones más fáciles. Algunos textos sostienen esta interpretación, que falta, sin embargo, en los análisis concretos, especialmente en las obras políticas...” (p. 94). Así lo dije cuando edité los artículos sobre España en 1959.

12. De nuevo la cola “dialéctica”: “Hay una contradicción vacía, quimérica, la de las palabras sin contenido, la de las ciencias engañosas y la de las ideologías. Y hay, además, una abstracción concreta en la que el abstracto tiene no sólo una existencia mental, sino también una existencia social” (p. 121). Claro que la existencia social de un abstracto es una cosa razonable. Pero ¿y la existencia “natural” del abstracto gravedad?

13. “El trabajo no tiene nada de eterno; nació, terminará. La naturaleza primera no trabaja (...) La “naturaleza segunda” tiende hacia un no-trabajo: un automatismo que reproduce de modo muy diferente la capacidad creadora de la naturaleza primera. Una ciudad, por ejemplo, considerada como tal, no trabaja, aunque su funcionamiento implique numerosos trabajos; es una obra, como la de la naturaleza primera, más que un trabajo” (p.141). Esta manía oscila entre el verbalismo y la creencia literal en el Génesis. Se disipa substituyendo “trabajo” por “esfuerzo”. Los tres modos de existencia de este trabajo social son la homogeneización, la fragmentación y la jerarquía (pp. 144-147).

14. p.147 [Desde “La jerarquización tiende a constituir estratos que desplazan y substituyen...” hasta “...sobre todo la homogeneidad [lapsus] no llegan a ahogar”]. O el lapsus estaba antes. En homogeneidad por jerarquización.

15. p.242 [Desde “Para Marx el Ser y el Pensamiento difieren, pero en una unidad dialéctica...” hasta”...La única certeza sería la necesidad de la revolución como implicación y consecuencia del saber”]. Esto último es lo que L. considera irreductible resto hegeliano de Marx.


Coda final  |  Friedrich Engels

“La situación de la clase obrera en Inglaterra”

Trabajadores:
A vosotros dedico una obra en la que he intentado poner ante mis conciudadanos alemanes una fiel pintura de vuestra situación, de vuestros sufrimientos y luchas, de vuestras esperanzas y perspectivas. He vivido bastante entre vosotros, para conocer algo de vuestra condición; a vuestro conocimiento he dedicado mi mayor solicitud, he estudiado, cuanto que me fue posible, los varios documentos oficiales y no oficiales; no me contenté con esto; más que el conocimiento abstracto de mi asunto, sentí la necesidad de veros en vuestras mismas casas, de observaros en vuestra vida cotidiana, de charlar con vosotros respecto a vuestras condiciones de vida y sufrimiento, de asistir a vuestras luchas contra el poder político y social de vuestros opresores. He hecho así: abandoné la compañía, los convites, el vino de oporto y el champaña de las clases medias, y he dedicado mis horas de ocio, casi exclusivamente, a establecer relación con simples trabajadores. Estoy contento y orgulloso de haberlo hecho así. Contento, porque así dediqué horas felices a conocer la realidad de la vida -muchas horas que de otro modo habrían estado ocupadas en discursos a la moda y etiquetas cansadoras-; orgulloso, porque de esta manera encuentro una oportunidad de hacer justicia a una clase de hombres oprimida y calumniada, los cuales, a pesar de sus posibles errores y de las desventajas de su condición, sin embargo, imponen respeto a todo el mundo, excepto al especulador inglés; orgulloso, también, porque de este modo estoy en situación de defender al pueblo inglés del desprestigio creciente en que ha caído en el continente, como necesaria consecuencia de la política brutalmente egoísta y de la conducta general de vuestra clase media de gobernante.
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