5/3/15

El Frente Amplio del Uruguay y el marxismo

Arte universal
✆ Joaquín Torres García
El marxismo en Uruguay hizo desde hace muchas décadas un gran esfuerzo por construir su propia identidad nacional
 La necesidad de un nuevo esfuerzo de elaboración teórica de la izquierda uruguaya impone construir también una nueva relación con la intelectualidad cuyo papel y relaciones con la política orgánica han cambiado radicalmente

Esteban Valenti    |   El discurso de Tabaré Vázquez en [la ciudad de] Maldonado en el 44 aniversario del Frente Amplio colocó el acento en el papel del batllismo a principios del siglo XX, su impronta en los destinos del país y la influencia del Frente Amplio a principios de este siglo, de cierta manera las influencias, circunstancias y diferencias entre las grandes corrientes políticas e ideológicas nacionales entre dos siglos.

Qué importante que la izquierda de un país tenga ésta entre sus preocupaciones principales. Un tema muy interesante, no solo, ni principalmente para construir un discurso, sino para analizar los complejos procesos de influencia, cambio y transformación de las ideas y la cultura política en nuestro país, un pequeño territorio y población con una identidad muy marcada en el ámbito regional, desde el propio proceso independentista y federal encabezado por José Artigas.

En mi anterior artículo sobre este tema intenté mostrar la potente influencia del pensamiento y de la acción de José Batlle y Ordóñez en la izquierda uruguaya, pero tratando de marcar también las diferencias, en particular la fuerte influencia del pensamiento artiguista e incluso del nacionalismo avanzado de determinados sectores del Partido Nacional, en particular de Wilson Ferreira Aldunate, hoy quiero enfocarme en otro aspecto, en el papel de los sectores marxistas o marxianos en la izquierda uruguaya.

El nacimiento del Frente Amplio, su desarrollo, el terrible pasaje por la dictadura no podrían explicarse de  ninguna manera sin considerar el papel de las fuerzas de origen marxista (socialistas, comunistas y otras formaciones con una fuerte influencia marxista) que han sido fundamentales en la propia pluralidad y profundidad de las definiciones unitarias del Frente Amplio.

Comencemos por un aspecto clave, el proceso político uruguayo tuvo en las organizaciones sociales, en particular en la unidad de los sindicatos de trabajadores en una sola central y en su estrecha relación con el movimiento estudiantil y de la cultura una de las bases para la formación y la identidad del Frente Amplio.

Los sectores marxistas fueron durante décadas las mayorías en la conducción del movimiento sindical y cultural del país, tuvieron un peso político con una fuerte concentración metropolitana y urbana y una larga trayectoria en las disputas electorales. Con variados resultados.

No pretendo hacer un recuento de ese proceso, sino anotar un rasgo específico de la izquierda uruguaya: la confluencia de corrientes muy diversas en su origen, incluso en sus definiciones ideológicas y filosóficas, como los marxistas, los cristianos, los batllistas, nacionalistas progresistas, anarquistas, independientes y otros sectores. Esa diversidad tuvo un peso muy importante en el moldeado de la identidad programática, en la propia acción política y en el peso creciente y determinante de una visión democrática en la izquierda uruguaya, que culminó en una etapa importante en la batalla contra la dictadura pero sobre todo en la reconstrucción posterior hasta la llegada al poder en el año 2005.

La estructura social y cultural del bloque de los cambios en el Uruguay tuvo siempre una fuerte impronta del mundo del trabajo, específicamente de los trabajadores organizados y de la intelectualidad como núcleo central al que se incorporaron con toda su carga política e ideológica sectores de las capas medias, de pequeños y medianos productores y que sectores de muy bajos recursos y condición social. También sectores de la propia burguesía nacional.

La trayectoria obrera tuvo y tiene sin duda una fuerte presencia en la elaboración programática y cultural del Frente Amplio, con cambios importantes en todos estos 44 años.

Reducir la influencia del marxismo solo al peso de determinados sectores sociales, sería una simplificación peligrosa. Ideas de matriz marxista tuvieron y tienen un peso importante y a su vez han sido fecundadas, influidas por un amplio espectro de ideas de otro origen y en particular de clara raíz nacional. Catalogar al batllismo simplemente de socialdemocracia, es otra simplificación o reducir las ideas nacionalistas avanzadas a determinados sectores de la burguesía nacional, en particular del interior y del medio rural sería reduccionista.

El marxismo en Uruguay hizo desde hace muchas décadas un gran esfuerzo por construir su propia identidad nacional, por aprender de las tradiciones históricas y culturales del país y de su sociedad, por utilizar la propia visión materialista y dialéctica para su desarrollo y no para adecuar un recetario importado y dogmático. Esto no nos exime de haber tenido nuestros largos periodos de intentar enseñarle nuestras verdades a toda costa al país y a su gente.

Sería un grave error olvidar las peripecias ideológicas y políticas en las visiones internacionales de la izquierda uruguaya en particular de los marxistas, tanto en la presencia y desmoronamiento del sistema socialista mundial, como la propia experiencia cubana y su proceso. Si pudimos sortear esas realidades sin que el mundo se nos callera encima fue en primer lugar por razones políticas y por el Frente Amplio.

El cambio más importante que le aportó el Frente Amplio a la propia izquierda marxista fue la necesidad de aprender de otros, de incorporar la visión de otros actores políticos y sociales de la izquierda en temas fundamentales como las relaciones sociales, de propiedad, de producción y sobre todo en relación a la superestructura cultural, institucional democrática, la visión de otras corrientes e ir expulsando la idea de que eran compañeros para un tramo de nuestra ruta liberadora a los que invariablemente deberíamos convencer y convertir.

Sin esa influencia mutua, sin ese proceso que nos transformó a todos y que cambió para siempre nuestra identidad y a la propia sociedad uruguaya nunca hubiéramos ganado las elecciones y menos hubiéramos gobernado por dos periodos consecutivos y nos aprestaríamos a ejercer otros cinco años el gobierno nacional.

Es posible que este último tramo del recorrido político de la izquierda uruguaya no haya sido acompañado por una elaboración teórica a la altura de los cambios que nosotros mismos produjimos y que se han producido en nuestro propio pensamiento e identidad, analizados desde una visión histórica marxista. Más que posible esta carencia es segura.

La necesidad de un nuevo esfuerzo de elaboración teórica de la izquierda uruguaya impone construir también una nueva relación con la intelectualidad cuyo papel y relaciones con la política orgánica han cambiado radicalmente. No hay teoría política, ni nuevos niveles de elaboración ideológica y cultural sin el aporte central de los intelectuales, nunca será una simple derivación de la práctica.

La propia teoría de la acumulación de fuerzas, si no quiere reducirse a una simple suma de caudales electorales analizados desde la breve perspectiva de lo circunstancial, si pretende darle continuidad en el tiempo y sobre todo en la profundidad de los nuevos cambios requeridos por nuestro país para avanzar hacia nuevas formas de libertad, de desarrollo económico productivo, pero sobre todo de desarrollo social y libertad, con avances estructurales en la justicia social, en los derechos conquistados, en nuevos valores democráticos y morales y en los nuevos desafíos globales como el medio ambiente requieren de una teoría o de varias teorías en pugna, frotándose y chispeando ideas y arriesgando previsiones. Conviene recordar que Marx pensaba que el socialismo permitiría a la humanidad supeditar el terreno de la necesidad al de la libertad.  Cicerón era muy categórico: ''La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo'' y todavía tenemos amos.

No se trata de una teoría del pasado reciente, sino de una base teórico política de nuevas prospectivas para el progresismo, para la izquierda en el Uruguay, en esta región con tantas nuevas experiencias y tensiones y en un mundo con portentosas posibilidades, desigualdades y peligros.

No se reivindica una visión marxista, socialista, de izquierda difundiendo y citando sus textos históricos, reconstruyendo las páginas de nuestro largo y accidentado camino, sino ejerciendo todos los días la implacable labor de la crítica y del aprendizaje de la realidad, desde claves que hemos aprendido que ellas también están en constante cambio y actualización.  ''La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas.'' Marx en  Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Una de las principales cadenas que hemos roto es la de cualquier dogma.

Lo que queda pendiente es nada menos que sacudirse las cadenas de la explotación, una batalla que será interminable.

Título original: “Frente Amplio y marxismo”
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