2/12/14

El misticismo en la ortodoxia y en la herejía marxista del siglo XX

Ni el pensamiento crítico marxista está muerto ni los que murieron por la nueva vida socialista deben ser santos de nuestra devoción

Roberto Herrera   |   Una anécdota, a modo de introducción.  Se trataba de una “ampliada”, es decir, una reunión entre miembros de “células” distintas. El responsable del encuentro, sentado ante una mesa, dibujaba sobre un papel el esquema de la defensa circular del “local”, las posiciones a ocupar y el plan de retirada escalonada en caso que fuera necesario. Luego procedió a la entrega de los “fierros”, con la seriedad y marcialidad que la situación demandaba. Como no hubo preguntas por parte de los encapuchados, el jefe político-militar tomó el encendedor y quemó el papel. Esta escena que describo, habría sido una reunión clandestina común y corriente en cualquier casa de seguridad en la capital salvadoreña a principios de la década de los ochenta, si no hubiera sido porque todos los enmascarados se conocían entre sí, porque estaban a miles de kilómetros de distancia de Centroamérica y además, porque las únicas “armas” que había en el “local” eran los cubiertos de acero inoxidable. Se requería de una gran porción de fantasía, mucha “mística revolucionaria” y buen sentido del humor─ o las tres facultades ─, para explicar racional y dialécticamente estas absurdas medidas de seguridad, tomadas con toda seriedad y de acuerdo a los cánones subversivos, aun cuando aquella sesión de trabajo solidario con la lucha del pueblo salvadoreño se desarrollaba dentro del marco de la legalidad democrática.