► “La explicación de la inflación moderna es con
base a dos niveles: los keynesianos (y estructuralistas) por el lado de la
oferta (y a largo plazo), y los monetaristas por el lado de la demanda (y a
corto plazo). Paradojas de la vida real. La unilateralidad es la visión con un
solo ojo. Marx exponía los fenómenos en distintos niveles (...) y
relacionaba dialécticamente las causas y los efectos, es decir, la
determinación mutua. Marx veía con los dos ojos” | Rodríguez, 2006
Carlos Lage Codorníu |
El pensamiento convencional tiene un amplio desarrollo metodológico e
instrumental en el control de la cantidad de dinero en la economía, así como su
interconexión con el crecimiento de la producción material y los principales
equilibrios macroeconómicos. Los fundamentos teóricos, prácticos e ideológicos
de este instrumental giran en torno a la teoría cuantitativa del dinero.
El desarrollo de la teoría monetaria en Marx1, si bien se arma de un
método científico profundo para descifrar las verdades detrás de los hechos
económicos y adelanta en muchas cuestiones los postulados cuantitativitas,
adolece de avances instrumentales y teóricos al efecto. El presente trabajo […] persigue identificar los principales
puntos de consenso y disenso entre la teoría monetaria en Marx y la teoría
cuantitativa del dinero, como contribución y motivación al debate sobre la
necesidad y alcance de la planificación monetaria en la construcción
socialista.
Teoría cuantitativa del dinero
El pensamiento convencional muestra el consenso en materia
de teoría monetaria alrededor de la teoría cuantitativa del dinero. La
teoría cuantitativa experimenta su principal formalización con el libro de
Irving Fisher El poder adquisitivo del dinero (1911), donde se formula la ecuación
de cambios o transacciones:
M . V = P . T (1.1)
Más que una ecuación, dicha expresión muestra una identidad
que no dice nada acerca de las relaciones causales entre las variables. El
punto de partida es, simplemente, el equilibrio contable de los intercambios
que se desarrollan en una economía durante un período de tiempo dado: Al valor
de todos los bienes ofrecidos en el mercado –el volumen de transacciones (T)
por el precio medio (P)– le corresponde el valor de todos los flujos monetarios
que se dan en contrapartida –la masa monetaria (M) por la velocidad a la que
rota en la economía (V).
Sin embargo, Fisher enuncia determinados supuestos que establecen
una direccionalidad en la ecuación de cambios. Presume que los mercados
tienden al pleno uso de los recursos, por lo que el nivel de transacciones es
dado, determinado por la economía real. Por su parte, la velocidad del dinero
se considera estable porque depende de factores institucionales2. Si aumenta la
masa monetaria, dado que V es estable y T está dada, solo pueden aumentar los
precios. En consecuencia, el dinero es neutro y no puede afectar la economía
real. Si hay inflación es porque el Estado emite dinero en exceso.3
Al perder credibilidad la teoría cuantitativa,
especialmente por el paso del capitalismo de libre competencia al capitalismo
monopolista y el gran “crack” de principios de los años 30 del siglo pasado, se
presenta como una alternativa la teoría keynesiana. En su Teoría General (1936), Keynes
desarrolló una teoría de la demanda de dinero que llamó teoría de la preferencia por la liquidez.
Keynes estudió las razones por las que los individuos demandan dinero,
cuestionando la influencia mecánica del incremento de la cantidad de dinero
sobre los precios. En primer lugar, un incremento de la oferta monetaria puede
utilizarse con fines especulativos y no canalizarse hacia las transacciones en
la economía, a lo que Keynes llamó trampa
de liquidez. En segundo lugar, si la economía no se encuentra en pleno
empleo, una parte del incremento de la demanda (producto del aumento de la
oferta monetaria) puede efectivamente estimular el producto.
En función de ello, es preferible una política económica activa (aunque los keynesianos insisten en el rol de la política fiscal) que expanda la demanda agregada, cuando la economía se ubique por debajo del potencial, y la contraiga cuando esté por encima. En la década de los años 70, el fenómeno de la estanflación puso en crisis la explicación keynesiana de los desequilibrios macroeconómicos, a partir de lo cual la corriente monetarista rescata las ideas iniciales de Fisher, convirtiéndose, desde entonces, en la más pura ortodoxia de las disciplinas económicas.
Al frente de este cuerpo de pensamiento estaba Milton
Friedman, quien en 1956 había desarrollado una teoría de la demanda de dinero en su artículo La teoría cuantitativa del dinero: un
replanteamiento. La teoría de Friedman indica que la demanda de dinero es
una función de los recursos disponibles por los individuos (su riqueza) y de
los rendimientos esperados sobre otros activos con respecto al rendimiento
esperado sobre el dinero.
Friedman asume estables la velocidad y la demanda de dinero y, por tanto, predecibles. Pero no son completamente estables, en el sentido de la vieja teoría clásica. De acuerdo con sus estudios empíricos y los de sus colegas, estas variables han tenido un comportamiento extraordinariamente estable y regular, con excepción de los periodos de crisis e hiperinflacionarios.
A partir de ello, Friedman llega a dos conclusiones
fundamentales: Primeramente, la demanda
de dinero es insensible a las tasas de interés. En segundo lugar, y como
corolario, establece que los cambios monetarios
afectan la producción, pero a corto plazo (el ingreso permanente es estable
en el tiempo), mientras que dicha expansión se traduce en un aumento de precios
a largo plazo.
Por ello, insistió en que la política monetaria no puede
determinar a largo plazo variables reales como el desempleo y el PIB; solo
puede determinar variables nominales, como el tipo de cambio, el nivel de
precios o los agregados monetarios. Aboga por establecer una política monetaria
automática: que la cantidad de dinero crezca a una tasa estable anual para
impulsar el crecimiento económico.4
Como cuerpo de pensamiento, las corrientes cuantitativistas
construyen un concepto del equilibrio monetario en la economía, a partir del
análisis de la oferta y la demanda. Si la oferta monetaria (que se considera
exógena, dado el rol del Estado en la emisión de la moneda de curso legal)
excede o no rebasa la demanda, se registra un ajuste de los gastos agregados en
la economía vía precios. Este es el principal consenso a partir del cual se
edifica esta teoría. La crítica keynesiana, aunque ofrece oposición a la teoría
en su conjunto, defiende igualmente la validez de la ecuación de cambios y la
dirección causal de los incrementos monetarios sobre los gastos agregados de la
economía (precio y/o producto).
Teoría
monetaria en Marx
En oposición a la teoría cuantitativa, hay una larga
tradición crítica que es cuidadosamente ocultada por los manuales de la
ortodoxia neoclásica5. La teoría monetaria en Marx, si bien solo conoció
los precedentes cuantitativistas de Hume y Ricardo, resultó su oposición más
consistente. Dado que los desarrollos posteriores de la teoría cuantitativa (de
Fisher a los monetaristas) conservaron y defendieron en esencia los postulados
de Hume en lo referente a la relación entre la cantidad de dinero y los
precios, el análisis de la teoría monetaria en Marx constituye una
plataforma ideal para una visión crítica del alcance y limitaciones de este
cuerpo de pensamiento.
No es posible entender la teoría monetaria en Marx sin antes comprender la esencia de su teoría valor trabajo. Esta teoría enuncia la correspondencia entre la producción de mercancías y la creación de su valor.
Las mercancías tienen valor como materialización del trabajo
empleado para su realización y expresan dicho valor en forma monetaria a través
del precio. El precio, como forma exterior del valor, lleva implícita la
posibilidad de no coincidir con este último. En la magnitud de los precios
influyen la oferta y la demanda. Marx tiene en cuenta el rol de la oferta y la
demanda en los precios a través de la Ley de la Competencia, pero a la vez
insiste en que los intentos de absolutizar su influencia carecen de fundamento,
por cuanto el precio no puede existir sin el valor, siendo tan solo su forma de
expresión.
De esta manera, la teoría valor trabajo desde el punto de vista de la producción ayuda a ver el análisis no solo como un simple proceso tecnológico, sino como un paso elemental en la generación de valores que se realizan en la circulación. Se desmitifica la circulación como el proceso en que ganan los más hábiles, y se entiende como un momento de intercambio de valores que llevan en sí las relaciones entre muchos procesos productivos (Castaño, 2006).
Marx demuestra que el dinero no aparece como resultado de un
acuerdo entre los individuos, o como consecuencia de leyes o decretos
estatales. El dinero surgió espontáneamente en virtud de la evolución de la
producción mercantil y el desarrollo lógico e histórico del proceso de cambio.
El surgimiento del dinero no conduce a superar la contradicción interna de la mercancía, sino a desarrollarla. Esta contradicción se exterioriza con el desarrollo del proceso de cambio. La separación del mundo mercantil en mercancía y dinero significa que, a partir de ese momento, las mercancías figuran en el mercado como valores de uso, y el dinero como encarnación del valor en general.
El surgimiento del dinero no conduce a superar la contradicción interna de la mercancía, sino a desarrollarla. Esta contradicción se exterioriza con el desarrollo del proceso de cambio. La separación del mundo mercantil en mercancía y dinero significa que, a partir de ese momento, las mercancías figuran en el mercado como valores de uso, y el dinero como encarnación del valor en general.
Hasta este punto, si bien en Marx no hay una teoría
elaborada de la inflación, se puede apreciar el elemento principal de su
crítica a la teoría cuantitativa del dinero. Desarrollando la tesis
ricardiana de valor trabajo, Marx establece que, en esencia, el incremento de
los precios no es un fenómeno monetario, sino el resultado de la creación de
valor a través del trabajo abstracto desplegado por el productor durante el
proceso productivo. El valor de las mercancías se genera en la producción y se
materializa en la circulación.
Sobre la base de la teoría valor trabajo, Marx define
que la cantidad de dinero necesaria para asegurar la circulación de mercancías
(M) debe equivaler a la suma de los precios de todas las mercancías (P)6,
divididas por el promedio de ciclos de la circulación de una unidad monetaria
del mismo signo (V). Matemáticamente quedaría expresado como sigue:
M = ∑
P (1.7)
V
V
Con la formulación de la Ley General de la Circulación,
Marx invierte la hipótesis cuantitativista7 de Hume, al determinar que “…dadas
la suma de valor de las mercancías y la velocidad media de su metamorfosis, la
cantidad de metal precioso en circulación depende de su propio valor” (Marx,
1973).
Esta ley fue enunciada en el siglo XIX, cuando aún las principales experiencias estudiadas giraban alrededor del oro y la plata como moneda. Sin embargo, Marx amplía el estudio de sus implicaciones, al distinguir en el análisis las formas de dinero. De esta manera, definió tres formas de dinero correspondientes a tres etapas históricas:
1. Dinero metálico puro (oro).
2. Moneda metálica subsidiaria.
3. Papel moneda de curso obligatorio.
Marx parte del análisis de la circulación simple de la
mercancía y el dinero como oro, para el que tiene vigencia la Ley del
Valor. Marx ve en el oro “una
mercancía especial que tiene su propio valor intrínseco: Tiene valor porque
tiene trabajo. Bajo esta premisa, la cantidad de oro requerida para la
circulación está determinada, en primera instancia, por la suma global de los
precios de las mercancías que han de ser realizados” (Marx, 1989).
Posteriormente, Marx analiza la moneda metálica subsidiaria, aquella en la
que el oro adquiere una existencia simbólica, de plata o cobre, separada de su
propia existencia. Asimismo, en un momento superior de la producción,
diferentes mercancías pueden servir como dinero junto al oro en la circulación
y representan sus fracciones. La misma ley que funciona para el oro, en
relación con los precios de las mercancías, se aplica para la moneda
subsidiaria (Rodríguez, 2006). 8
“…Si se emitiesen fichas de plata y cobre en cantidades mayores que las que requieren las necesidades de sus esferas de circulación, los precios de las mercancías no aumentarían a causa de ello, sino que se produciría una acumulación de estas fichas entre los vendedores minoristas, quienes finalmente se verían obligados a venderlas como metal” (Marx, 1989).9 Sin embargo, cuando analiza el papel moneda de curso obligatorio, llega a nuevos hallazgos. Para Marx el papel moneda es la forma perfeccionada del signo de valor, un resultado de la evolución de la circulación simple de mercancías. No surge por convención ni por intervención estatal. El papel moneda surge determinado por el desarrollo económico y, finalmente, el Estado lo legisla como medio de circulación de moneda de curso forzoso.
La particularidad del papel moneda de no expresar su propio
valor, sino el valor del oro, permite al Estado alterar el equilibrio
determinado por la Ley General de la Circulación. Según el autor de El capital “la intervención del Estado que
emite el papel moneda con curso obligatorio parece abolir la ley económica,
parece que transforma por arte de magia el papel en oro (…). Sin embargo, este
poder del Estado es mera apariencia. Podrá lanzar a la circulación la cantidad
de billetes de papel que quiera con la denominación monetaria que desee, pero
con este acto mecánico cesa su control. Una vez que la circulación se adueña de
él, el signo de valor o papel moneda sucumbe a sus leyes inmanentes”(Marx,
1989). O sea, el papel moneda no sigue las leyes de la circulación del oro o de
las monedas subsidiarias, sino leyes propias y fuera del control estatal.
La Ley General de la Circulación adquiere un nuevo
significado con el papel moneda, al establecerse una doble causalidad entre
cantidad de dinero y los precios. De esta forma, Marx refiere que
“en la circulación de los signos de valor, todas las leyes de la circulación monetaria real aparecen invertidas, patas arriba. Mientras que el oro circula por tener valor, el papel moneda tiene valor por circular (…). En efecto, estas leyes parecen no solo invertidas, sino también abolidas en la circulación de los signos de valor, puesto que el papel moneda, si ha sido emitido en la cantidad apropiada, efectúa movimientos que no le son propios en calidad de signo de valor, mientras que su propio movimiento, en lugar de tener su origen directo en la metamorfosis de las mercancías, proviene de que se infringe la proporción correcta con respecto al oro” (Marx, 1989).
En el primer tomo de El
capital expone que “si hoy
llenamos con papel moneda todos los canales de la circulación, hasta agotar su
capacidad de absorción monetaria, podemos encontrarnos con que mañana, a
consecuencia de las fluctuaciones de la circulación de mercancías, el papel
moneda rebasa los cauces. Al llegar a este momento, se pierden todas las
medidas” (Marx, 1973).
Marx critica y rechaza la teoría cuantitativa, cuando
analiza las dos primeras formas de dinero, las formas metálicas, pero el papel
moneda ya no obedece a las mismas leyes que se aplican en el patrón metálico;
estas leyes se pueden violar desde fuera con la intervención del Estado. Por
ello, la violación de las leyes de la circulación provoca una depreciación del
dinero en su función de medio de circulación, que se expresa esta vez en un
incremento artificial de los precios (no debido a variaciones del valor de las
mercancías o el suyo propio).
Sin embargo, Marx advierte que, una vez llegado a otro nivel
de precios, estos expresan nuevamente el valor de las mercancías, solo que como
una fracción del patrón de precios anterior:
“… si el papel moneda rebasa sus límites, es decir, la cantidad de monedas-oro de idéntica denominación que pueden circular, todavía representará dentro del mundo de las mercancías, prescindiendo del peligro del descrédito general, la cantidad de oro determinada y, por tanto, representable por sus leyes inmanentes (…). El resultado es el mismo que si se hubiese modificado el oro en su función de medida de precios” (Marx, 1973).
Por ello, define también con categoría de ley la cantidad de
papel moneda necesaria en la circulación: “… para encontrar una ley específica de la circulación de billetes, no
hay más remedio que atenerse a su proporción representativa respecto al oro. Y
esta ley es sencillamente la de que la emisión de papel moneda debe limitarse a
aquella cantidad en que sin él circularía necesariamente el oro (o la plata)
representado simbólicamente por ese papel” (Marx, 1973).
De esta manera, cuando Marx analiza el papel moneda, se
observa una coincidencia con la proposición cuantitativista, al observar que un
incremento en la cantidad de dinero puede reflejarse en el nivel de precios.
Sin embargo, no se trata más que de una coincidencia en la descripción de la
manifestación del fenómeno, a partir de una definición esencial muy diferente.
Marx advierte que el análisis a la luz del papel moneda esconde la esencia de
las relaciones entre la cantidad de dinero y los precios, no definidas en el
mero hecho de la realización de las mercancías, sino en el proceso productivo.
Para Marx, el valor de las mercancías depende de la
productividad del trabajo, en función de la Ley del Valor. En época del dinero
metálico o metálico subsidiario, la elevación del valor se debía a la
disminución de la productividad en la producción de mercancías o a un aumento
de la productividad en la producción de oro. Por ello, según la Ley General de
la Circulación, son los precios (como forma monetaria del valor) los que
determinan la cantidad de dinero. Con la aparición del papel moneda, surge una
doble causalidad, pues a la vez que los precios determinan la cantidad de
dinero según el funcionamiento de esta ley, si el Estado la infringe
imprimiendo más billetes de los necesarios, la cantidad de dinero estaría
provocando también un incremento del nivel general de precios. Luego, si el
Estado cuenta con el monopolio de la emisión monetaria debe cumplir la Ley
de la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación, de manera que la
cantidad de billetes se corresponda con la cantidad de oro que, en su ausencia,
circularía en función de las necesidades de la circulación.
En resumen, desde posiciones bien divergentes en cuanto a los determinantes de la demanda de dinero y la inflación, las teorías estudiadas reconocen que (bajo la circulación del papel moneda) un incremento de la cantidad de dinero en circulación provoca un incremento en el nivel de precios. Aunque se llega a este punto de contacto desde distintos métodos, su importancia radica en la posibilidad de utilizar el instrumental convencional desarrollado (que refleja la operatividad de la manifestación del fenómeno) sobre la base de los sustentos conceptuales del enfoque marxista (que reflejan la esencia de la relación entre la cantidad de dinero y los precios).
El análisis nos permite concluir que la inflación es un fenómeno debido a disímiles causas. La inflación monetaria sería la manifestación de un desbalance entre la cantidad de dinero y las necesidades de la circulación, alterando el cumplimiento de las funciones del dinero como medio de circulación y medida del valor y, con ello, el desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles sobre la base de la Ley del Valor.
Algunas
ideas sobre la planificación monetaria en la construcción socialista
Cabe preguntarse, entonces, la implicación que tienen para
la construcción socialista los elementos descritos de la teoría monetaria en
Marx. Para ello es preciso revisar, finalmente, y sin un interés exhaustivo
para este trabajo, la necesidad de las relaciones monetario-mercantiles en la
construcción socialista, base objetiva de la existencia del dinero y la
política monetaria.
“…Ninguna forma de sociedad puede, realmente, impedir que el tiempo de trabajo a disposición de la sociedad regule la producción de una u otra forma. Hasta ahora, sin embargo, (…) tal regulación se consigue no por el control directo y consciente de la sociedad sobre su tiempo de trabajo (lo cual solo es posible con propiedad colectiva), sino por el movimiento de los precios de las mercancías…”, escribió Marx a Engels el 8 de enero de 1868 (Mandel, 1969).
La necesidad de la acción de la Ley del Valor en la construcción
socialista está asociada a la imposibilidad de medir directamente el gasto de
trabajo. En el socialismo, aun dentro del sector estatal de la economía, los
trabajos no pueden medirse directamente en unidades de tiempo ni en la cantidad
de unidades producidas. La comparación entre sí de estos trabajos diferentes y
de sus resultados materializados en los productos hace necesario que se
traduzcan a un denominador común que permita indirectamente dicha comparación
en iguales unidades de medida. Este denominador común es el valor, que tiene su
forma de expresión en el precio a través de las relaciones
monetario-mercantiles.
Por otra parte, el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas en la fase socialista no es suficiente para garantizar a todos los
ciudadanos la satisfacción de sus crecientes necesidades materiales y
espirituales. En ello reside la base objetiva de la existencia de la
distribución con arreglo al trabajo, de manera que quien más trabaje para la
sociedad, reciba más de ella. Estos mecanismos de distribución se establecen
también sobre la base de la Ley del Valor, pues el pago por el trabajo (los
salarios) también constituye un precio en la economía.
Más allá de utilizar el valor como medida del trabajo y del
consumo, la construcción socialista no puede eliminar de una vez las relaciones
de producción e intercambio mercantil, en tanto no desaparezcan la base y la
causa que determinan su existencia. En el periodo de tránsito al socialismo
continúa la división social del trabajo y el aislamiento de los productores, a
la vez que el producto del trabajo sigue teniendo la forma mercantil con el
despliegue de todas sus contradicciones. Por ello, hoy es poco discutida la
necesidad de la acción de la Ley del Valor en la construcción del socialismo y
su complementariedad con la planificación.
La experiencia práctica10 ha demostrado que plan y
relaciones monetario-mercantiles, aunque contradictorios, deben complementarse.
El carácter consciente de la planificación no anula la espontaneidad del
mercado, mientras que la acción de este último brinda cierta flexibilidad al
marco regulatorio de la economía socialista (Sánchez y otros, 2002).
El plan puede utilizar la Ley del Valor (más exactamente,
las relaciones monetario-mercantiles) para facilitar una adaptación rápida y
precisa de la oferta de bienes de consumo a la demanda. Esta ley permite el
intercambio mercantil mediante cantidades de trabajo socialmente necesarias. Su
disfuncionalidad asociada a la no correspondencia de la cantidad de dinero con
las necesidades de la circulación afecta, en primer lugar, la función
del valor como medida del trabajo y el consumo, con lo que se estaría dando
señales equivocadas a la economía, con el consiguiente perjuicio al proceso de
planificación. Segundo, se deterioraría la Ley de distribución con
arreglo al trabajo, al ajustarse nominal (por una medida errónea del trabajo) y
realmente (por una disminución de los salarios reales). Tercero, se
deterioraría la función de los precios como patrones de referencia de
productividad internacional. Cuarto, el incremento de precios no debido
a la disminución de la productividad del trabajo generaría efectos
redistributivos a favor de procesos de concentración de la riqueza.
Por tanto, la política monetaria 11 en los procesos de
construcción socialista debe garantizar el funcionamiento de la Ley del Valor,
mediante la planificación y gestión de la cantidad de dinero necesaria para
garantizar el crecimiento material de la economía y los principales equilibrios
macroeconómicos.
En este sentido, en el diseño de la política monetaria y su
necesaria interacción con la esfera productiva y distributiva en la
construcción socialista, se sitúa como objetivo fundamental no solo conseguir
el equilibrio monetario, sino también garantizar la calidad de la moneda
nacional y el cumplimiento de sus funciones, colocándola en el centro de
atención de la planificación y la dirección financiera de la economía.
El cómo llevar a cabo la planificación monetaria 12 se
enlaza con los elementos extraídos de la teoría monetaria en Marx. Por
consiguiente, la planificación monetaria en la construcción socialista debe
velar por el cumplimiento de la Ley de la cantidad de papel moneda necesario en
la circulación y la Ley General de la Circulación, de manera que garantice la
función del dinero de medida del valor y, con ello, el cumplimiento de las
proporciones definidas en el plan y la reproducción del sistema socialista.
A modo de
conclusión
Aun cuando se ha establecido una visión crítica de la
postura de Marx en cuanto a la teoría cuantitativa, ello no quita validez a los
avances cuantitativistas, que desde la manifestación de los fenómenos
reportaron importantes aportes al estudio del dinero en la esfera de la
circulación y desarrollaron, sobre todo, un instrumental de gran utilidad para
la teoría y la práctica en materia de política monetaria. Las herramientas
analíticas para la comprensión de los procesos de emisión monetaria, así como
el desarrollo instrumental para la conducción de la política monetaria, deben
ser aprehendidas y reinterpretadas por la ciencia marxista.
El soporte analítico difiere, pero el objetivo de política
es el mismo: controlar la inflación monetaria mediante el control de la emisión
monetaria. Según la economía convencional, la inflación es un fin en sí mismo.
Desde el pensamiento marxista no es más que un indicador de desequilibrios
entre la circulación y la producción, que impactan en el cumplimiento de la
función del dinero como medida del valor.
El presente trabajo no pretende marcar un punto de llegada,
sino un punto de partida en el necesario debate sobre la dirección y el sentido
de las transformaciones que se llevan a cabo en nuestro país, con énfasis
especial en los complejos fenómenos monetarios.
Notas
1 Con toda intención, se ha utilizado el término teoría
monetaria en Marx, pues no se puede hablar de un cuerpo intencionado en su
pensamiento de los temas monetarios. Marx estudia el dinero y sus formas como
contribución a la crítica de la economía política, más allá de un especial
interés en la materia. En su pensamiento no hay una alusión directa a la
inflación, el control de la oferta monetaria y mucho menos a recomendaciones de
política monetaria. La concepción marxista del dinero se encuentra, de manera
desarrollada, en la Contribución a la crítica de la Economía Política (1859) y,
de manera sintetizada, en El capital (1867).
2 Factores como las comunicaciones, las prácticas
crediticias y los procesos tecnológicos son relevantes para determinar el nivel
de saldos reales. Debido a que estos factores cambian lentamente, se espera que
la velocidad de circulación del dinero sea estable en el tiempo.
3 Aunque Fisher estaba desarrollando su enfoque
cuantitativo de la teoría de la demanda de dinero, un grupo de economistas
clásicos de Cambridge, encabezados por Alfred Marshall y A. C. Pigou, llegó a
conclusiones similares, que los llevaron a reformular la teoría cuantitativa a
partir de bases microeconómicas.
4 En lo que respecta a cómo debe gestionarse la
política monetaria, Friedman sostuvo que, en principio, sería mejor determinar
una meta para el nivel de precios, pero señaló que su control era demasiado
imperfecto. Por ello, recomendó determinar metas para un agregado monetario, ya
que los bancos centrales tienen más control sobre el dinero, y los rezagos son
más cortos. En las décadas de los años 70 y 80, muchos países intentaron
adoptar metas monetarias, pero la gran mayoría de los intentos fracasó y, en
consecuencia, se abandonó la iniciativa. La fijación de metas de inflación, que
comenzó a utilizarse en la década de 1990, es hoy la práctica más seguida en materia
de política monetaria.
5 Entre sus principales exponentes, podemos encontrar a
mercantilistas como James Steuart, James Mill, algunos partidarios de la
Banking School como Thomas Tooke, Marx y otros marxistas en la actualidad,
neoclásicos como Ludwig von Mises y F.A. Hayek, poskeynesianos como Nicholas
Kaldor y Joan Robinson, así como los estructuralistas latinoamericanos.
6 Lo que es equivalente a decir: la totalidad de las
mercancías por sus precios (P*Q).
7 La Ley General de la Circulación constituye la misma
formulación de la ecuación cuantitativa de Fisher, 52 años antes, aunque bajo
un enfoque analítico mucho más abarcador. La teoría convencional, consciente o
no, ha guardado el secreto de este mérito adicional del autor de El
capital.
8 La posibilidad de que el valor de las mercancías no
coincidiera con la signo monetario realmente existe desde el patrón oro, dada
la posibilidad de los Estados de acuñar monedas con un valor superior al que
realmente contenían. No obstante, dado que es con el papel moneda que esta
práctica se convierte en lo común, Marx hace abstracción de esa posibilidad en
las formas anteriores (metales preciosos y moneda metálica subsidiaria).
9 Existen varios autores que discuten la relación de la
inflación con la llegada de metales desde América. Marx consideraba que “el
incremento de la cantidad de oro y de plata en los siglos XVI y XVII estuvo
acompañado por el decremento de su costo de producción, Hume pudo saberlo por
el cierre de minas europeas” (Marx, 1989). Para Marx, estos incrementos de
precios obedecieron fundamentalmente a una reducción del valor del oro asociado
a la disminución de sus gastos de producción.
10 La historia de la transformación socialista bajo una
visión marxista conoce tres nociones básicas: 1) Socialismo centralmente
planificado por el Estado (incluye a países del antiguo campo socialista). 2)
Socialismo de mercado (China 1978 y Viet Nam 1986). 3) Socialismo planificado
con apertura parcial al mercado interno (Cuba 1989). En el último siglo,
gobiernos de izquierda en América Latina defienden fórmulas poco ortodoxas de
contenido socialista.
11 En las últimas décadas, los bancos centrales del
mundo han utilizado la inflación como objetivo fundamental de la política
monetaria. Sin embargo, es importante aclarar que se hace referencia a la
inflación monetaria: aquella que está generada por incrementos de la cantidad
de dinero que distorsionan las proporciones macroeconómicas. Otras distorsiones
asociadas a factores reales (inflación de oferta) o subjetivos (inflación de
expectativas), aunque son responsabilidad de las políticas macroeconómicas, no
lo son de la política monetaria, pues los instrumentos más efectivos para
superarlas no son los relativos a la emisión monetaria.
12 En el trabajo se han referido indistintamente los
términos planificación y política monetaria, en función de establecer una
conexión con el lenguaje establecido por la economía convencional. No obstante,
para un proceso de construcción socialista lo más apropiado es hablar de
planificación monetaria, en tanto se trata de los procesos de control y gestión
de la cantidad de dinero en función de las proporciones establecidas en el plan
de la economía.
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