► “Así es que del modo más cruel nos atormenta sentir, en el seno de la opulencia,
la falta de una cosa. La porfía, la obstinación menoscaban el logro más
soberbio; de suerte que, para más profundo y más horrible tormento, debe uno cansarse
de ser justo” | Goethe, Fausto
Ángel de Lucas &
Alfonso Ortí | Las escandalosas crisis de algunas
empresas multinacionales de perfil más vanguardista (desde ENRON a VIVENDI),
pioneras en muchos casos en el sector de las «nuevas tecnologías» (de la
comunicación y la informática, y ligadas a veces a Internet, etc.), parecen
haber marcado -en el umbral mismo del siglo XXI- el límite de la fase eufórica
de la expansiva globalización financiera
y neotecnológica de los años 1990. Más allá de la mayor o menor profundidad de la crisis económica -probablemente cíclica y transitoria- en que han tenido lugar estas quiebras empresariales, su significación histórica se ha visto además resaltada por su coincidencia con el súbito advenimiento -en los países centrales y hegemónicos de Occidente- de un difuso clima político frente al incierto futuro del orden mundial establecido. Han sido los trágicos acontecimientos que están marcando los comienzos del siglo XXI - simbolizados en el actual universo mediático por la espectacularidad del atentado de Nueva York del 11 de septiembre de 2001— los que han abierto, de forma más o menos consciente, la sombría perspectiva de su posible interpretación como anuncio de una nueva fase de radicalización de los conflictos de alcance mundial.